Bestiario (luchador)
Llamaban bestiarios los romanos a aquellos gladiadores de profesión o a otros hombres a quienes hacían combatir contra las bestias y fieras, exponiéndoles a su furor en medio del anfiteatro.Casiodoro dice que los atenienses fueron los primeros en introducir semejantes combates y Luciano añade que se establecieron en Atenas en tiempo de Solón y de Anacarsis. Se distinguían comúnmente tres suertes de bestiarios. Los primeros eran los prisioneros de guerra, aquellos que habían cometido algún delito capital, los cristianos constantes en su su fe o finalmente, los esclavos que habían ofendido gravemente a sus amos. Los bestiarios de esta primera clase eran expuestos a las fieras sin armas y sin ninguna defensa. Nada les servía a estos desgraciados el vencer a la fiera o el matarla porque se echaban al momento otras sobre él hasta que perecía lo que raras veces era necesario, puesto que de ordinario una sola fiera acababa con diferentes bestiarios. Cicerón en la oración por Sestio habla de un león que mató él solo a doscientos.La segunda especie de bestiarios estaba compuesta, según dice Séneca, de jóvenes que para adiestrarse en el manejo de las armas combatían unas veces entre sí y otras contra las fieras y de hombres valerosos que para hacer ostentación de su valor y de su destreza se exponían a estos peligrosos combates. Augusto hizo descender en la arena a varios jóvenes de las familias más distinguidas y Nerón se ejércitó él mismo en una diversión tan peligrosa. Cómodo se hizo llamar el Hércules romano.Había después una tercera especie de bestiarios compuesta de hombres que ejercitaban este peligroso y vil oficio por dinero. Se alquilaban para combatir en los funerales, como los gladiadores para divertir el pueblo en los espectáculos y para satisfacer la bárbara curiosidad de algunos emperadores, como Heliogábalo que al decir de Lampridio comía en un salón elevado desde donde podía ver sin salir de la mesa los combates de los bestiarios.La primera y tercera clase de bestiarios eran declarados infames por las leyes y no se podía condenar a este suplicio a un ciudadano romano a excepción de los cristianos que durante las persecuciones habían perdido semejante privilegio.Había algunas escuelas donde los bestiarios estudiaban todas las maniobras de su vil profesión. En ciertas ocasiones se hacía combatir de una vez muchos hombres armados contra diferentes bestias. Este espectáculo se llamaba venatio, caza o azero.