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PERSONAS MAYORES Y FORMACIÓN EN TIC:
ACTITUDES Y RENDIMIENTO
• Feliciano Villar
• Olga Herrero
Universitat Rovira i Virgili
Universitat de Barcelona
Una de las características de las sociedades de los países desarrollados es la creciente
aceleración de la tasa de cambio e innovación. Entre los cambios que caracterizan nuestro
tiempo, aquellos promovidos por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) son especialmente importantes. Estas tecnologías, que en sus primeros momentos
nacieron vinculadas al mundo del trabajo, han salido de este restringido ámbito laboral para
entrar dentro de nuestra vida cotidiana. Algunos autores, incluso, hablan del nacimiento de un
nuevo estadio de desarrollo social, la sociedad de la información, promovido por estas
tecnologías y caracterizado por la capacidad de sus miembros (ciudadanos, empresas,
administraciones) para obtener y compartir información, instantáneamente, desde cualquier
lugar y en la forma que se prefiera (Castells, 1998; Telefónica, 2000).
Uno de los retos ante los que se encuentra esta naciente sociedad de la información es
conseguir el acceso, de forma mayoritaria e igualitaria, de los ciudadanos a las tecnologías que
permiten disfrutar de nuevas posibilidades de información, ocio, formación, interacción y
participación. Uno de los criterios que marcará desigualdades entre los ciudadanos de la nueva
sociedad de la información será precisamente el hecho de tener o no tener acceso a las redes
de información y comunicación y, en consecuencia, a los beneficios y comodidades que ello
implica.
En este sentido, las personas mayores aparecen entre los colectivos que presentan menores
tasas de conocimiento y acceso a los nuevos recursos que proporcionan las TIC.
Por ejemplo, en Estados Unidos, quizá el país en el que la sociedad de la información se
encuentra en un estado más avanzado, en 1999 tan solo el 2,6% de los usuarios de Internet
eran personas mayores de 65 años. (Bucur, Renold y Henke, 1999). En el año 2000, según la
NTIA, el 46,6% de las personas mayores de 50 años tenían acceso a Internet. Sin embargo, si
excluimos de este grupo a las personas que todavía trabajan, el porcentaje baja hasta el 16,6%,
30 puntos por debajo de la media nacional en ese país (NTIA, 2000).
En nuestro contexto los datos son aún menos alentadores. Los últimos datos del Estudio
General de Medios cifran en 0,8 el porcentaje de mayores de 65 años conectados a Internet
(AIMC, 2001). En Cataluña, posiblemente la comunidad de España con mayor desarrollo de la
sociedad de la información, este dato apenas alcanza el 1,8%, siendo también mucho menor en
1
las personas mayores el uso del ordenador o de teléfonos móviles (Generalitat de Catalunya,
2000).
Esta situación, que impide a las personas mayores tener acceso a potenciales beneficios que
las TIC podrían proporcionarles, puede suponer también otros riesgos. Por ejemplo, se puede
materializar en su desvinculación de los gr upos más dinámicos de la sociedad, aquellos que
tienen acceso a las TIC, ahondando la brecha existente entre los mayores y el resto de la
sociedad. Puede incluso, ir más allá y plasmarse en una disminución de las posibilidades de
siquiera comprender los nuevos rumbos que esta sociedad está tomando y, debido a ello,
podría convertir a las personas mayores en unos ‘nuevos iletrados’, alejados de los canales de
conocimiento que proporcionan la capacidad de participar, y por lo tanto influir, en el cambio
acelerado que viven las sociedades de los países desarrollados.
En este contexto, las experiencias formativas que ayuden a acercar a las personas mayores a
las TIC han demostrado ser un camino privilegiado para interesar a los mayores por aquello
que las TIC pueden ofrecerles e implicarles en las corrientes de cambio y participación que
están fomentando (Villar, 2001).
Así, el objetivo del presente trabajo es analizar dos aspectos de una experiencia de formación
en informática para personas mayores:
• El estudio de las actitudes hacia los ordenadores con las que acuden las personas asistentes
al curso y en qué medida esas actitudes podrían actuar como facilitadoras u obstaculizadoras
en el acceso a las TIC.
• Los resultados obtenidos por el curso, tanto en referencia al rendimiento vinculado a la
obtención de ciertos conocimientos y habilidades como a otros beneficios no directamente
vinculados a los objetivos del curso.
Respecto a la cuestión de las actitudes, hemos de destacar como ciertos estereotipos en torno a
las personas mayores parecen incluir algunas creencias en referencia a su supuesto
conservadurismo o al declive de las capacidades mentales necesarias para aprender y adaptarse
a los cambios (Fernández-Ballesteros, 1992; Triadó y Villar, 1999). Si estas creencias fuesen
ciertas y fuesen mantenidas por las personas mayores, esperaríamos que su actitud ante la
tecnología y los ordenadores fuese más bien desfavorable. Parte de estas actitudes
‘tecnófobas’ vendrían provocadas por una natural resistencia al cambio. Cuando las personas
dominan su entorno, les es difícil aceptar que han de responder con nuevos esfuerzos ante
cambios tan bruscos como la irrupción de una nueva tecnología que suplanta antiguas
herramientas y altera procedimientos. La solución más fácil es intentar evitar ese cambio.
En contraste con esta visión de las personas mayores como personas eminentemente
‘tecnófobas’, la mayoría de estudios realizados sobre esta cuestión obtienen resultados que la
contradicen (Morris, 1994; Baldi, 1997; Morell, Park, Mayhorn y Kelley, 2000). Estos
resultados parecen indicar que las actitudes de los mayores no son especialmente tecnófobas
en comparación con personas de otras edades, si bien en los mayores se pueden detectar
algunas creencias en este sentido. Entre ellas destacan las siguientes:
• Temor al poder de la tecnología como medio facilitador del control social por parte de
estamentos privilegiados que la dominen.
2
• Temor a que una manipulación no intencionada provoque que el dispositivo tecnológico
deje de funcionar de forma irreversible.
• Creer que los ordenadores son aparatos muy complicados cuyo manejo sólo corresponde a
especialistas.
•
Creer que los ordenadores tienen ‘vida propia’ y se comportan de manera autónoma.
Estas tres últimas se podrían englobar en lo que podríamos denominar un sentido de control
externo respecto a los ordenadores: el usuario siente que no los domina, sino que va a
remolque de las reacciones de la máquina o de los expertos que sí son capaces de
comprenderla.
Por ello es muy importante que el primer acercamiento de la persona mayor al ordenador sea
gratificante, potenciando en ese momento el sentido de competencia y la conciencia de que el
usuario domina a la tecnología y no al contrario. Este sentimiento de autoeficacia ante los
ordenadores ha demostrado ser un importante predictor de su uso posterior (Kelley, Morrell,
Park, y Mayhorn, 1999).
Algunos de estos estudios afirman incluso que, para las personas que acuden a estos cursos,
utilizar la tecnología puede ser un medio para tener la sensación de ‘estar al día’,
autoadscribiéndose los valores de modernidad, orientación al futuro y productividad que
usualmente asociamos a la tecnología (Glantz 1997; White y Wheatherall, 2000). En este
sentido, el interés de los mayores por las TIC estaría especialmente vinculado con la identidad,
con una mejora del autoconcepto y un alejamiento de los estereotipos negativos que
tradicionalmente han estado asociados a las edades avanzadas.
Un factor que comparten todos estos estudios es que suelen proporcionar una medida única de
la actitud hacia la tecnología o hacia los ordenadores, cuando este concepto podría tener
componentes de diferente naturaleza. Por ejemplo, uno de los modelos clásicos en el estudio
de las actitudes diferencia entre componentes afectivos, conativos y cognitivos de la actitud
(Fishbein y Azjen, 1974; Azjen, 1988). Así, podría resultar interesante, además de obtener una
medida global, detallar la actitud de los mayores hacia la tecnología en sus diferentes
componentes y cómo estos componentes podrían cambiar diferencialmente tras intervenciones
que supusiesen el uso de ordenadores por parte de los mayores.
En relación con el tema de los resultados obtenidos por los cursos de formación en informática
para personas mayores, la mayoría de estudios muestran como, cuando son comparados con
los jóvenes, los mayores suelen mostrar más dificultades en el aprendizaje de habilidades y
conocimientos informáticos. Estas dificultades se concretan en la necesidad de más tiempo
para adquirir el mismo nivel de conocimiento y en la dificultad para alcanzar niveles
avanzados de uso que los jóvenes logran más fácilmente (Kelley y Charness, 1995; Kubeck,
Miller-Albrecht y Murphy, 1999).
Sin embargo, cuando no planteamos estos resultados en términos comparativos, vemos que en
su mayoría estas experiencias formativas logran que la persona mayor pueda utilizar de forma
básica ciertos dispositivos tecnológicos y que este uso se mantenga más allá de la finalización
del curso. Estos resultados aparecen también cuando las intervenciones formativas se realizan
ya no con personas mayores que viven en la comunidad, sino con personas institucionalizadas
(McConaha, et al. 1995; Scherer, 1997).
3
Quizá la clave en este sentido está en preguntarnos no por el rendimiento absoluto que la
persona mayor es capaz de demostrar después del curso, sino más bien por la medida en la que
el curso potencia tres factores:
• El grado en que ha ayudado a la persona a manejarse con autonomía con la tecnología,
aunque sea en tareas simples
• El grado en el que ha fomentado un interés posterior que pueda ayudar a consolidar
conocimientos ya adquiridos y a profundizar en otros nuevos.
• El grado en el que el participante percibe que el curso le ha aportado más cosas además de
las estrictamente vinculadas a los objetivos de aprendizaje y a la temática que se ha impartido.
Quizá estas cuestiones, siempre importantes, lo sean especialmente en los programas de
formación dirigidos a personas mayores.
En resumen, en el presente artículo pretendemos aportar elementos en relación con las
siguientes cuestiones:
• ¿Cuál es la actitud ante los ordenadores con la que los participantes afrontan un curso de
informática para personas mayores? ¿Son estas actitudes homogéneas o variables en función
del componente que tengamos en cuenta?
• ¿Cuáles son los resultados de un curso de las características que se describe? ¿Aprende un
número significativo de participantes a utilizar con autonomía el ordenador?
• ¿Perciben los participantes otros beneficios en el curso aparte de los vinculados al
aprendizaje? ¿Cuál es su grado de satisfacción con el curso?
MÉTODO
Muestra
Las personas que componen nuestro estudio fueron los participantes en un curso de
informática impartido en ocho centros de mayores de Barcelona, dos de Tarragona y uno de
Gerona.
A todos ellos se les pidió que completaran un cuestionario de satisfacción y valoración del
curso, a lo que accedieron 182 personas. De ellos, el 66% fueron hombres y el 44% mujeres.
El promedio de edad fue de 69,7 años, siendo el participante más joven de 55 años y el mayor
de 84 años. El 29% de los participantes manifestó tener únicamente estudios primarios, el 38%
estudios medios y el restante 33% había cursado estudios universitarios.
En cuatro de los cursos (todos ellos impartidos en centros de Barcelona) se propuso también
contestar un cuestionario de actitud ante los ordenadores. Completaron correctamente este
cuestionario un total de 72 personas (64% hombres, 46% mujeres). La media de edad se situó
en este caso en los 68,1 años. La distribución por estudios de esta submuestra fue similar a la
4
de la muestra total (30% manifestaban tener sólo estudios primarios, 36% secundarios y 34%
universitarios). Sólo el 34% de ellos habían utilizado un ordenador antes de comenzar el curso.
En cuanto a la evaluación de los resultados de aprendizaje, sin embargo, únicamente se pudo
realizar en dos de los grupos, con lo que contamos con datos de únicamente 32 personas. La
distribución por edades y niveles de estudio fue muy similar a lo comentado en las muestras
anteriores.
Instrumentos
La actitud ante los ordenadores fue evaluada utilizando una adaptación del cuestionario
elaborado por Selwyn (1997). Además de haber demostrado tener unas buenas cualidades
psicométricas, este cuestionario, a diferencia de muchos otros centrados en el mismo objeto de
estudio, diferencia la actitud ante los ordenadores en cuatro componentes:
• Componente afectivo: medida en la que la persona muestra un agrado-desagrado genérico
hacia los ordenadores, incluyendo temor hacia algunos de sus aspectos o, por el contrario,
sentimientos de diversión y comodidad.
• Componente conductual: medida en que la persona se muestra o no proclive a tomar
contacto con los ordenadores o a utilizarlos más frecuentemente.
• Componente de control: medida en que la persona cree que domina al ordenador y es
capaz de ordenarle que haga lo que desea o, por el contrario, cree que el ordenador le supera o
que sólo puede ser manejado por expertos.
• Componente de utilidad: está dirigido a evaluar en qué medida la persona cree o no que los
ordenadores son una herramienta eficiente, tanto para el trabajo como para la vida cotidiana.
Debido a que el cuestionario original estaba diseñado para escolares, se tuvieron que eliminar
y/o adaptar algunos ítems que hacían referencia explícita al uso de ordenadores para tareas
escolares. De esta manera, el número de ítems de cada componente podemos observarlo en la
tabla 1.
Además, se incluyeron dos ítems que Morris (1994) identifica como prejuicios frecuentes
hacia los ordenadores:
•
Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores
•
Los ordenadores hacen que muchas personas pierdan su puesto de trabajo
Así, el cuestionario final constó de 24 ítems en formato Likert con cuatro alternativas de
respuesta (totalmente de acuerdo, más bien de acuerdo, más bien en desacuerdo, totalmente en
desacuerdo). Podemos ver los ítems definitivos en la tabla 1.
5
Componente afectivo (4 ítems)
Temo que al utilizar el ordenador cometa errores que sea incapaz de corregir por mí mismo
Tengo miedo de que al usar el ordenador pueda estropearlo sin querer
Temo que al utilizar el ordenador me sienta como un tonto
Los ordenadores son máquinas divertidas
Componente conductual (6 ítems)
Evitaría dedicarme a algo que tuviera como requisito saber utilizar un ordenador
He pensado muchas veces en comprarme un ordenador
Si puedo, prefiero no acercarme a los ordenadores
Sólo utilizaría un ordenador si me obligaran a hacerlo
Estoy deseando utilizar más a menudo el ordenador
Creo que dentro de poco necesitaré tener en casa un ordenador
Componente de control (7 ítems)
Siempre se necesita un experto que te diga la mejor manera de utilizar un ordenador
Probablemente lo que necesito saber sobre el uso del ordenador podría aprenderlo yo solo si
quisiese
El lenguaje que utilizan los expertos en informática es confuso y difícil de entender
Es fácil solucionar los problemas que surgen al utilizar los ordenadores
Nunca utilizaría un ordenador sin tener a una persona experta en informática cerca
A veces los ordenadores hacen cosas que quien los maneja no le ha indicado que hagan
Cualquiera que tenga paciencia y ganas puede aprender a utilizar un ordenador
Componente de utilidad (5 ítems)
La mayoría de las cosas que ahora se hacen con ordenadores se podrían hacer igual de bien
sin ellos
Los ordenadores hacen que las personas dejen de pensar
Con un ordenador podría hacer cosas interesantes e imaginativas
Los ordenadores permiten que se trabaje de forma más productiva y eficaz
Merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo a aprender informática
Items Morris (1994)
Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores
Los ordenadores hacen que muchas personas pierdan su puesto de trabajo
Tabla1: Estructura y composición definitiva del cuestionario de actitud ante los
ordenadores.
De los 24 ítems, 10 se redactaron de forma positiva (el acuerdo expresaba una actitud positiva)
y 14 de forma negativa (el acuerdo expresaba una actitud negativa). Todas las dimensiones
tenían ítems de ambas formas. Los ítems se ordenaron aleatoriamente en la presentación
definitiva.
6
Respecto a la medición del rendimiento, el experimentador planteó a los participantes cuatro
tareas diferentes:
•
Partiendo de ordenador apagado, acceder a determinada página web.
•
Leer del buzón de correo electrónico un mensaje previamente enviado por el evaluador.
•
Crear y enviar un mensaje de correo electrónico a una dirección y con un contenido
especificados por el evaluador.
•
Contestar a determinado mensaje presente en el buzón de correo electrónico.
Paralelamente, se elaboró un protocolo de evaluación en el que especificaban todas las
acciones necesarias para llegar a realizar con éxito cada una de las cuatro tareas. El
experimentador apuntaba en él en qué punto el participante presentaba dificultades o dónde se
le proporcionaba ayuda y de qué tipo (en el caso, claro está, de que se presentasen
dificultades).
Procedimiento
Los participantes se habían apuntado voluntariamente a un curso de formación en informática
organizado por Fundación ‘la Caixa’ e impartido en centros de mayores pertenecientes o con
convenio con dicha entidad.
El curso tenía 36 horas de duración y en él se impartían contenidos respecto al manejo del
sistema operativo Windows (10 horas), uso de CD-Rom (2 horas), procesador de textos (12
horas) e Internet (12 horas).
Los participantes se distribuyeron en grupos de 20 personas como máximo. El aula en el que
se impartían las clases contaba con 11 ordenadores (uno de ellos destinado al profesor), una
impresora y un cañón proyector.
El primer día de clase se presentó el cuestionario de actitud, que los participantes completaron
en la propia aula, quedando el experimentador a su disposición para resolver cualquier tipo de
duda que despertasen las preguntas o la forma de responder.
En cuanto a la evaluación del rendimiento que se llevó a cabo en dos de los grupos, se realizó
cuatro días después de haber visto los contenidos en clase y de manera individual (una persona
en cada ordenador), para lo que se tuvieron que implementar dos turnos de evaluación en cada
uno de los grupos (el curso se impartió con dos personas por ordenador). Las consignas para
realizar las tareas se presentaron por escrito y fueron leídas en voz alta. Durante la evaluación
el experimentador permaneció en el aula para resolver las posibles dudas y problemas que se
iban presentando.
Tras acabar el curso, en todos los grupos se instó a los participantes a contestar un cuestionario
en que podrían dar su opinión y valorar diferentes aspectos del curso: metodología,
contenidos, profesor, etc.
7
RESULTADOS
Actitud
Los resultados del cuestionario de actitud (cuya pasación, como antes se ha mencionado, fue
previa a la realización de la actividad formativa) nos muestran cómo ésta se sitúa en el polo
positivo, situándose el valor medio muy cerca del 2 en una escala de 0 a 3. Podemos ver estos
valores en la figura 1.
3
2,5
Puntuación
2
1,5
1
0,5
0
utilidad
control
afectividad
conductual
Total
Dimensión
Figura 1: Puntuaciones medias en el cuestionario total y en cada una de sus
dimensiones.
Sin embargo, un análisis más en detalle de las dimensiones que propone Selwyn (1997) como
componentes de la actitud ante los ordenadores nos hace ver que no todos estos componentes
presentan el mismo grado de favorabilidad.
Así, mientras los componentes ‘utilidad’ y ‘conductual’ se sitúan claramente en el polo
positivo de la actitud, el componente ‘control’ apenas llega al punto neutro.
8
Dimensión
Enunciado
media
Items con puntuaciones medias más bajas (<1,5)
control
control
afecto
control
control
afecto
Siempre se necesita un experto que te diga la mejor manera de utilizar un
ordenador
Probablemente lo que necesito saber sobre el uso del ordenador podría
aprenderlo yo solo si quisiese
Temo que al utilizar el ordenador cometa errores que sea incapaz de corregir por
mí mismo
Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores
El lenguaje que utilizan los expertos en informática es confuso y difícil de
entender
Es fácil solucionar los problemas que surgen al utilizar los ordenadores
Tengo miedo de que al usar el ordenador pueda estropearlo sin querer
0,41
0,75
0,94
1,18
1,19
1,47
1,49
Items con medias más altas (>2,5)
conducta
conducta
utilidad
control
utilidad
utilidad
Estoy deseando utilizar más a menudo el ordenador
Creo que dentro de poco necesitaré tener en casa un ordenador
Con un ordenador podría hacer cosas interesantes e imaginativas
Cualquiera que tenga paciencia y ganas puede aprender a utilizar un ordenador
Los ordenadores permiten que se trabaje de forma más productiva y eficaz
Merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo a aprender informática
2,49
2,49
2,71
2,76
2,76
2,8
Tabla 2: Items del cuestionario con medias más y menos elevadas. Las puntuaciones
de los ítems enunciados de manera positiva han sido invertida de manera que en
todos los casos una mayor puntuación significa mayor acuerdo con el ítem.
Analizando los ítems que han mostrado puntuaciones más extremas (ver tabla 2), vemos que
entre los que como media no han rebasado el punto neutro de actitud, situándose en la banda
negativa, cuatro de ellos pertenecían a la dimensión ‘control’ y dos a ‘afectividad’.
En contraste, entre los ítems que como media han obtenido puntuaciones más elevadas en la
banda de la actitud positiva, destacan los pertenecientes a la dimensión ‘utilidad’.
En cuanto a la posible relación de la puntuación global con diversas variables obtenidas de la
muestra, la actitud no resultó ser diferente entre hombres y mujeres, entre personas diferentes
niveles de estudios ni entre personas que habían y no habían utilizado previamente el
ordenador. También se obtuvieron correlaciones muy bajas, no significativas, entre la
puntuación en el cuestionario de actitud y la edad.
Por último, se calculó el índice de consistencia interna del cuestionario, encontrándose una
Alfa de Crombach de 0,68, índice sensiblemente inferior al reportado en el estudio original de
Selwyn, donde la consistencia interna de la escala alcanzaba un valor de 0,90.
9
Resultados del curso
Los resultados de las diferentes tareas que se propusieron para evaluar el grado de adquisición
de algunos de los contenidos impartidos en el curso puede observarse en la figura 2.
100%
90%
80%
70%
% de sujetos
Correcto
60%
Correcto con ayuda
Incorrecto
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Acceder a
Web
Leer
mensaje
Mandar
mensaje
Contestar
mensaje
Tarea
Figura 2: Rendimiento de los participantes en cada una de las cuatro tareas que se
evaluaron.
Como vemos, las tareas 1 y 4 fueron las que originaron más problemas, aunque aun así fueron
realizadas correctamente por más de la mitad de los sujetos. Tomadas las cuatro tareas en
conjunto, comprobamos que 12 de las 31 personas (38,7%) completaron todas las tareas sin
ninguna ayuda, mientras únicamente una (3,2%) no fue capaz de realizar sin ayuda del
profesor ninguna de las tareas propuestas.
Estos resultados coinciden en líneas generales con la percepción sobre la dificultad de los
contenidos del curso: el 28% los califica como fáciles o muy fáciles, mientras tan sólo el
13,4% los percibe como difíciles o muy difíciles. El resto de los participantes no los ven ni
fáciles ni difíciles.
Respecto a los resultados no vinculados directamente al rendimiento, obtuvimos los siguientes
datos:
•
un 43% de los participantes asistieron a todas las sesiones y un 27% a todas menos una.
Por el contrario, un 18% faltó a cuatro o más sesiones. Estas ausencias en muchos casos
estaban relacionadas con enfermedades o accidentes leves (gripes, caídas, etc.). Las pocas
bajas producidas se relacionaron con motivos de salud (propia o del cónyuge).
10
•
el curso fue valorado como muy o bastante interesante por el 96% de los participantes,
mientras el 92% de ellos lo calificaba como muy o bastante útil.
•
todos los participantes manifestaron su deseo de realizar otros cursos parecidos. Por
ejemplo, el 78% de ellos asistirían a nuevas sesiones de profundización y repaso de los
contenidos impartidos en el curso, mientras que un 50% querrían nuevos cursos en los que
aprender nuevas aplicaciones informáticas.
Los participantes también valoraron cuál había sido el aspecto más positivo del curso. Como
vemos en la tabla 3, los participantes parecen mencionar tres aspectos: el primero podríamos
denominarlo ‘afectivo’ y haría referencia al clima de interés e ilusión en el que se desarrolló el
curso y la relación con los compañeros. En segundo lugar, aspectos propiamente
instrumentales, como la utilidad y facilidad de los contenidos y el poder ponerse al día. Por
último, también son citados aspectos de tipo metodológico, como el enfoque que el profesor
dio a las clases. No obstante, hemos de tener en cuenta que el grupo más numeroso es aquel
que cita todos los aspectos en general.
Porcentaje
de citación
Todo
Interés y/o ilusión de los participantes
Compañerismo
Utilidad y/o interés de la materia
Aspectos pedagógicos
Facilidad de la materia
32,5%
18,6%
18,3%
14,0%
11,6%
4,6%
Tabla 3: Aspectos más positivos del curso según los participantes.
Sin embargo, no todos los aspectos del curso fueron valorados tan positivamente. La mayoría
de participantes nombró la práctica como el punto débil del curso. Por ejemplo, un 88%
consideró que debían dedicarse más horas extra a practicar lo aprendido y el 71% pensaba que,
para utilizar cómodamente el ordenador tras el curso necesitaría más práctica. También el
ritmo de aprendizaje fue valorado como excesivamente rápido por un 43% de los
participantes, mientras el 57% pensaba que el ritmo fue el adecuado.
DISCUSIÓN
Actitud
Respecto a las puntuaciones en el cuestionario de actitud, las personas mayores parecen
mostrar unas actitudes hacia los ordenadores mejores de lo esperable. Sin embargo, para
interpretar correctamente este dato, tenemos que tener en cuenta al menos dos aspectos.
11
En primer lugar, nuestro estudio evaluó las actitudes en personas que, a priori, ya habían
mostrado un cierto interés hacia los ordenadores, ya que voluntariamente se habían inscrito a
un curso para aprender a utilizarlos. Sin duda este sesgo, común a la mayoría de
investigaciones realizadas sobre esta cuestión, hace que la generalización de nuestros
resultados a otros colectivos de personas mayores sea, como mínimo, arriesgada.
Por otra parte, nuestro estudio parece demostrar que hablar de actitud como un todo puede
ocultar más cosas de las que aclara. La actitud hacia los ordenadores no sólo es un constructo
complejo, sino que los resultados de los diferentes componentes, como pasa en nuestro caso,
pueden ser dispares. Si queremos comprender el comportamiento de los mayores hacia los
ordenadores a partir de la medición de actitudes, hemos de tener en cuenta necesariamente sus
diferentes dimensiones.
Por ejemplo, el sentido de control, según nuestros datos, es la dimensión que presenta unos
resultados menos favorables. Tener en cuenta esta sensación de poco control sobre la máquina
a la hora de diseñar los cursos de formación e incidir en su modificación, especialmente en las
primeras sesiones de los cursos, parece una estrategia recomendable para optimizar los
resultados.
Investigaciones futuras deberán aclarar hasta qué punto la participación en un curso de
informática es capaz de hacer aún más favorable la actitud hacia los ordenadores y establecer
los posibles vínculos entre las actitudes iniciales y el rendimiento del participante en el curso.
También creemos necesario avanzar en la mejora del cuestionario que hemos propuesto, ya
que las propiedades psicométricas que hemos obtenido son manifiestamente mejorables.
Resultados del curso
Muchas veces, cuando los participantes en cursos son mayores, se asume que aprenden cosas,
aunque no se sabe exactamente qué ni cuánto, o se piensa que lo que aprendan es lo de menos
porque los objetivos de los organizadores son otros.
Si no evaluamos el rendimiento en este tipo de experiencias corremos el riesgo de no tener
elementos para optimizarlas, de no saber si nuestra labor, como diseñadores de cursos o como
formadores, está redundando en un aumento de conocimientos y habilidades de los
participantes, el objetivo fundamental de todo curso de formación. Obviamente, en el caso de
las personas mayores, esta evaluación tiene que ver menos con la obtención de una
calificación final o un título que habilite a la persona para ciertos puestos o trabajos a
desarrollar en el futuro como con un reconocimiento de su propia capacidad como aprendiz y
sus posibilidades de seguir creciendo personalmente.
Respecto a la formación en personas mayores, su éxito creemos que ha de estar vinculado a la
autonomía en un uso básico, adecuado a las necesidades e intereses de la persona. No se trata
de conseguir expertos, sino de conseguir personas que puedan utilizar las TIC (los
ordenadores, en este caso) de acuerdo con unos intereses particulares. En este sentido, nuestros
resultados muestran como una mayoría de los participantes son capaces, una vez finalizado el
curso, de realizar algunas tareas básicas de manera autónoma.
12
También nuestros datos muestran, sin embargo, que un grupo de personas, afortunadamente
reducido, no consiguen alcanzar unos objetivos mínimos de aprendizaje. Sin duda los
esfuerzos futuros han de estar centrados en cómo podemos mejorar el diseño del programa
formativo para que cada vez suceda menos. Como vemos, sólo la evaluación de los resultados
hace que cuestiones como esta no queden ocultas o en un nivel tácito.
No obstante, también creemos que los resultados del curso no deben limitarse únicamente al
rendimiento y a la medición de conocimientos o habilidades adquiridas. Otros aspectos,
vinculados más al efecto del curso sobre las motivaciones e intereses del participante, sobre su
propia autoestima o sobre la calidad de las relaciones sociales establecidas a partir del curso
son también de gran importancia, especialmente en personas mayores, en las que la formación
está más vinculada al presente, como un fin en sí misma, que al futuro, como un mero
instrumento para obtener una meta deseada.
En este sentido, los resultados que hemos obtenido nos permiten decir que el curso tuvo éxito:
despertó y potenció su interés por los ordenadores y la tecnología, fue percibido como
interesante y útil y dio pie a construir vínculos sociales que antes no se tenían.
En resumen, las personas mayores, o al menos así lo demuestran los participantes en nuestro
curso, no sólo son capaces de aprender, sino que disfrutan del propio proceso de aprendizaje y
de lo que lleva consigo (por ejemplo, el establecimiento de nuevas relaciones sociales). No
deberíamos perder de vista el poder dinamizador que cursos como el que hemos presentado
pueden tener en la vida de la persona mayor. Este carácter dinamizador se concreta en
numerosos aspectos, como podrían ser el fomento una actividad cognitiva que quizá ayude a
mantener o incluso mejorar ciertas capacidades mentales hasta edades más avanzadas, el
establecimiento de los vínculos sociales de los que antes hablábamos y que podrían rompen el
aislamiento que a veces se produce en la última etapa de la vida, la implicación en nuevas
formas de ocio en una etapa especialmente libre de otras responsabilidades (por ejemplo, las
laborales o la crianza de los hijos) y, sobre todo, la potenciación de la integración del anciano
dentro del cambio acelerado que están sufriendo las sociedades de los países desarrollados.
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