Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas
El Essai sur l'inégalité des races humaines / Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas es un libro publicado en 1853 y 1855 por el escritor y diplomático francés Joseph Arthur de Gobineau. Gobineau señala a ""la raza"" como motor de la historia, una historia determinista fundada en el Antiguo Testamento que consiste en una sucesión de pueblos y civilizaciones en la que emergen las tres razas negra, amarilla y blanca como descendientes de los tres hijos de Noé -Cam, Sem y Jafet, respectivamente-, según dicta la tradición bíblica.Gobineau expone su visión etnológica en una novelesca jerarquía de razas (""La historia humana es como un enorme lienzo. La tierra es el telar en el que se estira [...] Las dos variedades inferiores de nuestra especie, la raza negra, la raza amarilla, son el fondo grosero, el algodón y la lana de la trama [...] mientras que las familias secundarias de la raza blanca entretejen la seda, y el grupo ario, a través de las generaciones ennoblecidas, aplica a su superficie sus arabescos de plata y de oro”), armada con los prejuicios racistas más groseros e indisimulados pese a su pretensión de “hacer entrar a la historia en la familia de las ciencias naturales”.Gobineau describe estos “tres elementos puros y primitivos de la humanidad que son las razas amarilla, blanca y negra” con rasgos pretendidamente físicos, como la frente huidiza de los negros, pero sus descripciones son generalmente literarias y faltas de análisis cuantitativos, como el supuesto desarrollo de sus sentidos del gusto o del olfato, “desarrollados con un vigor desconocido en las otras dos razas”; o como el dictamen sobre su “tendencia a lo grotesco” o al arte: “El negro es la criatura humana cautivada con más fuerza por la emoción artística”. Gobineau sentencia que “sus facultades pensantes son [...] mediocres o incluso nulas”, mientras concede a la raza blanca “el monopolio de la belleza, la inteligencia y la fuerza”, y dentro de esta raza blanca coloca a la ""raza aria"" por encima de todas las otras. Los arios habrían desarrollado una cultura igualitaria, de propietarios de tierras y guerreros.Gobineau decide que, “el Creador no ha querido hacer sino un boceto” con la raza amarilla y, aunque “superiores a los negros”, decreta “sus tendencias a la mediocridad”, colocando a ""los amarillos"" en el lugar de “la pequeña burguesía que toda civilización desearía como base de su sociedad”, trabajadora pero demasiado limitada para crear o tomar la iniciativa.Por otra parte, los eslavos en Europa tendrían “sangre blanca, amarilla y finlandesa”, y “una personalidad muy débil y excesivamente dulce para excitar la ira de los invasores, marcada por su facilidad para aceptar un papel secundario en los nuevos Estados fundados por la conquista, su natural laboriosidad...”. En la mitología de Gobineau la raza blanca, cuya cuna estaría en Mongolia-Manchuria, sería el ""principio vivificante"" que pone en contacto las razas y permite la civilización. Según Gobineau la raza blanca carecería de un ""principio"" esencial para el desarrollo de las civilizaciones, el de “las calidades sensuales”, una propiedad que “estaría escondida en la sangre de los negros” y que los blancos adquirirían con el mestizaje a través de “la naturaleza civilizatoria de la raza blanca”, obteniendo la raza negra “las aptitudes intelectuales necesarias para la cultura del arte”. Pero ese mestizaje generalizado que habría ayudado a crear sería la razón de la gradual ""desaparición del hombre blanco"", tarea y amenaza que los imperios coloniales se encargarían de completar. Gabineau concluye su ensayo racista con una visión pesimista en la que los pueblos ""uniformes y sin vitalidad"" por el mestizaje –“la reducción completa de nuestra especie [...] a unos puñados de seres desprovistos de fuerza, de belleza, de inteligencia”-, condenarían a la humanidad sin la raza blanca a dejarse morir con el único bálsamo de la fe religiosa: “el último eslabón, recuerdo único, herencia preciosa de los días mejores”.En 1869 su destino diplomático en Rio de Janeiro le pone en contacto con su entusiasta lector y admirador, el emperador Dom Pedro II de Brasil (uno de los últimos estados en abolir la esclavitud, 1888). Gobineau regresa a Francia poco antes de la invasión prusiana de 1870 y de la Comuna, y en 1872 es destinado a Suecia, donde finaliza su carrera diplomática.El Ensayo de Gobineau fue traducido al alemán encontrando buena acogida en los círculos wagnerianos y racistas. Pese a su visión pesimista sobre la inevitable decadencia de la especie humana, Gobineau contribuyó al mito ario y al supremacismo blanco, que rinde culto a una mítica raza de hombre inmaculado. Para Gobineau la democracia igualitaria sería el cementerio de las civilizaciones, debido al “carácter degenerativo” de las “aportaciones de las razas extranjeras”, potenciando una base pseudocientífica que articula el “horror al mestizaje” y la necesidad de las políticas de “higiene racial” de los fascismos; su “escatología crepuscular” (Léon Poliakov) resultó de gran atractivo para los teóricos nazis. Gobineau muere en 1882 en Turín, y en su tumba el régimen fascista instaló en 1932 una placa de homenaje con la leyenda: ""El tiempo y los acontecimientos exaltan su figura de pensador visionario"".El Ensayo tuvo gran influencia sobre el músico alemán Richard Wagner, quien se hizo amigo personal de Gobineau, así como en Adolf Hitler y las ideas nazis.