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Imperialismo moral y ensayos clínicos
multicéntricos en países periféricos
Conferencia presentada en la Mesa Redonda sobre “Libertad y responsabilidad en la
investigación”; V Congreso Mundial de |Bioética promovido por la Sociedad Internacional de
Bioética (SIBI); Gijón; España; mayo 2007.
Volnei Garrafa 1
Cláudio Lorenzo 1, 2
Resumen
El texto define Imperialismo Moral como el intento de imposiciones, por medio de diferentes
formas de coacción, de patrones morales específicos de determinadas culturas, regiones
geopolíticas y países, en contra de otras culturas, regiones o países. El texto clasifica el
imperialismo moral en directo e indirecto, ejemplificando el primero con diversos episodios
recurrentes de ensayos clínicos multicéntricos promovidos por países desarrollados (centrales)
en países pobres y en vías de desarrollo (periféricos), especialmente proyectos relacionados con
la teoría del double standard de pesquisas: uno para países centrales y otro para países
periféricos. Con la recusa definitiva de la Asamblea de la Asociación Médica Mundial (Tokio,
2004) en cambiar la Declaración de Helsinki en sus puntos 19, 29 y 30, lo que significaría el
reconocimiento moral de la referida teoría, los Estados Unidos de América del Norte
abandonaran la Declaración como su referencia internacional en el campo de la investigación
con seres humanos, pasando a promover seminarios regionales en países periféricos con
objetivo de “entrenar” investigadores de estas naciones en las visiones éticas de su interés. Tales
sujetos, con esa formación, pasan a ser – a mediano y largo plazos - duplicadores de las ideas
centrales en diferentes instancias de las naciones periféricas (comités de ética y organismos
gubernamentales, principalmente), caracterizando un ejemplo de ejercicio del imperialismo
moral indirecto. En su parte final, el estudio propone la construcción de sistemas de regulación
y de control social para los ensayos clínicos a ser desarrollados en los países periféricos, por
medio de la formulación de normas éticas adecuadas a las características contextuales de estos
países, conjuntamente con la creación y validación de documentos normativos nacionales
propios.
Palabras clave: Imperialismo moral. Pesquisas con seres humanos. Ensayos clínicos
multicéntricos. Double Standard de investigaciones. Países periféricos. Sistemas nacionales de
regulación y control social.
1
2
Cátedra UNESCO de Bioética, Universidad de Brasília, Brasília, Brasil.
Universidad Federal de Bahia, Salvador, Bahia, Brasil.
Abstract
This paper defines Moral Imperialism as the aim of imposing moral standards from specific
cultures, geopolitical regions and countries, on other cultures, regions, or countries through
different forms of coercion. It classifies moral imperialism as direct or indirect and exemplifies
the first one with several recurrent episodes of clinical multi-centric trials promoted by
developed (central) countries in poor developing countries (periphery), especially projects
related to the double standard theory in research: one standard for central and another for
periphery countries. After the ultimate refuse of the World Medical Association General
Assembly (Tokyo, 2004) to change points 19, 29 and 30 of the Helsinki Declaration - a change
that would represent the ethical recognition of the mentioned theory - the United States of
America abandoned the Declaration as their international reference in the field of research
involving human beings, and started to promote regional seminars at periphery countries with
the aim of “drilling” researchers of these countries with the moral visions corresponding to their
best interest. Individuals with that training become – half and long-term – replicators of these
central country’s ideas at different instances in periphery countries - especially at ethics
committees and government bodies constituting an example of indirect moral imperialism. The
final last part of the paper proposes the building of regulatory and social control systems for
trials implemented within periphery countries, through the formulation of ethical norms suitable
for the contextual features of these countries, together with the creation and validation of their
own national normative documents.
Key words: Moral imperialism. Research with human beings. Multi-centric clinical trials.
Double standard of research. Periferical countries. Regulatory and social national control
sistems.
Introducción
La agenda bioética del Siglo 21 amplió do modo significativo su listado de
temas. Con la reciente Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos,
aprobada por unanimidad de los 191 países participantes de la 33ª. Sección de la
Conferencia General de la UNESCO, realizada em Paris en octubre de 2005, además de
las cuestiones biomédicas y biotecnológicas ya presentes en sus estudios, la Bioética
pasó a incorporar también los temas sanitarios, sociales y ambientales.
El objeto central de la presente intervención, la investigación clínica, cambió de
una actividad amadora en el Siglo 18 y universitaria en el Siglo 19, a una actividad
industrial en el Siglo 20 (1). La aceleración del proceso de globalización de los
mercados en los últimos tiempos, internacionalizó la investigación clínica e influenció
tanto sus formas de financiaciones como el desarrollo de sus prácticas de investigación
(2).
Sin condiciones de determinar sus prioridades de investigación y hacer inversiones substanciales en investigación en el campo de la salud, los países periféricos
se convierten muchas veces en rehenes de las inversiones extranjeras. Es común la
realización de investigaciones en estos países guiadas solamente por la lógica del
mercado y teniendo en vista el desarrollo de medicamentos que ofrezcan una ventaja
competitiva en relación a otro medicamento ya existente y comprobadamente eficiente.
No es de extrañar, por lo tanto, que en los años más recientes empiezan a aparecer en las
revistas científicas especializadas en ética y bioética expresiones como “bioethics
colonialism” (3) y “moral imperialism” (4,5), unas favorables y otras contrarias a estas
situaciones. A pesar de manifestaciones críticas en contra de estos tipos de investigación
clínica, existe todo un esfuerzo de muchos estudiosos ubicados en países desarrollados,
incluso bioeticistas, de justificar tales situaciones (6,7,8) .
La globalización de la economía mundial, al contrario de disminuir la distancia
entre ricos y pobres del planeta, embruteció todavía más las contradicciones,
acentuando los problemas ya existentes. En los países pobres y en vías de desarrollo
(periféricos), la mayoría de la población sigue luchando para obtener condiciones
mínimas de supervivencia y dignidad. Mientras eso, a partir del concepto de ética
aplicada propuesto e implementado en los países ricos (centrales), es creciente el
proceso de despolitización de los conflictos morales, por más graves que estos sean. En
las ultimas décadas del Siglo 20 – y determinadas corrientes teóricas de la bioética
contribuyeron para eso - la ética pasó a ser utilizada en muchas instancias como una
herramienta horizontal y “aséptica”, a servicio de lecturas e interpretaciones neutrales
de conflictos colectivos registrados en poblaciones marginadas y socialmente excluidas
del proceso de desarrollo societario.
A partir del análisis de la expresión “Imperialismo Moral”, el objetivo de este
estudio es establecer una relación crítica de esta expresión, con ensayos clínicos
multicéntricos con cooperación extranjera desarrollados en muchos países periféricos
del Hemisferio Sur del mundo en los últimos años.
Imperialismo moral
Imperialismo moral, en bioética, significa el intento de imposiciones, por medio
de diferentes formas de coacción, de patrones morales específicos de determinadas
culturas, regiones geográfico-políticas y países, en contra de otras culturas, regiones o
países (9). El tema del imperialismo es bastante amplio. A pesar de la expresión ser
relativamente reciente (cerca del año 1870), para un estudio retrospectivo histórico se
tendría que discutir categorías como: colonialismo, neocolonialismo y subdesarrollo (en
las teorías marxistas a respeto del imperialismo); militarismo e surplus, nuevo concepto
que sustituye a la mas-valía (en la teoría del capitalismo monopólico); mercado (teoría
social-democrática); capitalismo (teoría liberal); anarquismo, hegemonía y Estadopotencia (teoría de la Razón de Estado). De modo general, en teoría política,
Imperialismo significa la expansión violenta por parte de los Estados, del área territorial
de su influencia o poder directo, y formas de explotación económica en perjuicio de
otros Estados o pueblos subyugados (10).
Con relación a los temas del neocolonialismo y subdesarrollo, de interese directo
en la presente discusión, es indispensable registrar que el capitalismo incontrolado
tiende a mantener y profundizar los desequilibrios entre los países ricos y pobres, los
cuales solamente podrán ser superados con la introducción de eficaces instrumentos de
programación y de políticas regionales concretas de dimensiones mundiales. En el
campo de los ensayos clínicos, la receta ecuánime es la misma y será tratada en el
tópico final de este estudio.
En el presente texto se va a tratar específicamente del imperialismo como
instrumento de imposición de un patrón cultural de un pueblo a otro, de una nación
fuerte a otra(s) más frágil(es). Dos principios fundamentados existentes en el Derecho
Internacional son aquellos relacionados con la no-interferencia de un país en las
cuestiones internas de los otros, y del respeto por las particularidades de cada nación de
acuerdo con sus especificidades políticas y culturales, con excepciones puntuales. En
esa línea de ideas y rescatando el sentido original de la palabra latina mores, a partir de
la cual se inició el establecimiento del Derecho Romano y que significa “modo de ser” o
“modo de proceder”, hábitos de un pueblo o nación, es que se tiene que la pluralidad
moral de las diferentes culturas deba ser respetada. Lo que está ocurriendo en tiempos
recientes es que algunas culturas hegemónicas, a partir del control masivo de la
economía y que tienen los medios de comunicación de masas como instrumento,
manipulan e invaden las culturas ajenas, principalmente de los países en vías de
desarrollo y pobres, imponiéndoles sus visiones propias y unilaterales del mundo. Tal
imperialismo moral trasforma los ciudadanos en súbditos; el súbdito es el vasallo, aquel
que siempre está bajo órdenes de alguien más fuerte, que no tiene autonomía o tiene una
autonomía muy relativa y fragilizada.
En el campo de la bioética, se pueden clasificar dos tipos de imperialismo moral:
directo e indirecto. Ejemplo de Imperialismo Moral Directo es el creciente intento de
algunos países desarrollados (centrales) de imponer sus visiones morales a los demás.
Las acciones recientes (hasta el año 2004) de los Estados Unidos de América (EUA) en
forzar el cambio del contenido original de la Declaración de Helsinki relacionada con
las investigaciones con seres humanos, es bien prueba de esto, a partir de la casi
exigencia de que se pasara a aceptar como éticamente correcta la utilización de patrones
metodológicos diferenciados para países también diferentes. O sea, la aceptación
definitiva de que sería moral y éticamente aceptable que los dibujos metodológicos de
investigaciones (por ejemplo, con nuevos medicamentos antiretrovirales) tuvieron un
determinado patrón para países pobres y otro para países ricos, derrumbando la gran
tesis democrática vencedora del Siglo XX a respeto de la igualdad entre todas las
personas (11). Y en antagonismo, también, con la histórica afirmación de Kant de que el
hombre es un fin en si mismo, jamás un medio. A esta distorsión, defendida por muchos
científicos como “ética” (6,7,8,12), se denomina double standard, o sea, doble patrón de
actuación, propuesta inaceptable para los países periféricos.
El Imperialismo Moral Indirecto, por su vez, es similar al Directo en el sentido
de actuar en las naciones periféricas, pero, funciona de modo diverso, partiendo de
acciones educativas preliminares de convencimiento y cooptación de personas de estos
países más vulnerables, las cuales, a mediano y largo plazo, pasan a hacer parte de
Comités y organismos gubernamentales decisorios en el campo de la investigación
clínica.
Ensayos clínicos multicéntricos en países periféricos e implicaciones
Imperialismo moral directo
Algunos casos conocidos en la literatura mundial reciente serán aquí expuestos,
para contextualizar mejor el asunto. En el final de 1997, Lurie y Wolf publicaron un
artículo que denunció 15 ensayos clínicos determinados para estudiar la prevención de
la transmisión vertical del HIV de madres embarazadas para sus bebés, en países
llamados “en desarrollo”, con la utilización de grupos de control tratados con placebo
(13). La editora jefe de la revista en que el artículo fue publicado – New England
Journal of Medicine – firmó un editorial apoyando la posición de los autores,
comparando las referidas investigaciones al conocido “Caso Tuskegee” (14). Así como
el estudio Tuskegee negó penicilina a los sujetos, mismo después de comprobada la
eficacia de la droga salvadora, esas investigaciones con HIV negaron medicamentos
antiretrovirales a uno de los grupos de madres participantes. Esos estudios violaron el
consentimiento informado, extrapolaron la cuestión del placebo y sacaron ventaja de
poblaciones pobres y desinformadas.
Directores del NIH (National Institute of Health) y del CDC (Center for Disease
Control and Prevention), ambos de EUA y patrocinadores de la investigación,
inmediatamente salieron en defensa ética de las investigaciones, alegando que esas
situaciones son correctas, pues “deben ser consideradas las complejidades científicas,
sociales y económicas de cada investigación” (6). A seguir, el asunto pasó a las páginas
de los periódicos de amplia circulación, siendo que el New York Times dio gran
destaque al asunto en aquel momento.
Lo que es sorprendente en la cuestión es que diversos investigadores defendieron
fuertemente la adopción de criterios éticos diferenciados para las investigaciones que
fueran aplicadas en los países desarrollados y en los países pobres y en vías de
desarrollo. La base de la argumentación se fundamentaba en el relativismo de cada
situación:
Patrones éticos de investigación con sujetos humanos son universales,
pero no absolutos: existen algunos principios éticos generales que pueden ser
aplicados a todos los casos de investigaciones con humanos, pero la aplicación
de estos principios debe considerar también factores inherentes a situaciones
particulares... que varían de acuerdo con el contexto social y económico,
además de las condiciones científicas de las investigaciones (7).
En otras palabras, el argumento contextualiza el tema, “descontextualizandolo”.
La pregunta que comenzó a emerger en el ámbito académico internacional, entonces,
era si patrones diferenciados para protocolos de investigación y participantes serían
éticamente justificados. De cualquier modo, manifestaciones oportunas rechazaron esos
argumentos, afirmando que significaban exactamente el contrario de los progresos
logrados hasta aquel momento en relación a los derechos políticos y civiles universales
(15,16,17).
Menos de dos años después, otra investigación sobre HIV desarrollada en países
pobres también generó polémica semejante. El proyecto fue implementado en áreas
rurales de Uganda con el objetivo de delinear los factores de riesgo asociados a la
transmisión heterosexual del HIV – Tipo 1, buscando determinar si enfermedades
sexualmente transmisibles aumentaban el riesgo de infección por el HIV (18) y también
verificar la relación entre carga viral y transmisión heterosexual del HIV-1 (19). En este
estudio, centenares de personas con HIV fueron observadas durante hasta 30 meses,
pero no tratadas, además de no proporcionar informaciones precisas y completas a los
participantes de la muestra (20).
La perplejidad causada por esta última investigación ocurrió porque un proyecto
de esa naturaleza nunca habría logrado aprobación en los EUA (país patrocinador de la
investigación), o en cualquier otro país desarrollado, dónde los pacientes con HIV u
otras enfermedades sexualmente transmisibles serían previamente alertados y tratados.
Se hizo evidente que los patrones éticos fueron diferentes para Uganda. Y, lo que es
peor, muchas investigaciones desarrolladas en los países periféricos ahora pasaban a
limitarse a la observación de los sujetos para verificación de resultados que podrían ser
prevenidos, como pasó en el caso de las mujeres embarazadas HIV positivas y tratadas
con placebo, con el agravante de que esos estudios generalmente son aprobados por
comités de revisión ética, tanto del país en que son realizados, como del país que los
patrocina, tema que será abordado más adelante.
En los años inmediatamente subsecuentes, los EUA, con apoyo de algunos
países desarrollados, intentó cambiar de todas maneras el contenido de la Declaración
de Helsinki en los artículos 19, 29 y 30, o sea, aquellos que tenían implicación directa
con el tema del double standard de pesquisas con seres humanos, además de la no
obligatoriedad del patrocinador de una investigación de responsabilizarse por la
continuación de los cuidados con el sujeto de la misma después de terminado el ensayo.
A pesar de lograr algunos cambios favorables a sus ideas en la revisión de las
Directrices del CIOMS del año 2002, en la Asamblea Médica Mundial del año 2004,
realizada en Tokio, Japón, y forum oficial de discusión de cambios en la Declaración,
las pretensiones estadounidenses fueron definitivamente sepultadas por el rechazo de la
mayoría de los países presentes. La inmediata toma de posición de EUA fue dejar de
reconocer oficialmente la Declaración de Helsinki como documento referencial para el
tema de las investigaciones con humanos.
Más recientemente, en el inicio del 2006, el Consejo Nacional de Salud de Brasil
recibió una denuncia de la Comisión de Derechos Humanos del Senado sobre sujetos
humanos que estarían siendo tratados como cobayas de investigación en el interior del
estado brasileño de Amapá, próximo a la frontera norte con Venezuela. Investigaciones
públicas constataran que un grupo de personas eran pagadas (aproximadamente 10
dólares al día) para someterse a cien (100) picadas de mosquitos infectados por malaria,
mientras otros ganaban un valor menor (6 dólares al día) para solamente servir de
atracción a los mosquitos. La investigación, promovida por una universidad del estado
de la Florida, EUA, con apoyo del NIH y de dos instituciones brasileñas, tenía sido
aprobada por la Comisión Nacional de Ética en la Investigación del Ministerio de Salud
de
Brasil con un término de consentimiento informado adulterado que no hacia
mención al double standard. Con la constatación de los hechos, el ensayo fue
inmediatamente suspendido por las autoridades brasileñas y los investigadores
responsables sometidos a un proceso judicial, todavía en curso, en la Policía Federal.
Imperialismo moral indirecto
Un paradigmático texto publicado por Emanuel & Grady en enero del 2007,
propone una clasificación histórica para el desarrollo de los ensayos clínicos: 1) Período
del “Paternalismo Investigador” (researcher paternalism), entre los años 1940 e inicio
de los 1970s, que llaman de “utilitarismo”); 2) Período del “Proteccionismo Regulador”
(Regulatory proteccionism), entre el inicio de los años 1970 y la mitad de los 1980s, que
denominan de “principialismo”; 3) Período del “Acceso Participante” (Participant
access), entre la mitad de los años 1980 y mitad de los 1990s, refiriéndose a las teorías
de los derechos básicos individuales y del consentimiento informado; 4) Período de la
“Cooperación Comunitaria” (Community partnership), a partir de la mitad de los años
1990 hasta hoy, representada por actividades realizadas comunitariamente, en
colaboración entre instituciones, personas y países (21).
Esta sugestión surge muy de acuerdo con la actual línea de actuación propuesta
por el NIH con relación a los ensayos clínicos para los países periféricos, a partir de la
negativa de los EUA en aceptar la Declaración de Helsinki, en 31 de diciembre del
2004. El país formalizó al mundo que a partir de aquella fecha investigadores
estadounidenses e investigaciones financiadas por sus empresas deberían seguir las
reglas dictadas por el propio EUA, con base en las llamadas Guías ICH-GCP
(International Conference to the Harmonization – Good Clinical Practices). Estas guías
reflejan el consenso tríplice ajustado ya en 1997 entre Estados Unidos, Japón y también
Europa, principales productores mundiales de medicamentos. Como ya se afirmó,
también la versión CIOMS-2002 representa alteraciones favorables a todas estas
presiones.
A partir de este período más reciente, los EUA cambiaron de estrategia, evitando
enfrentamientos internacionales. Ahora, promueven frecuentes encuentros académicos
en diferentes países, con apoyo del Fogarty Foundation Center, entidad ligada al NIH,
con el objetivo de capacitar (o mejor, domesticar…) investigadores de los países
periféricos para su modo de interpretar la ética en los ensayos clínicos, incluso con
independencia de los gobiernos nacionales (22). En América Latina, por ejemplo, en los
tres últimos años ya fueron desarrolladas diversas actividades de este tipo en Argentina,
Chile y Venezuela. La estrategia implica en que estos investigadores, debidamente
“entrenados”, inicialmente pasen a hacer parte de Comités de Ética en Investigación
locales y, en el futuro, hasta mismo de organismos reguladores de la materia en sus
gobiernos a nivel nacional. Esto ya es común en África. De esta manera, en pocos años
se tornaría real la propuesta paradigmática de Emanuel y Grady (21), pues las
decisiones con relación a la ética en los ensayos clínicos en diferentes países se darían
concretamente a partir de toma de posiciones “societarias” y “comunitarias”. Trata-se,
por lo tanto, de una forma más sutil de imperialismo moral. Según Tealdi (22), en diez
años se podrían entrenar 3.600 personas solamente en América Latina, cambiando
algunos referenciales básicos de la ética de la investigación para el año 2010, más allá
de otra revisión de la Declaración de Helsinki.
Regulación y control de la investigación en países periféricos
En esta parte final del texto es presentada una propuesta para el desarrollo de
sistemas de regulación y control social de investigaciones en los países periféricos, de
importancia decisiva para que el cuadro actualmente constatado sufra transformaciones
significativas, en beneficio de las poblaciones más vulnerables. La presente propuesta
fue presentada para la Red Latino-Americana y del Caribe de Bioética de UNESCO –
REDBIOÉTICA – e incluida en su Primer Curso de Ética en la Investigación en Seres
Humanos del Programa de Educación Permanente a Distancia, con sede en Córdoba,
Argentina (2).
La construcción de un sistema de regulación y de control social de la
investigación en los países pobres y en desarrollo, capaz de promover investigaciones
internacionales de carácter cooperativo y de cohibir el imperialismo moral e
investigaciones internacionales con carácter de explotación, pasa por una reformulación
de ese sistema en dos planes principales: 1) El plan de la formulación propiamente dicha
de normas adecuadas al contexto socioeconómico y cultural de los países, en los tres
ejes de protección de la ética de la investigación (obtención del consentimiento,
minimización de los riesgos y maximización de los beneficios); 2) El plan sociopolítico,
relacionado con la creación de instrumentos normativos de regulación, representados
por leyes y normas éticas de investigación y la apertura de espacios democráticos de
control social, representados por comités institucionales o regionales y por comisiones
nacionales de ética de la investigación.
Con relación al tópico 1 - Formulación de normas éticas adecuadas a las
características contextuales de los países periféricos – existen tres niveles a ser
enfrentados: a) Adecuación del proceso de obtención de los términos de consentimiento
informado, disminuyendo la importancia del aspecto neoliberal contractualista y
aumentando el significado de visión comunitaria de la autonomía para poblaciones con
bajos niveles de instrucción; b) Adecuación de los procedimientos de minimización de
los riesgos, que garanticen la equidad para todos los sujetos participantes de un ensayo
clínico; c) Adecuación de los procedimientos de maximización de los beneficios, por la
misma razón del ítem anterior.
Al que respeta el tópico 2 – Creación y validación de documentos normativos
nacionales – existen también tres niveles a
sociopolítica
en
la
creación
de
ser considerados: a) Participación
documentos,
con
foros
independientes
y
interdisciplinarios, en la búsqueda de consensos nacionales sobre limites éticos de las
investigaciones; b) Creación de espacios nacionales y/o institucionales de evaluación
ética de los protocolos, incluyendo independencia en las decisiones y la supervisión
ética de la conducción de los ensayos; c) Capacitación adecuada de los miembros de los
comités y comisiones, que incluyen: aa) El desarrollo de conocimientos en el mismo
nivel para todos los participantes, relativo a las normas éticas de investigación y su
interpretación ajustada a los contextos locales; bb) El desarrollo de conocimientos sobre
el grado de riesgo de la participación humana en las principales técnicas metodológicas
de investigación, lo que se puede hacer mediante técnicas de vulgarización científica
para miembros que no sean investigadores del campo de la salud; cc) El entrenamiento
en reglas de argumentación comunicativa y de análisis de validad de argumentos como
métodos operacionales para las tomadas de decisión.
Consideraciones finales
La “cooperación comunitaria” diseñada por Emanuel y Grady (21) seria el
resultado de condiciones objetivas creadas por EUA para que proyectos de
investigación de interés de países centrales fueran pasivamente aceptados en los países
periféricos. En este escenario, gran parte de los componentes de las tomas de decisión
en las naciones pobres y en desarrollo ya estaría debidamente “entrenada” en los
nuevos/viejos
modos
de
pensar,
incorporando
moralidades
imperialistas
y
pretendidamente universales como buenas para sus pueblos, como la ideología del
double standard o el convencimiento de sus investigadores por medio de métodos
especiales de “formación” en ética en la investigación.
Es indispensable registrar, todavía, la resistencia de algunos países del
Hemisferio Sur en contra de maniobras que impliquen en la importación de
colonialismo bioético y en convencimiento de lo benéfico que seria el imperialismo
moral. La Red Latino-Americana y del Caribe de Bioética, criada con apoyo del
Escritorio Regional de la UNESCO en México, es una prueba de esto. Rechazando
propuestas foráneas y descontextualizadas de manutención de cursos de maestría
completamente formulados en Europa o de creación de otros en las mismas condiciones,
por ejemplo, o la formulación arriba-hacia-abajo de una “Escuela Latino-Americana de
Ética” propuesta por la dirección de la División de Ética en Ciencia y Tecnología de la
UNESCO, la REDBIOETICA resiste a la importación acrítica de “paquetes éticos”
ajenos a sus realidades y culturas.
Por otro lado, esta misma REDBIOÉTICA está abierta generosamente para
intercambios realmente bilaterales, útiles y prácticos, de conocimientos y experiencias
con otros organismos, países y regiones de la Tierra. En los últimos años, algunas
naciones de América Latina están logrando construir respuestas concretas en contra de
intentos de invasiones éticas, por medio de legislaciones adecuadas y programas
académicos de formación de investigadores clínicos y bioeticistas más críticos y
comprometidos con su entorno político-social. Creando, en fin, con apoyo de la
bioética, una nueva cultura de participación pública, ciudadana y de responsabilidad
social.
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