Edificio del Parlamento de Escocia
El edificio el Parlamento Escocés (en inglés, Scottish Parliament Building, en gaélico escocés, Pàrlamaid na h-Alba) es la sede del Parlamento de Escocia. Está ubicado en Holyrood, dentro de la zona Patrimonio de la Humanidad de la Ciudad vieja de Edimburgo.Su construcción comenzó en junio de 1999 y los miembros del Parlamento Escocés lo utilizaron por primera vez el martes, 7 de septiembre de 2004. La reina Isabel II lo inauguró oficialmente el 9 de octubre de 2004. El arquitecto fue el español Enric Miralles, que murió durante la construcción.Desde 1999 hasta su inauguración en 2004, las salas de reuniones y la cámara de debate del Parlamento Escocés tuvieron lugar en la Sala de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia en la colina The Mound en Edimburgo. Las oficinas administrativas de apoyo al Parlamento se encuentran en edificios alquilados por el Ayuntamiento de la Ciudad de Edimburgo. El nuevo Edificio del Parlamento Escocés reunió todos estos elementos en un solo complejo parlamentario que alberga a los 129 diputados y donde trabajan más de 1.000 personas de personal y funcionarios.Desde el principio, el edificio y su construcción han generado polémica. La elección del lugar, el arquitecto, el diseño y la compañía constructora han sido criticados por políticos, los medios y por los ciudadanos de Escocia.Inicialmente se iba a inaugurar en el año 2001 y lo hizo tres años más tarde, en 2004. Además, el coste del edificio, que por ejemplo fue cuatro veces mayor que el Museo Guggenheim de Bilbao, fue diez veces mayor que lo presupuestado. En lugar de 40 millones de libras acabó costando 431, esto es, unos 652 millones de euros. Otros señalan como coste final 414 millones de libras, en cualquier caso, diez veces más de lo presupuestado. Una gran investigación pública sobre la administración de la construcción, dirigida por el anterior Lord Advocate, Peter Fraser, se creó en 2003. La investigación concluyó en septiembre de 2004 y criticó cómo se llevó todo el proyecto al darse cuenta de que los incrementos de costes se debieron a la forma en que se llevaron a cabo los principales cambios de diseño. A pesar de estas críticas y una reacción del público dividida, el edificio fue aplaudido por críticos y expertos en arquitectura. El edificio pretende una unión poética entre el paisaje escocés, su gente, su cultura y la ciudad de Edimburgo. Este enfoque hizo que el edificio obtuviera numerosos premios incluyendo en 2005 el Premio Stirling y ha sido descrito como «un tour de force del arte y la artesanía y la calidad sin paralelo en los últimos cien años de arquitectura británica».