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Transcript
18/10/09
Arzobispado de Toledo
Oficina de Información
BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL
CIRIACO MARÍA SANCHA Y HERVÁS
Santa Iglesia Catedral Primada
CONTENIDO:
1. Nota de Prensa previa: Beatificación de un Primado.
2. Desarrollo de la celebración.
3. Es fiesta: Hay Santos. Escrito del Sr. Arzobispo de Toledo.
4. Pastor y Primado en el Amor. Reseña biográfica del Cardenal Sancha.
5. El cuadro del nuevo beato.
Nota de prensa previa
Beatificación de un Primado
Toledo, 14 de octubre
Todo está ya preparado en la Archidiócesis Primada para la beatificación del cardenal arzobispo
de Toledo Ciriaco María Sancha y Hervás, que será proclamado «servidor de la unidad de la
Iglesia» este domingo, 18 de octubre de 2009, jornada en que la Iglesia celebra el Domingo
Mundial de las Misiones (DOMUND).
La celebración, que se prevé multitudinaria, dará comienzo a las diez de la mañana y
congregará a varios miles de fieles, muchos de los cuales procederán de las distintas diócesis
españolas vinculadas a la vida y ministerio pastoral del prelado: Burgos, Osma-Soria, Ávila,
Valencia, Alcalá de Henares, Getafe, Madrid...
Igualmente, se espera a varios centenares de peregrinos de Hispano América,
especialmente de República Dominicana, el país en el que Sancha realizó una de sus primeras
fundaciones. Les acompañará un centenar de religiosas del Instituto por él fundado, las Hijas de la
Caridad del Cardenal Sancha.
La jornada de la beatificación comenzará con el pasacalles que ofrecerá la Corporación
Musical Primitiva de Alcoi (Alicante), en “señal de reconocimiento de la amistad y simpatía hacia
ellos del Cardenal Sancha”, ya que esta Corporación ofreció un concierto al Cardenal en el
Arzobispado de Valencia, el 30 de julio de 1893.
La santa misa será presidida por el Prefecto de la Congregación para las causas de los
Santos, monseñor Angelo Amato. Concelebrará el actual prelado toledano, don Braulio Rodríguez
Plaza, y otros cuatro cardenales españoles: don Francisco Álvarez Martínez, arzobispo emérito de
Toledo, don Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, don Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente
de la Conferencia Episcopal Española, y don Agustín García Gasco, arzobispo emérito de Valencia.
Concelebrará también el Cardenal Primado de América, monseñor Nicolás de Jesús López
Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo (República Dominicana), quien presidirá, el día 19, la
Santa Misa de acción de gracias en la iglesia de Guadalupe (Cáceres). La nómina de los
concelebrantes queda completada con la presencia de cuarenta obispos españoles y varios
centenares de presbíteros, tanto de Toledo como de otras diócesis españolas.
El Gobierno de España ha delegado para representarle en el Presidente del Congreso de
los Diputados, don José Bono Martínez, que estará acompañado de una delegación oficial
integrada por don Jorfe Fernández Díaz, vicepresidente tercero del Congreso de los Diputados,
doña Guadalupe Martín González, diputada de Toledo, y don José Luis Fernández Peña, Director
de Comunicación de la Presidencia del Congreso de los Diputados. Además, hasta el momento,
han confirmado su asistencia, el Director General de Relaciones con las Confesiones, don José
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María Contreras Mazarío, el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, don
José María Barreda, el Alcalde de Toledo, don Emiliano García Page, y el Presidente de la
Diputación Provincial, don José Manuel Tofiño, entre otras autoridades.
La celebración eucarística, en la que se llevará a cabo el rito de beatificación, tendrá como
escenario privilegiado el crucero del templo primado, tal y como se suele hacer en las
concelebraciones en las que se espera la asistencia de gran cantidad de fieles. Además, fieles a la
centenaria costumbre vaticana, tras la proclamación del nuevo beato se descolgará un gran lienzo
con una pintura realizada para la ocasión por la pintora cordobesa María José Ruiz, autora
también del retrato oficial del mismo cardenal realizado con motivo de la apertura del centenario
de su muerte, el pasado 22 de febrero.
En la celebración se estrenará, además, la polifonía de la Santa Misa que ha compuesto el
Maestro de Capilla de la S. I. Catedral Primada, don Jaime León Gómez, que será interpretada por
la Schola cantorum del Seminario Mayor, los Seises del Colegio de Nuestra Señora de los Infantes,
la Coral Silíceo y la Orquesta Sinfónica de Toledo.
Las reliquias del nuevo beato
Tras la beatificación las reliquias del nuevo beato serán depositadas en una urna de plata que el
Cabildo ha financiado y que se colocará bajo el altar de la capilla de San Pedro del templo
primado. Fue voluntad del Cardenal Sancha que se le enterrase en la nave de la catedral frente a
la puerta de acceso a la citada capilla, como signo de su filial adhesión al sucesor de Pedro. La
sepultura se cubrió con una lápida de bronce en la que se recordaba que “vivió pobre y murió
paupérrimo”. Sobre ella nunca han faltado las flores que toledanos anónimos han depositado
permanentemente. Ahora, una vez exhumados sus restos, las veneradas reliquias se depositarán
en la citada capilla, cumpliendo así el deseo de quien este domingo será declarado beato.
En el contexto del Centenario
El Santo Padre Benedicto XVI autorizó la firma del decreto que reconoce el milagro atribuido a
Ciriaco María Sancha y Hervás el pasado 17 de febrero. Con tal motivo, la archidiócesis de Toledo
y toda la Iglesia española dio comienzo a la conmemoración, pocos días después, del primer
centenario de su muerte.
Para la archidiócesis toledana representa una satisfacción muy honda la beatificación de
otro de sus pastores. Una circunstancia que no se repetía desde tiempos visigodos. Pero para toda
la Iglesia en España significa el reconocimiento eclesial de un pastor ejemplar, fundador del
movimiento católico. Y una oportunidad para actualizar el don de la comunión eclesial, por la que
tanto trabajó el Cardenal.
Son muchas las facetas que pueden destacarse en el próximo beato. Hombre dotado de
una gran preparación intelectual, aparte de dominar varias lenguas modernas, poseía una gran
formación en doctrina social. Era característico su porte modesto y sencillo, su dulzura y amor a
los más desfavorecidos y su capacidad para dar respuesta prudente a cada uno de los problemas.
Destacó por su fidelidad a la Santa Sede y por su profundidad interior...
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Datos de la celebración
Beatificación del Cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás (Quintana del Pidio, 1833-Toledo, 1909).
Toledo, Santa Iglesia Catedral Primada.
18 de octubre de 2009
Preside: Excmo. y Rvdmo. Dr. D. Angelo Amato SDB, Prefecto de la Congregación para las Causas
de los Santos.
Concelebrantes principales:
-Excmo. y Rvdmo. Dr. D. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, Primado de España.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Francisco Álvarez Martínez, Arzobispo emérito de
Toledo.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Antonio Cañizares Llovera, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid,
Presidente de la Conferencia Episcopal Español.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Luis Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo
Domingo (República Dominicana), Primado de América.
-Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. D. Agustín García Gasco, Arzobispo emérito de Valencia.
-Excmo. y Rvdmo. Dr. D. Carmelo Borobia Isasa, obispo auxiliar de Toledo.
Diácono del Evangelio: Enmanuel Calo Gutiérrez.
Diácono del Altar: Braulio Manuel Acosta Machín.
Lecturas:
Primera lectura: Isaías 53, 10-11. Lector: José Díaz Rincón.
Segunda lectura: Hebreos 4, 14-16. Lector: Un religiosa trapense de la comunidad de Alloz..
Evangelio: Marcos 10, 35-45.
Preces:
1. Un seminarista menor.
2. Un peregrino de la República Dominicana.
BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL SANCHA / 5
3.
4.
5.
6.
Una Hermana de la Caridad del Cardenal Sancha.
Una representante de una asociación de Apostolado Seglar.
Una joven.
Una representante del Instituto Catequista Dolores Sopeña.
Ofertorio:
1. El Pan y vino serán presentados por los padres de Saúl López-Cortes Mancera (joven
alumno del Seminario Menor fallecido hace un año a causa de una enfermedad repentina,
con otro hijo en el Seminario Menor).
2. La M. General de las Hermanas de Caridad acompañada de otras religiosas, ofrecerán dos
cuadros con las imágenes de la Virgen de la Caridad del Cobre, de Cuba, y la Virgen de
Altagracia, en la República Dominicana.
3. La M. Abadesa de las Religiosas Trapenses de Alloz y Hermanas de las comunidades de La
Palma, en Cartagena, y Armenteira, en Pontevedra, ofrecerán un cesto con frutos de la
tierra representativos de sus tres monasterios.
4. La Superiora General del Instituto Catequista Dolores Sopeña ofrecerá un ramo de flores.
Plegaria Eucarística III
Ornamentos litúrgicos:
1. La casulla que usará monseñor Amato es la que fue estrenada por el Sr. Arzobispo, don
Braulio Rodríguez Plaza, el día de su toma de posesión, el pasado 21 de junio.
2. El cáliz que se empleará en la Santa Misa es el que donó el nuevo Beato al Pontificio
Colegio Español de Roma.
Música:
Misa “Lux et origo”, gregoriano y polifonía del M. I. Sr. D. Jaime León Gómez, Maestro de
Capilla del Excmo. Cabildo Primado.
Intérpretes: Schola cantorum del Seminario Mayor, Seises del Colegio de Nuestra Señora de
los Infantes, Coral Silíceo y Orquesta Sinfónica de Toledo.
Iconografía del nuevo beato:
La autora es María José Ruiz, pintora de Montilla (Córdoba). Representa al Cardenal caminando
por una calle de Toledo, rodeado de varios niños. Evoca la imagen del Beato que solía pasear por
la ciudad acompañado de niños.
Urna con las reliquias:
Reliquias del Cardenal Sancha depositadas en una realizada por el orfebre Anastasio Sánchez
Gómez.
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Es fiesta: Hay santos
? BRAULIO RODRÍGUEZ PLAZA
Arzobispo de Toledo
Primado de España
Día grande para la Iglesia de Toledo: este domingo, 18 de octubre, el Siervo de Dios Ciriaco María
Sancha y Hervás, Cardenal Arzobispo de Toledo, muerto hace justamente un siglo, será
beatificado en la Catedral Primada. Gracias a Dios hay santos, pero es importante saber qué
significa serlo.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice al respecto: «Al canonizar a ciertos fieles, es decir,
al proclamar que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido la fidelidad a la
gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la
esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos» (n. 828).
Si no hubiera santos, tendríamos que concluir que la salvación y la gracia de Cristo habrían
fracasado porque no ha cambiado a la humanidad, al hombre y la mujer alcanzados por el Señor.
El mundo de los santos, pues, sale a nuestro encuentro, pues ellos son nuestros hermanos
mayores en la familia de Dios, que quiere tomarnos de la mano para llevarnos por el mundo y nos
dice: «Si éste o aquél lo han logrado, ¿por qué tú no?».
Los santos son, además, hombres y mujeres reales, pues la santidad entre los cristianos es
el reflejo de la figura del único ser en que la humanidad ha encontrado perfecto cumplimiento:
Jesucristo. De modo que vivir el misterio de la comunión con Dios en Cristo nos enseña a ver las
cosas a través de un valor único, gracias al cual todos los juicios y decisiones tienen su origen en
una única medida. Por ello, cuando uno conoce la vida del Cardenal Sancha, ¡qué distinto se
muestran el héroe de una acción moral puramente humana y el santo cristiano! Incluso ante la
muerte, momento supremo de la existencia, el santo cristiano dice, como el protagonista del
Diario de un cura rural, de G. Bernanos: «Yo, ante la muerte, no intentaré hacerme el héroe o el
estoico. Si tengo miedo diré: tengo miedo; pero se lo diré a Jesucristo».
En realidad, el santo es el hombre que más aguda y dramáticamente experimenta la
fragilidad natural y la conciencia de pecado. Solamente la fuerza del Hijo de Dios puede dar a la
vida humana la capacidad de una adecuación a su destino. Porque en cierto sentido, lo que el
santo y la santa desean no es la santidad como perfección, sino la santidad como encuentro,
apoyo, adhesión, ensimismamiento con Jesucristo. Nada expresa, pues, mejor la psicología del
santo que lo dice san Pablo: «Vivo yo, mas no yo; es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20).
Y otro rasgo importante del santo cristiano es que aquél que reconoce «la venida en la
carne» del Hijo de Dios. A lo largo de la Historia, por eso, el santo ha reconocido y ha vivido el
misterio de Cristo «en su cuerpo, que es la Iglesia», según una expresión de san Pablo; y la Iglesia
se muestra, de este modo, como un lugar maravilloso donde la verdadera humanidad, la que se
ajusta al designio divino, se pone al alcance de todos.
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Estamos, pues, en una fiesta de familia, a la que invitamos a tantos amigos, que son
nuestros hermanos, de Toledo y de las otras diócesis en las que vivió don Ciriaco María: OsmaSoria y Burgos, Madrid con Getafe y Alcalá de Henares, Ávila y Valencia; también de otras Diócesis
españolas, dominicanas, colombianas, peruanas, norteamericanas y panameñas. Es día de
disfrutar, de acción de gracias, de reconocimiento de la obra de Dios en el Beato Ciriaco María
Sancha y Hervás. Aquí estarán las Hermanas de la Caridad del Cardenal, sus paisanos burgaleses
de Quintana del Pidio, las Damas Catequistas de Dolores Sopeña, gentes del Alcoy. Acogemos
igualmente a muchos obispos. Nos presidirá el Legado del Papa. Es fiesta: hay santos.
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CARDENAL SANCHA
Pastor y Primado en el Amor
DR. D. CARLOS MIGUEL GARCÍA NIETO
Profesor de Historia de la Iglesia / Biógrafo del Cardenal Sancha
Presentamos brevemente la biografía de un hombre abierto a la vida del Espíritu, sensible a toda
forma de vida consagrada y fundador de tres familias religiosas; del obispo que organizó el
movimiento católico contemporáneo en España desde sus inicios; del pastor que condujo a la
Iglesia española en circunstancias muy difíciles y supo salvarla de derivas cismáticas. El cardenal
que en Toledo restituyó el prestigio al Primado desde la sencillez y el servicio incansable a la
Iglesia. Un hombre que, si la Iglesia así lo confirma, lo veremos muy pronto en los altares como
modelo de pastor y fidelidad a Cristo.
Familia de labradores
Ciriaco Sancha y Hervás nacía en Quintana del Pidio (Burgos) el 18 de junio de 1833 en el
seno de una modesta familia de labradores. Su infancia y primera juventud discurren en las faenas
propias del campo castellano, entre viñedos y rebaños que esquilar. Un momento especial de
sufrimiento lo produciría la prematura muerte de su madre, cuando Ciriaco contaba con diez
años. A los trece perdería a su hermana mayor, su segunda madre. Con diecinueve de edad
ingresaba en el Seminario de su diócesis, Osma, para comenzar la carrera breve de estudios
eclesiásticos. Pero sus cualidades y virtud aconsejaron becarle para cursar la carrera eclesiástica
completa. En 1858 era ordenado sacerdote en Burgo de Osma. Durante los primeros años de su
sacerdocio pudo compatibilizar la docencia en el Seminario con la ampliación de estudios
teológicos, que culminó brillantemente en Salamanca en 1861.
Sacerdote en Cuba
En 1862 el arzobispo de Santiago de Cuba, don Primo Calvo Lope, le proponía
acompañarle a las Antillas y le nombraba Secretario de Cámara y Gobierno de su Arzobispado. Allí
desarrolló una fecunda labor apostólica, orientada en gran medida al servicio y alivio de los
damnificados por la primera guerra de independencia cubana; a tal fin fundaría en 1869 las
Hermanas de los pobres inválidos y niños pobres, en la actualidad Hermanas de la Caridad del
Cardenal Sancha. La muerte repentina de don Primo Calvo dos años antes, en 1867, dejaba
vacante aquella sede. Don Ciriaco recibía el nombramiento de Medio Racionero de la catedral de
Santiago de Cuba, y poco tiempo después ganaba la oposición a canónigo penitenciario.
La revolución de 1868, y la posterior proclamación de la primera República, abrían un
triste capítulo de anticlericalismo en España. Un grave incidente se produjo cuando el gobierno
eligió a Pedro Llorente Miguel para ocupar la vacante sede de Santiago de Cuba; candidato de
dudosa conducta, no llegó a recibir de Roma la bula de nombramiento para ocupar la sede
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arzobispal cubana. Se abría un cisma en aquella archidiócesis (1-agosto-1873), que provocó el
ingreso en prisión de don Ciriaco y don José María Orberá y Carrión –encargado del Vicariato
Eclesiástico– por permanecer fieles a la Santa Sede. Esta fidelidad, troquelada a lo largo de un año
de encarcelamientos, se vio reconocida en ambos clérigos con la dignidad episcopal en los
primeros compases de la Restauración.
El 13 de marzo de 1876 recibía la consagración episcopal de manos del Primado, don Juan
Ignacio Moreno Maisonave, como obispo auxiliar de Toledo. Añadía a su primer nombre el de
María, por su devoción a la Madre de Dios. Ejerció su ministerio sobre todo en Madrid, donde
estuvo encargado de la vida consagrada, promoviendo además la organización de la asociación de
la Propagación de la Fe –primera en fundarse en España–. Asimismo preparó el camino para que
Madrid fuera erigida como diócesis; en su ministerio se impulsó la construcción de un templo en
honor de Santa María de la Almudena. Aparte de su pastoreo en la Villa y Corte, realizó la visita
pastoral por la amplísima archidiócesis que constituía entonces Toledo.
Obispo de Ávila
Nombrado seis años después obispo de Ávila, tomó posesión de esta sede el 29 de junio de
1882. Allí volvió a hacer gala de una incansable actividad asociada a una profunda vida interior.
Fruto de lo cual fue la visita pastoral por toda la diócesis. Se dedicó con todo entusiasmo a
impulsar el espíritu sacerdotal de su clero y elevar el nivel moral, intelectual y espiritual del
Seminario, creando una sección de seminaristas pobres. Asimismo fundó la primera Trapa
femenina de España en Tiñosillos, dotándole de unas constituciones propias, adaptadas a la
realidad española.
En Ávila no fue ajeno al desarrollo de los acontecimientos sociales y políticos nacionales,
en los que luchó por la independencia de la Iglesia frente a las injerencias del poder civil. Durante
estos años se produjo un hecho que vino a zarandear los tranquilos avatares de don Ciriaco María
en la diócesis abulense: Miguel Morayta –catedrático de Historia y reconocido masón– con
motivo de la apertura de curso en la Universidad Central de Madrid (1884), pronunciaba una
polémica lección inaugural que propició una carta pastoral de don Ciriaco María; carta que fue
secundada por varios obispos en sus respectivas diócesis y que provocaría diversos incidentes
universitarios en la capital.
Ya desde su estancia en Ávila, Sancha manifestó su preocupación por uno de los
problemas centrales que angustiaban a la Iglesia española de su tiempo: la maltrecha unidad de
los católicos. Precisamente en Ávila concibió el proyecto de organizar Congresos católicos
nacionales.
Obispo de Madrid-Alcalá
Promovido en octubre de 1884 para ser el primer obispo de Madrid-Alcalá, la Santa Sede
contemplaba en él no sólo su fuerte adhesión al Santo Padre, sino también su agudeza de mente y
la constancia en llevar a cabo sus proyectos... Cualidades todas ellas muy importantes para
levantar una diócesis naciente y con problemas difíciles de resolver.
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Pero la oposición enconada de un ministro –agraviado por la libertad de espíritu con que
don Ciriaco María denunció el discurso de Morayta en la Universidad Central– aconsejó a la Santa
Sede poner su mirada en otro candidato. Sin embargo, el asesinato de don Narciso Martínez
Izquierdo, primer obispo de Madrid-Alcalá, obligó a un cambio de planes: don Ciriaco María
aceptaba en circunstancias sumamente difíciles esta sede recién creada renunciando a la
apetecible de Santiago, sede que conllevaría un seguro título cardenalicio.
El 8 de septiembre haría su entrada solemne en la capital. Lo primero que ocupó su
empeño fue la reforma de un clero de aluvión que, en algunos de sus efectivos, presentaba graves
carencias e irregularidades, procedente de toda España, en la Corte se sentía libre del control de
sus obispos de origen.
Los actos conmemorativos para festejar el jubileo sacerdotal de León XIII, empezaron a
dar las primeras pruebas de un talento organizador que le seguiría a lo largo de todo su ministerio
episcopal. Sensible a la preocupación eclesial y social del Papa, se situó en primera línea entre los
obispos por su visión de la realidad española. En la primavera de 1889 organizaba el primer
Congreso católico nacional, el de Madrid; primero de una serie de seis que se celebrarían en
distintas capitales españolas con el fin de propiciar la unidad de los católicos y su organización
para hacer frente a los retos del momento; si esa unidad era prácticamente imposible en lo
político, al menos habría que intentarlo en el terreno social, educativo, propagandístico, etc.
Al hilo de los Congresos católicos se instituyó la Junta Central de acción católica, en la que
colaborarían con él las personalidades más relevantes del catolicismo finisecular. La publicación
de la encíclica Rerum Novarum le hizo intensificar la divulgación de la doctrina social de la Iglesia.
Otras realizaciones en la capital del Reino fueron el impulso dado para la creación del
Seminario Conciliar, fomentando el acceso de los pobres a la carrera eclesiástica; la prosecución
de las obras de la catedral de la Almudena; la implantación de nuevos institutos religiosos, así
como asociaciones de laicos para la propagación de la fe y la caridad. El número de parroquias
que se encontró a su llegada a la capital fue de veinte; treinta dejó a su salida de la misma.
Arzobispo de Valencia
El 17 de noviembre de 1892 hacía su entrada en Valencia. Se encontró con una realidad
muy compleja y convulsa por su desarrollo industrial y la presión que el republicanismo anticlerical ejercía sobre los obreros. En 1893 organizó el primer Congreso eucarístico nacional. Su
inquietud social le llevó a fundar el Consejo Nacional de las Corporaciones Católico-Obreras, del
que sería presidente; y en calidad de tal organizó la primera Asamblea Nacional de los Círculos,
dando un serio impulso a patronatos y otras asociaciones obreras católicas.
En este contexto se inscribe la peregrinación nacional obrera a Roma que organizó con
motivo del jubileo episcopal de León XIII, y que congregó a 18.000 obreros de toda España en
abril de 1894. Peregrinación que supone un hito importantísimo para una mayor aceptación, por
parte de los católicos españoles, del poder constituido y de la monarquía alfonsina, hacia la cual
León XIII mostró repetidos gestos de cordialidad buscando una necesaria estabilidad social, tan
BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL SANCHA / 11
necesaria en España. En el consistorio del 18 de mayo de ese mismo año don Ciriaco María era
creado cardenal, con el título de San Pedro in Montorio.
La conversión del Seminario Central en Universidad Pontificia se cuenta entre sus logros,
siempre buscando la mejor formación de las vocaciones al sacerdocio y la promoción moral y
espiritual del clero. Dicha promoción resultaba extremadamente difícil debido, entre otras
razones, al estado de indigencia en que se encontraban los sacerdotes, sin medios para su propia
subsistencia.
A fin de hacer frente a esta situación, fundó el Montepío del Clero Valentino, institución
que confraternizó a los sacerdotes en un común esfuerzo por su supervivencia y realce moral,
intelectual y espiritual. Trabajó denodadamente para liberar al clero de compromisos políticos,
consciente de que en ello se jugaba la dignidad del estado sacerdotal y la penetración que el
Evangelio estaba llamado a efectuar en la sociedad. Además, ejerció una notable influencia en los
intelectuales valencianos por medio de tertulias mensuales que convocaba en el palacio
arzobispal y la revista científica que se publicaba periódicamente.
Arzobispo de Toledo
El 24 de marzo de 1898 era nombrado Arzobispo de Toledo, Primado de España y Patriarca
de las Indias Occidentales, haciendo su entrada solemne el 5 de junio. Tomaba posesión de la
archidiócesis primada justo en el año del «desastre», y con el encargo de la Santa Sede de liderar
la unidad de los católicos y del episcopado. La desorientación en la que estaba inmersa la Iglesia
española era muy grande. No sólo la sociedad atravesaba por una profunda crisis de identidad; la
propia Iglesia estaba afectada por tensiones centrífugas que amenazaban con derivas cismáticas.
A ello tuvo que hacer frente el Primado, exhibiendo una vez más su inquebrantable fidelidad a la
Sede de Pedro.
Se encontró con un Seminario en estado de postración, por lo que al mes de su ingreso en
la diócesis encomendó la formación de los seminaristas a don Manuel Domingo y Sol y su
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos; cosecharían grandes éxitos en la promoción de
este centro tan vital para la diócesis.
El Seminario formó parte de sus desvelos más continuados y consiguió imprimir un nuevo
estilo de sacerdote: de profunda y recia espiritualidad, de una sólida formación intelectual y
humana, enmarcada en un estilo sencillo y de gran amor a la Iglesia. No ahorró esfuerzos en
enviar sacerdotes y seminaristas al extranjero para formarse en las mejores universidades
eclesiásticas del momento. Buscaba el crecimiento humano y espiritual de los sacerdotes, a los
que ofreció esa institución que tan buenos resultados diera en Valencia: el Montepío del clero,
esta vez toledano. Reinstaló las conferencias morales –precedente de la formación permanente
del clero– así como la práctica de los ejercicios espirituales.
La realidad social, política y eclesial que se encontró en la ciudad del Tajo era de enorme
decadencia. Trabajó con celo incansable por la promoción social y espiritual de su gente. A tal fin
colaboró decisivamente en la fundación y desarrollo de las Damas Catequistas, que desplegaron
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una gran actividad evangelizadora en la capital y distintos pueblos de la diócesis, en el mundo
obrero y carcelario, cosechando grandes frutos de conversión. La reinstalación de los jesuitas en
Toledo sirvió para dar un nuevo vigor a todas estas obras. Igualmente inspiró el sindicalismo de
inspiración católica, con círculos católicos en distintas poblaciones, escuelas especializadas para
obreros, academia de música... También promovió la fundación de periódicos católicos que, fieles
a las orientaciones del papa y de los obispos, sirvieran para crear un clima de conciliación en una
España revuelta por un sinfín de turbulencias ideológicas.
Tras muchos fracasos y decepciones, originadas por la división del episcopado y de los
católicos, en 1903 León XIII le encomendaba liderar el proyecto de las Ligas Católicas, que tenía
como objetivo la unión de los católicos siguiendo la línea que marcaran los Congresos católicos. Se
trataba de juntas que, en distintas diócesis, se configuraban como órganos que debían encauzar la
acción de los católicos en la vida pública, unificándolos en proyectos comunes pero respetando su
distinta procedencia ideológica. No se pretendía formar un partido político, si bien podrían
remontarse a ellas las raíces de la democracia cristiana española. Fruto de las reuniones
mantenidas entre distintos obispos presididos por Sancha, resultaba el Congreso de la Buena
Prensa celebrado en Sevilla en 1904, del que surgiría una agencia de información en Madrid y una
asociación de escritores y artistas católicos.
Coincidiendo con sus últimos años de vida, en 1907 convocaba la primera Asamblea del
episcopado español, el cual, después de varios intentos a lo largo del siglo XIX y en medio de una
situación nacional del todo convulsa, logró reunirse para tratar proyectos comunes, sentando el
precedente más importante de las futuras Conferencias de metropolitanos y de la actual
Conferencia Episcopal Española.
Una nueva generación de obispos –más libre de ataduras políticas y de personalismos
atávicos, y más afecta a la Santa Sede que a los gobiernos de turno– se abría camino en España.
Todos los esfuerzos emprendidos por el Cardenal a lo largo de su dilatado ministerio episcopal –
aderezados con no pocos sinsabores procedentes de sus hermanos en el episcopado– por fin
daban sus frutos.
Hacia la Casa del Padre
Una fría mañana de febrero, en la que Toledo amaneció nevado, don Ciriaco María dispuso que el
carromato del Arzobispado se llenara de víveres y ropa para socorrer a los menesterosos de los
arrabales. Cuando regresó a casa, su debilitada salud se vio gravemente resentida por un severo
enfriamiento. A pesar de la fiebre, al día siguiente acudió al Cerro de Gracia para dar una plática a
sus Damas Catequistas. Fue su última visita a aquella casa tan querida para él; fue la última vez
que los toledanos le vieron por sus calles atendiendo a todos.
A los pocos días, el 25 de febrero de 1909 fallecía en Toledo el cardenal Sancha, conocido
por todos como «el padre de los pobres»: «El Emmo. Sr. Sancha, que se distinguió también por su
amor a los pobres, ha muerto pobre y ésta es su mejor corona de gloria», sentenciaba la revista
“La Cruz”. «Vivió pobre, murió paupérrimo», reza el epitafio de su lápida sepulcral. Fueron
BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL SANCHA / 13
precisamente los pobres de la Ciudad Imperial quienes contribuyeron a sufragar el coste de dicha
lápida como gratitud a su caridad singular.
No sólo Toledo; toda España quedaba huérfana. Al día siguiente de su muerte, el Senado
de la nación expresaba su más sentido pésame. El ministro de Gracia y Justicia, marqués de
Figueroa, manifestaba la condolencia del Gobierno y destacaba, entre otras muchas cualidades,
«un corazón todo afecto y caridad; ésa era la mayor fuerza de su espíritu».
Esta opción comprometida hacia los más necesitados se extendió por cuantos lugares
tuvo oportunidad de ejercer su ministerio. Su avanzada visión social para aquellos tiempos iba a la
par con una coherencia de vida que le hacía estar presente allá donde la miseria mostraba su cara
más amarga.
Un prelado modelo
Rastreando por la documentación, se pueden atisbar algunos rasgos de la personalidad
del cardenal, entre los que destacan una fina inteligencia, una proverbial modestia y una gran
constancia para llevar adelante los proyectos más dispares.
Sirva como testimonio la respuesta personal y reservada que el nuncio de Su Santidad
remitía al cardenal Secretario de Estado, Mariano Rampolla, informándole sobre la persona más
idónea que a su juicio podría ser elevada a la púrpura en el supuesto de que el papa se dispusiera
a crear un cardenal español. Según su parecer, entre todos los prelados españoles, el más digno
de la sagrada púrpura era don Ciriaco María Sancha y Hervás. Después de una afirmación tan
rotunda –muy difícil encontrarla en un diplomático– el nuncio justificaba sus palabras en la mucha
instrucción y variada cultura de don Ciriaco María; su espíritu apostólico y celo incansable; su
admirable devoción y amor a la Santa Sede; su dulzura, modestia y sencillez de trato; su facilidad
de palabra; su caridad admirable por la que se hacía todo a todos; las dotes de gobierno que lo
adornaban; el ardor con el que emprendía las empresas más arduas y sabía conducirlas a
término... Todo ello hacía de él un prelado modelo.
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El cuadro del nuevo Beato
El cuadro que se descubrirá en la beatificación es un óleo sobre lienzo de 260 x 170 cm.
Representa una escena en la que el Cardenal Sancha se acerca a unos niños que juegan por las
calles de Toledo. Escena cotidiana a la que tenía acostumbrados a los toledanos: siempre rodeado
de niños, les repartía caramelos, mazapanes, alpargatas...
El conjunto pictórico es de una gran belleza: desde la mirada de admiración del niño que
lleva en su mano un mazapán, pasando por la simpatía del otro niño sorprendido con un
tirachinas, siguiendo por la niña morena que, sentada en un escalón de la calle y con un
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libro sobre sus rodillas, evoca la gran labor educativa que el cardenal, siendo sacerdote, desplegó
en América; finalmente destaca la dulzura con que el cardenal sujeta la mano de la niña pelirroja,
un verdadero ángel. Por último, el rostro iluminado de don Ciriaco María Sancha, transparente,
transido de luz, expresa la felicidad del cielo Es un rostro lleno de bondad y de paz, de amor y
serenidad.
Todo ello enmarcado en un paisaje con Toledo al fondo, y compuesto por elementos
constructivos típicos de la ciudad (el suelo empedrado, los adobes, la cerámica de Talavera). La luz
suave que envuelve a los personajes sitúa la escena en una agradable mañana de primavera,
donde la vida brota por doquier y deja atrás el frío invierno en que murió el Cardenal
Sancha. Representa, pues, la vida nueva que renace en el Cielo.
La autora
MARIA JOSÉ RUIZ, pintora cordobesa nacida en Montilla, es académica correspondiente
de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, y licenciada en Derecho
y Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Desde 1997, año en que expuso en la Basílica de San
Juan de Letrán de Roma, sus obras han sido admiradas en España, Italia, Francia. Ha sido
galardonada en varios certámenes de pintura, tanto en nuestro país como en el extranjero. Sus
cuadros cuelgan de las paredes de grandes museos e instituciones, como la catedral de Córdoba,
catedral de Moyabamba (Perú), Centro de Arte Contemporáneo de Cittanova, Accademia
Internazionale dei Micenei (Italia) o la Fundación Focus Abengoa de Sevilla.
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