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Triste la Xochitecatlcíhuatl
porque se entregó a la iglesia
JUEVES 11 DE MARZO DE 2010
◗ México y Epipolai
GABRIELA CONDE
L
os atenienses perdieron
La Guerra del Peloponeso (431–404 a. C.) en
la batalla de Epipolai. Atenas,
con notable superioridad numérica, atacó Siracusa, pero la cruzada ateniense terminó en hecatombe y Atenas perdió tres cuartas partes de su ejército.
¿Qué pasó en Epipolai?
Los atenienses atacaron de
noche y lo que en principio creyeron sería un punto a favor, fue
lo que los condujo a la sangrienta derrota. Con la ligera luz de la
luna no se distinguían unos entre
otros, apenas podían reconocer
los contornos de los cuerpos y
las sombras de los guerreros.
Los espartanos conscientes de
ello se hicieron pasar por atenienses, y ambos gritaban la
misma contraseña para reconocerse. Esa palabra, en la boca de
todos, logró el pánico colectivo.
Cuando llegaron los refuerzos
atenienses (mientras los espartanos se replegaban y huían) todo
era confusión y la contraseña
que se oía como un sólo grito en
voz de los guerreros accionó el
hoy llamado “fuego amigo”.
Pienso en Epipolai y en la
duplicidad de signos a propósito
de nuestra guerra contra el narcotráfico. El Ejército mexicano
ha hecho suyas las mismas prácticas de nuestros antagonistas
(ejemplos: la brutal represión en
1994 a indígenas en Acteal, las
evidencias que dejan las fotos de
Beltrán Leyva) y con eso hay días
en que tampoco sé cuáles son los
buenos y cuáles los malos.
O acaso, como dice Roque
Dalton en El descanso del
Guerrero, los únicos verdaderos
bandos que existen son dos, el
de los vivos y el de los muertos:
Los muertos están cada día
más indóciles./ Antes era fácil
con ellos:/ les dábamos un cuello duro una flor/ loábamos sus
nombres en una larga lista:/ que
los recintos de la patria/ que las
sombras notables/ que el mármol monstruoso./ El cadáver firmaba en pos de la memoria/ iba
de nuevo a filas/ y marchaba al
compás de nuestra vieja música./ Pero qué va/ los muertos/ son
otros desde entonces./ Hoy se
ponen irónicos/ preguntan./ Me
parece que caen en la cuenta/ de
ser cada vez más la mayoría.
Creo que vamos perdiendo
esta guerra.
DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA ■ DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYÁN ■ PUBLICACIÓN PARA PUEBLA Y TLAXCALA
Asume Fátima nuevos paradigmas sociales
TERE RAMÍREZ OJEDA
Sus actividades multifacéticas
la motivan a trabajar en un objetivo: tener un desarrollo armónico hacia sus seres queridos y en el negocio familiar que
encabeza: un bar.
Fátima Nolasco Gómez, es
una madre joven, una profesionista que truncó sus aspiraciones particulares por las de un
proyecto conjunto.
Es pasante de la carrera de
Psicología Social, pero desde
hace dos años enfoca todas sus
energías y su tiempo a su familia y a administrar el bar que
abrió en sociedad con su esposo y su cuñado.
Como parte de la generación
de mujeres del siglo XXI en
México, asume los nuevos paradigmas del sector femenino.
Es profesionista, madre, esposa, ama de casa y administradora del negocio familiar.
Sin embargo, disfruta sus
actividades, no se debate entre
el ser y el querer, considera que
su papel va más allá que ser la
depositaria de la simiente humana, ya que con sus labores
contribuye a fomentar valores a
Administra un bar de la capital que
abrió en sociedad con su esposo
y un cuñado; lo más complicado
es lidiar con personas en
estado etílico, admite
su hija, crear fuentes de empleo
y ser una mujer económicamente activa.
A pesar de que se define
como una persona poco sociable, menciona que aprendió
rápido tareas de recursos humanos que le permiten sostener en
números negros el bar que se
ubica sobre el bulevar Ocotlán.
“No soy muy sociable, no se
me da, es diferente dar un servicio que hacerte cargo de todo,
doy un servicio sin problema,
pero estaba acostumbrada a
aceptar órdenes y ahora tengo
que decirles (a los empleados)
qué tienen que hacer”.
A sus 26 años de edad, considera que a corto plazo podría
delegar la administración del
bar a otra persona, ya que le
lleva todo el día, pero no por
ello deja de realizar sus actividades domésticas, como coci-
nar, limpiar su casa, llevar a su
hija de 5 años de edad a la
escuela y verificar que prospere
el negocio.
“Atiendo casi todo (en su
hogar), cuando no cocino, pido
comida o le digo a mi mamá
que me cocine; en el bar cuando se nos junta la gente, aunque
quiera comer no puedo, tengo
servido el plato, pero ahí se
queda porque nunca me puedo
sentar”, refiere.
Entre sus proyectos prioritarios está educar a su hija Mariana Shandel Cuéllar Nolasco,
incluso confiesa que le gustaría
dedicarle más tiempo a ella, por
encima de las aspiraciones profesionales que tiene.
Su esposo, Rubén Cuéllar
Cisneros, la apoya con tareas
menores en el negocio, pero
la responsabilidad fundamental recae en ella, quien tiene a
Fátima Nolasco tiene como filosofía de vida buscar su felicidad y bienestar, pero “nunca a costa de los
demás”. Considera que su mayor valor es la honradez ■ Foto Alejandro Ancona
su cargo a seis empleados,
tres mujeres y tres hombres.
Fátima resalta que su vida
laboral inició después de que se
casó a los 21 años de edad, se
empleó en una escuela particular donde “primero fui multiusos y luego me hice cargo de un
grupo de maternal, después tuve otro trabajo como recepcionista en un hotel y después
abrimos el bar”.
Aunque la inversión mayoritaria en el bar la hizo su esposo, revela que él le delegó la
administración porque “me dijo que no era bueno para eso”.
Desde las 7 de la mañana
empieza la jornada de Fátima
que está pendiente de que su
familia desayune, lleva a su hija a la escuela y realiza sus actividades domésticas, después
del medio día se encarga de todos los aspectos del bar.
“Lo que menos me gusta del
bar es lidiar con los borrachos,
lo mejor es gastarme el dinero
que recibo (risas)”, comenta en
tono de broma, al tiempo que se
acomoda su pelo lacio.
Externa que para ella no fue
difícil administrar el negocio,
tal vez porque la mayoría de las
mujeres tiene ese talento.
Un poco renuente, acepta la
entrevista con este medio y tras
varios minutos de charla, se
sincera: mi filosofía de vida es
buscar mi felicidad y mi bienestar, pero nunca a costa de
los demás, por ello considera
que uno de los valores que le ha
permitido que su negocio prospere es la honradez.
Afirma que las mujeres han
conquistado todos los ámbitos
sociales, en el que ella incursiona no es tan difícil, “como en el
que están otras mujeres, como
en la política, por ejemplo,
donde tienen el valor y la fortaleza para adentrarse en un
mundo donde corren el riesgo
de ser rechazadas o acosadas”.
Fátima añade que regularmente no ingiere bebidas alcohólicas, pero de vez en cuando
mientras trabaja se toma una
cerveza “por el calor, pero no
me emborracho”, aclara.
Aunque la mayoría de las
horas las dedica al bar, dice que
tiene pasatiempos como ver películas, la televisión y comer
postres, “el filme que más me
gusta es Dulce Noviembre y mi
libro favorito es Momo (novela
de Michael Ende)”.