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Leer la Biblia con el corazón de Don Bosco
copete
En el año del Bicentenario, a través de los artículos de esta sección del Boletín Salesiano,
buscaremos conocer cómo leía y comentaba Don Bosco los textos de la Biblia, y de qué manera
meditaba en su corazón oratoriano los tesoros de alegría y belleza que luego compartía en
abundancia con sus gurises.
texto
A Don Bosco y la Biblia no los une solamente el hecho de ser citados en el famoso tango
“Cambalache”. Se ha profundizado poco en la “espiritualidad bíblica” de Don Bosco, a pesar de
que él considerase tan importante el contacto con la Palabra de Dios... Tanto, por ejemplo, que
tomó la iniciativa de estudiar por su cuenta el hebreo y el griego, procuró formarse (tomando
incluso “cursos extra” para eso), y hasta tenía un mapa de Palestina en las paredes de su
habitación, junto al escritorio donde leía.
¿Por qué esta dimensión de la espiritualidad de Don Bosco ha sido un tanto olvidada? Las
respuestas podrían ser diversas, y claramente no es el objetivo de este artículo analizar en detalle
esta cuestión. Pero, de manera general, podemos decir que, entre el tiempo de Don Bosco y el
nuestro, ha habido un importante cambio en la manera de acercarnos los católicos a nuestros
Santos Libros.
Pensemos que recién 60 años antes del nacimiento de Don Bosco el papa Benedicto XIV autorizó
la publicación de biblias en los idiomas que hablaba la gente corriente. Don Bosco, más allá de
que había estudiado el latín, usaba una versión de la Biblia editada por don Antonio Martini, que
había hecho la traducción al italiano y había agregado distintos comentarios para ayudar a su
comprensión.
El uso que le daban a la Biblia los protestantes, con una interpretación autónoma, sin tener en
cuenta la Tradición, hizo que hubiese un cierto reparo, de parte de muchos pastores católicos, al
contacto directo de los cristianos con la Escritura. Por esto se promovían otras formas de acceso a
la Palabra de Dios, que Don Bosco también empleó: las predicaciones, las “Historias Sagradas”, el
catecismo, etc. De todas maneras, iba madurando en el corazón de muchos la convicción de que
sería muy provechoso para los fieles tomar contacto directo con la Palabra de Dios; Don Bosco
participó de este movimiento, que anticiparía de alguna manera el desarrollo que, cien años más
tardes, consolidó el Concilio Vaticano II, con su documento “Dei Verbum” (1965).
Algunos números, a modo de anécdota, pueden ilustrar esta pasión de Don Bosco por la Biblia:
-10 versículos por semana hacía aprender a los seminaristas salesianos; no solo de memoria,
sino con su correspondiente explicación.
-28 frases bíblicas mandó escribir en las paredes del oratorio de Valdocco.
-6000 citaciones bíblicas (aproximadamente) se encuentran en sus obras editadas.
¿Cuándo aprendió Don Bosco a amar la Biblia? Sin dudar podemos decir que fue Mamá
Margarita la primera en transmitirle el amor por la Palabra. Don Lemoyne, salesiano de los
primeros tiempos que dejó muchos testimonios escritos sobre el santo y su madre, nos cuenta que
Mamá Margarita, aun siendo analfabeta, aprendía de memoria frases de la Biblia que escuchaba
en la predicación, y luego las enseñaba a sus hijos.
Don Bosco luego adoptaría también un sistema sencillo: “contar a los jóvenes, con mucho gusto
y respeto, los hechos de la Sagrada Escritura, citando los Libros Santos, para razonar con la
misma Palabra de Dios” (Mem. Biog. VI, 162).
Esto es, querido lector, lo que te invito a hacer durante este bicentenario en esta sección del
Boletín Salesiano. ¡Que el Santo amigo de los jóvenes nos acompañe!
P. Francisco Lezama sdb