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Cómo se extiende el teatro infantil por todo el
territorio nacional sueco
Por Barbro Frambäck
Suecia, ¡este país alargado, repleto de teatro infantil; Una exclamación así haría la
envidia de más de un consultor encargado de recoger y compilar datos estadísticos. Es
fácil quedar intoxicado por las cifras, sobre todo cuando estas son demasiado abultadas.
Pero ahora, hablando en serio, sería muy agradable poder afirmar que el objetivo que
inicialmente nos habíamos marcado de difundir al máximo el teatro infantil, es decir de
que cada niño en Suecia pudiera presenciar, anualmente, dos representaciones infantiles,
ya lo hemos casi alcanzado en la actualidad. Pero no es así.
Todo empezó hace 10 años. Los espectáculos navideños tradicionales que todos los
teatros ofrecían a los niños que vivían en la ciudad y cuyos padres acudían al teatro,
tuvieron que enfrentarse de pronto con cierta competencia. Hubo alguna gente joven
que pertenecía al mundo del teatro y que empezó a formar grupos, ellos mismos
decidiendo las líneas generales de su repertorio. Un libro de reciente publicación, JUNK
CULTURE FOR CHILDREN (1968) (Cultura de pacotilla para niños), vino a
confirmar lo que ya todos sospechaban durante mucho tiempo —que los niños eran los
últimos de aquella lista de los que tomaban parte en actividades culturales. Las personas
integradas en esos grupos teatrales libres empezaron a escribir unas obras de teatro de
corte nuevo que mucho más tenían que ver con la realidad actual de los niños que con
las princesas y los villanos de siempre. Compraron autocares y camiones —más o menos
viejos— fabricaron decorados que exigían, a su vez, espacios mínimos, y empezaron a
viajar. Actuaban en el propio ambiente de los niños —en las clases, en los gimnasios, en
rincones de bibliotecas y en centros juveniles. Los teatros seleccionaban a sus públicos
y salían en su busca. Esta gente encontraba que era importante llegar a todos los niños,
no sólo a unos cuantos privilegiados, y hacerlo con historias que fueran importanes para
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ellos. Los teatros institucionalizados empezaron a imitarles. En autocares algo mejores.
Quizás incluso más grandes ya que estos teatros institucionalizados tenían más dinero
para el montaje de lass obras. Nunca se habían interpretado tantas obras infantiles. El
entusiasmo era enorme. Las posibilidades inagotables.Todo el mundo los sabía todo.
Durante una sola temporada (1973-74), fueron unos 900.000 niños los que
pudieron ver teatro. Suecia tiene una población más o menos de 1.300.000 personas
entre 7 y 20 años, y llamamos teatro infantil y juvenil aquel que se dirige a personas de
hasta 15 años. Hubo un conjunto teatral en Vásterbotten, en el norte de Suecia formado
por 6 actores que, realizando 500 representanciones todos los años, cubría un amplio
sector del territorio sueco con obras casi siempre para la infancia y la juventud. Hicieron,
quizás, durante un corto período de tiempo, la envidia de otros conjuntos: "¡Imagínese
llegar a actuar para tanta gente!". Ellos mismos miran hacia atrás con mezcla de
satisfacción y de horror. No quedaba tiempo ni para una renovación artística, ni para
seguir aprendiendo, ni para encuentros con el público o con la familia.
Pero no se había llegado aún a la perfección y surgían problemas. Los niños, por
supuesto, estaban encantados —teatro vivo no era algo que siempre tenían a su
alcance—. Los profesores con sus exigencias de un teatro objetivo, no se quedaban a
gusto con el teatro escolar que se les estaba ofreciendo. Los 900.000 espectadores
registrados durante la última década. Desde entonces el número se ha reducido y nos
encontramos aún lejos del objetivo que nos habíamos propuesto. Las últimas
estimaciones nos indican que las aproximadamente 8.000 obras de teatro que se
representan anualmente para niños y jóvenes habría que muiltiplicarlas por dos para que
pudiéramos acercarnos a nuestro objetivo de 2 representaciones por cada niño, por año.
Los autocares de las compañías ambulantes siguen aún recorriendo todo el país. El
mayor productor es la división infantil y juvenil del Centro Nacional de Teatro Sueco,
con sus más o menos 750 representaciones por año. Estas se producen en Estocolmo, y
luego realizan giras, pero sólo por aquellas regiones de Suecia que no disponen de teatros
propios. Sobre todo en los años "70 se han construido nuevos teatros regionales en
Suecia, para que haya, desde el punto de vista teatral, una descentralización a partir de
las grandes ciudades. La tarea más importante que desarrollan estos teatros es ofrecer,
por llamarlo de alguna forma, teatro de "visita" para adultos y para niños y jóvenes. Por
dar un ejemplo, uno de los conjuntos procedentes de la parte más nórdica del país, el
Regional Theatre of Western Norrland, durante la temporada 1976-1977 pudo dar casi
dos representaciones para cada uno de los niños de la región cuya edad oscilaba entre
los 10 y 12 años, mientras que los niños más pequeños (7-9) y los mayores (13-15)
tuvieron que conformarse con ver cada uno de ellos una sola representación. Y esto, a
pesar de todo, supera la media del resto de país que es de más o menos una
representación por cada niño de 4 años. Este teatro, realiza comparativamente mucho
teatro escolar, pero el precio que paga por ello es el tener muy pocas representaciones
públicas y el no actuar nunca, en la región, para los muy pequeños (pre-escolar). Este
ejemplo es típico de los teatros regionales en Suecia. Desde el punto de vista político, se
reclama que los habitantes de una región puedan disponer de un repertorio muy variado.
Las dificultades estriban del hecho de que, la mayoría de las veces, los recursos
financieros no son suficientes para teatros con más de 15 empleados. Conjuntos de este
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tamaño no pueden, de ninguna forma, satisfacer las necesidades y exigencias teatrales de
toda una región.
Durante todo este período la mejor alternativa la han constituido y siguen
constituyéndola los muchos grupos teatrales libres. Estos están organizados en el marco
del Theatre Center (que no hay que confundir con el Swedish National Theater Center,
que es una organización estatal) y son responsables de más de un tercio de todo lo que
ofrece el teatro infantil anualmente. Para poder sobrevivir —de los gobiernos estatales
y locales sólo reciben pequeñas subvenciones— estos grupos se ven forzados a realizar
giras por todo el país. Sin embargo, en estos últimos años, han intentado establecerse en
un solo lugar, como pudiera ser, por ejemplo las afueras de alguna ciudad más grande
o en alguna región. Además de existir el hecho de que las giras resultan agotadoras, el
grupo piensa que es importante comunicarse con el público tanto antes como después
de una producción. "El trabajo artístico y aquel que se desarrolla con el público son una
sola cosa, y el uno depende del otro o, en otras palabras, el uno es requisito indispensable
para el otro" —es esta una declaración a la cual cada vez más gente le está sacando jugo.
Por ejemplo, existen en Estocolmo algunos grupos que trabajan exclusivamente con
teatro escolar y que sus salas de ensayo las tienen en lo que viene a llamarse "escuelas
madres". Muchas veces escriben y también ensayas sus obras allí, en estrecha
colaboración con los niños, y a veces incluso con los profesores. Los "niños de teatro
infantil" más afortunados son los que viven en el centro de Estocolmo, tienen entre 7 y
9 años de edad y llegan a ver por lo menos 5 representaciones de teatro infantil por año.
Niños de la misma edad en otros suburbios llegan a ver sólo una representación cada 5
años. En Suecia, las áreas poco pobladas no son sólo las del gran norte. Entre los "niños
de teatro infantil" desafortunados están aquellos, cuyas edades oscilan entre los 13 y 15
años y que viven en la costa este, el Kalmar County. Llegan incluso a tener hijos propios
antes de ver aparecer una obra de teatro infantil. Tal y como están las cosas ahora llegan
quizás a ver 1 representación cada 20 años.
Si tuviéramos la oportunidad de desesar o pedir mejoras con relación a cantidad,
serían estas:
Aumentar subvenciones para teatro infantil para que, con ello, mejore la
continuidad. Un teatro infantil que llega a sus públicos a intervalos que oscilan entre los
5 y 20 años no podrá nunca competir con la cultura comercial de pacotilla. Ni tampoco
en los niños podrá surgir una necesidad o ilusión de ver dicho teatro. Ya es hora de que
las ofertas de teatro infantil se planifiquen dentro de una colaboración entre teatros,
grupos de teatro libre y políticos para que la experiencia óptima que ya poseemos
podamos emplearla bien y de forma adecuada. Si queremos que el teatro infantil sea
algo más que una breve e inofensiva diversión —y verdaderamente ha demostrado
serlo— debemos de aceptar el reto que se nos transmitió, hace unos años, en una
película sueca: "¡Camaradas, el enemigo está bien organizado!"
¿Calidad? ¡Pues si! Pero esto ya es otra historia.
(Información estadística recogida de la temporada 1976-77)
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