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http://www.nuevaeconomia.com.bo/opinion.php?opi=5222 Nueva Economía, Año 10, N° 515, enero de 2004 LA ECONOMÍA POLÍTICA DE UN AJUSTE DE PRECIOS Pablo Selaya (*) Dos temas centrales en la agenda de política económica de este mes son sin duda la conversión gratuita de los vehículos al gas natural vehicular (GNV) y el ajuste de los precios de los principales combustibles que se comercializan en el país. Los anuncios oficiales al respecto aún no son concluyentes en cuanto a las acciones concretas que el gobierno tomará para cumplir las promesas hechas a la población. Pero, sin embargo, dos elementos comunes a algunos anuncios del Ministerio de Hidrocarburos son (1) que los precios de gas natural serán reajustados de manera que los transportistas bolivianos que usan vehículos a diesel, gasolina y GLP los conviertan a gas, y (2) que la “gratuidad” de los kits de conversión es sólo una forma de decir que las personas no tendrán que sacar de su bolsillo el dinero para pagar los equipos, ya que un incremento en los precios del GNV permitirá crear un fondo para financiar la conversión de los vehículos (la compra de los kits). (El Deber, 7 de enero de 2004). ¿Es ésta una forma eficiente de cumplir la promesa hecha? ¿Subir los precios del GNV es la mejor manera de conseguir fondos para cumplir la promesa de realizar conversiones vehiculares gratuitas al GNV? ¿Es una política con altas probabilidades de ser aceptada ampliamente? La eficiencia al momento de cumplir las promesas hechas es un tema central, pero no menos importante que la economía política de llevar a la práctica ajustes como los mencionados, fuertemente incisivos en la economía de quienes manejan un vehículo a GNV o realizan sus actividades en el sector transporte. La probabilidad de aceptación o éxito político de una política de incremento de precios del GNV para financiar con ello el costo de las conversiones es muy baja, por supuesto entre las personas que ya tienen su vehículo convertido al GNV (aproximadamente en el país existen 18,000 vehículos que ya utilizan GNV), pero también entre aquellas que no tienen vehículos a GNV (y que representan el universo beneficiario potencial de la medida). Para cualquier persona que considere la opción de convertir su vehículo del consumo de gasolina, diesel o GLP a GNV, la variable central de decisión siempre será la diferencia que existe entre el costo del GNV y su combustible alternativo, mucho más que el nivel del precio de cada combustible: nadie que tenga un auto "normal" a gasolina, por ejemplo, se cambiaría al consumo de GNV si es que el precio de este último sube y el precio de la gasolina no cambia. Las acciones concretas de política congruentes con este tipo de razonamiento son, entonces, completamente opuestas a las ideas de aumentar el precio del GNV para financiar con ello las conversiones. Lo que corresponde para aumentar la eficiencia y la probabilidad de éxito político del plan es bajar el precio del GNV para atraer la mayor cantidad de gente posible al programa de conversión, y buscar los recursos para ayudar con el financiamiento de la conversión a través de acciones de política complementarias al plan, por ejemplo a través del incremento del precio de la gasolina (no tanto así el del diesel por las implicancias que ello tendría en el sector agroindustrial). Un usuario que enfrenta un paquete de política con dichos elementos: (1) un precio del GNV más barato, (2) una conversión a GNV gratuita y (3) un precio de la gasolina más alto, tomará la decisión de aceptar y entrar al plan de conversión con mucha mayor probabilidad que si se le ofrece un precio del GNV más alto que el actual, y la posibilidad de que ese precio signifique pagar indirectamente por su conversión. ¿Cuáles son los costos o beneficios asociados a un esquema como el propuesto? Primero, menores precios del GNV no afectarán completamente a sus distribuidores, ya que ello puede ser un incentivo al mayor consumo de este carburante (un descuento en precio incentiva mayor consumo y ello puede resultar en ganancias netas). Segundo, mayores precios para la gasolina dan margen al gobierno para incrementar la alícuota del IEHD a este producto, y de esa manera recuperar su recaudación —a octubre del año pasado había alrededor de nueve por ciento en términos reales. Y, tercero, los mayores recursos de la recaudación pueden ser un buen apoyo para el financiamiento del plan (dado que en principio la base de recaudación que ofrece la gasolina es mucho más amplia que la del GNV). Algunas estimaciones sobre los impactos de un plan de este tipo muestran que una disminución del 10 por ciento en el precio del GNV (de Bs 1.66 a Bs 1.50 por metro cúbico), que sea compensada con un incremento proporcional en el precio de la gasolina (de Bs 3.31 a Bs 3.64 por litro), ayudaría a conseguir $us 23 millones adicionales en recaudaciones del IEHD durante 2004. Si el kit de conversión cuesta $us 700 en promedio, esto permitiría financiar la conversión de 32,800 vehículos (casi duplicar el actual parque automotor a GNV). A esta evaluación es necesario sumar los beneficios netos del ahorro en gasto de combustible por usuario que cambie su consumo de gasolina a GNV, y que con los nuevos precios estarían en el orden de los Bs 2,700 por año ($us 350 que eventualmente podrían negociarse para co-financiar el costo de la conversión). La oposición a un plan de este tipo estaría naturalmente en el lado de los que consumen gasolina y no piensan cambiarse al GNV. Pero puede ser convertida en una actitud muy transitoria en la medida en que estos consumidores reciban la oportunidad efectiva de convertirse al consumo de GNV (por ejemplo, se puede comenzar dejando los precios de los dos carburantes inalterados mientras el número de conversiones a nivel nacional no haya llegado a un determinado nivel). Las bondades del plan de transformación de vehículos de gasolina y gas licuado a gas natural son altamente dependientes del diseño de las políticas que se tomen para llevarlo a la práctica, pero en particular es fundamental tomar en cuenta los argumentos de economía política asociados a afectar, directa o indirectamente, la economía de todos los consumidores de carburantes vehiculares en el país. (*) Ph.D. (c) en Economía.