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Elementos teóricos para la construcción de la dimensión social del enfoque
agroecológico: aportes para el debate de una enseñanza agroecológica en ciencias
agrarias
Santiago Felipe Peredo P. Universidad de Santiago de Chile Ecuador # 3769, Santiago
de Chile. [email protected]
Autor para correspondencia: 56-2-7180585 [email protected]
Palabras claves: agricultura, naturaleza, curriculum
Título abreviado: Construcción de la dimensión social del enfoque agroecológico
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ABSTRACT
With the aim of establish a conceptualization of concepts that contribute to the
development of the social aspect in the agroecological approach as a curricular support
for the agrarian sciences, in the present work six guidelines that contribute to this debate
in relation to the disciplinary contribution of sociology, the need of a rift from the
excencionalism, the ecological nature and the agrarian feature are shown.
Key words: agriculture, nature, curriculum
RESUMEN
Con el objetivo de establecer una conceptualización de elementos que contribuyan a la
construcción de “lo social” en el enfoque agroecológico como sustento curricular en las
ciencias agrarias en este trabajo se presentan ejes orientadores que contribuyen a este
debate en lo relativo al aporte disciplinario de la sociología, la necesidad de un
distanciamiento del excencionalismo, la naturaleza ecológica y el carácter agrario.
Palabras claves: agricultura, naturaleza, curriculum
INTRODUCCION
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En trabajos anteriores se ha analizado la pertinencia e idoneidad del enfoque
agroecológico como herramienta que permite, desde una perspectiva agraria, encarar la
actual crisis socioecológica mediante la modificación y adecuación de programas
curriculares conducentes a la formación de profesionales de Ciencias Agrarias, (Peredo,
1999). Dicho enfoque ha desarrollado un marco teórico que incorpora aquellos
elementos necesarios para abordar la cuestión ecológica manifestada en la agricultura
desde una perspectiva transdisciplinaria (Peredo, 2000). Sin embargo, en su
planteamiento epistemológico basado en la pluralidad de fuentes epistémicas, “lo
social” frente a lo ecológico, se encuentra en un menor grado de desarrollo, evidenciado
en los programas curriculares para la formación de profesionales universitarios en
ciencias agraria1.
Por ello, resulta de muy valioso aporte profundizar en aquellos aspectos que,
precisamente, carece en mayor medida dicho enfoque: “lo social”. Una primera
aproximación anterior se ha realizado considerando una conceptualización de lo que
debería constituir el marco teórico de la agroecología desde un paradigma ecológico
basado en el aporte de diversas disciplinas orientadas a las ciencias agrarias (Peredo,
2007a) y su materialización como eje transversal en programas curriculares
universitarios para formación en ciencias agrarias (Peredo, 2007b). El objetivo de este
trabajo es establecer una conceptualización de algunos elementos que contribuyan a la
construcción de “lo social” en el enfoque agroecológico como sustento curricular en las
ciencias agrarias.
LOS EJES ORIENTADORES.
Percepción corroborada a partir del diagnóstico obtenido como resultado del Seminario-Taller sobre “El
estado del arte de la enseñanza agroecológica en Chile y estrategias para su inclusión en las currícula en
ciencias agrarias” realizado el 29 de julio de 2009 en la Universidad de Santiago de Chile por el Grupo
Universitario de Agroecología (GRUA) del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUE).
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La idea de establecer algunos elementos que contribuyan a la perspectiva
sociológica del marco teórico de la agroecología implica, considerar que la definición
de éstos debe estar orientada, sobre la base, de los siguientes cuatro ejes articuladores,
a) El aporte disciplinario de la ciencia sociológica debe ser aquella que no reproduzca el
paradigma mecanicista predominante de la ciencia, de la cual no es ajena la Sociología.
Por tanto, deben concurrir las aportaciones de aquellas corrientes que, al menos,
cuestionen este modelo y se encuentren en la búsqueda de un enfoque sistémico, b) Que
en sus planteamientos se perciba un distanciamiento de la postura antropocentrista en
aras de una postura más ecocéntrica donde se reconozca un cierto “grado de
inferioridad” del ser humano respecto del resto de la naturaleza, c) Que esta perspectiva
tenga una naturaleza ecológica, o sea, se reconozca en ella una relación entre el hombre
y el medio ambiente, y que esa relación corresponda a interacciones entre ambos
(relaciones recíprocas), d) Y por último, que esta perspectiva tenga un carácter agrario,
es decir, que de cuenta de las relaciones sociales del proceso productivo agrícola en
cuanto al modo de apropiaciones de los recursos naturales.
DE LA TEORÍA SOCIOLÓGICA CLÁSICA A LA SOCIOLOGÍA
AMBIENTAL: DE LOS FACTORES RESTRICTIVOS DE LA NATURALEZA
AL MEDIO AMBIENTE COMO SISTEMA.
Aunque en las aportaciones de las principales teorías de la sociología clásica no
aparece el medio ambiente como una preocupación explícita, algunos estudios han
expresado que ciertas ideas son útiles para interpretar determinados fenómenos
socioambientales (Aledo & Domínguez, 2001). Como ejemplo de ello, Redclift &
4
Woodgate (1994) sostienen que tanto en la ideas durkheimianas como weberianas es
posible encontrar algunos elementos de aplicación al análisis socioambiental. Así, para
el caso de Durkheim, si bien es cierto, que la naturaleza es algo separado de lo social,
ésta también aparece como pre-condición para la existencia de la sociedad. Para el caso
de Weber, en tanto, el énfasis que pone en la agencia humana recalca la capacidad de
protagonismo, acción y presión que los movimientos ambientales pueden ejercer sobre
estructuras económicas y políticas imperantes (Aledo & Domínguez, 2001). Respecto
de Marx y Engels, éstos hacían referencia a una relación con la naturaleza, que en su
crítica al capitalismo, sostenían que tal relación cambiaría, pero sin precisar hacia que
tipo estaría orientado este cambio. En la actualidad, tres son las posturas que surgen de
la revisión de la teoría marxista en cuanto a la posición de la naturaleza (Aledo &
Domínguez, 2001): Una de ellas, el enfoque antimarxista, que destaca que Marx
entendía la naturaleza exclusivamente como un recurso a explotar. Algunas revisiones
de Marx enfatizan que, tanto para Marx como para Engels, el dominio de la naturaleza
era un prerrequisito para la emancipación de la clase obrera. El medio ambiente
quedaría reducido a su aceptación de recurso (materia prima) para la producción de
objetos. Por otra parte, aquellos que encuentran en la obra del joven Marx y de Engels
ideas de corte ambientalista, como por ejemplo Pardo (1996) y Dickens (1992). Este
último autor señala que “hay elementos en la teoría social del joven Marx que pueden
contribuir al desarrollo de una teoría medioambiental”, a) como una visión dialéctica de
las relaciones entre sociedad y naturaleza; b) una visión de los logros humanos que
enfatiza la relación con la naturaleza; y c) un análisis del capitalismo que critica la
alienación de los seres humanos de la naturaleza. Aún así, no está claro en la obra de
Marx si esta nueva relación con la naturaleza provocaría exclusivamente la
emancipación humana o llevaría a la aparición de una visión biocéntrica. Un tercer
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enfoque, los denominados ecomarxistas, que reelaboran y utilizan la teoría marxista
introduciendo el factor ambiental. De esta manera, y desde el mismo enfoque
conflictivista, señalan las dos contradicciones del capitalismo, como son la potencial
rebelión de la fuerza de trabajo como consecuencia de la explotación capitalista y, por
otro lado, la crisis ecológica como consecuencia de la explotación capitalista de los
recursos naturales (O’Connor, 1993). La respuesta de los ecomarxistas se centraba en
que el “socialismo real” incumplió los principios socialistas que se guiaban por los
mismos principios de industrialización, crecimiento económico y burocratización que
los países “capitalistas”. Otra de las corrientes que incorporan el medio ambiente como
factor de análisis sociológico es la escuela de Chicago quienes establecieron un paralelo
entre la dinámica ecológica y la social empleando las ideas darwinistas de la evolución
sumadas a la de la teoría de ecología (animal y vegetal) de Haeckel para intentar
describir y comprender el comportamiento de las poblaciones urbanas, quienes
recibieron las críticas en lo relativo a la reducción que hacen de la variable ambiental al
mero espacio físico la inexistencia de las diferencias de clase dentro de los procesos
socioespaciales que analizan y la utilización ideológica de las teorías darwinistas.
Quien comienza, entonces, a definir el enfoque sistémico de la sociedad es Parsons en la
que ésta está formada por una serie de elementos interrelacionados y organizados en
subsistemas. Este esquema de teoría de sistema social es recogido por A. Hamley quien
incorporándole elementos de la teoría ecológica elaborada por los de la escuela de
Chicago, aplicadas al campo social, establece el vínculo entre sociedad-medio ambiente
por medio de las siguientes ideas claves (Aledo & Rodríguez, 2001): la dependencia
ineludible que la sociedad tiene del sustento ambiental, la interdependencia entre los
individuos que componente la sociedad, “connotación irreductible de la sociabilidad”, el
sometimiento a los ritmos vitales articulados en el tiempo (“inmadurez, madurez,
6
senectud” como fases temporales ineludible y necesarias funcionalmente), el deseo de
sobrevivencia y la capacidad humana de adaptación a nuevas circunstancias ecológicas.
Sin embargo, ambos autores manejan de manera separada las cuestiones sociales y
ambientales, minimizando estos últimos, de tal manera que sus planteamientos adolecen
de la consideración de lo ambiental como una cuestión social más a incorporar en el
análisis, sean sistémico o no. Si bien es cierto, que con estas interpretaciones se dieron
grandes avances en la concepción del medio ambiente como sistema y no, simplemente,
como una fuente de factores restrictivos, no es menos cierto, que dicha concepción
distaba mucho de lo que la Sociología Contemporánea interpreta como Medio
Ambiente. Desde el punto de vista epistemológico lo correcto sería, a juicio de Aledo &
Domínguez (2001), que los conceptos de sociedad y medio ambiente se confundan en el
análisis, eliminándose tales distinciones. No es, sino, con las aportaciones de Catton y
Dunlap en los años setenta que el medio ambiente es considerado como un sistema y no
una simple variable de análisis, y con ello, establecer que el objeto general de estudio es
la interacción entre el medio ambiente y la sociedad.
UN NECESARIO DISTANCIAMIENTO DEL EXCENCIONALISMO.
Siguiendo nuestros ejes orientadores, una segunda preocupación en nuestra tarea
de establecer algunos elementos teóricos para el desarrollo de una perspectiva
sociológica del enfoque agroecológico, consiste en considerar aquellos aportes de la
sociología en las que se evidencia aquella crítica hacia el antropocentrismo que
caracteriza a las ciencias sociales en general. Para Catton y Dunlap, en todas las
perspectivas teóricas de las ciencias sociales subyace un mismo modo de interpretar la
relación entre sociedad y naturaleza, basada en una visión antropocéntrica de la misma.
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A esta visión la llamaron el Paradigma de la Excepcionalidad Humana (PEH) que se
sustenta sobre cuatro presupuestos (Catton & Dunlap, 1978): 1.- Los seres humanos son
únicos entre todas las criaturas, por que tienen cultura, 2.- La cultura tiene una
capacidad infinita de cambio y su velocidad es mucho más rápida que la de los procesos
de cambio biológico, 3.- Así pues, muchas de las diferencias entre los seres humanos
son más sociales que innatas, y pueden ser socialmente alteradas a la vez que los rasgos
no satisfactorios pueden ser eliminados, 4.- Por último, la acumulación cultural significa
que el progreso puede continuar sin límite, lo que indicaría que, en última instancia,
cualquier problema social puede ser solventable. Ante esta concepción de la relación
entre sociedad y medio ambiente, los propios autores proponen ciertas claves que
permiten elaborar una propuesta para establecer una nueva relación entre estos dos
conceptos. Esta propuesta recibe el hombre de Nuevo Paradigma Ecológico (NEP),
cuyas características principales son las siguientes: El ser humano es una más de las
especies entre las muchas que hay implicadas de forma interdependiente en las
comunidades bióticas que conforman nuestro mundo; las complejas relaciones de causaefecto y de retroalimentación en el tejido de la naturaleza producen múltiples
consecuencias imprevistas y el mundo es finito y limitado; de esta forma, los límites
físicos y biológicos son poderosos condicionantes restrictivos del crecimiento
económico y del progreso social. Este paradigma nuevo, que según los autores, ha
permitido establecer una serie de líneas de investigación conducentes al desarrollo de un
cuerpo sociológico-ambiental, se ajusta, en cierta medida, a los requerimientos del
enfoque agroecológico para abordar la dimensión sociológica, ya que posiciona al ser
humano como una especie más dentro del ecosistema, negando la posibilidad de
crecimiento ilimitado, debido a las restricciones biofísicas que impone la naturaleza. El
necesario distanciamiento del excencionalismo no significa negar que el homo sapiens
8
posea características excepcionales (lenguaje, tecnología, ciencia, cultura en general),
pero sí la creencia de que por el hecho de tenerlas estemos exento de las constricciones
ecológicas (Dunlap, 2002) Un prudente distanciamiento resultaría un interesante
ejercicio para de esa manera abandonar visiones antropocentristas recientemente
criticadas. Esto implicaría actuar sobre un sistema cognitivo de percepción cuyas raíces
se encuentran en la visión dualista del mundo (que junto a la mecanicista constituyen
una de las características más arraigadas del pensamiento occidental, Noorgard, 1995,
Woodgate & Redclift, 1998). Esta visión dualista obliga a posicionarse en los extremos
de una balanza que, prácticamente, no admite puntos de encuentro. Ello significa, desde
la sociología, que el tema ambiental sea abordado, históricamente, desde oposiciones
binarias: constructivismo/objetivismo; realismo/relativismo; sujeto/objeto;
cognitivo/material (Aledo & Domínguez, 2001; Woodgate & Redclift, 1998). De esta
manera, se puede comprender, bajo una análisis multivariable, que existe una naturaleza
que es real y que condiciona el desarrollo del ser humano; y que es en este proceso de
evolución (conjunta) que el ser humano se apropia de un trozo de la naturaleza para
construir socialmente su medio ambiente (agroecosistema). Esta situación queda de
manifiesto, sobre todo, en comunidades indígenas. No solamente, por que en estos sitios
aún es posible encontrar “terrenos vírgenes”, sino, porque en la cosmovisión de estas
comunidades, además, la naturaleza constituye algo más que la base material de su
existencia.
LA PERSPECTIVA ECOLÓGICA EN LA RELACIÓN SOCIEDADMEDIOAMBIENTE.
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Retomando nuestros ejes orientadores, habíamos señalado que otro de los
aspectos que nos interesaba para una dimensión sociológica del enfoque agroecológico
es que ésta sea de naturaleza ecológica. Superado, entonces, el paradigma
excencionalista y habiéndonos quitado las anteojeras del pensamiento dualista,
estaríamos en condiciones de señalar que la relación ser humano-naturaleza corresponde
a una interacción entre los sistemas sociales y ambientales en un proceso coevolutivo
del desarrollo. De esta manera, los factores ambientales influyen en la idoneidad de
aspectos particulares de los sistemas sociales, y a su vez, los sistemas sociales influyen
en la idoneidad de aspectos particulares de los sistemas ambientales (Noorgard, 2002).
En un modelo evolucionista la selección es el concepto central que implica poder sobre
los resultados futuros. Por tanto, el poder penetra en el proceso evolucionista. Por el
contrario, en el modelo coevolucionista esa penetración es difusa. No se le otorga más
capacidad de determinación al medio ambiente que a la cultura, ni se centra más en la
importancia tecnológica que en la de la organización social, ni se deja guiar más por un
factor que por otro. En un mundo coevolucionista se pierde toda dirección y
predictibilidad.
LA PROPUESTA ECOSOCIOLÓGICA NEOPOPULISTA Y LA DEFENSA DE
LA RACIONALIDAD ECOLÓGICA DEL CAMPESINADO.
La trascendencia de entender las relaciones ser humano-naturaleza bajo un
modelo coevolucionista radica en que no estarían definidos patrones unilineales del
desarrollo, ya que las presiones que ejercen de manera recíproca los sistemas sociales y
ambientales derivan en resultados inesperados y no determinados previamente. En este
sentido, se plantea que es posible establecer patrones multilineales de desarrollo
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(contrario a la versión unilineal tanto liberal como marxista), lo que permite abandonar
la postura teleológica que le otorgaba una ineluctable desaparición al campesino. Bajo
este esquema entonces, la propuesta teórica desarrollada por Sevilla & González de
Molina (1990) recoge estas ideas y plantean una interpretación alternativa a la teoría
marxista (o ecomarxista siguiendo a Aledo & Rodríguez, 2001) incorporando la
dimensión ecológica. Es decir, una propuesta de análisis del impacto de las prácticas
sociales en el medio natural y que entienda los procesos de producción y reproducción
como intercambio entre el sistema natural y la naturaleza (Sevilla & González de
Molina,1990). Tal interpretación, que hereda de la nueva tradición de los estudios
campesinos el replanteamiento del papel del campesinado en el proceso histórico
atribuyéndole una clara dimensión multilineal, reconoce la posibilidad y la existencia
real de una heterogeneidad de formas sociales de explotación. Además, y como
consecuencia de lo anterior (dimensión multilineal y heterogeneidad de formas sociales
de producción), reconoce que la evolución de estas formas sociales de explotación en
una determinada fuerza social, no necesariamente debe culminar en el predominio de las
formas esperadas (capitalista) ni tampoco a que se convierta en la única forma de
producción a pesar de la dominante. El esquema de análisis de esta propuesta teórica,
por un lado, parte de la recuperación del concepto de comunidad local y de la
elaboración de otro, el de las formas sociales de explotación. Por otro, considera
necesario revitalizar el concepto marxiano del proceso de trabajo el que se entiende
como el conjunto de operaciones, ordenadas y sistematizadas por el empleo de un saber
específico que tiene por objeto la transformación de una materia prima en productos de
valor de uso dado mediante el consumo de una determinada cantidad de energía y
materiales y la utilización de los instrumentos o medios de producción adecuados. Para
este esquema, entonces, resulta posible caracterizar empíricamente cada una de las
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formas sociales de explotación a través del análisis de los procesos de trabajo. Tales
formas sociales, que se diferencian de los modos de producción por la vocación
totalizadora de esta última, pueden llegar a convertirse en un modo de producción
mediante la subsunción de las otras formas presentes, ya sea formal o real, en las
distintas actividades que conforman la división social del trabajo. La reinterpretación
que se hace de la subsunción es más bien una condición de subordinación y no de
apoderación. De esta manera se explica la coexistencia de las formas de explotación
campesina. En la subsunción de las formas de explotación campesina al capitalismo,
los procesos técnicos tiene cada vez mayor importancia frente a la fuerza de trabajo (en
los procesos de trabajo), aumentando de manera continuada el capital constante
representado, no solo por el trabajo incorporado, sino que además, por una cantidad de
energía y materiales consumidos y por consumir para su funcionamiento, los que no son
reproducidos en el mismo proceso de trabajo y además generan una cantidad de
residuos (Sevilla & González de Molina, 1990). Cuanto más trabajo humano es
sustituido por energía y materiales (capital clave para generar plusvalía relativa) mayor
es la necesidad del modo de producción capitalista de abaratar las materias primas y
expulsar de sus costos los generados por los desechos de la actividad productiva. He
aquí la causa de la contaminación y degradación ambiental, ya que sólo es posible
aumentar la explotación del trabajo aumentando la explotación de la naturaleza. Debido
a que el campesino depende de la explotación de los recursos naturales más que de los
bienes obtenidos de mercado, se comprende que éste prefiera una producción basada en
la diversidad de recursos y de practicas productivas, y que además, complete su
actividad fundamentalmente con otras prácticas extractivas y productivas. La diversidad
de formas de extracción del excedente (incorporado los flujos de energía y materiales a
los tradicionales flujos monetarios, de alimentos y materias primas) y la específica
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reacción campesina a ellas (manteniendo, modificando en parte o transformando los
procesos de trabajo y con ello la naturaleza) es el elemento clave a considerar cuando se
analiza la evolución de las modalidades de subordinación de la explotación campesina a
un modo de producción dominante.
CONCLUSIONES
En este trabajo hemos orientado el debate a aquellos elementos que permitan
entender que la crisis ecológica actual tiene un origen social, donde los problemas
ambientales son un constructo. De ahí la importancia de entender que la actividad
antrópica, para el caso de la actividad agraria debe abordarse desde una perspectiva
histórica coevolucionista. Y que dicha aproximación permita, desde el ámbito de los
procesos de enseñanza/aprendizaje, la desinstrumentalización de los futuros
profesionales del agro en aras de conducir procesos orientados a identificar
potencialidades y elementos de idoneidad en la relación comunidad agrícola y
naturaleza.
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