Download ¿Qué es lo que está en juego con las células madre
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Lo que está en juego El Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Tecnológica, ha dado luz verde a la investigación con células embrionarias. Sus recomendaciones vienen acompañadas de un análisis científico, ético y jurídico de las investigaciones. Una muestra más de que tras el hundimiento de muchas certezas ideológicas, la confianza en el progreso científico es hoy la creencia ampliamente compartida a derecha y a izquierda. El Comité Asesor de Ética se mueve entre una llamada a la legislación española para hacer posible un marco adecuado “a la investigación con células troncales procedentes de embriones humanos sobrantes” y un claro rechazo de la “creación específica de embriones humanos con el fin directo de generar células troncales para la investigación. De entrada, puede parecer razonable utilizar con un buen fin unos embriones "sobrantes" de procesos de fecundación in vitro, con los que nadie sabe qué hacer. Pero si despierta resistencia (el voto particular de un miembro del Comité así lo manifiesta) es porque significa abrir la puerta al tratamiento de la vida humana como una cosa. Incluso un pensador como Habermas, que ve al embrión como una vida prepersonal, advierte la trascendencia de la cuestión: "Qué trato demos a la vida humana antes del nacimiento (o a los seres humanos después de su muerte) afecta a nuestra auto comprensión como especie". El problema está en la cosificación de la vida humana, que de ser un fin en sí pasa a ser un instrumento al servicio de otros fines. Y eso supone empezar a deslizarnos por un plano peligroso. Para Habermas, la investigación con células madre embrionarias, "requiere que se dé un trato cosificador a la vida humana prepersonal, la misma actitud, pues, que distingue a las prácticas eugenésicas". Y, si se admite el principio de la instrumentalización de la vida humana, ¿por qué no admitir también otras prácticas? No hay gran diferencia entre utilizar embriones "sobrantes" y producirlos expresamente con el fin de investigación. Y si la investigación ofrece perspectivas prometedoras que exigen utilizar embriones de más de 14 días, ¿por qué no ampliar el concepto artificial de pre-embrión a estadios más maduros? En debates de este tipo, los criterios utilitaristas, basados en análisis de costes/beneficios, suelen marginar cuestiones decisivas. Es fácil ver los beneficios económicos o terapéuticos que una tecnología puede producir; en cambio, se pueden perder de vista costes no monetarios. El recelo que la personas muestran ante la biotecnología no tiene que ver con criterios utilitaristas. Como dice Fukuyama, "se trata, más bien, del miedo a que a la larga, la biotecnología nos lleve, en cierto modo, a perder nuestra humanidad: es decir, esa cualidad esencial, que siempre ha sustentado nuestro concepto de quiénes somos y hacia dónde vamos, pese a todos los cambios evidentes que ha experimentado la condición humana en el transcurso de la Historia". 1 En cualquier caso, es importante no perder de vista que lo que está en juego con la revolución de la biotecnología es algo más que la ética de un determinado procedimiento. Es nuestra propia idea del hombre y del modo de comprendernos como especie. Y esto no puede decidirse mirando solo por el microscopio. RAFAEL NAVARRO-VALLS, es catedrático de la Universidad Complutense. 2
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