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BLOQUE 3 : LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA
TEMA 11- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
11.1- La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la
revolución liberal
I.- Introducción
El año 1808 en España comenzó un conflicto bélico que llevó aparejado una revolución
política. La declaración de guerra a Francia realizada por los españoles así como la reunión
en Cádiz de Cortes que aprobaron, entre otras medidas legislativas, la primera constitución
española, es lo que da cariz revolucionario a esta conflagración. Por estas razones suele
considerarse que la Guerra de la Independencia marca el comienzo de la Edad
Contemporánea en España, e incluso el siglo XIX conocido como siglo del liberalismo.
II.- Causas de la Guerra de la Independencia
Suele considerarse que en el reinado de Carlos IV (1788-1808) hay que empezar a
rastrear el origen de lo sucedido posteriormente.
Este rey accedió al trono coincidiendo con el estallido de la Revolución Francesa
(1789). En los primeros años de su reinado contó con los mismos colaboradores de su
padre, especialmente con Floridablanca, Aranda y Jovellanos, quienes, aunque eran
partidarios de realizar algunas reformas, no consideraban bueno para nuestro país la llegada
de las ideas revolucionarias de Francia. Para ello se implantó en la frontera francesa un
cordón sanitario que tenía como fin impedir la entrada en nuestro país de ideas o personas
revolucionarias; evidentemente fue imposible lograrlo totalmente por lo que una minoría de
españoles sabía qué estaba pasando en el país vecino y por qué.
Ante proclamación de la I República en Francia (La Convención) y la ejecución de Luis
XVI (1793), España se une a los ejércitos absolutistas europeos que luchan contra la
Francia revolucionaria; tras la derrota de la coalición, los gobernantes españoles deciden
aliarse con Francia viendo que a la larga será lo más positivo. Para ello se firman una serie
de tratados internacionales: los dos Tratados de San Ildefonso o de La Granja - signados
con la República Francesa – en 1796 que supondrá el enfrentamiento contra Gran Bretaña
en el mar: las dos flotas más importantes del mundo, las que cuentan con mejores mandos y
más avances técnicos, frente a frente.
Art. II. Las dos potencias contratantes se garantizarán mutuamente sin reserva ni
excepción alguna y en la forma más auténtica y absoluta todos los estados, territorios, islas
y plazas que poseen y poseerán recíprocamente y si una de las dos se viese en lo sucesivo
amenazada o atacada bajo cualquier pretexto que sea, la otra promete, se empeña y obliga
a auxiliarla con sus buenos oficiosa y a socorrerla.
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(...)
Art. XVIII. Siendo Inglaterra la única potencia de quien la España ha recibido agravios
directos, la presente alianza sólo tendrá efecto contra ella en la guerra actual y la España
permanecerá neutral respecto de las demás potencias que están en guerra con la República
Francesa
Primer Tratado de San Ildefonso 1796
(..)
Art. 2. La provincia del Alentejo y el reino de los Algarbes, se darán en toda propiedad y
soberanía al Príncipe de la Paz (Godoy), para que las disfrute con el título de Príncipe de
los Algarbes.
Art. 3. Las provincias de Beira, Tras-los-Montes y la Extremadura portuguesa quedarán en
depósito hasta la paz general, para disponer de ellas según las circunstancias y conforme a
lo que se convenga entre las dos altas partes contratantes.
(...)
Art. 13. Las dos altas partes contratantes se entenderán para hacer un repartimiento igual
de las islas, colonias y otras propiedades ultramarinas de Portugal.
Tratado de Fontainebleau. 1807
Evidentemente este cambio de orientación en la política exterior no fue algo casual,
sino que estuvo provocado, en mayor o menor medida, por el acceso al poder de un joven
extremeño que no contaban con experiencia de gobierno: Manuel Godoy Álvarez de
Faría. Este personaje, uno de los más denostados de nuestra historia, contaba con el apoyo
de los reyes, especialmente el de la reina Mª Luisa .El favorito recibió como esposa a la
condesa de Chinchón, sobrina del rey, inmortalizada en el magnífico retrato de Goya
cuando estaba embarazada de su única hija.
Los dos primeros tratados tuvieron como consecuencias directas dos grandes desastres
navales: la batalla del cabo de San Vicente y la batalla de Trafalgar, 1805; en ellos,
especialmente en el último, se perdió la práctica totalidad de la Armada española junto con
sus mejores y más preparados oficiales - Churruca, Gravina, entre otros -, no por la
ineptitud de ellos o por situaciones adversas, sino por la impericia del almirante francés
Villeneuve que fue fulminantemente destituido por Napoleón.
Estas derrotas, unidas a una grave crisis de subsistencias, al descontento de los
ciudadanos por los rumores que corrían sobre las relaciones entre los reyes y Godoy, y a la
justa indignación de los supervivientes de estas batallas y de las familias de los fallecidos
que habían dejado a éstas en la más total y absoluta ruina económica fueron creando una
caldo de cultivo favorable a la destitución de Godoy al que se culpaba de todos los males de
España.
En estas circunstancias, siendo Napoleón emperador de Francia desde 1804 y tras la
derrota de la armada franco española en Trafalgar frente a los ingleses (1805), Napoleón
decretó el Bloqueo Continental para asfixiar económicamente a Inglaterra.
Napoleón y Godoy firmaron el Tratado de Fontainebleau (1807) con el fin de ocupar
Portugal, aliado tradicional de los británicos. La ocupación se realizaría por tierra y para
ello era necesario que el gobierno español permitiera el paso de las tropas francesas camino
de Portugal y, en virtud de las leyes consuetudinarias, colaborara en el mantenimiento y
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alojamiento de las mismas mientras se encontraran en nuestro territorio; en
contraprestación, una vez conquistado Portugal se repartiría entre España y Francia, o
mejor dicho, entre Godoy y Napoleón.
Una vez signado el tratado, a finales de 1807 comenzó la entrada de tropas francesas en
España que fueron estacionándose en puntos estratégicos de nuestro territorio así como en
plazas fuertes importantes. Una columna, dirigida por el mariscal Joaquín Murat, cuñado de
Napoleón, se dirigió hacia Madrid. En un primer momento, las relaciones entre los
franceses y los españoles fueron buenas, pero una vez que se observó que las tropas
extranjeras no avanzaban hacia Portugal sino que parecía que se iban a quedar aquí de
modo definitivo, los ánimos empezaron a caldearse y surgieron voces de protesta exigiendo
la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en la persona del Príncipe de Asturias
Fernando.
En 1808 tuvo lugar la Conjura del Escorial, intriga palaciega en la que participaba el
príncipe Fernando, así como clérigos, cortesanos y nobles, dirigida a forzar a Carlos IV a
destituir a Godoy y abdicar en su hijo; descubierto el complot, fueron detenidos los
implicados que fueron denunciados por el príncipe heredero.
Así las cosas, y establecida la columna mandada por el mariscal Murat en Madrid, se
sucedieron con rapidez los acontecimientos: el pueblo, instigado por algunos nobles que no
veían con buenos ojos a Godoy, comenzó a alzar su voz más fuerte que de costumbre
terminando por asaltar el palacio de Godoy en Aranjuez, lugar al que se había trasladado la
corte, para llevarle ante el rey y que éste le destituyera; este fue el Motín de Aranjuez.(el
19 de marzo de 1808). Ante la presión a la que estaba sometido, Carlos IV destituyó a
Godoy y abdicó en su hijo Fernando, Fernando VII, que no pudo ser jurado en Cortes por el
estallido de la guerra.
A los pocos días se recibió en Palacio un mensaje de Napoleón en el que solicitaba una
entrevista con los reyes para tratar sobre la invasión de Portugal; la cita en Burgos provocó
la salida de los reyes y de la corte que, tras llegar a Burgos, se trasladó a San Sebastián,
donde estaba Napoleón, y de allí a Bayona (Francia). La familia real española se encontró
en un estado de “secuestro” que culminó con las llamadas abdicaciones de Bayona a
principios de mayo de 1808.
La salida de Madrid de los reyes provocó suspicacias y más cuando comenzaron a
llegar noticias nada tranquilizadoras de la partida de Burgos y de San Sebastián; el hecho es
que en las primeras horas del 2 de mayo de 1808 la salida de Palacio del Infante don
Francisco de Paula (según se dice, llorando, pataleando, y casi a rastras) provocó la ira de
un grupo de madrileños - fundamentalmente mujeres - que observaron el espectáculo.
Hubo un intercambio de palabras, seguido de golpes, intento de parar la carroza del
Infante, y ataque a los franceses que repelieron la agresión. Las fuerzas francesas hicieron
fuego sobre los paisanos a la altura de los jardines de Palacio (hoy calle Bailén) que,
rápidamente, se dispersaron en distintas direcciones contando lo sucedido por toda la
ciudad; los que huyeron hacia Sol llevaron la noticia a los curiosos que esperaban
novedades de los reyes junto a la Casa de Correos (hoy sede de la Comunidad de Madrid).
Allí se comenzaron a congregar numerosas personas de distintas clases sociales que,
armadas con lo que pudieron, hicieron frente al ataque de los franceses inmortalizado por
Goya y narrado por Galdós. Mientras, en el parque de Artillería del cuartel de Monteleón
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(hoy plaza del Dos de Mayo), grupos de paisanos pedían a la tropa y oficiales que les
entregaran armas para defenderse de los franceses. Los militares no lo hicieron dado que
España y Francia eran aliadas y no habían recibido órdenes de sus superiores; ahora bien
ante las noticias que llegaban y el ruido de los cañonazos, tres oficiales, a título personal,
decidieron ponerse al frente de los paisanos y comenzar la lucha contra los franceses. Los
capitanes de Artillería Daoíz y Velarde y el teniente de Infantería Ruiz sacaron los cañones
a la calle y comenzaron la defensa del parque; allí y en las calles de los alrededores
murieron muchas personas, la mayoría paisanos.
A medio día, el levantamiento popular había sido sofocado con brutalidad; se prohibió
la salida de Madrid cerrándose las puertas de la ciudad y se hizo público el famoso bando
de Murat. La madrugada del 3 de mayo contempló la dura represión de los fusilamientos
del madrileños (véase el cuadro de Goya).
Soldados: Mal aconsejado, el populacho de Madrid se ha levantado y ha llegado hasta el
asesinato; bien sé que los españoles que merecen nombre de tales han gemido de estos
desórdenes, y estoy muy distante de confundir con ellos a unos miserables que sólo desean
el crimen y el pillaje. Pero la sangre francesa ha sido derramada y clama por la venganza.
En consecuencia mando lo siguiente:
(...)
Artículo II.- Todos los que han sido presos en el alboroto y con las armas en la mano serán
arcabuceados.
Artículo III.- La Junta de Gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos
los moradores de la Corte, que pasado el tiempo prescrito para la ejecución de esta
resolución, anden con armas o las conserven en sus casas sin licencia especial, serán
arcabuceados.
(...)
Artículo V.- Toda villa o aldea donde sea asesinado un francés será incendiada.
(...)
Dado en nuestro Cuartel General de Madrid, a 2 de mayo de 1808
III.- La Guerra de la Independencia 1808 - 1814
La noticia de lo sucedido en Madrid llegó a Móstoles durante la madrugada del día 3 y
los alcaldes del pueblo, encabezados por Andrés Torrejón, llamaron a las armas contra los
franceses. Esta declaración de guerra circuló de pueblo en pueblo y a los pocos días todos
los pueblos y ciudades de España habían declarado la guerra a Francia.
Es muy importante tener en cuenta que oficialmente el reino de España y Francia no
estuvieron en guerra jamás: fue el pueblo español, asumiendo la soberanía ante la ausencia
de sus autoridades legítimas, quien declaró la guerra.
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En las operaciones militares se pueden distinguir tres fases:
1ª . - mayo - octubre de 1808: batallas campales
Tras la declaración de guerra paisanos y miembros del ejército regular comenzaron a
hacer frente a las fuerzas francesas. La táctica militar empleada fue, fundamentalmente, la
batalla campal.
La batalla más importante de todas fue la de Bailén - agosto 1808-: un ejército español y
grupos de paisanos voluntarios al mando del general Castaños y del mariscal Reding se
enfrentaron a las fuerzas del mariscal Dupont más numerosas y mejor armadas. La batalla
de Bailén (1808) ganada sorpresivamente por los españoles supuso una inyección de moral.
Cuando la noticia llegó a Madrid, el rey José I Bonaparte, nombrado por Napoleón
tras la doble abdicación de Bayona del 5 mayo, temiendo por su vida huyó de la capital
junto con la corte y las fuerzas de ocupación. Los madrileños pensaron que habían ganado
la guerra pero al poco tiempo el gran ejército de Napoleón entraba en España.
2ª .- 0ctubre 1808 - 1812 : la Grand Armée
Con la entrada de este contingente militar compuesto por unos 250.000 efectivos se
restauró en el trono a José I promulgándose, al poco tiempo, la mal llamada Constitución
de Bayona por ser una carta otorgada, si bien fue aprobada por los españoles que
acompañaron a los reyes a esta ciudad francesa. Esta ley estuvo en vigor en todos los
territorios ocupados por los franceses.
En cuanto al desarrollo de las hostilidades cabe destacar el empleo de tres modalidades de
estrategia:
• Las batallas campales, siendo una de las más significativas la de Ocaña en la
que el general Cuesta resultó derrotado diseminándose por toda la península los
efectivos del ejército regular español. Como consecuencia, España quedó en
manos de Francia.
• Los sitios: los más conocidos los de Zaragoza, ciudad defendida por el general
Palafox con la participación de la población civil de todo sexo, edad y condición
- Agustina de Aragón fue la heroína por excelencia -, y los de Gerona, defendida
por el general Álvarez de Castro. Ambas ciudades terminaron rindiéndose
después de empeñada lucha y largo tiempo al desencadenarse en ellas una brutal
hambruna y epidemias de todo tipo.
• Las guerrillas: modalidad de guerra propia de España. Consiste en la existencia
de partidas armadas, fundamentalmente integradas por civiles a las que se
unieron efectivos del ejército regular, que operan en una zona geográfica
restringida desplazándose con rapidez. Para su efectividad la guerra de guerrilla
presupone los siguiente requisitos:
• Conocimiento del territorio en el que actúan: lugares donde esconderse y
atacar, esconder a los heridos, atajos, fuentes de aprovisionamiento, etc.
• Apoyo de la población civil: se les facilita suministros, escondite, medios
de transporte, etc.
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• Información sobre los movimientos de enemigo, efectivos, rutas, etc.:
para ello cuenta con los paisanos, fundamentalmente personas que no
levanten sospechas - mujeres, niños, mendigos - o que por su trabajo posaderos - puedan recabar esos informes.
• No se recoge a los muertos ni a los heridos de gravedad, tampoco hacen
prisioneros salvo caso de necesidad: el mejor francés es el francés muerto.
• Rapidez en el ataque y en la huida para provocar el desconcierto del
enemigo.
• Existencia de un líder, el jefe de la partida, que tiene una asimilación con
las graduaciones del ejército regular. También existen los ascensos por
méritos de guerra.
A la historia han pasado algunos nombres de guerrilleros ilustres; los más conocidos
son Francisco Espoz y Mina - actuó fundamentalmente en Navarra, Rioja, y parte
de la ribera del Ebro, aunque consta que en alguna incursión llegó a las cercanías de
Chinchón; tuvo una de las partidas más numerosas tanto que se consideraba un
ejército irregular -. El cura Merino, párroco de un pueblecito de la provincia de
Burgos, ser sacerdote no fue óbice para su actividad guerrera que suspendía los
domingos y fiestas de guardar para bajar a su parroquia a celebrar misa (nadie se
explica cómo los franceses no le mataron. Murió de viejecito y está enterrado en su
pueblo; Juan Martín, el Empecinado: originario de un pueblo de Salamanca se
“echó al monte” junto con su hermano tras contemplar como ardían sus casas con
sus familias dentro. Era carbonero, de ahí su apodo. Murió por orden de Fernando
VII.
3ª . - 1812 - 1814: Victorias anglo españolas.
Por fin los británicos, al mando de sir Arthur Wellesley, lord Wellington y duque de
Ciudad Rodrigo (el mismo que derrotó a Napoleón en Waterloo) llegaron a España después
de haber derrotado a los franceses en Portugal.
A las fuerzas británicas se unieron las españolas integradas por los restos del ejercito
regular y los guerrilleros. Las batallas, todas ellas campales, siguen una dirección
aproximada W - N desde la frontera de Portugal hasta Irún. Por orden cronológico fueron:
Ciudad Rodrigo, Arapiles, Vitoria, San Marcial (en lo alto de la colina de San Marcial
que domina Fuenterrabía, la desembocadura del Bidasoa, Irún y Hendaya.
El rey José y su comitiva, en la que había numerosos españoles - los llamados
afrancesados - que habían colaborado en su gobierno o que estaban de acuerdo con sus
ideas (son los primeros exiliados españoles de la Edad Contemporánea), habían
abandonado España antes de concluir la guerra. Con ellos se llevaron un cuantioso botín de
guerra en el que había desde obras de arte - cuadros de Murillo, Velázquez, y demás -,
pasando por joyas, metales preciosos, ornamentos sagrados, y objetos litúrgicos; Parte de
estos famosos baúles fue recuperada antes de llegar a Francia, bastantes objetos han sido
devueltos después, otros salieron de España para siempre (la Venus del espejo de
Velázquez, que estaba en poder de Godoy).
Poco después se firmó el llamado Tratado de Valençay por el que Napoleón devolvía
el trono a Fernando VII.
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Consecuencias
Ganaron los españoles; fue la primera gran derrota de Napoleón, pero España quedó
arrasada desde todos los puntos de vista:
• Económico: las primeras fábricas, tanto las fundadas por iniciativa real - las Reales
Fábricas -, como las de iniciativa privada fueron destruidas para evitar la competencia en
el mercado internacional. Se talaron bosques, quemaron cosechas, mataron los rebaños y
arrancaron huertas y cultivos; se destruyeron puentes, ciudades, etc. La recuperación de
aquel desastre llevó gran parte del siglo XIX.
• Demográficas: descenso de la población provocado por muertes, tanto en combate como
por enfermedades - especialmente en las ciudades - y no nacidos, así como las
represalias (en Chichón crucificaron en el olivar a todos los/as adolescentes en represalia
por haber dado cobijo a los guerrilleros).
• Sociales: enfrentamiento entre los españoles: afrancesados (hoy diríamos
colaboracionistas con el enemigo) frente a patriotas.
• Histórico - culturales: pérdida de patrimonio: quema de archivos, bibliotecas, iglesias,
edificios civiles, profanación y destrucción del panteón de los reyes de León - hoy,
cuando se visita la basílica de San Isidoro en León, en Madrid se destruyeron varios
conventos para construir plazas y José I, a sus apodos de Pepe Botella y el Rey de
Copas, unió el de Pepe Plazuelas ya que decidió construir la gran plaza de Oriente para
lo cual mandó derribar el barrio más antiguo de toda la capital.
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