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Rx La ruptura de un aneurisma, cualquiera sea la zona donde se encuentre, produce un dolor muy intenso y una hemorragia interna que puede ser fatal. Aneurismas Dilatación riesgosa Formados en un área debilitada de una arteria, los aneurismas son asintomáticos en 90% de los casos. Aunque algunos están presentes desde antes de nacer, se sabe que la hipertensión y el tabaco son factores importantes de riesgo / María Cristina Sanhueza 22+SALUD Rx aneurismas 7% La repentina ruptura de un aneurisma abdominal cobró –un día de 1955 en Princeton, New Jersey– la vida de Albert Einstein, Premio Nobel de Física en 1921, considerado por muchos el más importante científico del siglo XX. Entonces no existían los recursos quirúrgicos de hoy para atender la patología. Consecuencia de la debilidad o degradación de la pared arterial, el aneurisma es una dilatación o distensión –en forma de globo o bolsa– que altera la estructura normal de una arteria. Si el ensanchamiento causado por la presión de la sangre circulante llega a romper la arteria, se produce una hemorragia que –en 50% de los casos– lleva al paciente a la muerte. Una cirugía programada a tiempo tiene, en cambio, 98% de éxito. Localizaciones comunes Los aneurismas más frecuentes son los formados en la aorta abdominal y en las arterias que irrigan el cerebro. Otras localizaciones comunes son el ventrículo cardíaco izquierdo y las arterias poplítea (detrás de la rodilla), mesentérica (en el intestino), esplénica (en el bazo) e ilíaca (en la raíz del muslo). En el caso de la aorta, la arteria mayor (cerca de 2,5 centímetros de diámetro), encargada del transporte de la sangre desde el corazón a todo el organismo, el aneurisma puede aparecer tanto en el sector que asciende desde el ventrículo izquierdo y baja hacia el tórax (aneurisma torácico), como en el que se encuentra a la altura del abdomen (aneurisma abdominal), la mayoría de las veces debajo de las arterias renales. “Se trata generalmente de una bola tapizada de grasa y rellena de sangre”, precisa Alfonso Benedetti, cirujano cardiovascular del Instituto de Clínicas y Urología Tamanaco. Dado que la sangre circula en forma lineal, al toparse con “turbulencia” dentro del aneurisma es posible que desprenda pedacitos de coágulos que podrían transitar hacia las ramas terminales de las arterias, como las situadas en las extremidades inferiores, explica el especialista. En esos casos de los mayores de 60 años tiene un aneurisma abdominal. Para detectarlo a tiempo es fundamental practicarse un eco anual –muy poco frecuentes– sólo se puede esperar a que el proceso se autolimite. Si ocurre en el cerebro, los microcoágulos pueden provocar un accidente cerebrovascular isquémico (interrupción del suministro vital de sangre a cualquier parte del cerebro). Atender los síntomas El 90% de los aneurismas son asintomáticos hasta que ocurre una ruptura, precisa Benedetti. “Constituye un verdadero hallazgo cuando el paciente se hace una radiografía de tórax de rutina o un eco abdominal para descubrir otras anomalías y aparece sorpresivamente la concha de un aneurisma”, señala el especialista. La ruptura de un aneurisma, cualquiera sea la zona donde se encuentre, produce un intensísimo dolor y una hemorragia interna que puede ser fatal. “De no ser atendida a tiempo las consecuencias son catastróficas”, advierte Benedetti. En cuanto a los aneurismas que se hacen sentir –por presión contra órganos, nervios u otras arterias–, la sintomatología varía según su tipo, tamaño y ubicación. Aneurismas abdominales. Son cuatro veces más frecuentes en hombres que en mujeres, por razones aún desconocidas. Benedetti precisa que 7% de los mayores de 60 años tiene un aneurisma abdominal. Para detectarlo a tiempo es fundamental practicarse un eco anual. 23+SALUD Rx aneurismas Entre los síntomas que pudiera desatar un aneurisma abdominal se cuentan: • Náuseas y vómitos. • Dolor abdominal de intensidad variable. • Dolor en la espalda o en los flancos. • Masa pulsátil (descubierta durante el examen físico si la persona es delgada). • Pulsaciones anómalas en la pared del tórax. Aneurismas cerebrales. De 65 a 70% de quienes tienen un aneurisma en el cerebro experimentan una ruptura, y sólo 20% de los que sobreviven se recuperan totalmente, advierte Ernesto Carvallo Cruz, neurocirujano de la Clínica El Ávila. De ahí la importancia de un diagnóstico oportuno y acertado: si el aneurisma no se ha roto y las condiciones del paciente son favorables, la reparación quirúrgica exitosa en el cerebro alcanza 95% de los casos. Entre los posibles síntomas que tornan imperiosa la consulta médica para descartar un aneurisma cerebral se encuentran: • Dolor de cabeza, especialmente si se presenta un cambio en el patrón de dolor habitual. • Náuseas y vómitos. • Caída del párpado y dilatación de la pupila. • Pérdida de la visión o estrechez del campo visual. Origen no esclarecido El punto de partida de un aneurisma congénito –más común en el cerebro– es un defecto en la formación de la pared arterial durante el desarrollo embrionario. En cuanto al aneurisma formado a lo largo de la vida (la mayoría de los casos), aunque no se conocen con certeza las causas directas, se define la patología como de orden multifactorial. Se habla de factores de riesgo y de medidas de prevención. La hipertensión –presente en enfermedades cardiovasculares y de diversos órganos– ocupa un lugar preponderante de riesgo junto al tabaco, que endurece las paredes arteriales y contribuye a la hipertensión. Como fuente de aneurisma aórtico se destaca la ateroesclerosis (acumulación de depósitos grasos 24+SALUD en las paredes arteriales), la diabetes mellitus (por alteraciones en el metabolismo de las grasas), la predisposición familiar (en grupos con tendencia a la hipertensión), los traumatismos en zonas del árbol arterial y las infecciones causadas por válvulas cardíacas artificiales u hongos y bacterias en la pared arterial. Reparación quirúrgica Contrariamente a la suposición común, los aneurismas no se extraen como si se tratara de un apéndice. Si son pequeños (menores de 5 centímetros) y sin riesgo de ruptura, se mantienen bajo observación. Si son muy grandes, fisurados o sangrantes deben ser reparados quirúrgicamente, bien sea con cirugía directa (o convencional) o por vía endovascular. Cerebral. Aunque obviamente tiene el riesgo de la cirugía mayor que implica una craneotomía, la modalidad quirúrgica convencional en el cerebro Rx aneurismas ¿Cómo se diagnostican? Detectados en el pasado en la mesa de autopsia –no había manera de hacerlo en vida–, sólo desde mediados del siglo XX empezaron a surgir los recursos técnicos que hoy permiten descubrir la presencia de los aneurismas. En el caso de un aneurisma aórtico (abdominal o torácico): radiografía de abdomen o de tórax, eco abdominal, tomografía computarizada con contraste intravenoso, resonancia magnética y aortografía (introducción de un catéter dentro del árbol arterial e inyección con material de contraste). Para un aneurisma cerebral: resonancia magnética con arteriografía, arteriografía convencional y cateterismo cerebral con medio de contraste revelador de la circulación arterial, capilar y venosa. Aún así, 5% de los pacientes escapa del diagnóstico. –precisa Carvallo Cruz– es hoy una técnica rutinaria. Consiste en trancar con un clip el cuello del aneurisma, un procedimiento con el que se logra una corrección completa. En cuanto al método endovascular –cada vez más solicitado–, la obliteración se efectúa mediante una especie de hilo de plata conducido hasta el aneurisma por cateterismo, a través de una pequeña incisión que no deja cicatriz. Los resultados con las técnicas de microcirugía son satisfactorios en 95% de los pacientes. Sin embargo, “algunas morfologías exigen cirugía abierta”, subraya el neurocirujano. Abdominal. La cirugía abierta o convencional en el abdomen consiste en abrir el aneurisma y sustituir el segmento afectado de la arteria por una prótesis de dacrón impermeabilizada, explica Benedetti. La técnica endovascular, parecida a la coronaria, implica una incisión en las femorales (previa tomo- grafía), por la que se introduce un tubo donde va montado un stent (especie de malla metálica que se abre como un pequeño paraguas en el lugar del aneurisma y lo aísla). Ambos procedimientos son efectivos y su elección depende de la particularidad de cada caso, señala el especialista. La cirugía endovascular resulta especialmente atractiva porque no exige abrir el abdomen y la recuperación es casi inmediata (a los tres días el paciente está en casa), mientras que la intervención convencional resulta un tanto más económica. El pronóstico postratamiento es generalmente excelente y pacientes intervenidos hace 25 años se encuentran hoy en perfectas condiciones. • F u e n t e s c o n s u lta d a s º Alfonso Benedetti, cirujano cardiovascular. Instituto de Clínicas y Urología Tamanaco (Urológico de San Román). º Ernesto Carvallo Cruz, neurocirujano. Clínica El Ávila. º www.texasheartinstitute.org / medlineplus.com. 25+SALUD