Institución disciplinaria
La institución disciplinaria es un concepto propuesto por Michel Foucault (istitution disciplinaire) en su obra Vigilar y Castigar (Surveiller et Punir) de 1975. Las instituciones disciplinarias se caracterizan por la disciplina, la búsqueda de un determinado concepto de orden, la vigilancia y la utilización del castigo y la recompensa como elementos de educación, reeducación, inserción, reinserción, curación, rehabilitación o modificación de conducta; con el objetivo de obtener una homogeneización de las condiciones, rasgos o conductas particulares, alternativos o divergentes, definidos como disfuncionales o antisociales. Algunos ejemplos son la escuela, la prisión, las instituciones penales juveniles, el hospital, especialmente el hospital psiquiátrico, el orfanato, el asilo y el cuartel.Históricamente, las instituciones disciplinarias surgieron en su forma contemporánea con las transformaciones políticas, sociales, económicas e ideológicas de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, en particular la revolución liberal, la revolución burguesa y la revolución industrial. En alguna medida se pueden identificar con ellas ciertas instituciones caritativo-laborales (las workhouses) cuya diferencia con los trabajos forzados penal es muy escasa; y que responden a un concepto de control del trabajo que no deja de ser una exacerbación del propio de la fábrica o, posteriormente, de la cadena de montaje.La disciplina, según Gilles Deleuze «no se puede identificar con ninguna institución... precisamente porque es un tipo de poder, una tecnología que atraviesa todo tipo de aparato o institución, conectándolos, prolongándolos y haciéndolos converger y funcionar de un nuevo modo».El concepto se puede relacionar con el de institución total propuesto por Erving Goffman en 1961 en su libro Asylums, o con el de aparato ideológico del Estado propuesto por Louis Althusser en su libro Ideological State Apparatus.Se suele utilizar el término institucionalización para referir al proceso por el que un sujeto se termina por hacer completamente dependiente de la institución de vigilancia en la que se le ha encuadrado, con consecuencias muy negativas para este sujeto, que queda en la práctica imposibilitado para la vida social en libertad. Este proceso es especialmente visible en los presos o niños «institucionalizados» tras largas estancias en una cárcel o un orfanato.