Download Press release (Español) McCauley et al 2015

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Los océanos de hoy en día siguen siendo lugares mucho más naturales que la tierra. A tan solo
unas calles de Hollywood Boulevard, uno puede equiparse con máscara y snorkel y nadar entre
meros gigantes de ciento treinta kilos o a poca distancia de ballenas grises de una tonelada—todo
esto a la vista de los rascacielos de Los Ángeles. Nadar con tiburones ballenas en Yucatán,
bucear en los bosques de algas de Monterey, observar miles de tortugas marinas arribar a las
playas de Costa Rica- en general la vida silvestre en los océanos está en mejor condición que la
vida silvestre en tierra. Sin embargo, al mismo tiempo la mayoría de los atunes y tiburones han
desaparecido, las poblaciones de bacalao han colapsado, y las ballenas hasta ahora se están
recuperando del límite de la extinción. Un artículo nuevo en la revista Science esta semana
explora estas perspectivas aparentemente contradictorias de que los océanos son
simultáneamente naturales y fuertemente impactados. Los autores de este artículo reportan que
las mismas tendencias que llevaron al colapso de poblaciones de vida silvestre en tierra ahora
están ocurriendo en el mar, pero la explotación permanece siglos o incluso milenios atrasada en
los océanos. Los próximos cien años, precaucionan, prometen presentar retos mayores para la
salud de la fauna marina.
Oficialmente reconocemos aproximadamente 500 extinciones de animales terrestres causadas
por humanos en los últimos 500 años, tantas que la tasa terrestre de extinciones actual es una de
las mayores extinciones registradas desde el inicio del planeta. Pero este nuevo estudio señala
que solamente han habido aproximadamente 15 extinciones de animales causadas por los
humanos en hábitats marinos. Las contracciones en las distribuciones geográficas de la fauna
también han sido menos severos que en los océanos. Los tigres asiáticos, por ejemplo, han
perdido aproximadamente el 93% de su rango original y enfrentan la extinción eminente, pero
los tiburones tigre aún están presentes a través de los océanos del mundo.
Los autores del estudio sugieren, sin embargo, que lo que se está ocultando en estas
comparaciones son cambios importantes en la manera en la que estamos usando los océanos y lo
que esto significa para el futuro de la vida silvestre marina. Como señala el primer autor Douglas
McCauley, ecólogo en la Universidad de California, Santa Barbara, “el uso cada vez más
industrial de los océanos y la globalización de la explotación de recursos marinos amenazan con
dañar la salud de las poblaciones marinas, causando que la situación en ellas sea más similar al
estado degradado de la vida terrestre”. La cacería de los tiburones, los lobos del océano, ha
aumentado dramáticamente porque sus aletas son ingredientes en sopas caras. Como resultado,
100 millones de tiburones mueren al año alrededor del mundo. Y aunque no hemos causado la
extinción completa de ninguna especie de tiburón, hemos reducido sus abundancias hasta niveles
tan bajos que, en muchos casos, es como si estuvieran extintos.
McCauley explica, “Imagine que la población global de recolectores de desechos cayera hasta
llegar a solamente 100 individuos. Realmente no sería un gran consuelo, mientras caminaríamos
en calles llenas de basura, saber que en alguna parte del mundo los recolectores de basura
todavía existieran – porque los servicios sumamente importantes estarían funcionalmente
extintos. Es lo mismo en el caso de animales marinos. Realizan procesos que son importantes
para los humanos e importantes para sus propios ecosistemas”.
¿Las extinciones de los océanos han sido minimizados por la incertidumbre? “Es difícil detectar
cuándo una especie marina se extingue” dice McCauley. “La ciencia duró 73 años para encontrar
el Titanic después de que se hundió — y este fue un barco de 50 mil toneladas. Uno sólo se
puede imaginar que tan difícil sería estar seguro que un pez o camarón poco común ha sido
extinguido globalmente”.
Este artículo compara el progreso de la Revolución Industrial en la tierra y en los océanos.
Durante el siglo diecinueve, tractos vastos de terrenos cultivados y fábricas avanzaron contra los
bosques, causaron la extinción de muchas especies terrestres, y consumieron recursos que fueron
minados y extraídos de la tierra. Pero al mismo tiempo en el océano, la pesca todavía utilizaba
veleros y estaba concentrada en una extensión relativamente pequeña de océano costero. Mucho
ha cambiado en los últimos 200 años. Nuestro equipo de pesca se ha industrializado. Ahora
pescamos con helicópteros, “súper arrastreros” guiados por satélite, robots que matan peces, y
palangres que podrían extenderse desde Nueva York hasta Philadelphia. Dice McCauley, “Todas
las señales indican que podríamos estar iniciando una Revolución Industrial Marina. Estamos
creando las condiciones en los océanos para repetir el proceso de Armagedón para la vida
silvestre que construimos en el ámbito terrestre”.
Co-autor Steve Palumbi de la Universidad Stanford enumera las amenazas emergentes para los
océanos: “Hay ‘granjas industriales’ en el mar y corrales de engorde al estilo de la ganadería para
atún. Los criaderos para camarones están consumiendo los manglares con el mismo apetito con
la cual la agricultura terrestre consumió las praderas nativas y el bosque. Los contratos para la
exploración de minería submarina están siendo perseguidos como si fuera una fiebre de oro.
Máquinas mineras submarinas de 300 toneladas y barcos pesqueros de 200 metros están siendo
fabricados para realizar este trabajo”.
Además de todo esto, el cambio climático también está degradando severamente el hábitat
restante para la vida silvestre marina. Los investigadores concluyen que los animales marinos
pueden estar aún más en riesgo por el cambio climático que la fauna terrestre.
Los autores del estudio destacan tres importantes áreas donde la acción será necesaria para
reducir o detener las pérdidas de fauna marina.
Primero, no podemos permitir que nos tomen por sorpresa con la Revolución Industrial Marina.
McCauley reflexiona que, “Una parte del desarrollo marino será necesario en un mundo
superpoblado” pero que necesitamos monitorear y planearlo cuidadosamente.
Segundo, necesitamos proteger más sitios y de mayor tamaño en el océano del desarrollo
industrial y de la pesca, y tenemos que diseñar estas áreas protegidas específicamente con el
cambio climático en mente. Co-autor Robert Warner (UC Santa Barbara) precauciona, “Las
reservas por sí mismas, sin embargo, no son suficientes. Urgen políticas creativas y efectivas
para manejar el daño a la vida marina en los espacios vastos entre las áreas protegidas marinas”.
Tercero, tenemos que reducir la velocidad del cambio climático para evitar convertir los océanos
en un lugar cada vez más hostil para muchos tipos de fauna marina. “Todos los que han cuidado
peces en un acuario saben que si uno sube la temperatura del calentador y echa ácido al agua —
sus peces estarán en problemas” advierte co-autor Malin Pinsky, un ecólogo en la Universidad
Rutgers. “Esto es lo que el cambio climático está haciendo a los océanos”.
El mensaje en este artículo es uno de optimismo tenue: las cosas están mal en los océanos pero
no tan mal como en la tierra. Y esta diferencia es importante. “Ya que han habido muchas menos
extinciones en los océanos,” dice McCauley, “todavía tenemos las materias primas que
necesitamos para la recuperación. Hay esperanza para los tiburones y atunes, pero no existe la
misma esperanza para los dodos, los mamuts, los moas, las palomas pasajeras, y cientos de otras
especies de animales terrestres que han cruzado el umbral de la extinción”
La naturaleza no siempre nos da una segunda oportunidad para comportarnos con mayor
responsabilidad, pero como comenta Warner, “La salud persistente de los océanos presenta una
oportunidad única — podemos meter la pata y repetir los errores en el mar que cometimos en la
tierra, o podemos colectivamente trazar un futuro diferente y mejor para nuestros océanos.
FIN