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62 8 de Julio de 2013 Palacio del Conde de Súchil, joya arquitectónica Por: Saúl Maldonado E l Palacio del Conde de Súchil, considerado el edificio colonial civil más hermoso del norte de México, ha tenido nueve dueños, aunque varias familias han pasado por esos muros entre ellos Los Dorados de Villa; no sufrió, como muchos otros inmuebles coloniales, la destrucción, ni fue víctima de incendios y eso le ha valido para que hoy en día sea considerado una de las 36 joyas arquitectónicas del país. Construido en el año 1764 por José Ignacio del Campo Soberón de Castaños y Larrea, mejor conocido en ese tiempo como “El Conde de Súchil”, porque fue nombrado Conde y por sus propiedades en Poanas y Súchil, de hecho, esta era su casa en la ciudad, pero él prefería vivir en la Hacienda Mortero, en Súchil, misma que aún existe. En este edificio instaló una tienda que daba a la calle 5 de Febrero, que en ese entonces era la calle principal de la ciudad y se llamaba Calle Real. El edificio estaba construido al estilo Barroco, con rasgos de las culturas oriental, griega, indú, entre otras, incluso, su estilo barroco tomó detalles que solo se podían ver en edificios coloniales construidos en Durango, como la ondulación de sus cornisas, mismas que fueron construidas así porque el Conde quería recordar las olas del mar de su natal España, y ese mismo estilo se puede observar en el Palacio de Zambrano y otros inmuebles que aún están de pie, pero que no se habían visto en ninguna parte del mundo hasta con el Palacio del Conde de Súchil. Tres generaciones del Conde habitaron ese inmueble, hasta que murió su nieta Guadalupe Yandiola en el año 1860, quien al no tener descendencia, hereda la casa a la Iglesia quien a través de prestanombres la renta a Maximiliano Damm quien instala en el inmueble los llamados “Almacenes Damm”, la tienda más grande e importante del norte del país en aquel tiempo. Pero la Iglesia le vende la casa por 26 mil pesos en el año 1891 a Ladislao López Negrete, familiar de Dolores del Río, quien solo dura nueve años con la propiedad porque fue adquirida en el año 1900 por Ines Damm Spalacini, hija de Maximiliano y en honor a su padre y por haber recuperado la casa, manda grabar en el frontispisio del inmueble las letras MD, mismas que aún se pueden ver. En 1913 el edificio es ocupado por los Dorados de Villa y lo utilizan como cuartel, cosa que valió porque no sufrió destrucción como muchos otros. La familia Damm tuvo que huir y esconderse, pero regresaron cuando los Dorados se fueron de Durango, logrando recuperar el inmueble pero ante la situación económica en que quedó la familia el inmueble se tuvo que vender en el año 1928 a Calisto Bourillan quien solo duró con el edificio siete años porque la vendió en 1935 al español Anacleto García, quien al comprarla instaló lo que se denominó “El Gran 11”, el mayor almacén de la región. Para el año 1950, el español le vendió el inmueble a Jesús H. Elizondo, quien llegaba de Monterrey a establecerse en Durango y, después de la familia Damm, fue de los que inició con las restauraciones del edificio. Para 1985 el inmueble fue adquirido por el Banco Nacional Mexicano, no tanto porque Don Jesús quisiera venderlo, sino porque el gobierno buscaba embargarle el inmueble. Durante cuatro años la institución bancaria realizó trabajos de rehabilitación del inmueble y abrió sus puertas en 1989 con la sucursal que se conoce hoy en día pero también con la Casa de la Cultura Banamex. El inmueble, a pesar de más de dos siglos se ha conservado y a pesar de haber tenido varios dueños y varios nombres, se recuerda con el nombre de quien la construyo, por lo que hoy es llamado “El Palacio del Conde de Súchil”.