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Hacer comunidad allí donde estamos Duración: 4 horas Edad: adultos Tipo: tema Participantes: gran grupo Ámbito: educación de la fe Palabras clave: colaboración, participación, consenso, ámbito público comunidad humana, democracia, diálogo, Objetivos Conocer la naturaleza y la importancia de la comunidad troncal (vecinal) y sus dimensiones sociales y espirituales. Abrir entre todos vías y adquirir compromisos para generar comunidad y democracia participativa allí donde estemos, más allá de los grupos de afinidad, para llevar a la práctica la transformación personal y social en los valores de la justicia, la solidaridad y la concordia. Conocer la naturaleza y la práctica del diálogo, del consenso y de la acción no violenta. Contenidos Conocer: Nuestra comunidad inmediata y comunidades mayores (país y mundo): qué es el ámbito público, la democracia participativa, cómo organizar la sociedad y regenerar las comunidades humanas a las que pertenecemos: el hogar, la vecindad, el barrio, el municipio, el país, la nación y el mundo. Actuar: Cómo podemos instaurar una nueva cultura del diálogo y la concordia y unir la fuerza cordial del pueblo para restaurar la justicia, la solidaridad y la sostenibilidad desde una nueva democracia participativa. Cómo llevar a la práctica el consenso. Las diferentes espiritualidades de los distintos grados de comunidad a los que pertenecemos. Cómo regenerar las liturgias colectivas para hacerlas más vivas, creativas y participativas. Cómo llevarlo todo a la práctica en iniciativas sociales nuevas y otras existentes. Metodología Introducción teórica (1 hora aprox.) Coloquio: preguntas, comentarios. Práctica en grupos pequeños por vecindad: hacemos consenso a partir de proponer compromisos concretos. Puesta en común (portavoz de cada grupo). Celebración. Material y recursos Pizarra Mural para pegar propuestas Papel y bolígrafos Espacio para hacer grupos de máximo 10 personas (y si hace falta, sillas) Material para la misa Fuentes de información: “Fundació Randa”: Proyecto social del movimiento para el “Arbre d’Assemblees del Poble”: www.troc.es/randa/ “Fundació Bofill”: Ventana Abierta n.º 31; “Los consejos vecinales y sectoriales de Sitges, una experiencia de Agenda 21”. Documentos y artículos complementarios sobre comunidad humana, consenso y democracia participativa en www.assemblea.org (apartado de “fundamentos”). Primeras experiencias de asambleas municipales en www.cardedeu.org/assemblea y www.sitges.org/comvolemsitges Desarrollo: En la introducción teórica se exponen los contenidos antes indicados. Se entrega un documento que recoja las principales ideas de la exposición. En el coloquio todos pueden profundizar en las ideas expuestas y enriquecerlas. Se aplica un procedimiento práctico para el trabajo en grupos, con el fin de plantear un tema determinada o acciones y compromisos de futuro y buscar el consenso general. Finalmente, un portavoz de cada grupo pone en común sus acuerdos para buscar un consenso general. En la celebración daremos como ofrenda los acuerdos del consenso general. Autor de esta ficha: Lluís Planes ANEXO LOS 4 PILARES PARA UNA SOCIEDAD EN ARMONÍA Y PLENITUD: COMUNIDAD HUMANA, ECONOMÍA, ECOLOGÍA Y ECUMENE Comunidad humana y espíritu A muchas personas ya no nos vale el sistema social, económico, político y de relación humana actual. Tampoco la actual democracia: es insuficiente. La política se ha alejado demasiado del pueblo, no hay mecanismos de información, diálogo y decisión pública permanentes y plenos: no se genera voluntad colectiva sobre los temas públicos, mientras la degradación ambiental, humana y cultural crece día a día. La gente no se conoce, vive sola y aislada, esclavizada por un sistema económico injusto e insolidario, cuando la riqueza del mundo es inmensa. Hemos perdido buena parte de nuestros municipios y comarcas y el mundo occidental en general, la comunidad, la dimensión pública, colectiva. Hay personas individuales y también personas colectivas, que son comunidades humanas: el hogar, la familia, el barrio, la comunidad de un municipio, de una comarca, un país, una nación, un continente, una civilización, hasta la comunidad humana mundial, que es una comunidad de naciones o de civilizaciones. Cada persona colectiva no está formada por individuos, sino por las comunidades menores que la integran, que también son personas colectivas. Sólo la comunidad de hogar está formada por personas individuales. Podemos decir que toda persona individual y colectiva tiene 4 dimensiones principales: objeto, sujeto y alma, además de su historia. ACONTECIMIENTO OENTOS estética arte psíquico SUJETO (fenómenos, historia,lógica experiencias) ciencia técnica SER, PERSONA individual y colectiva (voluntad libre, soberanía, sentimientos) mítica alma mística OBJETO idea (cuerpo, cultura, firmas) metafísica ética ESPÍRITU (esencia, síntesis, amor) Así como el sujeto individual se expresa por medio del gesto y la palabra, de las opciones vitales grandes o pequeñas, el sujeto colectivo, la voluntad colectiva, necesita un espacio común para expresarse: la Asamblea de cada comunidad. Si no, no hay opción para el diálogo, para la decisión conjunta, para la expresión soberana del pueblo. Tal como como nuestra alma (nuestra esencia profunda, inmaterial, misteriosa, aquello que nos hace seres animados –animales) necesita de nuestro cuerpo, de la carne para expresarse (el conjunto armonioso de nuestros billones de células en permanente consenso amoroso), este vínculo inseparable entre el espíritu y la materia es preciso en cualquier nivel de existencia, también para las almas colectivas: el alma de una familia, un barrio, un municipio o un país, necesita de un espacio donde sus “células” integrantes se reúnan de común acuerdo para establecer su consenso: aquello que todos consideran grato para el bien común. He aquí el simple y maravilloso vínculo entre comunidad humana, espíritu del pueblo y democracia: la expresión del consenso que mana de la fuente de la concordia. En el dibujo anterior observamos cómo el espíritu participa por igual del objeto y del sujeto de cada ser, en cambio, no lo hace de los fenómenos. Si el espíritu es la unión profunda de todo con todo, los fenómenos son la competencia y el choque permanente, la libertad de actuación del hombre. El fin último de nuestra tradición cristiana radica en actuar en el mundo fenoménico según la inspiración divina del Espíritu: convertirnos en instrumentos del Reino, de la paz profunda, del amor fraterno; meras marionetas movidas por la mano de Dios. Decir este sí radical a los dones y carismas de cada cual, a la entrega por los otros, a la lucha social (la lucha por los diferentes colectivos) nunca es fácil, porque cada vez, aquella silenciosa voz interior de la que hablaba Gandhi nos pedirá más y más, hasta pedírnoslo todo, quizá hasta la vida. Decirle sí, a pesar de la visión fenoménica puede resultar a veces muy costoso, amargo y conflictivo, desde la visión profunda del espíritu es la salvación, la libertad (absoluta), el paraíso, la plenitud y el goce eternos aquí y ahora. La comunidad humana la constituyen las vivencias colectivas, el psiquismo vecinal, común, público. Si se exagera por mucho, se cae en el intrusismo, en el cotilleo excesivo; si se exagera por demasiado poco se cae en el aislamiento, en el desconocimiento mutuo, en el vecino desconocido, en la disgregación de la comunidad. Hay comunidades de afinidad y sectoriales (pandillas de amigos, asociaciones, empresas, grupos que piensan igual, con intereses comunes, etc.), muy ricas y positivas, pero insuficientes para cambiar de raíz el sistema actual –por ello las permite-- y comunidades troncales: la vecindad, desde el hogar a la nación y el mundo, pasando por todas las escalas territoriales. Éstas son las fuertes, la sede de la soberanía popular y de la fuerza del pueblo. Si no hay concordia no hay comunidad, término que significa “con regalos mutuos” (todos hemos probado el placer de la comunión espiritual (ecumene) entre personas y entre comunidades, de la “guerra de favores entre personas” –¡eso ya lo hago yo!--: un placer infinitamente más elevado y grande que el del mayor poder económico, social o político). El espacio público es sagrado, porque pertenece a más de una persona y, por lo tanto, es preciso respetarlo incluso más que el propio espacio privado. No ensuciarlo con ruido, suciedad, enriquecimiento personal, etc. Para alcanzar la justicia social y la sostenibilidad ambiental y cultural es imprescindible reconstruir el desaparecido ámbito público: el espacio del pueblo, absorbido –especialmente desde la revolución francesa-- por los poderosos ámbito oficial (el Estado a todos los niveles, desde el Ayuntamiento, consejos comarcales, Diputaciones, Gobierno Autonómico, Central, Comisión Europea y ONU, y que se han adjudicado el nombre “público”) y ámbito privado (la privacidad y soberanía de cada individuo, organización o comunidad internamente). Sostenibilidad y democracia Sostenibilidad o desarrollo sostenible: “Aquel que permite la pervivencia, salud y evolución natural o realización de todas las realidades existentes (personas, comunidades, especies biológicas, naciones, culturas, lenguas, recursos naturales, pensamientos, tradiciones, religiones, etc.) en términos de igualdad, equilibrio y respeto recíproco”; “Aquel que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”. (Informe Brundtland, ONU.) La degradación ambiental, social y cultural actual es el fruto de la suma de todos los comportamientos individuales y colectivos. Si no es causa sólo de los poderes oficiales, tampoco ellos solos podrán atajarlo. Al contrario, normalmente, se atribuye a los poderes oficiales (estados), en complicidad con los grandes intereses económicos privados, las actuales políticas insostenibles. Efectos (impactos) a nivel global: pobreza creciente –la distancia entre países ricos y pobres se ha triplicado los últimos 40 años; 225 personas poseen más bienes que la mitad de la humanidad junta--, guerras –hoy incluso en directo--, degradación ambiental –25 millones de refugiados ambientales por desertización, cambio climático, sequía, grandes contaminaciones--, miles de muertes humanas diarias por hambre y enfermedades curables, el 90 % de las lenguas y culturas en vías de desaparición, desaparición de especies animales –entre 10 y 40 todos los días--, etc. El mundo continúa dividido entre ricos y miserables y, paradójicamente, el grado de felicidad no es demasiado elevado en ninguno de los dos bandos. A nivel local y comarcal, los territorios se van convirtiendo en objeto de numerosas especulaciones urbanísticas y viarias: nuevos campos de golf asociados a operaciones urbanísticas, polígonos industriales fuera de lugar, proliferación de grandes superficies comerciales en detrimento del comercio familiar, complejos lúdicos masificadores, barrios que se van quedando muertos, amenazas viarias destructoras de sistemas naturales y agrarios (4.º cinturón, TGV y nuevas carreteras, aparte de las muchas ya existentes), plan hidrológico, urbanizaciones difusas, insuficiente transporte público, bolsas de inmigración no integradas, colonización lingüística y cultural, y una lista que de seguro cada cual alargaría. “En este mundo existen suficientes recursos para satisfacer las necesidades de todos sus pobladores, pero no para satisfacer la codicia personal de cada cual” (Gandhi). Por la sostenibilidad es preciso tener conciencia, y para ello es preciso participación: el cambio de comportamientos hacia la sostenibilidad no es posible sin la consciencia (no sólo individual, sino colectiva y global) del conjunto de las personas y actividades de todos los territorios del planeta. La consciencia sólo se genera a partir de información de calidad (plural, comprensible, objetiva, comparable), y ésta sólo es posible desde la participación colectiva. Por lo tanto, podemos afirmar que la sostenibilidad no es posible sin la democracia (participativa por definición). Una economía al servicio del pueblo: el capitalismo comunitario El otro pilar de la sociedad humana es la economía, actualmente injusta e insolidaria, que permite crecientes acumulaciones de dinero en grandes fortunas y creciente miseria y muerte (según el último estudio de la FAO todos los días mueren unas 100 000 personas de inanición y enfermedades curables, más que hace unos años). El capitalismo comunitario es un nuevo modelo económico técnicamente y legalmente viable y de implantación nada traumática, fruto del estudio de toda una vida, la de Agustí Chalaux y de otras personas, basado en propuestas del Nobel de economía Maurice Allais. Se trata de un modelo económico que combina la iniciativa empresarial privada con el dinero público (ni oficial ni privado, sino al servicio de la comunidad). Al respeto, nos explica Joan Parés: Hay un fatalismo ante la imposibilidad de mejorar los males de la miseria material que cada vez afecta a más y más personas, o ante cualquier propuesta de un proyecto entusiasta, sea social, de investigación o cultural. Es una excusa permanente, sin base, ya todos presuponemos que sí, que estamos en una situación deficitaria o de casi quiebra económica (las crisis bursátiles, la crisis energética...). Pero de ir escasos de dinero nada de nada, quien dice eso o no sabe de qué habla o es un cínico bien pagado. Riqueza hay muchísima y dinero también hay mucho, la mayor parte desaprovechado, retenido, malgastado y sobre todo mal repartido. Reflexionemos sobre qué quiere decir: Mercado: conjunto de intercambios elementales de mercancías (bienes y servicios) –originalmente, intercambio de favores, regalos. Mercado libre: ¿libre para quién?, ¿para qué? Economía de mercado: ECO NOMIA OIKOS NOMIA (repartición del bien común) Si se confirma la existencia de un bien común mercantil (hasta ahora usurpado a todos los pueblos por los banqueros/financieros que se han apropiado de la capacidad de inventar dinero), podría pasar a ser patrimonio comunitario. El bien común (excedentes) es atribuible a la acumulación histórica de esfuerzos comunitarios indirectamente productivos: la sabiduría, la paz, la cultura, la educación, el desarrollo tecnológico, los inventos, la libertad mercantil... No pueden ser propiedad privada. Se propone que la capacidad de invención dineraria equivalente a los excedentes sea patrimonio de la comunidad por medio de la gestión que hace el Estado (gerente de la comunidad): 1. para estimular una mayor y mejor producción; 2. para cubrir las necesidades de todos los que están fuera de la sociedad utilitaria (paro, jubilados, liberales...) con esta plusvalía social (hasta ahora robada por algunos privados privilegiados). Esta hipótesis explica la enorme fortuna de los grandes financieros y banqueros mundiales, los déficits de los presupuestos estatales y la deuda exterior del Tercer Mundo. Si se vuelve a la moneda personalizada y la hipótesis se confirma, quedaría: un libre mercado claro; una libre sociedad transparente de todas las transacciones mercantiles; una drástica simplificación fiscal. Para hacernos una idea, el nuevo sistema económico llamado capitalismo comunitario se basa en: - Convertir la actual moneda anónima en una moneda escritural (facturacheque) de cuenta abstracta que recoja nominalmente quién compra, quién vende, qué vende, a qué precio y cuándo (tecnológicamente factible). Los datos se recogerían, mediante 3 sistemas telemáticos independientes, y serían públicos los referentes a mercancías y precios, pero reservados, y sólo consultables por la justicia en caso de litigio, los datos personales. - Crear una banca pública (ni oficial ni privada), de donde, en función de los rendimientos de la economía productiva (de iniciativa privada), se generaría una renta básica para todo el mundo y un sueldo para las tareas vocacionales (artísticas, humanitarias y de servicio en la sociedad), sueldo que normalmente sería inferior al de un trabajo productivo. Otros aspectos del sistema hacen referencia a: - Equilibrio exterior de un país: exportaciones = importaciones Si un país exporta más que importa será un país dominante (imperialista). Si un país importa más que exporta será un país dominable (deudor). - Explotación económica internacional: las empresas pueden actuar en los países donde les den permiso, pero la riqueza generada en cada país se tiene que quedar o invertir en el mismo país. - La propiedad de la tierra, al tratarse de un bien universal común como el aire o el agua, no puede ser propiedad privada, sino comunitaria (recordemos que no significa estatal), ni objeto de especulación en el mercado. Sí que son privadas, en cambio, las viviendas y edificaciones que se construyan. (...) Democracia y convivencia Democracia proviene de las palabras griegas demos (“pueblo”) y cracia (“fuerza”): la fuerza del pueblo, que necesita de su consenso: voz y voluntad de una comunidad a cualquier nivel (hogar, barrio, municipio, comarca, país, nación, etc.) sobre cada uno de los asuntos públicos. La madurez es la asunción de las propias responsabilidades: es lo que hace que una persona (individual o colectiva) se emancipe, llegue a ser libre, se autodetermine día a día, hecho a hecho, sea independiente (que no depende de otros; en todo caso, se relaciona de libre a libre y fraternalmente), todos ellos derechos universales inalienables. El consenso es la voluntad conjunta de una comunidad, de una persona colectiva, aunque se pueda partir de opiniones o intereses privados diferentes, con voluntad de buscar aquello que beneficie al conjunto. Hemos visto antes que la verdadera democracia es encontrar el consenso, no el voto (dictadura de la mayoría). Para generarlo es preciso crear espacios de participación y de convivencia en cada comunidad: la asamblea vecinal, no sólo para decidir soberanamente sobre los asuntos públicos de cada comunidad; también para rehacer los vínculos de convivencia, reír, hacer fiesta, dar rienda suelta a la creatividad, compartir tiempo de ocio, ayudar y hacerse regalos mutuos, compartir servicios, etc. Eso genera un alma común y la felicidad y plenitud perdidas. La asamblea hace de responsable que vela por el patrimonio natural, social y cultural de cada comunidad: está abierta a todo aquello enriquecedor y cerrada a lo destructivo, como una célula o como hace cada cual en su hogar. Sin comunidad humana harmónica y organizada no se puede generar conciencia colectiva, ni suficiente fuerza para defender el bien público, ni para garantizar entre todos una ecología sostenible, ni una economía justa, ni un espíritu común respetando las diversidades menores, ni un control para garantizar la salud de la política, ni cohesión social ni, en definitiva, la plenitud individual y colectiva perdidas. Con optimismo hacia un futuro próximo, es preciso ser plenamente conscientes de la realidad presente. Así como los individuos cuidamos nuestro hogar, los hogares tendrían que velar por las necesidades humanas y materiales de su calle, las asambleas de las calles por las necesidades del barrio, los barrios por las del municipio, que es su hogar común, e igualmente, los municipios tienen que velar por su comarca, las comarcas por el país de la nación o etnia... y del mundo, que es el hogar de todas las comunidades nacionales o étnicas (actualmente unas 4000), ha de cuidar la futura Asamblea de Naciones de la Tierra (que tendría que ser obedecida por la actual ONU, que es oficial, política, formada por estados). Se trata de reconstruir el desaparecido ámbito público: el espacio del pueblo, absorbido, especialmente desde la revolución francesa, por los poderosos ámbito oficial (el estado en todos los niveles: Ayuntamiento, consejos comarcales, Diputaciones, Gobierno autonómico, central, Comisión europea y ONU, y que ha usurpado el nombre “público”) y ámbito privado (la privacidad y soberanía de cada individuo, empresa o comunidad internamente). Las escuelas, medios de comunicación, servicios, economía, etc. serán verdaderamente públicos cuando sean regidos o supervisados por la voluntad del Pueblo. Entretanto, son oficiales o privados, y normalmente obedecen a estos intereses y no a los públicos. Nos es preciso regenerar los 4 pilares de nuestra sociedad humana (las 4 “oikies”): (oikia: en griego, el hogar, la comunidad misma a cada nivel), la economía (oiko-nomos: la nutrición equitativa de la comunidad con todos los bienes materiales y culturales necesarios), la ecología (oiko-logia: mantener limpia nuestra casa) y el ecumene (un espíritu común que respete las diversidades espirituales menores). Tabla. Organización de la sociedad humana PARLAMENTO (Legislativo) GOBIERNO (Ejecutivo) JUDICIAL (Justicia) Autoridad oficial (política, instituciones) Ámbito Público (popular, democrático) el Parlamento obedece a la ASAMBLEA del Pueblo (Troncal) el Gobierno la ECOLOGÍA garantiza inspira la la ECONOMÍA justicia (justo reparto (derechos de los bienes universales públicos) ambientales, colectivos o nacionales e individuales) (Sectorial) Autoridad TESTIMONIAL (Testimonios espirituales aclamados por el pueblo) el ECUMENE (el espíritu común del pueblo) (Troncal) La sociedad humana debemos entenderla como un gran ser vivo, como una nueva especie a continuación del ser humano en la escalera evolutiva de la naturaleza. Aún no lo somos; apenas somos “unicelulares sociales”, individualistas, descohesionados, dotados de estructuras sociales oficiales y de algunas entidades sectoriales, pero sin un organismo comunitario con cuerpo, alma y sujeto unitarios. La gestación de esta nueva especie nos puede llevar aún años o generaciones, razón de más para comenzar hoy, por responsabilidad con el futuro de nuestros hijos y naciones y por amor universal. Las asambleas se pueden crear a partir de temas concretos que sean de interés local: temas de territorio, de urbanismo, para exponer prioridades del pueblo, problemas determinados, etc., integrando la pedagogía teórica con la práctica. Cuando existan las asambleas municipales será inmediato poder tratar desde las bases temas de alcance comarcal, regional, nacional o internacional de manera conjunta y sencilla. El encuentro con los vecinos también nos proporcionará cohesión social. Las motivaciones iniciales para generar la asamblea troncal del pueblo pueden ser diversas. Ecología, sostenibilidad Democracia (participativa) Nacionalismo, lengua, independentismo Educación... ASAMBLEA (Ser) Vecindad, cohesión social, inmigración... Espiritualidad, alma de pueblo, crecimiento personal y colectivo Fiesta, cultura, arte... Justicia social y solidaridad El principio es cuestión de creatividad: se debe encontrar la vía y el tema de entrada más adecuado en cada caso para iniciar la regeneración de cada comunidad, la creación de su asamblea soberana. Al tratarse de un proceso orgánico, como una nueva semilla del árbol de asambleas de todo el pueblo, es natural que empiece con un pequeño núcleo, siempre que tenga vocación de germinar y ramificarse permanentemente. Su maduración puede ser cuestión de años o de generaciones, razón de más para empezar inmediatamente, sin miedo al ensayo-error, que es como avanza la naturaleza. Las experiencias existentes nos demuestran que las asambleas han de ser pequeñas (de 7 ó 10 miembros), para facilitar la autoconvocatoria, su independencia, el diálogo equilibrado de todos y la brevedad, y hacerse cercanas a sus miembros (por ejemplo, las de calle en la misma calle o en las proximidades, o en casa de alguno de los miembros). Como células vivas alrededor del territorio, en cada hogar, calle, barrio…, se genera un árbol de asambleas soberanas e independientes, natural, vivo, orgánico. Cada asamblea decide soberanamente acerca de sus asuntos internos. Para los temas de alcance territorial mayor (compartidos por varias comunidades territoriales), las asambleas de base nombran portavoces (enlaces). Los políticos deberían ser los servidores, los camareros de la voluntad del pueblo. Pero es necesario generar voluntad para que pueda ser obedecida. Los políticos demócratas tendrían que ayudar a regenerarla, como decía el filósofo grecorromano Plutarco en el siglo I (no sólo a hacer consultas técnicas puntuales y dirigidas, sin alma ni iniciativas propias). Se ha de iniciar un largo proceso de pedagogía social para recuperar el vecindario, el diálogo público, la autoestima colectiva. La soberanía reside en el seno de cada persona, sea individual o colectiva, de abajo arriba. Si la sociedad fuera un autobús, el pueblo indicaría el destino en cada caso, los políticos serían los conductores y los técnicos garantizarían su funcionamiento, su mantenimiento, las rutas, etc. Los viajeros no delegarían la elección del destino de todos los trayectos durante cuatro años al conductor. Algunas asambleas municipales en funcionamiento: • Sitges (iniciada a partir de la realización de la Agenda 21 local impulsada por el Ayuntamiento): www.sitges.org/comvolemsitges • Cardedeu (iniciativa popular): www.cardedeu.org/assemblea • Moviment cap a l’Assemblea dels Països Catalans: www.assemblea.org La fuerza de un pueblo organizado: la acción no violenta Si la masa es fácilmente manipulable por los poderes estatales y económicos, un pueblo organizado es difícilmente manipulable y dispondrá de fuerza para actuar cuando no se respete la voluntad unitaria. La filosofía y la práctica de la no violencia se centran en el arte de cómo tratar el conflicto, el enemigo. Es de naturaleza espiritual: amar al enemigo, el adversario, y también a los amigos, el pueblo dormido, tratándolos con un amor ético, duro, mediante acciones no violentas para hacerlos reaccionar, para transformarlos, para desvelarlos. No se trata de un instrumento o arma de presión más, coactivo, contra el adversario (eso sería utilizar armas aparentemente no violentas pero con espíritu violento), sino que es otra naturaleza de vivir y de actuar ante los acontecimientos de la vida, a menudo conflictivos. Resultaría fundamental estudiar a fondo desde las escuelas la filosofía y la práctica de la acción no violenta, con sus cinco escalones de acción progresivos que propone y practica Gandhi. a) cooperación con la autoridad: diálogo constructivo inicial, que legitimará los siguientes escalones. Primero se ha de dialogar y cooperar con la autoridad, con el adversario; podría ser que tuviera razón, podría ser que nos escucharan. Se ha de presuponer la cordialidad. b) denuncia contra la autoridad: cuando la conciencia exige hacerlo, al haber comprobado que cooperando y dialogando la otra parte nos perjudica, perjudica al pueblo. La denuncia puede ser por la vía legal, si bien normalmente estará manipulada por el Estado o por las vías de comunicación públicas, vías artísticas, manifestacioes, etc. c) no cooperación con la autoridad: cuando la denuncia no ha sido suficiente: huelga, huelga de hambre (siempre dirigida a los amigos, al pueblo, para desvelarlo, no al enemigo), objeción de conciencia… (la imaginación y la creatividad popular pueden ser muy grandes). d) desobediencia civil: cuando la no cooperación no ha sido suficiente, se debe ejercer el derecho y el deber de desobedecer toda ley injusta. e) solución alternativa: si todas las acciones anteriores no han dado resultado, o bien no se aplicasen a la naturaleza de la cosa, es necesario hacerse las propias estructuras al servicio del pueblo: escuelas, carnés, medios de comunicación, cooperativas… En los casos b, c, d, y e, asumiendo las consecuencias del sistema establecido. La acción no violenta no quiere cargarse todo el sistema, sino mejorarlo o transformarlo desde su aceptación de partida. Si no se dispone de asamblea, siempre libre y soberana por principio democrático y universal inalienable y que no pertenece a nadie más que a sus miembros, la voluntad del sujeto colectivo no se puede expresar, fuera de formas raquíticas, puntuales y masivas en asuntos determinados (manifestacioes, votaciones, recogida de firmas, caceroladas). ¿Nos podemos imaginar cuán pobre sería la comunicación entre nosotros se sólo pudiésemos escoger entre 4 ó 5 listas de cosas y, ante algún asunto importante, simplemente salir a la calle sin diálogo fluido? Al ámbito oficial que aspire a controlar el poder le convienen ciudadanos individualizados, que se convierten en masa manipulable: unos pocos poderosos controlan con los instrumentos fiscales, legales, mediáticos, educativos y policiales a millones de ciudadanos. Pueblo, en cambio, es toda persona que lo quiera ser, que se integre en los diferentes niveles de comunidad donde viva en cada momento, que ame y que se comprometa con el patrimonio natural, cultural y social propios de cada lugar. No es una cuestión cuantitativa sino cualitativa (espiritual), si bien es deseable que con el tiempo la mayoría de los individuos se integren en la dimensión pública. “Un país (sea municipio, comarca, nación o de cualquier otra escala) sin un pueblo organizado se convierte en un cuerpo social, cultural y territorial sin alma, presa fácil de los carroñeros que siempre vigilan desde los aires elevados del poder.” (L. M. Xirinacs) No se debe confundir la acción no violenta (que no significa pasividad) con la cobardía revestida de pacifismo; ante una agresión, ante una injusticia, se ha de actuar; inicialmente de forma no violenta, pero si llega el caso es legítimo luchar por cualquier otro medio. Gandhi manifestaba que prefería un violento valiente que un no violento cobarde y que, ante un conflicto violento, el no violento no puede permanecer pasivo, es necesario que se posicione a favor del violento agredido y en contra del violento agresor. Para una acción no violenta eficaz es preciso que el pueblo esté organizado; su clave radica en la fuerza de la colectividad, rompiendo así la debilidad del individuo aislado, masificado, que nada puede ante los poderosos aparatos de los Estados y de los grandes capitales. Y esta organización ha de ser natural y de escala humana. Esta organización es la que promueve el movimiento para el Arbre d’Assemblees del Poble. Últimamente se ha traducido el último manuscrito de Gandhi antes de que lo asesinaran, con el que se disponía a iniciar el mismo sistema en la India. Un municipio, por ejemplo, en el que 10 enlaces de 10 barrios se comunican cada uno con 10 enlaces de 10 calles del barrio, los que informan a su vez cada uno a 10 enlaces de hogares de tres miembros han informado o movilizado a 10 x 10 x 10 x 3 = 3.000 personas en poco tiempo, sin demasiado esfuerzo y sin necesitar grandes recursos, convocatorias, dinero ni grandes locales. Es la vía orgánica, la sede de la fuerza no violenta del pueblo. Todos estamos invitados, cada uno desde su pequeño o gran espacio y vocación propios, a iniciar desde hoy mismo la difícil y larga tarea pedagógica social de desalienar al compañero, el amigo, el pariente, el vecino, para regenerar el compromiso, la autoestima y la ilusión de la gente viva y dormida, para unirse democráticamente en la defensa del bien común, descubriendo en esta comunión con los demás la felicidad profunda. Lluís Planes, Cardedeu, 4 de octubre de 2003