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SynthesiS
AVENTURAS
DEL PENSAMIENTO
La transformación del
MERCADO DEL TRABAJO
EN LA NUEVA ECONOMÍA:
ganadores y perdedores
PEDRO J. JIMÉNEZ SÁNCHEZ/RAÚL LOZOYA PORTILLO (†)
JOSÉ LUIS LEYVA GONZÁLEZ/GUSTAVO R. LÓPEZ OCHOA/JOSÉ A. ARGÜELLES G
Facultad de Ciencias Agrotecnológicas/Universidad Autónoma de Chihuahua
Vencedores y víctimas del cambio
tecnológico: ¿quién es quien?
E
En el presente artículo –a
partir de establecer las características de la nueva economía en la sociedad del conocimiento y su contacto con
el cambio tecnológico– se intenta identificar, tanto las modificaciones en la estructura
del mercado de trabajo en relación con las actividades económicas, así como sus cambios en cuanto al
vínculo con los individuos, tratando de establecer qué y
quiénes se ven beneficiados o perjudicados en este proceso.
Dentro del proceso de emergencia de la sociedad
del conocimiento, la economía se transforma, y presenta, de acuerdo con Castells (2000), tres características fundamentales:
• Informacional, porque su competitividad y productividad dependen de su capacidad de generar, procesar y aplicar eficientemente información basada en conocimiento.
• Global, debido a que sus principales actividades de
producción, distribución y consumo, así como sus
componentes, están organizados en forma global,
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AVENTURAS
directamente o a través de redes entre los agentes
económicos.
• En red, debido a que las nuevas condiciones históricas provocan que la productividad se genere y la
competencia se lleve cabo a través de una red
global de interacción de redes de negocios. Las
nuevas tecnologías ofrecen la plataforma de expresión de estas características de la nueva economía. Este cambio tecnológico influye en las actividades económicas y en el mercado de trabajo,
en interacción con otras variables, como políticas
macroeconómicas, clima político e inversión pública en capital humano (Carnoy, 2002).
Los cambios en el mercado laboral dentro de la
nueva economía pueden analizarse al menos a través
de dos aproximaciones: la estructura del empleo en
relación con las actividades económicas y el mercado
de trabajo en su rol con los individuos, en los denominados países desarrollados, donde el proceso de conformación como sociedades del conocimiento se encuentra más avanzado. Es importante señalar que en
opinión de Castells y otros (2005) el camino que sigue
cada nación en su transformación como sociedad del
conocimiento no es necesariamente el mismo, lo cual
se refleja en diferencias en la estructura de empleo en
cada país.
La estructura del empleo en relación con las actividades económicas es analizada por Castells a partir
de los países del grupo de los siete (G-7), y centra su
análisis en la evolución del empleo agrícola, industrial y
los servicios; de sus estudios destacamos lo siguiente:
El empleo agrícola ha sido el gran perdedor al experimentar una drástica reducción entre 1920 y 1970
en todos los países del G7. Su participación continuó
disminuyendo entre 1970 y 1990 y en el futuro la contracción seguirá. En Estados Unidos se estimaba que
bajaría hasta un 2.5% del total del empleo para el 2005,
y en Japón, país que en 1985 mantenía un porcentaje
relativamente alto de empleo agrícola (9.1%) bajará al
3.5%.
El empleo industrial se mantuvo o creció en todos
los países del G-7 en el lapso de 1920 a 1970; sin embargo, durante el periodo de 1970 a 1990, influenciado
por la transformación tecnológica ocurrida en estas
décadas, el empleo industrial presentó una reducción
en todos los países, pero la intensidad del cambio fue
distinta. Un grupo de países (Reino Unido, Estados
Unidos e Italia) experimentaron una rápida
desindustrialización, un segundo grupo (Canadá y Fran2
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SynthesiS
DEL
PENSAMIENTO
cia) presentó un grado de desindustrialización intermedio y el tercer grupo (Japón y Alemania) disminuyeron
solo moderadamente el empleo industrial. Los descensos en el empleo industrial no son tan marcados como
los del agrícola; no obstante, en el futuro se espera que
continúe a la baja su participación en la estructura del
empleo, aunque con menor intensidad y con diferencias entre los países.
El empleo en servicios ha sido el ganador. Durante el periodo 1920-1970, el incremento del empleo en
servicios fue solo moderado. Destaca el incremento
en Estados Unidos y Canadá; sin embargo, para finales de periodo 1970-1990, la mayoría de la población
de todos los países del G-7 estaba ocupada en servicios. La indudable importancia del empleo en servicios
en la nueva economía exige una exploración más detallada de cómo se comporta este rubro en las diferentes
clases de servicios: producción, sociales, de distribución, personales:
• Los servicios de la producción apoyan el rendimiento de las compañías; se han incrementado de
manera importante en todos los países del G-7; sin
embargo, aún solo representan del 7.3% al 14%
del empleo total de estos países.
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• Los servicios sociales presentan un menor dinamismo en su crecimiento en el lapso 1970-1990
que en el de 1920-1970.
• Los servicios de distribución mantienen entre un
20% y 25% del empleo.
• Los servicios personales representan entre el 9.7%
y el 14.1%.
El análisis del mercado de trabajo en relación con
los individuos dentro de la nueva economía se centra
fundamentalmente en el comportamiento del crecimiento del empleo y la calidad de los mismos con énfasis en
el efecto sobre estos dos aspectos de las nuevas tecnologías. Parece existir suficiente evidencia de que
cuando el mercado de trabajo se analiza en toda la economía y no solamente en un sector aislado el balance
es positivo; es decir, no nos dirigimos hacia el fin de los
empleos y su degradación como algunos pregonan.
También parece existir un consenso en relación con el
hecho de que el trabajo se está transformando. No
obstante, tampoco se puede negar que en este proceso
de transición hacia una sociedad del conocimiento y la
emergencia de la nueva economía, algunos sectores
de la fuerza laboral se ven favorecidos y otros enfrentan situaciones adversas. En este sentido destacaríamos los efectos sobre: el empleo entre los jóvenes, la
situación de los empleados masculinos de mayor edad
y la ocupación de las mujeres.
El trabajo entre los jóvenes enfrenta condiciones
difíciles. Las tasas del desempleo entre este sector de
la población son particularmente altas en algunos países europeos. En Francia e Italia, en 1994, el 25% de
los hombres entre 20 y 24 años de edad y más del 30%
de las mujeres dentro del mismo rango estaban
desempleados. Asimismo, otros países como España e
Irlanda presentaban altas tasas de desempleo entre los
jóvenes; sin embargo, Reino Unido, Holanda y Noruega, entre otros, no las muestran (Carnoy, 2002). Quizá
podemos atribuir estas diferencias a distintos grados
de avance entre los países en su transición hacia sociedades del conocimiento y a diferentes estrategias
para alcanzar su objetivo.
El empleo de los hombres mayores se comporta
hacia la baja. La participación de los hombres entre 55
y 64 años de edad en la fuerza laboral entre 1970 y
1998 ha disminuido en los países desarrollados, de niveles de participación del 90% en 1970, pasó a inicios
de la década de los 90 a proporciones de entre 45% y
75% de acuerdo con el país. En opinión de Carnoy
(2002), este comportamiento es producto de varios facOCTUBRE-DICIEMBRE 2007
tores; sin embargo, reconoce que los empleados dentro de este estrato de edad pueden perder sus trabajos
y ser forzados hacia el retiro al volverse sus oficios
obsoletos o convertirse en más “costosos” en relación
con trabajadores jóvenes y mujeres.
El empleo femenino resulta particularmente favorecido dentro de la nueva economía. Las tasas de participación de las mujeres –al considerar la población
entre 15 y 64 años– se incrementaron en todos los países desarrollados entre 1973 y 1998. El promedio para
este conjunto de países pasó de 46.3% en 1973 a 62.3%
en 1998; sin embargo, existen diferencias importantes
entre los países, mientras en Holanda –en el lapso señalado– el incremento alcanzó 30 puntos porcentuales,
en Japón solo llegó a 5.8 puntos porcentuales. En este
mismo lapso y considerando el mismo estrato de edades, los datos muestran una disminución en la tasa de
participación de los hombres; por lo tanto, es evidente
que la mayoría de los nuevos trabajos ha sido para las
mujeres. La explicación, al menos parcial de este comportamiento, se encuentra en las diferentes clases de
trabajos que surgen en la nueva economía que por sus
características ha permitido el ingreso al mercado laboral de mujeres, muchas de ellas casadas, dispuestas
a trabajar de tiempo completo o parcialmente. La victoria femenina, sin embargo, aún no es completa: realizan muchos de los trabajos menos deseables y reciben
salarios menores a los de los hombres (Carnoy, 2002).
Independientemente de las diferencias de género
o edad, una constante que se convierte en ventaja o
desventaja de los individuos frente al mercado de trabajo es su nivel de educación, incluyendo el manejo de
las tecnologías de información y comunicación. A nivel
macroeconómico, la educación obtenida es uno de los
principales determinantes del empleo y del ingreso personal (De la Fuente y Ciccone, 2002). Los trabajadores mejor educados se encuentran en una mejor posición dentro del mercado laboral, ya que la evolución
del empleo en los países desarrollados muestra que el
crecimiento de la cuota de las ocupaciones que requieren mayor preparación y educación superior es en proporción más elevado que el observado en las categorías inferiores (Castells y otros, 2005). Dentro de la
economía del conocimiento se crean nuevos productos
y trabajos y permanentemente se desplazan o se transforman los existentes, además de las compañías. Esto
trae como consecuencia, la necesidad de que los trabajadores se preparen a lo largo de toda su vida para
responder a los requerimientos del mercado de trabajo
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AVENTURAS
que aprecia particularmente las capacidades de crear
e innovar. Paradójicamente, los trabajadores menos
educados, en la actualidad no reciben tanto entrenamiento como el que reciben los trabajadores más educados, lo cual abre el riesgo de la polarización del capital humano en trabajadores altamente educados y trabajadores menos educados, oficios de alto nivel y de
bajo nivel en la sociedad del conocimiento (Commission
Of The European Communities, 2003).
Los efectos indeseables de la transformación del
trabajo no han pasado inadvertidos. Dentro de la Unión
Europea, las políticas apuntan hacia un proceso de inclusión social que tome medidas para prevenir la exclusión de las personas del mundo del trabajo, al mejorar sus condiciones de empleabilidad a través de la
administración de los recursos humanos, la organización del trabajo y el aprendizaje a lo largo de la vida
(Commission Of The European Communities, 2003).
A manera de conclusión, podemos comentar que
las evidencias apuntan hacia una transformación del
empleo en la nueva economía de la sociedad del conocimiento, reflejo del cambio dentro de las actividades
económicas que modifica la estructura del empleo.
Dentro del sector servicios se genera la mayoría de las
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nuevas ocupaciones. El área industrial desciende aun
cuando conserva un porcentaje importante del total del
mercado laboral y la creación del trabajo agrícola tiende a desaparecer. Las alteraciones también tienen efectos en los diferentes sectores de la población, correspondientes al estrato económicamente activo. Los jóvenes y los adultos mayores (masculinos) encuentran
condiciones adversas para acceder al empleo, en cambio, las mujeres enfrentan circunstancias más favorables, aun cuando no ideales. La educación, como elemento para el desarrollo de capital humano, se convierte en factor clave para superar los retos de la transformación del trabajo en la sociedad del conocimiento.
Bibliografía
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CASTELLS, M.; J. VILLASECA ; J. T ORRENT; J. LLADÓS y P. FICAPAL: El
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COMMISSION OF THE EUROPEAN COMMUNITIES: Building the Knowledge
Society: Human and Social Capital Interactions, Bruselas,
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