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Transcript
GUERRA SOCIAL – 1ra Parte
Temas desarrollados
•
El “Foro de San Pablo”, como cambio de estrategia.
•
Sucesivos encuentros del “Foro de San Pablo”.
•
Encuentro de Manta: se oficializa la “Guerra Social”.
•
Situación de las ideas y acciones del FSP en la Argentina.
•
Característica esencial.
“NUESTRA HISTORIA-70”
BOLETINES PARA COLECCIONAR
B91- La Guerra Social. 1ra Parte.
Boletín de fecha 11 de abril de 2007
El “Foro de San Pablo”, como cambio de estrategia.
La caída del muro de Berlín en 1989 constituyó un acto de enorme significación en cuanto
simbolizó la derrota del comunismo en la “Guerra Fría”. Fue el prolegómeno de la dispersión de
numerosos estados miembros de la URSS y causó profundo desconcierto en la dirigencia soviético,
agobiada por el colapso de su socialismo pretendidamente “científico”.
A partir de ese momento la inteligencia del bloque comunista buscó la forma de amenguar el revés
sufrido, para lo cual concibió diversos modos de acción (en coincidencia con su estrategia de
poder).
En el marco regional, en julio de 1990, Fidel Castro y el PC cubano que consideraban que el PC de
la URSS “estaba muerto” y por lo tanto era necesario que se construyera un nuevo socialismo
conducido por ellos , crearon una organización denominada “Foro de San Pablo” (FSP) con el aval
y compañía de Ignacio Lula da Silva y su “Partido de los Trabajadores ” del Brasil, con la finalidad
de reagrupar a todas las fuerzas de izquierda del área, descolocadas ante la crisis y derrumbe del
sistema soviético.
Así, a instancias del PC Cubano, Castro logró reunir a todos los sectores socialistas de la región;
desde partidos institucionales como el Partido Revolucionario Democrático mexicano (PRD) y el
Frente Amplio uruguayo (FA), hasta movimientos guerrilleros tradicionales como las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN),
además de personalidades de izquierda no encuadrada.
Los dirigentes cubanos entendieron que la desaparición del muro de Berlín y la consecuente crisis
que generó entre comunistas y sus aliados, los obligaba a analizar y actualizar la estrategia de
Guerra Revolucionaria que habían instaurado desde La Habana para América (julio-agosto 1967)
durante la conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) y que desde
entonces había privilegiado la lucha armada para acceder al poder político. Consecuentemente, no
es aventurado afirmar que el FSP es el legítimo heredero de aquella OLAS.
Según testimonio de sus fundadores “El FSP no pretendía ser una nueva Internacional, ni una
estructura orgánica que impusiera condicionamientos a quienes participan, ni un transmisor de
unanimidades”. No obstante, el tiempo ha demostrado que se trata de una plataforma política con
una real estructura orgánica bien constituida, con un sistema de coordinación y centralización de sus
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actividades mediante un modo permanente de comunicación, con una revista propia llamada
“América Libre” (dirigida por el fraile dominico Carlos Libánico (a) Fray Betto, biógrafo y
admirador de Castro y asesor de Lula da Silva) y, lo que es más importante, un objetivo común
claramente definido : La toma del poder en Latinoamérica.
Esta primera estructura de coordinación de la izquierda latinoamericana inicialmente contó entre sus
integrantes a:
- Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (FARC, ELN y M 19), de Colombia
- Frente Furibundo Martí de Liberación Nacional-FMLN (son ex guerrilleros integrados legalmente
a las
FFAA), de El Salvador.
- Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso, de Perú.
- Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca.
- Causa Radical, de Venezuela
- Partido de los Trabajadores, de Brasil.
- Frente Amplio, de Uruguay.
- Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y PC, de Chile.
Y por último, de Argentina: Encuentro Popular, Intransigencia Popular, Frente Grande, Los de
Abajo, Partido Revolucionario por la Independencia y el Socialismo, Izquierda Democrática
Popular; partidos: Humanista, Comunista, Intransigente, Obrero Revolucionario, del Trabajo y del
Pueblo y Obrero (como observador).
Sucesivos encuentros del Foro de San Pablo.
El segundo encuentro del FSP se realizó en México (1991) y tuvo un carácter más abierto que el
primero ya que, según el concepto del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de ese país, era
necesario evitar suspicacias sobre posibles conspiraciones de la izquierda.
El tercer encuentro se cumplió en Managua (Nicaragua) en 1992, fue inaugurado por Manuel
Ortega, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y dejó establecida su idea sobre
la democracia, al seleccionar como paradigmas políticos los casos cubano y chino con partido
único.
El cuarto encuentro fue en Cuba (1993) y allí se produjo la “Declaración de la mujer”; la cantidad
de adherentes en esta oportunidad superó los 100.
El quinto encuentro en Montevideo (Uruguay) (1995) tuvo como anfitrión a Liber Seregni e
incorporó a Hugo Chávez como miembro del Foro, a 6 meses de haber obtenido su libertad por el
golpe de 1992.
Este evento comenzó exhortando a la unidad de la izquierda para hacer frente a la ofensiva
neoliberal en el continente. Posteriormente se analizaron las derrotas políticas sufridas por esas
fuerzas de izquierda en las últimas elecciones (PT de Brasil, FA de Uruguay, PRD de México y
FMLN de El Salvador).
Además, en la declaración se recalcaron los siguientes tópicos como parte de su estrategia:
“Demandar el cumplimiento por parte de los gobiernos en cuanto a la imprescriptibilidad de
crímenes de lesa humanidad (Pacto de San José de Costa Rica).”
“Defender integral e incondicionalmente los DDHH y promover la solidaridad en todas las luchas
sociales.”
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“Defender los derechos de grupos indígenas, campesinos, juventud, trabajadores, mujeres y las
clases medias…”
El sexto encuentro fue en El Salvador (1996) y el séptimo encuentro en la ciudad brasileña de
Puerto Alegre (1997), donde Lula expresó que: “era posible mejorar las condiciones de vida de la
población y transformar al capitalismo en algo menos maquiavélico”. Los participantes de este
encuentro coincidieron en abogar por la alianza de los partidos de izquierda con organizaciones
sindicales y populares, tales como el Movimiento de los Sin Tierra, Ejército Zapatista de
Liberación, etc.
En un encuentro posterior en Managua (Nicaragua) del 19 al 21 de febrero de 2000. Los
concurrentes confeccionaron un documento titulado “La izquierda frente al nuevo siglo. La lucha
continúa”, que en síntesis destacaba los siguientes temas:
“América latina es el continente donde más se agranda la polarización social.”
“Han fracasado: el modelo neoliberal, la victoria capitalista y el pensamiento único.”
“Hay evidentes avances progresistas en el continente.”
“La izquierda está llamada a un gran esfuerzo para asumir las nuevas condiciones y transformar la
realidad.”… “Nuestra meta es la revolución.”
Encuentro de Manta: se oficializa la “Guerra Social”
Entre los días 28 y 29 de julio del 2000, se realizó una importante reunión en la Universidad de
Manta (Provincia de Manabí, Ecuador) que fue denominada “Encuentro Antiimperialista: Congreso
Internacional de Movimientos sociales” y contó con la mayor parte de los adherentes al FSP. Esta
reunión fue de particular trascendencia porque en el documento producido por el “Movimiento
Toalli” (indigenista) se enunciaba públicamente por vez primera el concepto de “Guerra Social”. En
su contenido se dejaba constancia que la estrategia para el continente en la actual coyuntura
latinoamericana era la “Guerra Social”, versión actualizada de la clásica guerra insurreccional de
masas. Sin perjuicio de ello se preveía dar apoyo a las guerrillas colombianas y a otras (como el
MRTA de Perú). Allí se efectuó también una fuerte crítica al “Plan Colombia” (Lucha contra el
narco- terrorismo) y se anticipó una guerra de grandes proporciones vinculada al mismo.
En ese marco, se decidió trabajar promoviendo protestas sociales, sectoriales y sindicales. Para una
primera etapa se eligió Ecuador, Colombia y Perú y en una segunda. a Brasil, México y Argentina.
Situación de la ideas y acciones del FSP en la Argentina.
Representantes de las FARC pensaban que el proceso en nuestro país, por sus características, sería
más largo, a pesar que en ese entonces veían al Gobierno de la Alianza (De La Rúa – Chacho
Alvarez) como un aliado potencial. Por su parte el “Partido Comunista Revolucionario” (PCR) y el
“Partido Todos por la Patria” (PTP) de nuestro país, sostuvieron que era necesario empezar a actuar
inmediatamente para precipitar acontecimientos favorables.
Se consideraron como aliados básicos a: la Confederación del Trabajo de Argentina - CTA de De
Gennaro, a la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y al Partido Comunista Revolucionario. Otros
apreciaron en el territorio nacional un estado de “Anomia Social” (Informe del Servicio de Paz y
Justicia de Pérez Esquivel- SERPAJ) y se sostuvo que los grupos: Quebracho, PTP, Patria Libre y
uno autotitulado Montoneros, estaban trabajando sobre asentamientos marginales con la finalidad
de movilizar esas estructuras sociales e impulsarlas a tomar decisiones “más combativas y
radicales”.
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También propusieron elaborar una estrategia de acción conjunta con el Movimiento de los Sin
Tierra (Brasil), promoviendo las ocupaciones ilegales de tierras y dependencias nacionales para lo
cual, se dijo, que ya existían fluidos contactos de dirigentes argentinos (Bonafini, Schocklender,
Farinello, D’ Elía) con los de Brasil.
Esta nueva estrategia de Guerra Social, pergeñada en el Foro de San Pablo ( 1990) y definida en el
Encuentro de Manta, debe entenderse en la extensión y profundidad que encierra. La idea estriba en
sustituir el empleo de las acciones armadas de las organizaciones terroristas subversivas de los años
60/70, que provocaron rechazos casi unánimes de las sociedades afectadas, por una violencia
(larvada o manifiesta de menor intensidad) ejercida mediante movilizaciones masivas.
Estas manifestaciones orquestadas, apuntan a explotar en forma permanente las carencias e
injusticias propias de cada sociedad para provocar un desgaste progresivo de instituciones y
autoridades que permita, a las dirigencias “populares”, establecer una especie de “gobierno
paralelo” en conflicto con el gobierno oficial. Cuando este último acumula el necesario descrédito
en la confrontación, llega el momento de su desplazamiento para poder asumir así el poder político,
objetivo final de esta guerra social (pueden existir funcionarios del gobierno comprometidos con
esta estrategia, que van facilitando su desarrollo)
La característica esencial de esta “guerra” es la “movilización permanente” para generar un estado
de desorden e indisciplina social que permita medir y evaluar la capacidad de respuesta de
autoridades y organismos legales. De esa forma se podrá decidir la conveniencia de continuar o
incrementar la escalada en la confrontación.
En este juego de “tira y afloja”, la guerra social aprovecha todas las libertades que el sistema
democrático otorga para llevar sus reclamos hasta los extremos que le permitan, tanto la falta de
claridad legislativa como los vacíos legales y normativos. Si por razones tácticas traspasan esos
límites con actos de fuerza o violencia desmedida, apelan a justificarlos públicamente como
medidas de “reivindicación social”.
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