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16/12/2015
Fagos: Este virus podría curarte | Ciencia | EL PAÍS
BIOTECNOLOGÍA »
Este virus podría curarte
La industria biotecnológica empieza a probar terapias basadas en fagos, los virus que atacan a las bacterias
JAVIER SAMPEDRO
Archivado en:
10 DIC 2015 - 11:30 CET
Virología
Biotecnología
Investigación científica
Tecnología
Biología
Ciencias naturales
Ciencia
Con la importante excepción del jabón de
manos, las grandes herramientas de la
medicina contra las infecciones
bacterianas son obra de la madre
naturaleza. Los antibióticos son una
invención de los hongos para protegerse
de las bacterias, y de ahí que Fleming los
descubriera en el moho del pan. Pero fue
precisamente el gran empuje de los
antibióticos a mediados del siglo XX el
que condenó al olvido un descubrimiento
anterior, igualmente natural y al menos
igual de prometedor: los virus
bacteriófagos (o fagos, para abreviar)
Recreacíón de un bacteriófago. / SCIEPRO (GETTY IMAGES / SCIENCE PHOTO LIBRARY RF)
que se ganan la vida atacando a las
bacterias. Las crecientes resistencias a los antibióticos los han traído ahora de vuelta.
Este año se ha celebrado en Washington la primera gran conferencia
sobre terapias antibacterianas basadas no en antibióticos, sino en los
fagos, los virus naturales que atacan a las bacterias, organizada por el
Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID en sus
siglas inglesas), uno de los poderosos Institutos Nacionales de
Investigación (NIH) de Estados Unidos. Las biotecnológicas ya han
empezado a desarrollar estas terapias comercialmente, con unos cuantos
ensayos clínicos en fase I o II. El mayor es contra las infecciones de las
quemaduras, pero ya hay en el mercado otros fagos contra las bacterias
que contaminan la comida.
Se están abriendo
camino otros
enfoques que no se
basan en los fagos
completos, sino en
algunos de sus
componentes
aislados, como las
lisinas y las
tailocinas
Los fagos fueron descubiertos de forma independiente por el británico
Frederick Twort, en 1915, y el francés Félix d'Herelle, en 1917, aunque fue
este último quien acuñó el nombre bacteriófago (literalmente, que come
bacterias). Son las entidades biológicas más abundantes y diversas del
planeta: hay diez de ellos por cada bacteria que puebla los océanos. Los
más típicos consta de una cabeza, que contiene el ADN del virus, y una
cola que utilizan para reconocer a la bacteria, adosarse a ella e inyectarle
el material genético. Ry Young y Jason Gill, de la Universidad de Texas
A&M, han resumido en Science el estado de la cuestión.
La estrategia industrial convencional sigue siendo la misma que utilizó
D'Herelle originalmente: aislar fagos naturales de diversos entornos,
Investigadores del Instituto Eliava, en Georgia, especializado examinar su actividad contra las principales bacterias patógenas y
en fagos. / VANO SHLAMOV (AFP)
ponerlos a prueba como agentes antibacterianos en animales de
experimentación. Pero se están abriendo camino otros enfoques que no se
basan en los fagos completos, sino en algunos de sus componentes aislados, como las lisinas y las
tailocinas.
La mayor parte de los nuevos
http://elpais.com/elpais/2015/12/09/ciencia/1449684423_617874.html
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La mayor parte de los nuevos
agentes se están
desarrollando contra las
infecciones en las que las
resistencias a los antibióticos
suponen un problema grave
desde hace años, como las de
pulmón o riñón
Estas dos proteínas (enzimas) están implicadas en el mecanismo de
ataque del fago a su huésped bacteriano. Las tailocinas (de tail, cola en
inglés) forman la cola del fago, la estructura con la que se posan sobre su
víctima. Las lisinas rompen la pared de la bacteria para permitir que el
virus le inyecte el ADN en su interior. Ambas tienen efectos letales sobre
el huésped, y pueden manipularse por medios genéticos para redirigirse
contra una variedad de bacterias distintas.
La mayor parte de los nuevos agentes antibacterianos se están
desarrollando contra las infecciones en las que las resistencias a los
antibióticos suponen un problema grave desde hace años. Un buen
ejemplo es Pseudomonas aeruginosa, responsable de algunas infecciones
muy graves de pulmón y riñón extraordinariamente resistentes a los antibióticos. Otros ejemplos son
Staphylococcus aureus, causa común de infecciones de piel y respiratorias y responsable de algunas
intoxicaciones; y Clostridium difficile, causante de un tipo de colitis a menudo muy resistente a los
antibióticos.
Aunque hay varios candidatos a fármacos basados en fagos que han
llegado a ensayos clínicos de fase I (para determinar si el cuerpo los
tolera) o fase II (para establecer su eficacia a pequeña escala), el más
avanzado es el estudio Phagoburn para el tratamiento de las infecciones
que acompañan a las quemaduras. Está financiado por la Comisión
Europea, arrancó en 2013, implica a la biotecnológica francesa Pherecydes
Pharma y a una decena de hospitales franceses, belgas y suizos. Su
conclusión está prevista para junio del año que viene.
Algunos productos
basados en fagos
están ya en el
mercado para
ayudar a la
industria
alimentaria a evitar
contaminaciones
De hecho, algunos productos basados en fagos están ya en el mercado,
aunque no para tratar pacientes, sino para ayudar a la industria
alimentaria a evitar contaminaciones por las cepas bacterianas
Escherichia coli O157:H7 y Listeria monocytogenes. Los procedimientos regulatorios son menos
exigentes y prolongados en estos casos, ya que no se precisan ensayos clínicos.
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