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Transcript
62 Expansión Viernes 28 abril 2017
Opinión
Los efectos de la reforma tributaria de Trump
cambio a un sistema territorial en el
que los beneficios de las empresas de
EEUU generados en el exterior no
están sujetos a tributación y la creación de un impuesto único sobre los
beneficios de grupos estadounidenses acumulados en el exterior. Sólo
esto supone ya un cambio radical en
el actual panorama tributario internacional, ya que EEUU pasaría, de
golpe, a ser una de las jurisdicciones
fiscalmente más baratas.
Lo cierto es que las medidas anteriores están esencialmente en línea
con las incluidas en el Blueprint on
Carlos Marín
La reforma supone
un cambio radical
en el actual panorama
tributario internacional
bre algunos aspectos allí recogidos,
como la deducción inmediata de las
inversiones en activos fijos (con la
excepción de inversiones en terrenos), la eliminación de la mayoría de
deducciones (incluyendo el gasto en
interés), exenciones y créditos (excepto I+D) y, sobre todo, el controvertido ajuste transfronterizo (border adjustment), que ha hecho correr
ríos de tinta en todas las direcciones
y que, destilado, implicaba que sólo
se podría deducir fiscalmente el coste de los bienes adquiridos y los servicios prestados por contribuyentes
Efe
D
esde que Donald J. Trump
tomó posesión como el cuadragésimo quinto presidente
de Estados Unidos el pasado 20 de
enero, gran parte de la prensa económica ha centrado su mirada en su tan
anunciada reforma tributaria federal
que, a buen seguro, afectará no sólo a
empresas estadounidenses, sino
también a las compañías españolas
con presencia en ese país.
Si bien Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, había prometido que
la reforma tributaria federal vería la
luz en los primeros noventa días de
la nueva era, trabajar en una reforma
tributaria estaba siendo más complicado de lo que a priori parecía. Ello
se debía, entre otros motivos, a que
la financiación necesaria para el famoso muro con México no permitiría la rebaja de ingresos públicos y a
que, tras el batacazo con el Obamacare, los republicanos tenían que hacer examen de conciencia y aceptar
que los demócratas no pueden ser
ignorados en el Congreso de Estados
Unidos. El miércoles, Mnuchin,
acompañado de Gary Cohn, director
de economía, presentó en una breve
rueda de prensa los ejes sobre los que
vertebrará la reforma, dedicando,
por cierto, sus primeras palabras a
los demócratas, en lo que pareció un
intento de buscar el consenso y la
unión, pero también recordando que
el Partido Republicano controla el
Congreso, el Senado y la Casa Blanca.
En esencia, las medidas anunciadas consisten en la bajada del tipo del
Impuesto de Sociedades a un 15%, el
Tax Reform, un documento preparado por el Partido Republicano que
aspiraba a incentivar la economía estadounidense mediante la mejora de
la competitividad de sus empresas, el
aumento de las exportaciones y la
contratación de trabajadores nacionales. No obstante, la Administración Trump ha guardado silencio so-
estadounidenses frente a aquéllos
(incluyendo costes de ventas, ojo) satisfechos a proveedores extranjeros,
en un claro intento por reducir las
importaciones y fomentar la exportación de productos nacionales.
El poder de los ‘lobbies’
Este sospechoso silencio parece indicar su no inclusión en la reforma tributaria, inclinando la balanza a favor
de los lobbies que aseguraban que dicha norma encarecería la producción y precios de sus productos, disminuyendo el poder adquisitivo de
los ciudadanos y la competitividad
exterior de las compañías estadounidenses.
No obstante, todavía es temprano
para sacar conclusiones. Habrá que
estar atentos al mes de mayo, en el
que la Administración de Trump seguirá trabajando en el texto definitivo que se presente ante el Congreso y
el Senado para su debate y, en principio, aprobación. Los retos a los que se
enfrentará la propuesta serán, entre
otros, que el recorte de ingresos públicos dificultará su percepción como una ley coherente con los presupuestos federales y que, si no se logra
el apoyo necesario de ciertos sectores demócratas, la misma no podrá
aprobarse con carácter definitivo.
Así, únicamente cabría la posibilidad
de incorporarla al ordenamiento jurídico como una medida temporal de
hasta un máximo diez años.
Lo único que sí es seguro es que el
día que salga a la luz la propuesta definitiva los departamentos tributarios de bufetes y compañías se paralizarán para dar paso a un nuevo modelo en la organización y estructura
de sus operaciones en EEUU.
Socio responsable de tributación
internacional de KPMG abogados
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los nubarrones del Brexit
María Abascal y
Matías Cabrera
C
on la activación del artículo
50 del Tratado de la UE el
pasado marzo, el proceso de
salida de Reino Unido comenzó formalmente. Pero la incertidumbre sigue siendo importante: no está claro,
por ejemplo, que Reino Unido pueda
alcanzar un nuevo acuerdo comercial en los próximos años, o si existirá un período de transición que permita evitar una situación de discontinuidad en el mercado.
La posición de Reino Unido empieza a despejarse. El objetivo de
Theresa May es limitar la inmigración desde la UE y retomar la soberanía en la elaboración de leyes (dejando de estar bajo la jurisdicción
del Tribunal General de la UE). Esto
implica un Brexit duro en el que
Reino Unido dejaría de ser miem-
bro del mercado único. Bajo estas
restricciones, buscará negociar un
acuerdo comercial integral para garantizar el mayor acceso posible al
mercado europeo. Esto será un gran
desafío para su Gobierno, dada la
complejidad de las negociaciones y
ciertas reticencias dentro del Partido Conservador británico. El problema podría mitigarse si en las próximas elecciones May sale reforzada, lo que reduciría su dependencia
del ala más extrema de su partido.
Desde el lado europeo, este sábado los líderes de la UE-27 se reunirán
para definir los detalles finales de la
estrategia de negociación. Se espera
que esta guía formalice la premisa,
tantas veces repetida por las autoridades europeas: primero se negociará la salida (incluida la factura del
Brexit y los derechos de los ciudadanos) y, luego, se sentarán las bases de
la nueva relación comercial entre
ambos bloques. Respecto a este punto, se intentaría impedir que Reino
Unido elija las facetas del mercado
común que más le interesen, sin asumir las responsabilidades que éstas
conllevan. Existen muchos factores
que afectarán al curso de las negociaciones. Una posibilidad es que la UE
y Reino Unido lleguen a un acuerdo,
tanto en las condiciones de salida como en su nueva relación comercial.
Este escenario no parece ser muy
probable.
Alternativas
En el otro extremo, existe la posibilidad de no llegar a ningún tipo de
consenso, con lo que la nueva relación entre ambos se basaría en las reglas de la OMC. Entre ambas opciones existe una gran cantidad de alternativas, como, por ejemplo, llegar
a un acuerdo de salida pero sin un
tratado comercial, implementando
un período de transición por un número limitado de años o hasta lograr
un nuevo acuerdo.
La nueva relación comercial será
de vital importancia para Reino Unido. Especialmente en el ámbito del
sector financiero, dado que en caso
de dejar el mercado único las entidades financieras instaladas en Londres perderían su “pasaporte”; es decir, el mecanismo que permite a una
institución, radicada en un Estado
miembro, realizar transacciones financieras con un cliente que se encuentra en otro país de la Unión, sin
la necesidad de tener una autorización adicional por parte del país anfitrión. Esto permite, entre otras cosas, que los bancos establezcan sucursales con relativa facilidad.
Reino Unido se benefició del “pasaporte” en gran medida, lo que ha
contribuido a consolidar su posición
de centro financiero de Europa. Este
mecanismo es muy importante para
su economía, que cuenta con un
abultado déficit en su balanza comercial, pero con un gran superávit
en servicios financieros. Perderlo
significaría un gran riesgo que podría desembocar (como ya se ha advertido en numerosas ocasiones) en
un traslado de firmas hacia el conti-
nente. A corto plazo, un régimen de
equivalencia podría mitigar la pérdida del “pasaporte”. Pero éste es un
sustituto imperfecto, dado que implica un enfoque parcial. La existencia de equivalencia varía según la actividad y la directiva que la gobierna.
Existen directivas que no permiten
equivalencia, o que sólo la permiten
con fines muy limitados.
Al final del camino, se deberá buscar una solución que minimice las
consecuencias negativas del Brexit.
Es posible que el mercado no se
mueva en bloque a una nueva localización fuera de Reino Unido, sino
que lo haga por pequeños nichos de
actividad, con una cierta tendencia a
la fragmentación. La negociación
debería evitar poner en riesgo la estabilidad del sistema. Una forma de
lograrlo pasa por la implementación
de un período de transición suficiente que permita al sector adaptarse a
la nueva situación sin grandes disrupciones.
BBVA Research