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Conferencia Episcopal Checa Anatema de Dios y la excomunión (Respuesta al artículo de la Conferencia Episcopal Checa) La mayor provocación en toda la historia, en relación a Dios, que perjudica a toda la Iglesia Católica, ha sido la beatificación del apóstata y por tanto también del espíritu de Asís – el espíritu del anticristo. El 1 de mayo de 2011, el papa trajo el anatema – la maldición de Dios – tanto sobre sí mismo y sobre la Iglesia Católica. Ese mismo día, el Patriarcado Católico Bizantino se separó de la traición del Vaticano con el fin de mantener la continuidad con la tradición ortodoxa de dos mil años de la Iglesia Católica. Esta continuidad fue interrumpida por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Su doctrina nueva con el espíritu de la Nueva Era no tiene nada que ver con el Evangelio, la doctrina apostólica o la tradición de los santos y mártires. Del mismo modo toda la estructura apóstata de la jerarquía eclesiástica trajo el anatema de Dios sobre la Iglesia Católica por su traición repetida. Dios declara de manera irrevocable a través del Apóstol: “Mas aun si un ángel del cielo os anunciare otro evangelio, sea anatema” (Gal 1:8-9) Este veredicto de Dios se refiere a todos los jerarcas sin excepción, que permanecieron en la unidad con el ex-papa. El papa apóstata, ya no es cabeza de la Iglesia, sino más bien de un sistema eclesiástico anticristiano que está bajo la maldición de Dios. El hecho de que los apóstatas siguen en los puestos eclesiásticos, es un testimonio de la impenitencia y desobediencia a Dios y a toda la tradición de la Iglesia Católica y causa desconcierto entre los fieles. En relación con ellos, la denominación de “católica” debe considerarse ilegítima. Repetidos llamamientos, dirigidos al actual ex-Papa y a toda la estructura jerárquica, han sido la voz profética, la voz de Dios. De esta manera, Dios llamaba a los pastores errantes hacia la plena comunión con la doctrina católica y con la comunidad del Cuerpo Místico de Cristo. Sin embargo, cada nuevo recurso ha demostrado, en cambio, su contumacia. Esta jerarquía ha demostrado que tiene el mismo espíritu que la jerarquía que había crucificado a Cristo. En vez de volverse a Dios, se ha unido con el sistema anti-cristiano, dirigido secretamente por las logias masónicas. Es por eso que no dice nada sobre la ideología del homosexualismo, incorporada en el Tratado de Lisboa, que destruye todos los valores morales, espirituales y cristianos. No dice nada sobre la desmoralización y la demonización de los niños a través de los programas de la ONU. Sin embargo, esta jerarquía apóstata impone sanciones por cualquier manifestación de la ortodoxia. La Congregación para la Doctrina de la Fe, hoy en día no tiene absolutamente nada que ver con el asunto de la fe y la moral. Todos los documentos expedidos por ella, por causa del anatema, no tienen ninguna fuerza (ver Bulla de Paulo IV Cum ex Apostolatus Officio). Ordenaciones episcopales de los actuales prelados del Vaticano y de los jerarcas apóstatas que se encuentran en la unidad con ellos han perdido la gracia de Dios y todos los sacramentos administrados por ellos son inválidos. En lugar de la bendición, traen maldición a los fieles (Ga 1:89). Ya no pueden válidamente ordenar sacerdotes y obispos, celebrar la Santa Misa o administrar sacramento de la Penitencia. Sólo pueden válidamente enterrar a los fieles. Cuatro más altos representantes del Vaticano de hoy (Benedicto XVI /Joseph Ratzinger/, el Card. W. Levada, el Card. A. Sodano, el Card. T. Bertone) eran sido demandados en La Haya por crímenes contra la humanidad. Ellos encubrían el abuso sexual de niños indefensos, cometidos por prelados. Ahora, con su silencio, encubren el sistema de justicia de menores, que vende los niños a la esclavitud sexual a los homosexuales o pedófilos, e incluso para el comercio de órganos. Uno de ellos, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha emitido una excomunión anacrónica y no válida, en contra de cuatro obispos ortodoxos Católicos de rito oriental. Estos obispos están en la línea de sucesión apostólica y el 1 de mayo 2011, se separaron públicamente de la jurisdicción del Vaticano apóstata. Las palabras del Papa Pablo IV confirman que todas las obras de un hereje y todos los documentos emitidos por él carecen de fuerza (véase Cum Ex Apostolatus Officio) se aplican, sobre todo, al cardenal herético W. Levada. “Huimos de los herejes como de la gente incrédula, declarando un anatema en contra de ellos.” (San Basilio el Grande) Que los fieles oren por la jerarquía apóstata presente, para que reconociere sus errores y volvere a la comunidad de el Cuerpo de Cristo. Por la autoridad del ministerio apostólico y profético, el Patriarcado Católico Bizantino obliga a todo sacerdote católico en conciencia y ante Dios a separarse de la jerarquía apóstata. Que deje de conmemorar el nombre del ex Papa Benedicto XVI y del obispo apóstata en la Santa Misa. Cada creyente está obligado, por la palabra o por escrito, llamar a su sacerdote para hacer tal paso. En caso de que el sacerdote continuase en su unidad con el espíritu de la herejía y el espíritu de Asís, los creyentes católicos están obligados a romper cada contacto con este sacerdote apóstata. “Si no os arrepentís, todos pereceréis.” (Lc 13:3) Cada cristiano dará cuenta de estas palabras de Jesús en la hora de la muerte. Arrepentimiento hoy en día significa: la separación del sistema anticristiano y su espíritu. Todos los que mueren en estado de impenitencia, serán condenados para siempre junto con este sistema del anticristo. + Elías Patriarca del Patriarcado Católico Bizantino + Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr Obispos Secretarios Lvov (Ucrania), 12 de abril 2012 Copias a: - Secretaría del Estado del Vaticano - Oficinas Episcopales de la Iglesia Católica - Patriarcas y Obispos de las Iglesias ortodoxas - Representantes de otras Iglesias cristianas - Los representantes de los estados cristianos - Los miembros del Parlamento Europeo - Medios de comunicación