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RECENSIONES
«HACIA UNA ECONOMÍA
MUNDIAL SOCIALMENTE
SOSTENIBLE»
RAYMOND TORRES
MTAS, Colección Informes OIT
Madrid, 2002 (135 páginas)
El presente trabajo, que ha sido realizado
por Raymond Torres, director del Equipo
Especial para el Estudio por Países de las
Dimensiones Sociales de la Globalización, de
la OIT, es un estudio sobre el efecto social de
la globalización en siete países (Bangladesh,
Chile, República de Corea, Mauricio, Polonia,
Sudáfrica y Suiza).
El propósito del estudio es mostrar, en primer lugar, que el proceso de globalización
puede mejorar el nivel de vida pero que también entraña considerables riesgos, como el
aumento de las desigualdades de la renta y de
la inseguridad laboral y, en segundo lugar,
que los gobiernos tienen un importante papel
que desempeñar en la explotación de los
beneficios y en la reducción de los costes relacionados con la globalización.
Comienza el autor señalando que mientras algunos consideran que la globalización
impulsará una nueva prosperidad en la que
los países más pobres tendrán la posibilidad
de acortar distancias con la economía mundial, otros temen que afecte negativamente a
los trabajadores, ponga en peligro sus derechos sociales y aumente las desigualdades
sociales.
Señala el autor que es probable que exista
una relación entre la globalización, por una
parte, y la inseguridad económica y laboral,
por otra. A medida que los mercados son más
globales, incluso las empresas perfectamente
establecidas se encuentran en peligro, lo que
puede producir una sensación de inseguridad
en los trabajadores y en los empresarios afectados. Por otra parte, se ha vuelto técnicamente posible subcontratar algunas partes
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RECENSIONES
del proceso de producción a otros países, lo
que también puede ser una amenaza para la
seguridad del empleo. Y lo que es más importante, la ventaja comparativa es cada vez
más susceptible de sufrir cambios, hasta el
punto de que algunos observadores han acuñado el término «ventaja comparativa caleidoscópica»: el análisis basado en comparaciones internacionales realizado por el Equipo
Especial de la OIT confirma que cuanto más
abierta es la economía, más movimientos
intersectoriales de empleo pueden observarse.
Comenta el autor que, según la teoría económica convencional, en algunas circunstancias el comercio internacional debería contribuir a reducir la desigualdad de la renta en
los países en desarrollo y amenazar con
aumentarla en los países industrializados.
Las economías en desarrollo tienen, en comparación con los países industrializados, una
cantidad relativamente abundante de mano
de obra no cualificada, cuya demanda es probable que crezca a medida que aumente el
comercio entre los países en desarrollo y los
países industrializados, lo cual debería elevar, a su vez, los salarios de los trabajadores
no cualificados en relación con los salarios de
los cualificados y reducir así la desigualdad
de la renta. Teóricamente, al menos, sería de
esperar que ocurriera lo contrario en los países industrializados, pero los datos empíricos
inducen a pensar que el comercio apenas
influye directamente en la desigualdad de la
renta.
Más adelante comenta el autor que pueden aducirse principalmente dos razones
para explicar la causa por la que en muchos
países en desarrollo la liberalización del
comercio está aumentando la demanda relativa de trabajadores cualificados y reduciendo la de trabajadores no cualificados:
• Las nuevas tecnologías que están introduciéndose en el clima de intensificación de las presiones de la competencia
internacional tienden a exigir mano de
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obra más cualificada, mientras que la
demanda de mano de obra no cualificada disminuye.
• Es probable que la liberalización del
comercio estimule la demanda de bienes
intensivos en recursos naturales, que
son relativamente abundantes en
muchos países en desarrollo, lo cual
beneficiará a los propietarios de recursos naturales, así como a los ingresos de
la mano de obra cualificada, que es más
móvil que la mano de obra no cualificada. En cambio, los ingresos de la mano
de obra no cualificada, factor que es
relativamente inmóvil y específico de
cada sector, disminuirán en relación con
otros factores. Es así cómo la explotación y la transformación de los recursos
naturales pueden hacer que un país sea
más propenso a las desigualdades de la
renta.
Sin embargo, no ocurre así en todos los países examinados, por lo que señala el autor
que las estrategias destinadas a tratar de evitar las consecuencias distributivas negativas
de la globalización deben ir dirigidas a la
mejora de la educación de la población trabajadora.
Otro aspecto que considera el autor es el
que, en muchos países en desarrollo, la globalización ha ido acompañada de un aumento
de participación de las mujeres en la población activa. Sin embargo, comenta que no
parece que la globalización haya sido capaz
de reducir la discriminación sexual: la segmentación ocupacional no ha cambiado decisivamente y en muchos países las mujeres
continúan estando sobrerrepresentadas en
puestos de trabajo caracterizados por unos
salarios relativamente bajos, una elevada
inseguridad de empleo y malas condiciones
de trabajo.
Se afirma a menudo que el aumento de la
movilidad internacional del capital ha cambiado la relación de fuerzas entre el capital y
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el trabajo a favor del capital. Como la mano
de obra de un país parece relativamente más
fácil de sustituir por la de otros, es posible
que eso haya mermado el poder de negociación de la población trabajadora y es de esperar que disminuya la participación de los
salarios en el PIB. De hecho, ha disminuido
desde los años ochenta en los 15 países de la
Unión Europea salvo en dos.
A continuación el autor analiza la posible
relación entre globalización e inseguridad en
el empleo, señalando que de la misma forma
que la globalización afecta a la desigualdad
de la renta, también ejerce presiones sobre la
seguridad en el empleo, siendo ambos efectos
las dos caras de la misma moneda. Los trabajadores pueden verse desplazados por las
importaciones, por la tecnología ahorradora
de trabajo y por la IED (Inversión Extranjera
Directa). El aumento de la elasticidad de la
demanda de trabajo afecta principalmente a
los trabajadores poco cualificados, que tienden a tener poca movilidad y que, por tanto,
es más probable que sufran un alto grado de
inseguridad en el empleo.
plazados encontrar otro empleo. En cambio,
es probable que sea más difícil encontrar trabajo en un sector totalmente diferente, sobre
todo para los trabajadores que tienen un bajo
nivel de estudios, cuyas cualificaciones y
competencias suelen ser específicas del sector.
A continuación, el autor analiza las nuevas pautas de empleo, señalando que hasta la
década de 1970 el empleo asalariado se basó
en el modelo de una relación «típica» de
empleo, que tenía como características: una
empresa y un centro de trabajo vitalicios, un
contrato de trabajo indefinido, un empleo a
tiempo completo y un cierto grado de protección social y jurídica.
Generalmente se considera que la globalización es sinónimo de cambios de la posición
competitiva de las empresas en los mercados
mundiales y de la posición de los países en la
división internacional del trabajo. Estos cambios tienen repercusiones inevitablemente en
el trabajador, ya que el comercio puede provocar la creación de empleo en las industrias
en las que se encuentra la ventaja comparativa, pero pérdidas de empleo en las que compiten con las importaciones.
Comenta el autor que es difícil saber si la
globalización es responsable de los cambios
de las pautas de empleo, pero hay razones
para creer que existe alguna correlación. Los
datos de algunos países y sectores tienden a
confirmar la relación entre el empleo atípico y
la globalización. Sin embargo, esos resultados deben interpretarse con cautela, sobre
todo porque no indican claramente si es la
globalización en general o el comercio, en particular, la causa de la inestabilidad del
empleo. Es posible, además, que los trabajadores consideren que la movilidad intersectorial es positiva y no una manifestación de la
precariedad del empleo. Se concluye este
apartado apuntando a que, en conjunto, parece que, aunque los trabajadores muy cualificados aprovechan a menudo los tipos de
empleo atípicos, los que tienen menos cualificaciones los padecen.
El presente estudio se basa en el supuesto
de que los costes de ajuste relacionados con la
liberalización del comercio serán mayores
cuanto mayor sea la diferencia entre las necesidades de empleo de las ramas de actividad
en expansión y las pérdidas de empleo de las
ramas de actividad en declive. Cuando tanto
las ramas en expansión como las ramas en
declive pertenecen al mismo sector, normalmente es más fácil para los trabajadores des-
En cuanto a la relación entre impuestos y
globalización, señala el autor que la globalización puede mejorar las oportunidades
empresariales y elevar así la producción y los
ingresos del Estado. Por otra parte, puede
afectar también a la base impositiva de
varias formas. En primer lugar, la aplicación
de reformas comerciales, por medio de las
cuales se reducen significativamente los
aranceles, puede suponer graves pérdidas de
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ingresos para algunos países, especialmente
para los países en desarrollo cuyos impuestos
sobre el comercio representan un elevado porcentaje de los ingresos del Estado. En segundo lugar, la movilidad del capital y de las
empresas del sector financiero, así como de
los grupos de renta alta, ha aumentado considerablemente debido en parte a la liberalización de los movimientos de capitales y al cambio tecnológico.
Señala el autor que los resultados antes
descritos inducen a pensar que la globalización puede brindar nuevas oportunidades
empresariales y, por lo tanto, mejorar las
perspectivas económicas, pero que también
puede entrañar considerables costes de ajuste y correr el riesgo de aumentar las desigualdades de la renta y la inseguridad en el
empleo. Existe una creciente preocupación
por la estabilidad del empleo, ya que las
empresas se ajustan a las presiones provocadas por el aumento de la competencia internacional. Sin embargo, ninguno de los países
estudiados ha considerado la posibilidad de
adoptar medidas proteccionistas con respecto
al comercio y a la IED para resolver estos problemas. De hecho, parece que el reto es más
bien seleccionar la combinación correcta de
medidas para mejorar los rendimientos de la
globalización y reducir al mismo tiempo los
costes sociales. Los estudios de los países
muestran que, en contraste con la idea de que
los gobiernos son impotentes ante la globalización, las políticas interiores pueden influir
considerablemente en la relación entre la globalización y el progreso social.
Según el autor, a menudo se pasa por alto
el hecho de que para que se materialicen las
nuevas oportunidades empresariales que
brinda la liberalización del comercio y de la
IED, debe existir un entorno en el que los
individuos puedan innovar y crear nuevas
empresas para las que también existe un
mercado de productos apropiado
A continuación, el autor señala que los
análisis de la política de países concretos
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muestra que las medidas que se toman en los
ámbitos del mercado de trabajo y de las redes
de seguridad social no sólo son importantes
en sí mismas sino que también pueden contribuir a aumentar los beneficios derivados
de la globalización. En este sentido el autor
aboga por el reforzamiento de los cuatro pilares sociales:
El primero de ellos, la educación y la formación, constituye una respuesta a largo plazo a los retos de la globalización, ya que, entre
otros aspectos, uno de los motores de la globalización –el cambio tecnológico y la adopción de TIC (Tecnología de la Información y
las Comunicaciones)- tiende a elevar, como
ya se ha dicho, la demanda de mano de obra
cualificada en detrimento de la mano de obra
no cualificada. Por otra parte, existen pruebas de que el comercio va acompañado de un
aumento de la rotación laboral y de que es
probable que los trabajadores cuyas cualificaciones son específicas de las empresas o de los
sectores (a menudo los poco cualificados)
sufran más que los trabajadores que tienen
cualificaciones generalmente transferibles.
El segundo pilar lo constituyen las redes
de seguridad social, señalando el autor que
una red de seguridad social que funcione perfectamente desempeña dos funciones complementarias: garantizar la distribución justa
de los beneficios y de los costes relacionados
con la globalización y con la reestructuración
económica y aumentar el apoyo de los trabajadores al proceso de reforma.
La legislación laboral y las relaciones laborales suponen el tercer pilar. En este sentido
comenta el autor que, dado que la globalización presiona sobre el reparto de los recursos
entre los sectores, el empleo debe ser suficientemente adaptable para facilitar el ajuste. La capacidad de adaptación del empleo
puede ser «numérica», lo cual significa que los
niveles de empleo se ajustan a las variaciones
de la demanda y de la producción, pero también puede ser «funcional», lo cual significa
que el empleo se ajusta por medio de trasla-
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dos internos y de cambios en la organización
del trabajo.
El último pilar lo constituyen las normas
fundamentales del trabajo, que son importantes desde el punto de vista de los derechos
que comportan: eliminación del trabajo
infantil, abolición del trabajo forzoso, fomento de la ausencia de discriminación en el
empleo y libertad de asociación y de negociación colectiva.
En las observaciones finales que hace el
autor destaca el reconocimiento de la importancia del análisis de las interrelaciones
entre la globalización, el desarrollo económico y el progreso social, cuestiones que se analizan con demasiada frecuencia como si fueran fenómenos independientes, cuando están
cada vez más interrelacionados. Según el
autor, un enfoque integrado permitiría realizar un análisis más realista de la política, si
bien en la práctica plantea difíciles dilemas,
tanto a escala nacional como internacional.
En primer lugar, está la cuestión de la
secuencia o el ritmo relativo de las diferentes
reformas. Otra cuestión es el grado en que
pueden resolverse las desigualdades de la
renta y mantener al mismo tiempo los incentivos para innovar, invertir y crear empleo.
Por último, la volatilidad de los movimientos
de capitales influye poderosamente en el
empleo y en el progreso social de los Estados
miembros de la OIT, por lo que, en los futuros
debates internacionales sobre las cuestiones
financieras, comerciales y macroeconómicas,
la OIT podría asumir, según el autor, un
papel más importante a la hora de garantizar
que se tienen debidamente en cuenta las
dimensiones sociales y laborales.
Concluye el trabajo con un apéndice en el
que figuran los resúmenes de los estudios de
los diferentes países objeto del estudio.
El trabajo es interesante no sólo por su
valor en sí mismo sino también porque son
pocas las investigaciones que han centrado la
atención en la naturaleza o magnitud de los
costes de ajuste relacionados con la liberalización del comercio.
GUILLERMO RODRÍGUEZ FOLGAR
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