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05 miopia ventas 23/4/07 14:39 Página 18 Latin Stock DOSSIER >> AUTOR: GARCÍA BOBADILLA, Luis Mª La miopía de las ventas La venta no es un trabajo o una profesión más, es especial, y como tal hay que abordarla. No obstante las empresas suelen mirarla con vista corta. A continuación se aborda la retahíla de miopías que afecta a la venta en la actualidad. Luis Mª García Bobadilla, Consultor y Profesor de la Universidad Europea de Madrid y de la Universidad Rey Juan Carlos | 18 18 TÍTULO: La miopía de las ventas FUENTE: “MK Marketing+Ventas”, Nº 224 Mayo de 2007. Pág. 18 DESCRIPTORES: • Cliente • Marketing • Ventas RESUMEN: En este artículo se ponen de relieve algunas de las miopías más importantes que afectan a la función de ventas en la actualidad, como el considerar el trabajo de ventas como uno más, el cortoplazismo, el ver esta actividad como algo que se ejecuta pero no se piensa, no invertir en ella, no entender que el cliente es el principal activo de la empresa, no saber relacionar los sistemas de remuneración del vendedor con los objetivos de la empresa, no adaptar de forma permanente la estructura de ventas a los cambios en el mercado, no conocer las palancas que generan los resultados de este departamento, no saber identificar y gestionar el conocimiento de ventas o pensar que la venta y el vendedor han muerto. 05 miopia ventas 23/4/07 14:39 Página 19 www.marketingmk.com ace ya varias décadas que Theodore Levitt escribió su famoso artículo “La miopía del marketing”, en el que acusaba a la función y a los responsables de marketing de miopía a la hora de analizar y comprender los mercados en los que operaban sus empresas, lo que llevó a muchas de éstas a su desaparición. Levitt iluminó con sus ideas aspectos de gran relevancia como la definición de la necesidad que se satisface y, por ende, el mercado en el que se compite que, a su vez, fija contra quién se rivaliza. Pero los genios también se equivocan y su visión de la función de ventas es igualmente la resultante de una gran miopía, quizás la suya propia, o la vigente en su tiempo y de la que no supo escapar: H “La producción en masa por cierto genera grandes presiones para mover el producto. Pero generalmente se hace hincapié en las ventas, no en marketing. Éste, siendo un proceso más refinado y complejo, se ignora. La diferencia entre marketing y ventas es más que una mera cuestión de semántica. La venta se concentra en las necesidades del vendedor, mientras que marketing lo hace en las del comprador. La primera busca satisfacer la necesidad del vendedor de convertir su producto en dinero efectivo; el marketing se basa en la idea de satisfacer las necesidades del cliente por medio del producto y de toda la gama de aspectos relacionados con la creación, la entrega y, finalmente, el consumo del mismo.” ¿Persiste hoy esa miopía sobre las ventas? o ¿quizás otros tipos? La respuesta es sí. El objetivo de este artículo es poner de relieve algunas de las más importantes miopías que afectan a la función de ventas en la actualidad. Nº 224 • Mayo de 2007 Considerar el trabajo de ventas como uno más Ventas no es un trabajo o profesión más, sino la única función que aporta ingresos a la empresa; tiene unas características muy especiales: entorno muchas veces hostil, lucha permanente contra el no, lejos de la oficina (viajes, hoteles...), etc. El puesto de director de ventas, en general, exige haber sido “cocinero antes que fraile”: hay que conocer, vivir, y saber cómo piensan y actúan los vendedores, hay que ser de los suyos. Ventas es un trabajo de dirección de personas, de motivación, formación y desarrollo, de conocer bien el mercado, los clientes, la empresa, de empezar desde abajo e ir creciendo y madurando poco a poco. Hoy, lamentablemente, en la mayor parte de las empresas estas circunstancias no se dan, tenemos los vendedores de abajo, nada en el medio, y los supervendores de arriba. No hay cantera, ni formación (“cuánto más sudas en la paz, menos sangras en la guerra”), no hay liderazgo (muchos directivos de ventas están en sus despachos, no en la primera línea de fuego con su gente), no hay compromiso (¿cómo pedirlo con contratos de tres meses renovables por otros tres, y con salarios o comisiones insultantes?), no se percibe lealtad de la compañía hacia sus vendedores, puesto que todos los empleados son hoy reemplazables y nadie es insustituible ni necesario. Ventas es un trabajo especial, diferente, las empresas que no tienen esta dolencia (miopía) consiguen que sus vendedores amen la compañía. Señor directivo ¿cuánto aman sus vendedores a su organización? El cortoplazismo El trabajo de ventas se refleja diariamente en una cifra, listado u hoja de cálculo de un ordenador. Y siempre es una pelea contra ese número que, además, se puede comparar con la de todos los vendedores, los objetivos, con el año pasado, de forma diaria, mensual, acu19 | 05 miopia ventas 23/4/07 14:39 Página 20 DOSSIER >> Ventas es una función también equiparable a una máquina y, como tal, necesita ser mantenida, engrasada, reparada, mejorada, adaptada a las necesidades de la empresa mulada, etc. Asímismo, como ventas es el oxígeno de la empresa, hay presión e interés en tener mucho y cuanto antes. Todo el mundo se cree con derecho y conocimientos suficientes para recomendar y opinar sobre esta función, mientras que piensa, con razón, que para hacerlo sobre finanzas o contabilidad hay que tener la sabiduría necesaria para ello, o incluso mejor mantenerse al margen. El cortoplazismo en ventas es un cáncer que lleva a tener oxígeno para hoy, pero aire contaminado para mañana. Ésta es la cuestión, la miopía ecológica a la que una empresa se enfrenta. Los clientes son el presente, pero sobre todo el futuro de la compañía. Todo esto lo sabe bien un agricultor, que planta un árbol y tiene que darle tiempo y trabajarlo de forma adecuada para al final recoger los esperados frutos. ¡Los vendedores son como los agricultores! Ver las ventas como algo que se ejecuta pero no se piensa Ventas es vista como un brazo que implementa los planes de marketing y éste, que es su trabajo, debe hacerlo bien. Se desprecia así la función estratégica que tiene dentro de la dirección de la empresa. Además, está en contacto con los clientes, conoce el mercado, la competencia y la empresa, es evidente su capacidad para aportarle visión, misión y pensamiento estratégico. Desconocer, o no utilizar esta potencialidad, es tirar recursos preciosos y de gran valor. No invertir en ventas Ventas es una función también equiparable a una máquina y, como tal, necesita ser mantenida, engrasada, reparada, mejorada, adaptada a las necesidades de la empresa. En caso contrario, se quedará obsoleta y será en poco tiempo improductiva e inservible. Esto lo entiende todo directivo al dedicar el dine- | 20 ro necesario en su compra, mantenimiento y renovación. Si ventas es una máquina y un activo básico para la compañía, ¿por qué se escatiman recursos a la hora de invertir en que sea más y más productiva? Ésta es otra de las lamentables miopías que invaden a la dirección de muchas empresas. Las que no tienen este problema, entienden que ventas es un recurso estratégico, uno de sus activos más preciosos (junto con sus marcas y sus clientes) y actúan en consecuencia, cuidando, mimando e invirtiendo en ventas, salarios, incentivos, formación, selección, herramientas informáticas y de comunicaciones, etc. Para estas compañías no son gastos, sino inversiones para obtener más rentabilidad. ¿Cómo es posible entonces que haya directores que quieran ahorrar en ventas? No entender que el cliente es el principal activo de la empresa Sin clientes no hay empresa, ni presente, ni mucho menos futuro. Todo en la compañía tiene que girar en torno y para los clientes. Perder uno es un drama que daña lo más sensible de su estructura; ganarlo, mantenerlo, potenciarlo o fidelizarlo es la mayor garantía de un presente y un porvenir de éxito. ¿Cuál es la función o estructura que se relaciona en primera instancia con los clientes? La respuesta es ventas. En consecuencia, si se quiere que éstos reciban lo mejor de la compañía, y esto se hace a través de los vendedores, ¿no será necesario que estos profesionales estén realmente comprometidos con la empresa? Por otro lado, ¿cómo saber si los clientes están de verdad satisfechos con lo que reciben de la empresa? Muy sencillo, ¡preguntándoselo! ¿Hay un sistema que permita seguir la evolución de su grado de satisfacción?, y en el caso de que exista ¿se utiliza para algo?, ¿sirve para mejorar o para poner al cliente en el centro de la actividad empresarial? Y finalmente otra cuestión: ¿los clientes son del vendedor o de la empresa? Nº 224 • Mayo de 2007 05 miopia ventas 23/4/07 14:39 Página 21 www.marketingmk.com No saber relacionar los sistemas de remuneración del vendedor con los objetivos de la empresa Para muchos directivos hay dos tipos de discursos: los estratégicos y los económicos, lo que resulta fatal para la gestión del área de ventas y es una incoherencia que siempre da como ganador al económico. El trabajo de ventas es suficientemente duro como para que el vendedor también tenga que solucionar e integrar estas disonancias. Si, por un lado, la empresa quiere hacer nuevos clientes, introducir otros productos y que la satisfacción de los compradores aumente pero, por otro, el sistema de remuneración del vendedor sólo depende del volumen de ventas, los cálculos de este profesional resultarán absolutamente claros, y su conducta también; sólo irá dirigida a la consecución de volumen. ¡Es así de sencillo! La solución es igualmente simple: acompañe su discurso estratégico del correspondiente económico. No conocer los verdaderos inductores que generan los resultados de ventas Todo directivo de ventas tiene la obligación de saber con precisión cuáles son las palancas que impulsan las ventas de su empresa y, además, conocer el grado de importancia y cómo se interrelacionan entre sí para conseguir en todo momento la máxima capacidad de vender (MCV). Desconocer estos inductores es lo que lleva a las empresas, por ejemplo, a subestimar la importancia de una buena selección de ventas (conozco alguna en la que no entra nunca un vendedor sin haber sido también entrevistado por el director general, indicando así la relevancia de esta cuestión), o a sobrestimar la tecnología, pensando que ésta lo arregla todo (como los CRM´s, etc.). La comprensión de cuáles son los inductores y su importancia relativa hace que la empresa se centre precisamente en ellos de forma que al vendedor no se le transmitan más los trasnochados mensajes de “¡aquí hay que Ya no hace falta probar que todo cambia y, además, a un ritmo vertiginoso; si se sabe que los clientes, la competencia y, en definitiva, el mercado se modifican de forma permanente; y si ventas es la función que está a pie en este último, la consecuencia parece obvia: ventas tiene que cambiar y adaptarse. Ésta es otra de las miopías empresariales. Una vez diseñada (o heredada) una estructura de ventas, ésta ya no se cambia, no se somete a revisión periódica para ver dónde es necesario quitar, añadir o modificarla. Las empresas que saben que esto es importante son eclécticas, usan indistintamente agentes, mayoristas, distribuidores, redes de vending, externas (outsourcing), redes o personal propio, y esto dependiendo de para qué marcas o mercados geográficos. No prejuzgan sobre qué es lo bueno o malo, sencillamente en cada circunstancia usan la estructura flexible adecuada para conseguir los objetivos empresariales. Revisan de forma permanente su estructura de ventas y nunca la dan como concluida. Nº 224 • Mayo de 2007 Latin Stock No saber adaptar de forma permanente la estructura de ventas a los cambios en el mercado Las empresas no deben prejuzgar sobre qué es lo bueno o malo, sino usar en cada circunstancia la estructura flexible adecuada para conseguir los objetivos empresariales, y usar indistintamente agentes, mayoristas, distribuidores, redes de vending, etc., según las marcas o mercados geográficos. 21 | 05 miopia ventas 23/4/07 14:39 Página 22 DOSSIER >> vender más!”, “¡se debe estar más motivado!”, “¡menos oficina y más calle!” “¡los clientes siempre quieren lo mismo!”, etc., y se le pida, en su lugar, que “haga más visitas”, “venta cruzada”, que trate de “gestionar la ruta de manera que haya más entrevistas efectivas”, que “mejore sus técnicas de cierre”, que “participe más activamente en su formación”, etc. En conclusión, no conocer la fórmula que lleva a la máxima capacidad de vender (MCV) es como estar al timón en un barco sin conocer la reglas básicas de una buena y segura navegación. Complemento de esta miopía es desconocer qué es lo que se vende; sí, muchas empresas piensan que comercializan productos, tremenda miopía que no les deja ver que cada vez se venden menos artículos y más servicios. No saber identificar y gestionar el conocimiento de ventas Está de moda, y es importante, la gestión del conocimiento en las empresas. Lamentablemente cuando se habla de éste, en general, se piensa en conocimiento informático, métodos de producción, o fórmulas de producto, etc., pero pocas veces se mete en este cesto el conocimiento de ventas. Éste es, sin embargo, de gran importancia para la gestión exitosa de los clientes. No es cierto que un vendedor que comercializa bien un producto en un mercado pueda, automáticamente, hacer lo mismo con otro artículo en otro diferente. Necesita acopiar primero y comprender después el conocimiento que se puede denominar “intrínseco, o no externalizable, o no empaquetable”, que está en la cabeza de los vendedores. Hoy las empresas que no están aquejadas de esta miopía, gracias a las tecnologías de la informática y las comunicaciones, han volcado la mayor parte de este conocimiento en bases de datos que se quedan en la empresa cuando un vendedor se va, y que pueden usarse para fertilizar al resto del equipo de ventas. La gestión de este conocimiento es así una herramienta para potenciar el rendimiento de los vendedores, lo que requiere varias condiciones: recopilar el conocimiento, actualizarlo de forma constante, hacerlo accesible a los vendedores desde cualquier lugar, las 24 horas al día y los 365 días al año y, finalmente, tener siempre en cuenta la máxima de que al vendedor no sólo se le deben pedir cosas, datos, infor- | 22 mación, etc., también hay que darle, devolvérselos para su uso, control y mejora personal. Pensar que la venta y el vendedor han muerto Quizás la miopía más grave, y la que posiblemente está en el origen de todas las demás, es pensar que el vendedor o la venta han muerto. Hay directivos que piensan que ya no se vende, sino que se negocia, que se llega a acuerdos con los clientes; están instalados en la vieja concepción de las ventas, no perciben que la negociación ha sido y es una de las etapas de la venta, fundamental, pero sólo una fase, y que vender es, precisamente, llegar a acuerdos con los clientes. Su razonamiento es sencillo, sobre todo en el sector del gran consumo; cada vez hay menos clientes, y se llega a acuerdos que se firman una vez al año (plantillas comerciales), con todo negociado. Además, las tiendas no pueden comprar, puesto que todo se pacta en la central. La conclusión es, por tanto, que no se necesitan vendedores. Se confunde de forma grave en esta miopía la necesidad de que cambie el rol del vendedor con su no necesidad. Lo que ocurre en estas circunstancias es que el papel del comercial se hace más complejo y difícil, pues se convierte en un gestor, consejero del cliente y en un experto en el punto de venta sobre el papel que juega su producto en ese establecimiento, sobre el trabajo de su marca dentro de la categoría de mercado para ayudar así a su cliente a obtener la máxima rentabilidad. Además, se sabe que las plantillas comerciales no siempre se ejecutan de forma correcta y completa, y también que el contacto con los jefes de sector o sección es fundamental, debido a su autonomía para decidir ubicaciones, exposición, promociones y acciones de animación en el punto de venta, etc. Si usted no controla el punto de venta, ¡dése por muerto! La venta y el vendedor continúan siendo necesarios pero, claro, ha cambiado su contenido, su papel, y así seguirá siendo. Una buena noticia para acabar: la miopía hoy se cura con una breve y sencilla operación. ● 22 Nº 224 • Mayo de 2007