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plantas hidrófilas que están siempre en lugares en que no las falta
el contacto del agua. Pero si la parte de la hoja que se divide en
filamentos está resguardada, puede resistir una relativa sequía y
servir al propio tiempo como esponja que retiene el a g u a : en algunas Scapania y Madotheca
el lóbulo anterior de las hojas emite
cerca de la inserción unos filamentos que descienden por delante
del tallo y están recubiertos por la hoja inmediata inferior, y en
muchas Lophozia es la parte posterior de la hoja la que tiene filamentos que, entremezclándose con los que arrancan de los anfigastrios, forman un tomento en la cara ventral de la planta aplicada al
sustrato.
Son frecuentes en las Hepáticas foliosas las especies que tienen
hojas conduplicadas siempre con el pliegue de la duplicadura o
quilla hacia abajo: en la mayoría de las Raduláceas y Lejeunáceas,
tanto la parte anterior o lóbulo dorsal como la posterior o lóbulo
ventral, están largamente insertas en el tallo por el borde interno,
y además la quilla es oblicuamente ascendente. S e forma así una
bolsita en el ángulo inferior de la hoja, que está constituida por el
tallo y el ángulo diedro del pliegue de la hoja. Esta bolsa acuífera,
abierta hacia arriba, es en ocasiones muy aplanada (fig. 104 a); pero
hay especies que la presentan muy abombada, redondeándose la
quilla, y hasta en algunos casos (fig. 104 b) la hoja es casi una esfera hendida en la parte superior. En cambio, en muchas especies el
lóbulo ventral o posterior es tan pequeño, que la bolsa parece formada por un simple abarquillamiento del ángulo inferior de una
hoja simple (fig. 104 c). Bolsas acuíferas formadas de este modo,
es decir, por abarquillamiento hacia atrás y arriba del borde inferior de una hoja simple (no bilobulada conduplicada), las presenta
la Noweília
curvifolia.
Las Frullaniáceas son las Hepáticas que tienen especies indígenas que presentan sacos acuíferos
simples. Las más comunes en
nuestros climas son la Frullania dilatata y la Frullania
tamarisci. S e constituyen los sacos por el encorvamiento hacia abajo del
lóbulo inferior o ventral, formando un capuchón que en la primera
de las especies citadas tiene figura hemisférica, y en la segunda,
de un saco alargado y estrechado un poco por encima de la boca
(fig. 104 d). Llama la atención que la abertura del saco acuífero
sea basipetal, pero esto queda explicado considerando que las Frullanias son casi todas corticícolas, no tienen geotropismo negativo,
como la mayoría de las plantas, y sus céspedes se extienden lo
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