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ESTILO TURISMO
Cómo es viajar de forma ecológica
Agosto 8, 2015 05:00
Dos periodistas recorrieron parte de Europa de manera sustentable y conocieron
a "héroes del clima"
Diez días, cuatro países, 14 héroes del clima, un viaje en carretera increíble. Viajamos de
Berlín a París utilizando todo tipo de medios de transporte no contaminantes y calculando
nuestra huella de carbono. Pero eso no fue todo lo que hicimos.
Durante el viaje nos subimos a una antigua excavadora de carbón y a un árbol de 16 metros
de altura. También pescamos plástico por los canales de Ámsterdam, vimos una turbina de
viento desde su interior y una mina de carbón desde la cima. Nos reunimos con
Greenpeace, el ministro de Medio Ambiente alemán y un delegado francés de la COP21, la
próxima Conferencia sobre Cambio Climático, que tendrá lugar a finales de año en París.
También pudimos conocer a "héroes" europeos que luchan por la protección ecológica.
Nuestra misión era mostrar ciudadanos normales de toda Europa luchando de forma
creativa y a menudo valiente contra el cambio climático. Nos hemos encontrado con
ejemplos muy diversos: desde quienes han decidido ocupar un bosque para evitar que sea
talado con el fin de construir una mina de lignito, hasta quienes han demandado al gobierno
por no reducir lo suficiente sus emisiones de carbono.
Aquí les mostramos ocho lecciones que aprendimos en el camino.
1. El ómnibus es la opción más ecológica para recorrer largas distancias
Durante el viaje, recorrimos 1.594 kilómetros utilizando diferentes tipos de transporte
ecológico bajo en carbono. Utilizamos autos eléctricos, coches compartidos, tren y autobús.
Además, viajamos en bicicleta, caminamos, navegamos en un barco solar y disfrutamos un
bicitaxi.
Se podría pensar que las bicicletas y los barcos solares son la mejor opción de viajar con la
conciencia tranquila, ya que no emiten CO2. Sin embargo, no son especialmente prácticos
para viajes largos. Cuando se trata de distancias largas el ómnibus es la mejor opción, ya
que las emisiones de CO2 se dividen entre un mayor número de personas.
Un paseo en ómnibus público produce menos de la mitad de CO2 que en tren. La peor
opción desde el punto de vista medioambiental es volar: estos viajeros emiten cinco veces
más CO2 por persona que quienes optan por el autobús.
2. Es posible cambiar las cosas desde abajo
El cambio climático puede parecer un tema complejo y abstracto, que está mejor en manos
de los políticos. Creemos que no podemos hacer nada al respecto y que ya lo resolverán los
gobiernos. El calentamiento global nos afecta a todos y es responsabilidad nuestra pasar a
la acción para cambiar las cosas. Es posible hacer cambios fuera de la arena política. No
son necesarios grandes presupuestos ni mecanismos estatales. Todos podemos hacer
algo para proteger al planeta.
"Cualquier ciudadano puede contribuir de forma positiva a favor del clima", dice Jean
Francois Julliard, director ejecutivo de Greenpeace Francia. Hay personas que han decidido
no esperar las soluciones gubernamentales. Algunos están trabajando en la reducción de
residuos mediante el reciclaje de plástico, en la redistribución de la comida sobrante o en la
venta de alimentos libres de embalaje. Otros están creando el transporte bajo en carbono o
están invirtiendo en energías renovables en sus hogares.
3. Algunas personas están dispuestas a ir a la cárcel por el planeta
En Alemania, un grupo de activistas está dispuesto a violar la ley e incluso a ir a la cárcel
para salvar Hambacher Forst, un bosque de 12 mil años de antigüedad. La compañía
eléctrica alemana, RWE, ha comprado el bosque con el fin de expandir la mayor mina de
lignito del país, Tagebau Hambach. Para ello, planea eliminar parte del bosque. Ya ha talado
grandes zonas boscosas y trasladado a pueblos enteros para impulsar sus actividades
mineras.
Los activistas están decididos a mantener alejadas las excavadoras. Con ese fin, algunos
han dejado su vida normal y se han instalado en el bosque. Han construido casas de
madera en los árboles centenarios para dormir allí y evitar su tala. Otros se cuelan en la
explotación minera a cielo abierto, encadenándose a las excavadoras para interrumpir las
operaciones durante al menos unas horas. No es del todo legal, pero están dispuestos a
asumir el riesgo.
"Tengo que hacer lo que considero correcto. No puedo sentarme de brazos cruzados y no
hacer nada mientras talan nuestro bosque", explica un activista.
4. Los ciudadanos pueden demandar a su gobierno
¿Sabía que es posible emprender acciones legales para combatir el calentamiento global?
Algunos ciudadanos europeos ya lo han puesto en práctica. Por ejemplo, Ignace Schop,
quien demandó al gobierno belga por no hacer lo suficiente para combatir el cambio
climático. Junto con un grupo de artistas, cineastas e incluso estrellas del rock, Schops
redactó una carta abierta al gobierno, pidiendo la reducción de las emisiones de CO2 de un
25% a un 40% en 2020 y a un 87% para 2050. El gobierno no adhirió y el grupo tomó
acciones legales.
El caso Schop todavía está en curso, [el pero confía en una victoria. Después de todo, no es
la primera vez que los ciudadanos han demandado a su gobierno por no actuar contra el
cambio climático y han ganado. En Holanda, un tribunal ordenó al gobierno reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero estatales en al menos un 25% en 2020, después
de que una organización demandara con éxito al gobierno holandés en nombre de 900
ciudadanos.
Por lo tanto, si usted planea hacer lo mismo en su país, siga los consejos de Schop:
"Encontrar a un grupo creativo de personas conocidas que ayuden a promover la conciencia
de la causa; elaborar una petición para recabar el apoyo ciudadano; e iniciar una campaña
de crowdfunding para cubrir los costos legales".
5. La protección del clima puede ser deliciosa
Luana Carretto no soporta ver cómo se desechan diariamente toneladas de comida. Por
ello, recoge alimentos de supermercados holandeses que serían descartados al final del día,
por ejemplo, verduras deformadas, frutas de colores extraños o especialidades estacionales
como las galletas de Navidad, que se tiran una vez que termina la temporada. Ella y otros 35
voluntarios recogen 350 kilogramos de alimento cada semana. Y eso en un solo barrio de
Ámsterdam. Parte de la comida es donada a organizaciones caritativas. El resto se procesa
bajo el lema: "Pruébelo antes de tirarlo", y se reparte gratis en diversos mercados de
alimentos o se cocina y se sirve en comidas entre vecinos. El resultado es delicioso.
Carretto quiere generar conciencia sobre el impacto de los hábitos de consumo en el
ambiente: "Piense en la cantidad de energía y recursos que utilizamos en la producción de
alimentos. Los transportamos en avión por medio mundo para luego tirarlos a la basura". Y
agrega: "Es una falta de respeto hacia las personas que pasan hambre cada día y hacia
nuestro planeta"
6. Los excrementos humanos sirven como fertilizante
Cada día millones de personas en todo el mundo desechamos, literalmente, lo que podría
ser uno de nuestros recursos más valiosos para el cultivo de alimentos: nuestras propias
heces. Cuando se tratan de forma adecuada, los excrementos humanos contienen valiosas
bacterias que pueden servir de fertilizante para el suelo. Conocimos a una comunidad en
Ámsterdam que hace precisamente esto.
De Ceuvel es un espacio de trabajo cooperativo con 15 oficinas, cada una equipada con un
inodoro de compostaje. Una vez que se llena el inodoro, los inquilinos transportan el
contenido a un contenedor de compostaje mayor, donde se prepara para ser utilizado
después. Si la calidad es buena, se utiliza para cultivar alimentos en el invernadero.
"Después, nos comemos la comida que ha sido fertilizada con nuestras propias heces. Y
cuando volvemos al baño, cerramos el círculo", explica Guus van der Ven, responsable de
que la comunidad opere de manera sostenible.
7. Los residuos son un arte
Para la gran mayoría, los residuos son algo sin valor que se acaba desechando. Esto no es
así para algunos de los héroes del clima. Por ejemplo, para Marius Smit el plástico es un
recurso que podemos utilizar para crear cosas increíbles. De este modo, un día decidió
convertirse en el primer pescador de plástico del mundo. Marius navega por los hermosos
canales de Ámsterdam y recolecta las botellas de plástico que se va encontrado por el
camino. con ellas construye barcos diseñados especialmente. De esta manera, Marius
ayuda a mantener los canales libres de basura y a proteger el clima mediante la reducción
de los residuos de plástico. También está ayudando a la gente a entender que el plástico es
demasiado valioso como para ser tirado.
8. No hay procedimientos legales contra los estafadores del acuerdo climático
La XXI Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas (COP21) tendrá lugar el 7 y 8 de
diciembre en París. Se trata nada menos que de negociar un nuevo tratado para regular las
emisiones de gases de efecto invernadero para salvar el planeta antes de que sea
demasiado tarde. La esperanza es que los 196 Estados miembros de las Naciones Unidas
firmen un acuerdo sobre el cambio climático jurídicamente vinculante y universal.
Pero por si no fuera lo suficientemente complicado conseguir que todas las naciones del
mundo lleguen a un acuerdo común sobre el clima, no existen refuerzos legales para
garantizar que los firmantes cumplan sus promesas. "No tenemos policías ni sanciones
internacionales ni cascos verdes para castigar a estos países. No hay ningún tribunal
internacional para el medio ambiente", explica el delegado francés de la COP21, Philippe
Lacoste. El único "castigo" transnacional, agrega, es que los países perderían su credibilidad
si no se adhieren al tratado.
Fuente: Anne-Sophie Brändin y Ruth Krause / DW en español
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