Download Fred Hoyle, el origen de la vida y la metáfora del Boeing 747

Document related concepts

Falacia de Hoyle wikipedia , lookup

Fred Hoyle wikipedia , lookup

Chandra Wickramasinghe wikipedia , lookup

Huevo cósmico wikipedia , lookup

Thomas Gold wikipedia , lookup

Transcript
Fred Hoyle, el origen de la vida y la metáfora del Boeing 747
Considerado por muchos durante mucho tiempo la mente más brillante de
Inglaterra, astrofísico de carrera, Hoyle fue también un polígrafo que
escribió sobre todo tipo de temas científicos, sociales y políticos. Sus
numerosas aportaciones científicas le llevaron a recibir los más preciados
honores a lo largo de su vida. La lista de reconocimientos completa sería
muy larga. Baste indicar que en 1968 recibió de la UNESCO el premio
Kalinga1, en 1972 fue nombrado caballero por la reina de Inglaterra, la
Royal Society le concedió la Royal Medal en 1974 y la Real Academia Sueca
de las Ciencias el premio Crafoord2 en 1997.
Sin embargo, tras un comienzo arrollador, no completó una carrera triunfal.
La gran autoconfianza y el impetuoso carácter que le llevaron a adquirir un
gran reconocimiento científico y a convertirse en una verdadera celebridad
acabaron por llevarle también a cometer errores de bulto, mayores según
avanzaba su edad.
Alfred Hoyle nació en el año 1915 en Gilstead, cerca de Bingley, localidad
de unos de 20000 habitantes situada en Yorkshire que no queda lejos de la
ciudad de Leeds. Su padre era comerciante de lana y su madre, una
reconocida pianista. Tras unos primeros años escolares que no prometían
nada bueno, su madre consiguió que aprendiera a leer y adquiriese algunas
nociones de aritmética. Fue toda una sorpresa que pocos años más tarde
comenzara a estudiar con seriedad y más aún cuando comenzó a mostrar
interés por la química. Tras prepararse concienzudamente consiguió el
acceso a la Bingley Grammar School en 1926. Sus buenos resultados
académicos le permitieron ingresar en el prestigioso Emmanuel College de
Cambridge, donde culminó con éxito sus estudios e incluso ganó un puesto
de investigador interino en el laboratorio Cavendish de Cambridge, el mejor
laboratorio de Inglaterra, lo que le dio ocasión de trabajar con científicos de
primera fila, como el premio nobel Paul Dirac. El niño que escapaba de la
escuela porque no quería estudiar, dando muestra de un notable carácter,
se había convertido en alguien verdaderamente distinguido. A los 23 años
obtuvo una plaza de profesor en Saint John College de Cambridge. Fue
también por entonces cuando su interés cambió de la Física nuclear a la
Astronomía. Durante la segunda guerra mundial trabajó para el
Almirantazgo en la investigación del radar, fundamental para el
reconocimiento de ataques aéreos.
Entusiasta y enérgico, Hoyle no tardó en escribir en las revistas científicas
de más prestigio, donde dejó relevantes contribuciones caracterizadas por
1
El Premio Kalinga para la Divulgación de la Ciencia es un reconocimiento otorgado
por la Unesco para una labor excepcional en el campo de la divulgación científica.
Fue creado en 1952, después de una donación de Biju Patnaik, Presidente Fundador
de la Fundación Kalinga en India. (Wikipedia).
2
El Premio Crafoord es otorgado por la Real Academia Sueca de Ciencias a
eminentes científicos cuyos campos de estudio no se corresponden con las
categorías clásicas del premio Nobel, tales como: matemáticas, ciencias de la
Tierra, ciencias de la vida (particularmente las relacionadas con la ecología y la
evolución), astronomía, etc. (Wikipedia).
su brillantez y originalidad. Excelente matemático y muy bien dotado para
la reflexión teórica, se convirtió muy joven en un científico de gran
prestigio. Poco después era el astrónomo más conocido de Inglaterra,
gracias a sus aportaciones a la Astronomía teórica y, no menos, a su
trabajo como divulgador científico e incluso como autor de relatos de ciencia
ficción.
Sin premio Nobel
Inesperadamente, en 1983 se le cerraron las puertas de acceso a un premio
Nobel que parecía cantado y sobradamente merecido. El jurado de aquel
año premió a los astrofísicos Subramanyan Chandrasekhar y William Fowler
por las investigaciones decisivas para esclarecer el proceso de
nucleosíntesis por fusión nuclear implicado en la generación de núcleos de
carbono a partir de núcleos de hidrógeno y helio en el interior de las
estrellas, un trabajo fundamental que contribuyó a entender cómo se
forman los átomos que constituyen nuestro planeta (y muchos otros objetos
celestes) y también nuestro cuerpo. En una de las decisiones más polémicas
del comité, Hoyle fue notoriamente marginado a pesar de ser coautor de las
investigaciones, como reconoce el propio Fowler en la autobiografía que
figura en la página oficial de la Fundación Nobel (http://nobelprize.org/).
Fowler escribió:
"Fred Hoyle fue la segunda gran influencia en mi vida. El gran concepto de
nucleosíntesis en las estrellas fue en primer lugar establecido
definitivamente por Hoyle en 1946. Tras la confirmación de Wahling de las
ideas de Hoyle me convertí en un partidario y en 1954/1955 pasé un año
sabático en Cambridge, Inglaterra, como Fulbright Scholar para trabajar con
Hoyle."3
La sorpresa no fue en verdad tan grande. Era fácil hallar motivos para que
el jurado le ignorara. En 1978 había publicado "La nube de la vida" un libro
escrito con N. Chandra Wickramasinghe, donde defendía la panspermia
hasta más allá de lo que se consideraba científicamente razonable. Y unos
años antes, en 1974, se había distinguido por criticar duramente al propio
comité Nobel cuando no concedió el premio a Jocelyn Bell, codescubridora
de los púlsares. Acaso por ello, la concesión del premio Crafoord en 1997
por parte de la Real Academia Sueca de las Ciencias fue interpretada como
una compensación insuficiente que llegaba a destiempo.
La polémica sobre el Big Bang
A mediados del siglo XX, a partir de los estudios de Hubble (1929),
comenzó a aceptarse que el universo estaba en expansión. Bastaba recorrer
el tiempo en sentido inverso para caer en la cuenta de que el tamaño del
universo debía haber sido menor cuanto más alejado en el tiempo. Si había
habido una expansión del universo, rebobinar la película hacia atrás debería
contar la historia de una contracción. En algún momento del pasado todo el
universo debía haber estado concentrado en un punto de dimensiones
mínimas. Ello llevó a una teoría que afirmaba que el Universo tenía su
origen en una singularidad del espacio-tiempo y que en el pasado el
Universo era más pequeño, denso y caliente.
3
http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1983/fowler-bio.html
Fred Hoyle se manifestó contrario a esta teoría. En respuesta, Hoyle,
Hermann Bondi y Thomas Gold, presentaron en 1948 su teoría alternativa:
la Teoría Cosmológica del Estado Estacionario. Según esta teoría, el
universo mantiene su densidad a lo largo del tiempo mediante la creación
de materia a tasas inobservables que compensan su expansión. Esta opción
permitiría mantener la afirmación aristotélica de que el universo no ha
tenido un principio ni tendrá un final. Aunque la Teoría del Estado
Estacionario era aceptable en esa época, las observaciones realizadas en los
años siguientes mostraron que las galaxias más lejanas (y antiguas) eran
diferentes de las más cercanas (y jóvenes), algo difícilmente compatible con
el modelo estacionario, y el descubrimiento de la radiación de fondo
cósmico que correspondía a una predicción de la teoría del “Big Bang”
acabaron por decantar el debate a favor de esta última. Actualmente se
piensa que el Universo tiene una edad de cerca de 13.700 millones de años.
El 28 de marzo de 1949, Hoyle empleó la expresión "Big Bang" ("Gran
Explosión") en su programa de radio de la BBC y volvió a usarla en su libro
La naturaleza del Universo (1950). La denominación parecía tener una
connotación despectiva y se vio obligado a aclarar que era una locución de
carácter divulgativo para denotar la diferencia entre las dos teorías sin
intención alguna de menospreciar a sus oponentes. Hoy, la Teoría
Cosmológica del Estado Estacionario propugnada por Hoyle está muy
desacreditada mientras que, irónicamente, se suele denominar con el
nombre de "Big Bang", sin connotación despectiva alguna, a la Teoría
Cosmológica Estándar, mayoritariamente aceptada en la actualidad, mucho
más concordante con los datos cosmológicos disponibles.
Un montón de piezas de un Boeing 747 y un tornado
La metáfora del "Boeing 747" es citada ahora
malentendidos más evidentes de la teoría evolutiva.
como
uno de los
Una versión del enunciado dice así: "La probabilidad de que las formas
superiores de vida puedan haber emergido de este modo (se refiere a la
evolución por selección natural) es comparable a la probabilidad de que un
tornado al arrollar un montón de chatarra pudiera ensamblar un Boeing 747
con los materiales hallados a su paso".4
Y una versión más completa:
"Un montón de chatarra contiene todos los trozos y piezas de un Boeing
747, desmontado y en desorden. Un tornado llega y arrolla el lugar. ¿Cuál
es la probabilidad de que tras su paso se encuentre allí un Boeing 747
completamente ensamblado, listo para volar? Tan pequeña, que es
despreciable, incluso si un tornado arrollara tantos montones de chatarra
como para llenar el Universo entero."5
Con la imposibilidad obvia de que el tornado fuera capaz de montar un
Boeing 747, Fred Hoyle expresaba su oposición a la idea de la aparición
espontánea de la vida en la Tierra y de su evolución por selección natural.
4
("The chance that higher life forms might have emerged in this way is comparable
to the chance that a tornado sweeping through a junkyard might assemble a Boeing
747 from the materials therein." Wikipedia.)
5
The Intelligent Universe (1983), p.19. Hoyle, F. (1984).
La lógica de tal oposición requería la emisión de una propuesta alternativa
que pudiera explicar la existencia de la vida en nuestro planeta.
El contexto en que se produjo también es interesante. Jane Gregory cuenta
en su libro, The Fred Hoyle’s univers, que Hoyle usó la metáfora en 1981,
en el simposio celebrado con motivo del septuagésimo cumpleaños de
William Fowler, para describir que las posibilidades de que la vida
apareciera en la Tierra eran extremadamente pequeñas. Hoyle describió esa
ínfima probabilidad de aparición de la vida en nuestro planeta como similar
a la probabilidad de que “un tornado que barriera una chatarrería pudiera
ensamblar un Boeing 747 a partir de materiales encontrados”. De ahí a
sugerir que la vida no se originó en la Tierra no había más que un paso. La
panspermia, la vida procedente del espacio, era entonces para Hoyle una
opción mucho más prometedora.
La metáfora copernicana
Llegados a este punto, una segunda metáfora estaba disponible. Una de las
tareas de Hoyle como divulgador fue redactar una biografía sobre Copérnico
con ocasión del quinto centenario del nacimiento del astrónomo polaco.
La historia es bien conocida. El libro de Copérnico De revolutionibus orbium
fue publicado en 1453 y se cuenta que el autor recibió su primer ejemplar el
día de su muerte. Era un libro de 200 páginas con abundantes ilustraciones
y tablas que, si bien no mejoraba en gran medida las observaciones ya
existentes, aportaba una concepción radicalmente distinta del universo. Fue
esa idea la que llevó de forma lenta pero inexorable a la “revolución
copernicana”, cuya consecuencia más evidente fue que la Tierra dejó de ser
considerada el centro del universo. En la mente de los científicos primero,
del resto de las gentes cultas después, (en un turbulento proceso que duró
más de cien años), la Tierra perdió su posición de privilegio y pasó a ser
considerada un planeta más. Las implicaciones del cambio de modelo fueron
mucho más que una cuestión de geometría.
El cambio de la visión geocéntrica a la visión heliocéntrica se considera la
primera Gran Revolución Científica. En pleno siglo XX, como en el actual, se
reconoce que el heliocentrismo copernicano fue el paso fundamental hacia
la astronomía moderna. La visión geocéntrica es vista como antigua,
acrítica, periclitada. Estos adjetivos podrían aplicarse también a la primera
visión heliocéntrica, muy superada por conocimientos adquiridos con
posterioridad, pero que supuso un paso fundamental hacia la visión vigente
del universo.
La panspermia es, en principio, una idea razonable. La vida podría haberse
formado en cualquier lugar del universo y llegar a la Tierra con alguno de
los cometas o meteoritos que la alcanzan con cierta regularidad. La
credibilidad de la idea depende del cálculo de probabilidades que pueda
hacerse a partir de los indicios que permitan mantener su verosimilitud. A
su vez, el cálculo de probabilidades depende de una serie de valores
atribuibles, a veces muy dudosos, en función de las hipótesis consideradas.
La pregunta obvia, ¿es más probable la panspermia que el origen terrestre
de la vida? no tiene fácil respuesta.
Pero el avance de la ciencia depende a menudo de apostar por ideas que
todavía carecen de confirmación absoluta. No pocas leyes científicas fueron
emitidas antes de disponer de todos los datos necesarios. En realidad, suele
ser más tarde cuando se dispone de los datos que permiten corroborar las
leyes enunciadas desde una mezcla de información, olfato y temeridad. En
determinadas situaciones, como en otras áreas de la cultura, se crea un
estado de opinión favorable a una idea novedosa que se impone en el sector
más dinámico de la sociedad cuando aún no se dispone de confirmación
absoluta pero ya existe la confianza en que llegará rápidamente. Es un
modo de proceder que favorece el avance del conocimiento, pero no se
ajusta a la ingenua y rígida objetividad que suele atribuirse al proceder de
la ciencia.
La metáfora copernicana, empleada hábilmente, podría favorecer la
creación de ese estado de opinión, y Hoyle decidió emplearla. La Tierra no
era el centro del movimiento de los astros, como creían erróneamente los
antiguos, así que ¿por qué motivo debía serlo para el origen de la vida? El
Universo parecía estar formado por los mismos átomos y las mismas leyes
físicas y químicas, una de cuyas consecuencias podría ser la vida. De modo
que la vida podría haberse formado en cualquier lugar. Quienes pensaban
que la vida se había originado en la Tierra, que la Tierra era el centro de la
vida, corrían el riesgo de parecerse demasiado a quienes mantuvieron hasta
el final que la Tierra era el centro del Sistema Solar. Quienes se aferraban a
la idea de que la vida se originó en la Tierra podían adquirir a sus ojos un
aire “geocéntrico”, es decir, anticuado.
Establecida la idea principal y expuesta la metáfora más efectiva, Hoyle
pasa a considerar que, en realidad queda mucho por aprender en
Astronomía y que no se ha llegado al “corazón de la materia”. En su
opinión, el “corazón de la materia” es principalmente biológico. Sobre este
asunto dejó escrita una especulación bastante alejada de lo que cabe
esperar en el ámbito científico:
“Se puede desear seguir esta línea de pensamiento con la cuestión: ¿El
control de la biología sobre la astronomía, es un control inteligente o es el
ciego resultado de un proceso evolutivo sin significado? Mi especulación
personal podría ser que el control es inteligente”.
Robert Shapiro, en su libro Orígenes, que en inglés lleva el significativo
subtítulo A Skeptic's Guide to the Creation of Life on Earth. Arranca su
comentario al problema con el reconocimiento de que Fred Hoyle fue el
primero en hacer un cálculo de las posibilidades. "... Muchos científicos han
intentado hacer estos cálculos; con que citemos solo dos el asunto quedará
aclarado. El primero fue Fred Hoyle, … Él y su colega N. C. Wikramasinghe,
(en “La nube de la vida”) apoyaron en un principio la generación
espontánea, pero luego cambiaron radicalmente de opinión. ¿Por qué lo
hicieron? Está muy claro, calcularon las posibilidades en contra."
Esta cita permite entender que Hoyle y Wikramasinghe quedaron
convencidos de que sus datos eran una buena aproximación a la realidad y
resultaban demoledores para cualquier teoría del origen espontáneo de la
vida en la Tierra. En este tipo de cuestiones no basta con buscar un error en
los cálculos; para rebatir los resultados es necesario encontrar y poner de
manifiesto los errores en las consideraciones previas que constituyen su
base.
Hoyle y Wikramasinghe tuvieron en cuenta que muchas secuencias de
aminoácidos podrían suministrar enzimas con la función adecuada, aunque
el orden de aminoácidos en su interior variara. "Con esto en mente, Hoyle y
Wikramasinghe estimaron que la probabilidad de obtener al azar un enzima
el tipo oportuno era "solo" de 1 en 1020".
A continuación, Shapiro añade algunas consideraciones más sobre la
estimación de la probabilidad de que se origine la vida en la Tierra y la
compara de nuevo con la famosa afirmación de Hoyle entrecomillada: la
probabilidad de "un tornado que barriera una chatarrería pudiera montar un
Boeing a partir de los materiales que allí hubiera".6
La caída del Boeing 747
Richard Dawkins, el famoso evolucionista de la Universidad de Oxford que
escribió "El gen egoísta", dedicó un capítulo al análisis pormenorizado y
demoledor de la metáfora del Boeing 747 en su libro "El relojero ciego"7.
Dawkins la califica como un "memorable malentendido" (e incluso tipificó un
tipo de mutación aprovechando la ocasión) en los siguientes términos:
"Las macromutaciones tipo Boeing 747 son las únicas descartadas por el
argumento de la complejidad, que acabamos de dar. Su nombre procede
del memorable malentendido del astrónomo sir Fred Hoyle, sobre la teoría
de la selección natural. El comparó la selección natural, en su pretendida
imposibilidad, con un huracán soplando a través de un depósito de chatarra
y la causalidad de que se produjese el montaje de un Boeing 747… Como
vimos en el capítulo 1, se trata de una analogía enteramente falsa, aplicada
a la selección natural, pero buena para la idea de algunas clases de
macromutaciones que dan lugar a un cambio evolutivo. El error
fundamental de Hoyle consiste en que él pensó, en efecto (sin darse
cuenta), que la teoría de la selección natural dependía de una
macromutación. La idea de que una sola mutación diese lugar a un ojo
totalmente funcional, ..., donde solo había una piel desnuda es, por
supuesto, tan improbable como el que un huracán arme un Boeing 747. Es
por eso que me refiero a esta clase de macromutaciones hipotéticas como
macromutaciones tipo Boeing 747.”
De modo que John Maynard Smith comenta brevemente la metáfora en el
capítulo titulado "Problemas de Biología evolutiva”, dentro del epígrafe “¿Ha
habido tiempo suficiente?” Donde previamente expone otro de clásicos
argumentos de los oponentes a la teoría de Darwin.8
"Consideren una proteína pequeña, de una longitud de 100 aminoácidos; si
es demasiado improbable que eso surja por azar, entonces lo es más que
6
“In a popular lecture I once unflatteringly described the thinking of these
scientists as a ‘junkyard mentality’. Since this reference became widely and not
quite accurately quoted I will repeat it here. A junkyard contains all the bits and
pieces of a Boeing 747, dismembered and in disarray. A whirlwind happens to blow
through the yard. What is the chance that after its passage a fully assembled 747,
ready to fly, will be found standing there? So small as to be negligible, even if a
tornado were to blow through enough junkyards to fill the whole Universe” (Hoyle,
1984). The Intelligent Universe. New York, Holt Rinehart and Winston.
7
(Ed. Labor, 1986, página 179, traducción de Manuel Arroyo Fernández).
8
(Los problemas de la Biología, Ed. Cátedra, 1986, página 81, traducción de Marta
Sansigre Vidal).
surja todo un organismo. Como hay veinte tipos de aminoácidos, el número
de proteínas posibles de esta longitud es de 20100.
Este es un número inmenso. Si se recubriera la superficie de la Tierra con
un espesor de un metro de moléculas proteínicas, cada una distinta, y si
cada molécula se convirtiera en otra en un segundo, y lo hubiera hecho así
desde el origen de la Tierra, habría habido tiempo de probar solo una
minúscula fracción de las secuencias posibles. Por tanto, incluso si alguna
secuencia determinada fuese la mejor proteína posible para una función
determinada, y fuese favorecida por la selección una vez que apareciera,
nunca podría surgir por primera vez por mero azar. De ahí se sigue que
debe estar implicado algún otro proceso, distinto de la mutación y la
selección fortuitas.
Este argumento reaparece frecuentemente: su manifestación más reciente
es el argumento de Hoyle de la probabilidad de que un viento que soplara
en un depósito de chatarra, montase un Boeing 707. ¿Cuál es su defecto?
Esencialmente, que ningún biólogo imagina que las estructuras complejas
surgen en un solo paso. Incluso las proteínas formadas con una secuencia
aleatoria de aminoácidos tienen cierta actividad catalítica. Si la evolución
por selección natural ha de llevar de una secuencia fortuita a una secuencia
única y óptima, tiene que haber una serie de secuencias intermedias, entre
la fortuita y la óptima, y cada una tiene que suponer una ligera mejora
respecto a la anterior, y los pasos de una secuencia a la otra tienen que
consistir en el cambio de un aminoácido o, como máximo, de dos o tres. Si
esto es así, entonces la secuencia fortuita puede evolucionar a la óptima
con bastante rapidez. En el último capítulo, se tratará del ejemplo de una
secuencia única, de inmensa improbabilidad, que evolucionó a partir de una
secuencia fortuita en el laboratorio.
En esta respuesta está implícito, desde luego, el supuesto de que hay una
secuencia de formas funcionales intermedias entre estructuras muy simples,
que podrían surgir por azar, y las estructuras sumamente complejas que
encontramos hoy. …"
El texto de Maynard Smith relaciona el problema planteado por Hoyle con
una clásica objeción anterior contra la posibilidad de evolución por selección
natural. Su respuesta repite el razonamiento de Dawkins, aunque muchos
biólogos evolutivos podrían matizar que la evolución no tiende a
proporcionar estructuras óptimas. La vida existe y, considerando que la
evolución ha resultado ser un proceso acumulativo, donde cada nivel de
complejidad se ha construido a partir de estructuras anteriores, los 3800 o
4000 millones de años que la vida lleva sobre este planeta han sido el único
tiempo posible, y estamos aquí. ¿Hasta qué punto las explicaciones actuales
aportadas por la teoría evolutiva que tienen su fundamente en la idea de
selección natural planteada por Darwin son suficientes? Estamos metidos
claramente en ese cálculo de probabilidades.
En cualquier caso, nadie defiende la idea de que la vida sea el resultado de
un tornado, una chatarrería y un increíble golpe de suerte. Las concepciones
más aceptadas indican que la evolución de la vida en la Tierra se produjo
paso a paso, detalle a detalle, de forma acumulativa. Los átomos se
agruparon en moléculas, algunas de las cuales acabaron por unirse entre sí
a lo largo de millones de años y llegaron a formar estructuras lo bastante
complejas como replicarse a partir de los materiales presentes en el medio.
Hay otra diferencia fundamental, un Boeing 747 se fabrica de modo
intencional, hay personas que elabora un proyecto y lo llevan a cabo. La
vida apareció por efecto de las mismas leyes fisicoquímicas que conocemos
en la actualidad, la casualidad queda minimizada por el inmenso lapso de
tiempo en que se acumularon cantidades enormes de moléculas muy
diversas en toda la Tierra y, al parecer, sin un propósito. Se trata de un
relato coherente con los conocimientos científicos actuales en el que falta
mucho por conocer.
Epílogo
En el caso de Fred Hoyle, las mismas virtudes que le llevaron al éxito fueron
la causa de su declive.
Entre sus aportaciones valiosas se halla sin duda el proceso de
nucleosíntesis en el interior de las estrellas y el esclarecimiento de buena
parte de la física de las galaxias. Pero a lo largo de su vida se adhirió a
ideas que fueron consideradas erróneas o directamente extracientíficas
incluso en su época: la teoría del estado estacionario fue considerada más
bien su forma de negarse a aceptar el Big Bang; la panspermia, su
oposición a la posibilidad de un origen de la vida en la Tierra, su metáfora
del Boeing 747, “un enorme malentendido”, sus afirmaciones sobre la
intervención de una inteligencia superior, como poco, una extralimitación
del ámbito científico.
Dos de sus citas más famosas, sobre el origen del universo y sobre el origen
de la vida respectivamente, pueden servir como muestra para ayudar a
completar el retrato de un personaje que tiene una abundante colección de
afirmaciones sorprendentes, contundentes y, a la luz de la ciencia actual,
inaceptables:

“Resulta evidente que se ha olvidado una componente en los estudios
cosmológicos. El origen del Universo, como la solución del cubo de Rubik,
requiere una inteligencia”.9

“Toda la estructura de la biología ortodoxa aún sostiene que la vida se
produjo gracias al azar. No obstante, a medida que los bioquímicos
profundizan en sus descubrimientos acerca de la tremenda complejidad de la
vida, resulta evidente que las posibilidades de un origen accidental son tan
pequeñas que deben descartarse por completo. La vida no puede haberse
producido por casualidad”. 10
Hoyle murió en el año 2001, a los 86 años de edad. Su gran autoconfianza
y de su impetuoso carácter acabó le fueron llevando a proponer hipótesis
progresivamente más y más audaces en la medida en que crecían su edad y
su temeridad. Sus teorías rozaron a menudo los límites de la ciencia y
acabaron por traspasarlos.
© sensio carratalà beguer
9
Hoyle, A. (1984). The Intelligent Universe (1983).
Hoyle, Fred y Wickramasinghe, N. Chandra (1981), Evolution from space.
10
Bibliografía
BONDI, H. AND GOLD, T. The steady-state theory of the expanding universe, Monthly
Notices of the Royal Astronomical Society, vol. 3, p.252 (1948).
FOWLER, WILLIAM. Fundación Nobel (http://nobelprize.org/).
GREGORY, JANE. Fred Hoyle's Universe. Oxford, GBR: Oxford University Press, UK, 2005. p
296-297.
HOYLE Y WIKRAMASINGHE. La nube de la vida. 1982. Crítica. Barcelona.
HOYLE, A.
New model for the expanding universe. Monthly Notices of the Royal
Astronomical Society, Vol.5, p.372 (1948).
HOYLE, A. (1984). The Intelligent Universe: A New View of Creation and Evolution (1983).
Michael Joseph Ltd.
http://site.ebrary.com/lib/universvaln/Doc?id=10233613&ppg=308. 2005. Oxford University
Press, UK.
https://en.wikipedia.org/wiki/Fred_Hoyle
https://es.wikiquote.org/wiki/Fred_Hoyle
MAYNARD SMITH JOHN. Los problemas de la Biología, página 81. 1986. Ed. Cátedra.
SHAPIRO, ROBERT. Orígenes. 1986, página 119. Ed. Salvat.
FRÄNGSMYR, TORE; Editor. EKSPÅNG, GÖSTA; Editor-in-Charge. From Nobel Lectures,
Physics 1981-1990, World Scientific Publishing Co., Singapore, 1993.