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ÉTICA PROFESIONAL
FUNDACIONES SAFA Y LOYOLA
UNIDAD 1
INTRODUCCIÓN. ACERCÁNDONOS A LA ÉTICA.
IDEAS PREVIAS
1. Expresa el significado que, en tu opinión, tienen estas dos viñetas.
2. Pon varios ejemplos de situaciones personales o sociales en las que se vean reflejadas lo
que se da a entender en las viñetas.
3. ¿Qué puede querer expresar la siguiente
fotografía?
4. ¿Crees que la actual sociedad respeta al ser
humano? ¿Crees que la Ética tiene algo que
aportar para que se dé ese respeto?
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ÉTICA PROFESIONAL
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1. IMPORTANCIA DE LA ÉTICA.
1.1. La Ética en nuestra vida.
Es de todos conocida la distinción que
se hace entre el ser humano y los animales
en la famosa definición que considera a las
personas como “animales racionales”, es
decir, “animales” con la única diferencia de
“poder pensar”.
Parece una definición algo simple, y seguro que lo es. Pero, partiendo de ella, podemos
profundizar para intentar encontrar diferencias más evidentes que nos ayuden a la hora de iniciar
este curso de “ética profesional”. Así, podemos decir que las diferencias entre los animales y las
personas superan lo meramente físico, ya que las personas estamos dotados, al menos, de una
triple capacidad que no aparece en el resto de “animales”.
Capacidad de reflexionar.
Somos los únicos seres capaces de
“pensar” lo que ocurre y el sentido de lo que ocurre; podemos pensar
sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea. Dotados como
estamos de conciencia y razón, podemos pensar, imaginar, soñar,
proyectar, evaluar, ponerle palabras a los sentimientos,
comunicarnos…
Capacidad de elegir.
Somos los únicos seres dotados de un grado de
libertad, de tal manera que podemos elegir distintas opciones cada
día. No estamos amarrados a la instintividad, ya que podemos
superar el mundo de lo instintivo casi siempre, si así lo queremos.
No estamos amarrados, como
marionetas, a los instintos.
Capacidad de prever las consecuencias de nuestros actos. Somos los únicos
seres de la creación capaces de preveer cuáles van a ser las múltiples
consecuencias que se pueden derivar de nuestras acciones y
elecciones.
Hay otras muchas diferencias respecto a los animales, pero
basten estas tres, y en especial, por lo que se refiere a la Ética,
esta última capacidad, para poder comenzar a ver cuál es el
papel de la “ÉTICA” en la vida de los seres humanos.
¿Qué importancia tiene la Ética en nuestra vida?
Podemos afirmar sencillamente que la Ética tiene como
finalidad ayudarnos a dominar el difícil arte de orientarnos
correctamente en la vida. Porque ante tantas posibilidades de
comportamientos como podemos elegir y se nos muestran a
diario, necesitamos una ayuda, una brújula para el viaje de la
vida.
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Si seguimos profundizando diremos además que necesitamos la ética…:
 porque, siendo realistas, sabemos que las relaciones humanas generan situaciones
positivas pero también situaciones problemáticas en la convivencia, y la Ética nos
ayuda a enfrentarnos a ellas para solucionarlas de la manera más humana posible.
 porque la Ética aporta “criterios” y “principios” que nos
ayudan a valorar nuestro comportamiento en sociedad.
 porque la Ética da respuesta a la necesidad que sentimos de
“justificar” como buenas nuestras opciones más importantes.
 porque al nacer en una sociedad que nos precede, nos
encontramos con normas y costumbres de convivencia ya
establecidas sin que podamos dejar de preguntarnos si son
normas válidas o no para la propia vida, normas y costumbres
que aceptamos o rechazamos. La Ética nos ayuda a valorarlas
y asumirlas o rechazarlas.
 porque la Ética ayuda a encauzar la siempre difícil relación entre actividad e intereses
propios y actividad e intereses sociales o del grupo, evitando así la permanente
conflictividad que de otro modo se daría.
 porque… (entre todos añadimos otras razones)
Comentamos es texto:
Es prácticamente seguro que has oído hablar de la novela de “Robinsón
Crusoe” (Daniel Defoe. 1719), náufrago en una isla sin habitantes durante más
de 20 años. No hará falta entonces que describamos la situación con detalles.
Después del naufragio, Robinsón, llevado por la necesidad de sobrevivir,
aprende a arreglárselas por sí solo enfrentándose a la naturaleza, que unas
veces le es beneficiosa y otras hostil. Sabe dónde conseguir alimentos y bebida,
tiene algo de ropa que le abriga y los dóciles servicios de un rebañito de cabras
salvajes. Pasea por la playa, contento consigo mismo ya que parece no echar de
menos nada de lo que dejó en el mundo del que procedía.
De pronto se detiene con un sobresalto. Allí, en la arena blanca, hay una huella de pie humano.
¿De quién será? ¿Amigo o enemigo? ¿Quizá un enemigo al que pueda convertir en amigo? ¿Hombre
o mujer? ¿Cómo se comunicará con él o ella? ¿Hablarán el mismo idioma? Acostumbrado a hacerse
otro tipo de preguntas como las referidas a su supervivencia y a solucionar sus problemas de orden
práctico, la situación da un vuelco y le quita la tranquilidad.
Ya no tiene que vérselas con acontecimientos naturales, como la lluvia o las fieras, sino con otro
ser humano. Ante los elementos naturales o las bestias ha podido comportarse teniendo en cuenta
nada más que sus propios intereses y necesidades de supervivencia. Pero, ante seres humanos, la
cosa es distinta, ya no es tan simple. Debe sobrevivir, desde luego, pero ya no de cualquier modo.
Si, después de todos estos años, Robinsón se ha convertido en una fiera a causa de su soledad, no se
preocupará más que de comprobar si el desconocido es un enemigo a eliminar o una presa a
devorar. Pero si aún quiere seguir siendo un hombre, entonces considerará al nuevo habitante como
un rival o un compañero, en cualquier caso, como un semejante.
Empiezan sus problemas éticos, ya que no se trata de sobrevivir,
sino de vivir humanamente. Lo que hace humana a la vida es el
vivir en compañía de humanos, hablando con ellos, pactando o
mintiendo,
respetando
o
traicionando,
proyectando,
organizándose juntos, amando o despreciando… Las acciones
humanas lo son cuando queremos convivir, no sólo sobrevivir.
La Ética nos ayuda a
convivir, más allá del
mero sobrevivir a costa
de lo que sea
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1.2. La Persona es el centro de la Ética.
Cuando hablamos y pronunciamos una misma palabra damos
por supuesto que todos entendemos lo mismo al decirla. Pero
esto es un error. Si preguntamos ahora a los compañeros de
clase qué entienden, por ejemplo, por “Justicia” o por
“solidaridad”, o por el término “joven”, comprobaremos cómo
no siempre entendemos lo mismo aunque estemos
pronunciando la misma palabra.
Dicho lo anterior, y como afirma el título de este capítulo, el centro de la reflexión Ética es la persona.
No puede ser de otra manera. Pero ¿Qué entendemos por “persona”?
El hombre, la mujer, no sólo existe como ser físico. Como hemos afirmado ya, parece que hay
"un algo" que le hace aparecer como un ser excepcional entre los seres vivos. Para la Ética,
como para el resto de las Ciencias, la persona es una realidad compleja. En la persona
encontramos, ciertamente, instintos, pulsiones, determinismo, condicionamientos; pero al
mismo tiempo encontramos algo más, llámese libertad, espíritu, racionalidad o de cualquier otro
modo. Siendo siempre ella misma, la persona está en permanente cambio. Es cuerpo, pero
también es eso que llamamos “espíritu” o “psique”. No como dos realidades distintas aunque
juntas, sino como una sola realidad. Así, si me duele mucho una muela, todo mi “ánimo” se
resiente, no tengo ganas de nada… O al revés: si mi ánimo realmente “está por los suelos”,
puedo llegar a provocar en mí una úlcera o algo peor. Son dimensiones que se relacionan y
condicionan mutuamente.
Lo que a la Ética le interesa es definir a la
persona como algo más que un mero ser que
habita en medio de la naturaleza. Para la
Ética, la persona no es un objeto ni puede
ser tratado como tal. ¿Qué entender por
“persona”? ¿Qué relaciones han de darse
entre las personas?
Si observamos la viñeta, comprendemos que
esto parece no interesar a casi nadie. Son,
como se dice hoy en día, “comeduras de
coco”. ¿A quién le puede interesar realmente
qué es la persona y hacia dónde va la sociedad
en cuanto a las relaciones entre las personas?
La “gente” sólo trata de sobrevivir en este
complicado
mundo
de
las
relaciones
personales. Sólo unos pocos, -(probablemente
“los aburridos”, dirán algunos”)- se preocupan
por saber hacia dónde van las relaciones
interpersonales. ¿Es tu caso?
Sin embargo, la importancia de las cuestiones éticas es grande en un mundo como el nuestro. Viendo el
trato que se le dispensa al ser humano actualmente, la Ética tiene mucho que decir, que aportar, que
hacernos pensar. La persona, centro de la reflexión ética, no está suficientemente protegida aún.
Para el diálogo:
¿Crees que a la gente joven le preocupan estas cuestiones de la “Ética”?
¿Qué “ocupa” y “preocupa” a la gente joven como tú? Cita cinco preocupaciones y
comprobaremos qué importancia se le da a la Ética.
Según tú, ¿quiénes han de sugerir lo que es ético o no lo es?
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1.3. Hacia un modelo de persona por el que apostamos.
Esta concepción ética de persona que estamos buscando nos compromete en una doble dirección:
tener en cuenta las necesidades individuales y la autonomía de cada persona y, al mismo tiempo,
tener en cuenta las necesidades de la sociedad en la que esta persona se mueve, vive y se realiza.
Buscamos un modelo ético de “ser humano nuevo” y una propuesta ética para “una sociedad también
nueva” ¿Cómo ha de ser este ser humano nuevo para una sociedad nueva? Algunas anotaciones.
Una persona con actitudes democráticas.
El ser humano nuevo ha de ser un demócrata
convencido. Comprometido con la democracia real, se
esfuerza por desarrollar la actitud de la tolerancia y
fomenta el respeto real a la dignidad de toda persona.
Ha de ser una persona que reconoce el protagonismo de
la libertad, pero de una libertad no individualista sino
solidaria. Ser demócrata significa pensar y actuar
con agrado, no en términos de interés personal o
partidista, sino en términos de justicia, solidaridad
y, sobre todo, búsqueda del bien común.
Una persona solidaria.
El hombre nuevo deberá orientar su vida desde la solidaridad y empatía para con los otros, desde la
permanente preocupación por aquellos semejantes que aparecen en condiciones sociales
desfavorecidas. Quien se sienta solidario no puede sentirse como tal a ratos o en momentos
concretos de urgencia, sino que se sentirá como tal siempre. Por ello, no podrá sentirse indiferente,
o estar con las manos cruzadas, cuando sus semejantes se encuentran en situación de inhumanidad.
Una persona liberada.
Una persona no dependiente de tiranías personales o
sociales. Liberada o, al menos, que trata de liberarse de
las esclavitudes actuales, como la imagen, el gregarismo,
la incultura o el fanatismo… Liberado de la ansiedad
permanente por satisfacer nuevas necesidades creadas
artificialmente…
Una persona creadora, capaz de inventar el futuro.
No nos referimos al hecho de estar permanentemente
inventando aparatos o tecnología que faciliten la vida.
Decir que el ser humano es un ser “creador” es
reconocer que la persona nunca está anclada, terminada,
sino que crece en la medida en que se “recrea”
permanente a sí mismo, en la medida en que va
“conquistándose” poco a poco con nuevas metas
personales.
“No es más libre quien más tiene,
sino quien menos necesita”.
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Una persona “capaz” de la no-violencia.
Significa esto que la persona no está atada a una agresividad compulsiva e
inevitable en sus relaciones personales. Significa esto que el verdadero
“hombre revolucionario” será el no-violento que se dispone a cambiar las
estructuras injustas del mundo haciendo inseparable los fines de los
medios, sin renunciar a nada salvo una cosa: la violencia para lograrlo.
La no-violencia, lejos de significar “pasividad”, apunta a una actividad
incansable que parte de una revolución interior en la persona a través de
las convicciones y de las costumbres, y que finaliza en la unión a otros que
desean y trabajan por una sociedad liberada de la agresividad.
Para el diálogo
La reflexión Ética, como reflexión que se realiza para descubrir cuál el correcto comportamiento
humano en sociedad, trata de encauzar las siempre complicadas relaciones humanas. ¿Cómo son las
relaciones humanas hoy día? Vamos a describirlas ahora.
¬ Después leamos el siguiente texto y contestamos entre todos a las preguntas posteriores.
Hace algún tiempo me entregaron un escrito anónimo titulado “Las personas somos
dones, somos regalos”. Decía así:
“Las personas son los regalos, los dones que Dios me ofrece. Algunos vienen muy bien
envueltos, otros de forma menos atractiva; algunos han sido maltratados en el correo, otros
llegan con sellos de “urgencia”; el envoltorio de algunos se ha deteriorado mucho, otros vienen
cerrados a cal y canto; otros parecen por fuera lo que por dentro no son...
Pero es de suma importancia que comprendamos que el envoltorio no es el regalo, porque es
muy fácil equivocarse y confundir el contenido por el continente, lo de fuera con lo de dentro.
A veces el regalo se desempaqueta con suma facilidad; pero en ocasiones necesitamos
ayuda para abrirlo. Quizás sea porque tiene miedo; tal vez le hayan hecho daño y no quiera ser
herido de nuevo; puede que alguna vez se abriera y fuera rechazado y es posible que ahora se
sienta más “objeto” que ser humano...
Nosotros somos personas y, como los demás seres humanos, también dones. Dios nos llenó
de una bondad que sólo es nuestra. Y, sin embargo, a veces, nos da miedo mirar dentro de
nuestra envoltura. Tal vez temamos decepcionarnos, o puede que no confiemos en nuestro
propio contenido, o es posible que nunca hayamos aceptado realmente el don que somos...
En cada encuentro y cada vez que nos comunicamos con otras personas, hay un
intercambio de dones. Mi don soy yo; tu don eres tú. Todos somos regalos los unos para los
otros.
¿Estás de acuerdo en que las personas somos “regalos” unos para otros?
¿Crees que en la sociedad actual se valora más el aspecto exterior que la realidad interior
de la persona? ¿Puedes poner algún ejemplo?
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2. LAS TEORÍAS ÉTICAS.
2.1. ¿Qué es una teoría ética?
Ya hemos dicho que la ética es el modo de orientarnos en la vida y que pretende construir una
persona solidaria, liberada, creadora y pacífica, entre otras muchas cualidades. Pero, ¿cómo se
construye? Tomar decisiones es construirse: decidir si ayudar o no, si mentir o no, estudiar… nos harán
personas solidarias, honestas y responsables.
Pero todos sabemos que tomar decisiones es algo bastante complejo: hay que tener en cuenta
el cómo se toma, la intención, los valores que se sopesan, las circunstancias, si, para la meta que
perseguimos, merece la pena emplear tantos medios y esfuerzos…
Pues bien, una teoría ética intenta responder de un modo “global” y sistemático a estas
preguntas; pretende explicar y justificar las decisiones que tomamos siguiendo un criterio (por ejemplo, la
utilidad de nuestra meta). O, en otras palabras, es una propuesta para el difícil proceso de construir
nuestras personas, la oferta de un estilo de vida.
2.2. Algunas teorías éticas.
a).- ESTOICISMO. ¿Nunca has oído la expresión: es una persona muy “estoica” o asumió las
consecuencias con estoicismo? El estoicismo es una corriente filosófica que apareció en la Grecia
Antigua, allá por el siglo IV-III a.C.
Esta doctrina filosófica mantiene que existe
un destino y no tenemos más remedio que cumplirlo.
Frente a esto, solo queda una opción, vivir con
resignación, es decir, aceptarlo. La virtud ética por
excelencia para ellos, por tanto, será vivir conforme a
la naturaleza y la voluntad divina, que es donde se
encuentra determinado ese destino. Ante la pregunta
¿qué decisión debo tomar?, los estoicos repiten su
famosa Ley: “Vive de acuerdo con la naturaleza”. Si
tu decisión está dentro de lo natural, será la buena.
Si se sale de ella, será mala.
Pero, ¿cuál es la naturaleza del hombre y la
mujer? ¿Qué tenemos en común todos y todas que nos diferencie del resto de seres vivos pero que nos
una como una especie? Lo común a todos y todas es la razón. El ser humano feliz será aquel que logre
vivir conforme a la razón, lo que supone un dominio de sí, ser indiferentes ante el placer y el dolor,
austeros ante los deseos; eliminar, en una palabra las pasiones que nos descontrolen o nos puedan
hacer daño de alguna manera. Una actitud muy estoica que todos tenemos es cuando, ante una posible
buena noticia (que te puedan llamar en esa empresa para trabajar en verano, por ejemplo), no hacerse
ilusiones para que después no te decepciones. El estoico hace el esfuerzo de que nada le afecte.
Para conseguir vivir conforme a la razón, los estoicos nos hablan de las virtudes esenciales: la
prudencia o el discernimiento (que nos ayuda a sopesar los motivos, circunstancias a la hora de tomar
decisiones), la templanza o el dominio de sí (que nos ayuda a no dejarnos llevar por pasiones
descontroladas como el enfado, la furia, las ilusiones ingenuas…), la fortaleza (que nos permite
mantenernos en nuestra posición, llevar a cabo lo que nos hemos propuesto) y la justicia (que hace que
no pensemos en nosotros mismos exclusivamente, sino que logremos respetar y valorar a los demás
como a nosotros).
Si a alguno de ellos le preguntáramos: ¿cuáles son las acciones buenas y cuáles las malas?,
éste nos respondería que no hay buenas y malas decisiones en sí mismas. El que lo sean o no depende
de la intención (moral) con la que la persona la haya hecho. Denunciar a un jefe por no cumplir la
normativa sobre seguridad laboral es un acto moral correcto. Pero, ¿cambiaría algo si nuestra intención
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no fuera trabajar más seguros sino fastidiar o vengarnos de dicho jefe? Para los estoicos, la cosa
cambiaría bastante.
Por último, añadir un detalle de importancia. Los estoicos son, posiblemente, los primeros
ciudadanos del mundo. Ellos creían que solo existía una razón y, con ella, una sola ley. Y esa ley
correspondía a una sola patria: el país de la humanidad. El verdadero sabio es el que sabe esto mismo,
el que es un ciudadano del mundo, el que acepta que todos somos iguales y tenemos los mismos
derechos por ser hombres y mujeres, sin importar nada más. Ellos veían la lucha y las guerras entre
países como algo absurdo.
b).- HEDONISMO. ¿Y alguna vez has oído a alguien llamar hedonista a otra persona? El hedonismo,
plantea que la meta de la vida, la felicidad, consiste en disfrutar. De ahí viene el nombre: hedoné, en
griego, significa placer. Pero no saques conclusiones precipitadas.
Los hedonistas tienen, principalmente, dos maestros: Aristipo
de Cirene (escuela cirenaica) y Epicuro de Samos (epicureísmo),
ambas del s.IV a.C. Estas dos teorías tienen elementos comunes y
elementos divergentes. Empecemos por estos últimos.
Los cirenaicos pensaban que el objetivo de nuestras
decisiones, la meta de nuestro comportamiento, debía ser encontrar
placer, obtener sensaciones agradables. El placer siempre debía ser
presente siendo, por tanto, el placer corporal más deseable que el
intelectual (o espiritual): uno tarda menos en disfrutar un buen
almuerzo que en disfrutar de la consecución del título del C.F. (al que
dedicas dos años de intenso estudio y trabajo, no siempre
agradables). Tu decisión debe ser tomada desde esta perspectiva: buscando las sensaciones más
agradables, acertarás.
Los epicúreos, en cambio, pensaban lo contrario. Para ellos, en primer lugar, buscar placer era,
sobre todo, evitar el dolor. Y, en segundo lugar, ellos preferían antes el placer que dura toda la vida que
los pequeños placeres momentáneos (el buen almuerzo dura un par de horas, tener un título académico
que te abre las puertas a un buen trabajo dura el resto de la vida). Para Epicuro, entre los mayores
placeres estaban la serenidad del alma (ausencia de preocupaciones, problemas, angustias, agobios,
complejos…), la salud del cuerpo (ausencia del dolor, de la enfermedad…) y, sobre todo, el placer
intelectual. Todas nuestras decisiones tenían que cumplir estos criterios: nada que te cause
preocupaciones, nada que dañe tu cuerpo, todo lo que satisfaga a tu mente y tu espíritu.
¿Cuáles son los elementos comunes?
Ya hemos dicho uno: ambos buscan el placer,
aunque no se pongan muy de acuerdo en
dónde está. Otro es la importancia de la
reflexión (discernimiento) antes de elegir.
Aristipo nos dice que un exceso de placer
conlleva un dolor posterior (comerse un buey
en el almuerzo supone una pesada y penosa
digestión). Epicuro, por su parte, afirma que el
dolor, por sí mismo es malo, y el placer, bueno.
Pero no siempre conviene elegir el placer y
evitar el dolor. Sacarse una muela es algo muy
doloroso, pero a la larga, pasar esa tarde
angustiosa en el dentista nos proporcionará
mayor placer que dolor (nos mantendrá la boca
sana). El sabio, por tanto, es el que, antes de tomar una decisión, sabe mirar al futuro y busca en él su
mayor placer. Es lo que todos hacéis cuando optáis por estudiar: realizáis un sacrificio y un esfuerzo
(madrugar, asistir a clase, estudiar en casa, elaborar proyectos, agobiarse en los exámenes…) por un
placer que, aunque llegue más tarde, merece la pena: trabajar y vivir de aquello que os gusta.
Y, para quienes piensen que los hedonistas son unos egoístas, ahí os dejamos una frase de
Epicuro para la reflexión: “De cuantas cosas proporciona la sabiduría para la felicidad de la vida entera,
la más importante es, con mucho, la adquisición de la amistad”.
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c).- UTILITARISMO. En el s. XIX, nos encontrarnos con Bentham y Mill y su propuesta utilitarista que,
como adivinarás, viene a sugerirnos que la mejor decisión es aquella que mejor nos conduce al fin que
nos proponemos. El utilitarismo es una teoría ética que proviene de la economía. Y ya sabes lo que
buscan los buenos economistas: rentabilizar los medios y multiplicar los resultados, es decir, conseguir lo
que queremos usando los mejores y más eficaces medios. Esto, aplicado a la ética viene a decirnos que
no hay acciones buenas o malas (en principio), sino más o menos útiles para nuestros propósitos.
Dicho así, suena egoísta: ¿dónde están los demás?, ¿qué
ocurre si los medios que he de utilizar van en contra de otras
personas? Por ejemplo, supón que tu meta es quedarte a trabajar
en tu empresa de prácticas, que necesita a alguien para cubrir un
puesto. Imagina, asimismo, que contigo hay otro compañero de
prácticas, al que también le han propuesto el trabajo. Dada tu meta,
¿cuál es el modo más rápido, eficaz y el que menos esfuerzo por tu
parte requiere para quedarte con el trabajo? Efectivamente, que tus
“jefes” vean a tu compañero como la peor opción. Y se te ocurren
mil formas de conseguirlo. Para el utilitarismo, ¿esa sería la
decisión correcta?
Las propuestas económicas traducidas al ámbito ético del
utilitarismo se pueden resumir en procurar el mínimo dolor (gasto,
recursos, esfuerzos…) para conseguir el máximo placer. Pero
añaden un elemento más: para el mayor número de personas. La
norma básica de Bentham para tomar decisiones es la siguiente:
“La mayor felicidad para el mayor número”. Los demás también tienen un valor en nuestras decisiones.
Si optas por dejar mal a tu compañero, ya no tienes en cuenta su felicidad. No serías un utilitarista sino
un simple egoísta. Pero, ¿y si, siendo honesto con mi compañero, gana él el puesto de trabajo? ¿No
acabaré siendo infeliz? Habré perdido mi meta y la decisión habrá sido la menos útil. Para ello, J.S. Mill
también tiene una norma: “Es mejor ser una criatura humana insatisfecha que un cerdo satisfecho”.
Puedes sacar tus propias conclusiones.
d).-DEONTOLOGISMO. Esta teoría ética plantea que la moral es algo más que una estrategia que
calcula beneficios, rendimientos… Es, sobre todo, una convicción, la certeza de que hay actos y
decisiones buenos en sí mismos sin importar qué consecuencias traen, si son o no rentables, cosas que
hay que hacer porque es nuestro deber y punto.
El deontologismo, por tanto, es una
ética prescriptiva, es decir, te dice lo que debes
hacer. Y, ¿cuál es ese deber? Kant, su
fundador, lo explicita en su imperativo
categórico. Éste tiene varias formulaciones,
nosotros nos quedaremos con dos: el primero
viene a decirnos que, hagamos lo que
hagamos, debemos tratar siempre a los demás
y a nosotros mismos como un fin, como la parte
más importante de nuestras acciones, y nunca
como un medio, como un recurso para
conseguir nuestros propósitos. Es que, según
Kant, el ser humano no tiene precio sino
dignidad.
La segunda formulación nos explica que lo moral, lo auténticamente bueno, es aquello que
podríamos hacer todos sin ningún tipo de problemas. Es decir, que las decisiones que nosotros tomamos
pudieran hacerse ley universal. Algunos explican esta Ley Universal como haz a los demás lo que te
gustaría que te hicieran a ti.
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2.3. Propuestas actuales.
Como siempre, no son todas las que son pero sí las que creemos más interesantes. Habrás
pensado que todas las teorías éticas son viejas teorías. ¿Hoy no se piensan algunas nuevas? Bien,
decirte que nunca hay una teoría vieja. Si han llegado a nuestros días es porque nos siguen valiendo
(todos somos algunas veces epicúreos, otros cirenaicos, otras veces estoicos o utilitaristas…). Y una
teoría que se usa siempre es joven (siempre está actualizada). Pero, es obvio que hoy se sigue
pensando en estos temas
.
Para Profundizar (Anexo 1º). Antes de abordar las
a).- Personas auténticas que
propuestas actuales, podrías analizar cuáles son los
conviven en sociedad. La propuesta
problemas a los que la ética se tiene que enfrentar.
de Taylor se divide en dos partes. 1ª.
Podemos profundizar primero en los problemas que
Ante la globalización, solo cabe una
hacen referencia a la sociedad y, en segundo lugar,
respuesta: el reconocimiento. Es
los problemas más individuales.
decir, reconocer como persona con
derechos al otro que es distinto de mí,
aceptar que las demás culturas,
costumbres, idiomas, religiones, etc.,
aunque distintas, tienen el mismo valor que la nuestra. Solo desde este reconocimiento que damos a los
que son diferentes podremos convivir. 2ª. Según Taylor, los individuos de nuestra sociedad buscan, ante
todo, ser auténticos, ser únicos, diferenciarse del resto con su propia marca personal. Esto, que para
algunos es algo negativo, una prueba de que somos unos egoístas solo preocupados por nosotros
mismos, la búsqueda nuestra identidad y cosas por el estilo, para Taylor es una tarea que ha de hacerse
con responsabilidad, siendo el mejor modo que tenemos de llegar a ser personas.
b).- El relato del otro. Para Rorty, como pragmático que es, las teorías éticas anteriormente citadas son
poco “prácticas”: funcionan muy bien en los libros, en situaciones “ideales” pero en la vida real, las
teorías no siempre van bien. ¿Cómo saber entonces cómo actuar? ¿Qué decisiones tomar? Según
Rorty, el que más nos puede guiar en esto no es el moralista teórico sino el que nos cuenta historias. El
novelista logra mostrarnos modelos de vida, de acción, cómo enfrentar problemas, superar pérdidas a
través de sus personajes mejor que el filósofo. Y lo hace contando historias de otras personas que
pasaron por situaciones parecidas, sean reales o ficticias.
c).- Redefinir la justicia. Rawls plantea que, entre los primeros acuerdos éticos al que los ciudadanos
debían llegar es al de qué entender por justicia, pues debe ser ésta la que regule nuestro
comportamiento, nuestras relaciones con los demás, etc. La justicia parte del reparto equitativo y la
igualdad de oportunidades. Esto es así salvo que un tratamiento desigual beneficie a los más
desfavorecidos y logre nivelar la balanza, la diferencia entre unos y otros. Esta aptitud ética es la que
está detrás de los impuestos indirectos (paga más quien más gana y menos los que no tienen tantos
ingresos), las medidas para facilitar el acceso de determinados colectivos a la educación (por ejemplo,
un alumno con alguna enfermedad que le impida seguir un curso normal, tiene la opción de cursarlo
partido, para facilitarle el trabajo), ciertas leyes para favorecer la entrada de la mujer a determinados
cargos (la ley de la paridad, por ejemplo) o, de un modo más global, el deseo de perdonar la deuda a los
países pobres.
d).- Hablando se entiende la gente. Otra propuesta para
poder superar la dificultad del acuerdo en la diversidad, de
encontrar normas morales que satisfagan a todos es la
presentada por Habermas en su ética discursiva. Éste
plantea que solo mediante el diálogo podríamos ser
capaces de llegar a un acuerdo que permita la
convivencia. Lo ideal sería construir un “espacio público”,
un lugar en el que todos se vieran representados y en el
que poder dar su discurso, hacer su proposición.
e).- Al menos, un mínimo acuerdo. Los expertos en
ética diferencian entre una ética de mínimos y otra de
máximos. Adela Cortina explica que esta última hace referencia a todo lo que representan nuestras
aspiraciones personales, a lo máximo a lo que queremos llegar. Encontrar un acuerdo en esta ética de
máximos, de aspiraciones, de grandes metas es algo bastante complicado: cada uno de nosotros tiene
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su propia idea de felicidad y autorrealización. ¿Cómo poner de acuerdo tanta variedad? Cortina plantea
apostar por la ética mínima, el menor número de normas morales, para que sea fácil el acuerdo, pero
tantas como sean necesarias para regular la convivencia. Adela Cortina ve en los Derechos Humanos
el mejor acercamiento que tenemos hasta ahora de esa ética mínima y universal.
3.- CONCEPTOS BASICOS. DISTINCION ENTRE ETICA Y MORAL
3.1. Conceptos básicos.
Cuando nos encontramos delante de conceptos, surge la curiosidad de su formación inicial, sus
orígenes, su etimología. Por ello el término ética, proviene del vocablo griego “ethos” que significa
carácter, costumbre .
Significado semejante tiene la palabra latina “mos” ( more) que ha dado a la palabra castellana
“moral”. La distinción entre ética y moral se verá en el próximo apartado.
Por otra parte el ser humano, es un sujeto ético, es un individuo de costumbres. Las costumbres
se derivan del aprendizaje de una serie de valores que se van integrando en su ser y en su actuar.
Cuando hablamos de ética no nos referimos sólo al comportamiento personal y concreto, ni a la
casuística en general, sino que va más allá, centrándose en el mundo de las actitudes. Por ejemplo, si
una persona roba un CD en el Corte Inglés, no podemos calificarlo como un ladrón, en el sentido amplio
de la palabra. Ahora si con frecuencia repite esta actitud convirtiéndola en un hábito, entonces este
comportamiento se traduce en una actitud personal. Esto tiene que quedar claro porque a la hora de
juzgar a las personas nos centramos la mayoría de las veces en situaciones concretas y aisladas y no en
actitudes personales.
El mundo de la ética, como el de las actitudes, está sustentado por la vivencia de un conjunto de
valores importantes, como son los siguientes:
-
-
Libertad: es la capacidad propia de los seres inteligentes para conocer los diversos caminos
que se pueden seguir Es tener la capacidad de elegir o decidir qué camino es el que me
interesa y poner los medios para conseguir el fin propuesto. Es la facultad para buscar la verdad
y ver sus consecuencias.
Responsabilidad: es el acto de tomar decisiones y la de asumir
personalmente las consecuencias de las opciones que hacemos y
debemos saber responder de ellas ante nosotros mismos, ante los
demás y para el creyente ante Dios. Libertad y responsabilidad
van siempre unidas.
-
Justicia: es la virtud o el hábito bueno de dar a cada uno lo suyo,
lo que le corresponde. Por otra parte la justicia no solo abarca el
nivel económico o retributivo sino que es más amplio. La justicia
se traduce en el respeto a los demás, a su dignidad personal, a
cumplir con sus deberes profesionales, familiares…
-
Conciencia: es el sentido interior de lo que es bueno y lo que es
malo. Puede estar basada en doctrinas religiosas o éticas o puede
ser más intuitiva. La conciencia es la noción que tenemos de las
sensaciones, pensamientos y sentimientos que se experimentan
en un momento determinado. Es la comprensión del ambiente que
nos rodea y del mundo interno a los demás
Es el elemento más íntimo y profundo de la persona,
donde surgen nuestros primeros impulsos y deseos en busca de la realización personal y, de la
felicidad
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3.2. Afinando el concepto de Ética
a).- Distinción entre ética y moral
En la vida cotidiana, casi no hacemos diferencia entre estos dos términos. Cuando decimos que
alguien no tiene ética queremos decir lo mismo que cuando afirmamos que es un hombre sin moral.
Pero, realmente, sí se pueden hacer distinciones entre ambos términos.
El primero, ética, proviene del griego y significa carácter, hábito. Los griegos lo usaban con un
sentido más personal, como el carácter, la personalidad que cada uno tenía y se iba creando y
construyendo a partir de sus decisiones. En cambio, la moral, que proviene del latín, significa costumbre
y hacía referencia más a un sentido social: eran las normas que cada pueblo se marcaba como buenas.
Hoy, los filósofos siguen haciendo esa diferenciación: la ética se refiere, así, a la reflexión racional de lo
que consideramos bueno o malo, justo e injusto; en cambio, la moral se dedica a establecer las normas
por las que un acto pueda considerarse como aceptable (moral) o inaceptable. La ética tiene una
pretensión universal. La moral, en cambio, depende mucho de las costumbres, tradiciones, religiones de
cada lugar.
b).- Ética autónoma y ética heterónoma.
Pero, tal vez, sea más interesante diferenciar entre ética autónoma y ética heterónoma, una
distinción que estableció Kant. Digamos, a rasgos generales, que la ética autónoma es la ética que surge
y nace de nuestra propia reflexión: yo soy el que me pongo las normas (siempre dentro de un contexto
social, claro). En cambio, la ética heterónoma viene establecida desde fuera (de nosotros): nos dicen lo
que hemos de hacer. Intentemos caracterizarlas un poco más:
1. Ética heterónoma: suele surgir de un poder,
que viene de fuera (una ideología o una religión) y nos
impone unas normas claras para diferenciar lo bueno
y lo malo. Aquí no hay riesgo, sino seguridad, pues se
tiene claro qué hemos de hacer en cada momento
(llevado al extremo, las sectas suelen funcionar así: sus
normas son muy estrictas y cerradas, incuestionables).
Como supondrás, más que reflexión lo que se pide es
obediencia. Y, por supuesto, logra dar más cohesión
al grupo, pues uno se siente más cómodo haciendo y
defendiendo lo mismo que el resto. El que se sitúa aquí
prefiere que le digan lo que tienen que hacer a pensarlo
él por sí mismo. Así, cree, nunca se equivocará.
2. Ética autónoma: ésta, en cambio, surge de
nuestra razón, que es compartida por todos los seres
humanos. Esto significa que, en diálogo con los demás, podríamos establecer una ética común a todos,
siempre y cuando partamos de la base de que necesitamos hacernos a nosotros mismos, con el
consecuente riesgo de poder equivocarnos al definir nuestro proyecto de vida, un riesgo que la ética
autónoma prefiere asumir como parte de su libertad. Este uso de la razón, siempre crítica y reflexiva, nos
conduce a tener que aceptar el conflicto con otras posturas contrarias a las nuestras y a aceptar, a
veces, la soledad y la inseguridad de defender las propias ideas frente a los demás (¿quién no se
siente incómodo al defender sus principios frente a otros que los consideran una tontería?). Situarse en
una ética autónoma no supone abandonar cualquier tipo de religión, ideología o corriente de
pensamiento. Uno puede ser cristiano, seguir una moral cristiana y ser autónomo. ¿Cómo? No olvidando
el uso de nuestra razón de una forma crítica y reflexiva y sin olvidar que la última responsabilidad de
nuestra vida está en nuestras manos.
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Para Profundizar (Anexo 2º). Antes de entrar en la
ética profesional, podemos profundizar en la
diferencia que existe entre moral autónoma y
heterónoma, que el psicólogo Lawrence Kohlberg
abordó en su teoría sobre las Etapas del desarrollo
moral.
ACTIVIDADES
1.- ¿Por qué es importante conocer la etimología de los conceptos?
2.- ¿Qué es la ética?
3.- ¿Qué diferencia existe entre un acto concreto de la vida de una persona y la actitud que se
tiene hacia las personas y las cosas? Pon ejemplos de la vida cotidiana en donde se aprecie
esta diferencia.
4.- ¿Qué relación tiene la ética con los valores de libertad, responsabilidad, conciencia?
5.- Pon tres ejemplos (actitudes) que correspondan al campo de la ética, y otros tres ejemplos
que correspondan al campo de la moral.
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4. ÉTICA PROFESIONAL.
4.1. “Trabajo” y “profesión, no son términos iguales.
Conviene partir de una distinción
(a la que nos ayuda la viñeta), en la
que “trabajo” y “profesión”, aunque se
usen comúnmente como términos
idénticos, han de distinguirse.
Llamamos
“trabajo”
a
la
actividad humana que se realiza para
lograr algo que se necesita o se
quiere. Esa actividad humana, sin
embargo, no tiene por qué ser una
“profesión”.
Es más, ni siquiera toda acción
humana es posible considerarla, sin
más, como “trabajo”.
Observa la viñeta y explica su significado.
Así, por ejemplo, “comer” es una acción humana que no es calificada como “trabajo”, salvo
que sea la acción que realiza un “catador” de unos alimentos determinados. “Enseñar” es la
actividad propia de un maestro, pero esa misma acción humana no es considerada como
trabajo cuando quienes la realizan son los padres con sus hijos. Análogamente, “jugar al
ajedrez o al fútbol” no se considerará trabajo si quien lo realiza lo hace por puro placer o
diversión, pero sí es considerado como trabajo si el que lo realiza, lo tiene como “medio de
subsistencia”.
Entonces, ¿cómo distinguir “acción humana”, “trabajo” y “profesión”?. Esto va a tener su importancia
a la hora de aclarar qué es eso de la “Ética Profesional”. Lo vemos.
Podemos decir, pues, que dos son las condiciones que se establecen para que una “acción
humana” pueda ser calificada como “trabajo”. No una condición sin la otra. Una y otra.
¬ La primera de ellas consiste en su sentido social, es decir, en la razón de su realización.
Cuando la razón por la que realizamos una actividad supera lo meramente personal,
individual y repercute para el beneficio de los demás directamente, encontramos las
bases de lo que cabe considerarse como trabajo. Pero además, ha de darse la segunda
condición.
¬ La “remuneración” de esa actividad que se realiza, es la segunda condición. De hecho,
se piensa habitualmente que “recibir un sueldo” es lo que en nuestra sociedad eleva una
actividad a la categoría de “trabajo”.
Para el diálogo.
Enumera cinco
“acciones humanas” que puedan o no, ser llamadas
trabajo.
¿Crees que la gente “trabaja sólo por dinero”?
Enumera profesiones en las que no se trabaje sólo por
dinero.
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Damos un paso más. Hemos afirmado al principio que no es lo mismo “trabajo” que
“profesión”. Trabajo, pues, es toda actividad encaminada a lograr un resultado que repercute en
uno mismo y en los demás y que se hace por dinero. En este sentido, también se podría
simplificar afirmando que esta definición cabe para el término “profesión”. Pero si miramos un
poco más en profundidad, incluso forzando algo la distinción, diremos que existe “profesión”
cuando entra en juego la “Ética”. ¿Por qué?
El dinero no es ni puede ser lo que caracterice al “profesional”. Ni siquiera la
“eficiencia” en aquello que se hace es el distintivo de la “profesionalidad”. Es verdad que
no hay profesión sin dinero ni eficiencia. Pero hay algo más. Lo vemos.
4. 2. El origen del término “profesional”.
La palabra “profesión” tiene su origen en el
término latino “profiteri”, (cuyo participio es
“profesu”) es decir, “profesar”, o lo que es
igual: “confesar”, “decir abiertamente”. De ahí
vienen las palabras “profesor” y “profesión”,
que sirven para señalar a “quien hace
profesión de algo”… Es decir, que el
profesional
es
el
que
“declara
abiertamente” que “sirve a los intereses de
una profesión”. El médico sirve a la medicina,
el profesor a la enseñanza o el jardinero a la
atención de la flora. Si el médico, se pone al
servicio de la muerte, no de la conservación y
defensa de la vida, aunque tenga el “título”
que le acredita como tal, ha dejado de ser un
“profesional de la medicina”, ya que “no sirve a
los intereses de su profesión”.
¿Y qué tiene que ver esto con la Ética Profesional? La exigencia ética del quehacer,
del trabajo, es lo que propiamente caracteriza al “profesional”, lo que lo distingue del mero
trabajo por dinero. En este sentido, sí cabe distinguir “trabajo” de “profesión”. Todo trabajo,
además de realizarse para los demás y por dinero, puede hacerse bien o mal. Aquí entre la
dimensión ética de la profesión. Se hace bien el trabajo no sólo cuando el resultado de la
actividad o del producto es bueno, sino sobre todo cuando se busca estar al servicio de
aquello en lo que se trabaja, más allá del mero interés personal. Así, un “profesional” de los
medios de comunicación e información, no solo realizará su trabajo “comunicando cosas” y
recibiendo por ello un dinero, sino que realizará bien ese trabajo, cuando busque servir a la
“profesión de la información”, que implica, por ejemplo, la verdad de aquello que se dice.
Esto es lo que distingue el mero trabajo de la auténtica profesión, al trabajador del
profesional: que la acción que se realiza esté fundamentalmente orientada a ayudar a los
demás a vivir, es decir, orientada a considerar al ser humano como fin y no medio. Y esto
asumido y vivido libremente. Con convicción.
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El curso de Ética profesional que ahora estamos comenzando, ayudará a profundizar en esta
dimensión ética de la profesión.
La viñeta de la derecha es muy significativa,
ya que expresa una convicción que hay en
muchas personas. Así, cabe decir, que hoy,
por desgracia, se piensa convencidamente
que
“negocio
e
inmoralidad”
son
inseparables. ¿No cabe la ética en los
negocios?
Igualmente,
hay
otras
asociaciones de ideas como “patrono igual a
explotación”, o “capitalista igual a usurero y
sin escrúpulos”.
Es verdad que desde que K. Marx
descubrió
en
su
época
estas
asociaciones como algo real y casi
inevitable, se tiende a pensar que
siempre y en todos los casos son válidas
estas comparaciones. Pero si queremos
hablar hoy de “Ética de la Profesión” -(en
consonancia con la Ética de la Empresa,
la Ética de los Negocios o la Ética del
Trabajo)- no basta dar por buenas estas
asociaciones sin más. No todo negocio
es inmoral, ni todo patrono es explotador
o usurero, como no todo trabajador es
honrado ni todo vendedor un timador.
Son tópicos que, como punto de partida,
valen para el diálogo, pero no son las
“matemáticas” de la realidad profesional.
¿No lo crees así?
Para la reflexión.
Podemos detenernos ahora y buscar entre todos
aquellos “tópicos” que relacionados con el mundo
del trabajo, de la economía, de las
profesiones…” están circulando por ahí. Los
señalamos y dialogamos sobre su veracidad o
falsedad.
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4.3. Hacia una definición primera de “Ética Profesional”.
Después de las aclaraciones anteriores, cabe definir la Ética Profesional como la Ciencia
normativa que estudia los comportamientos morales debidos y exigibles en toda
profesión. Cada profesión o sector profesional tiene un código de normas, un “código
deontológico” que ayuda al profesional a saber actuar correctamente en todo momento.
La Ética profesional tiene como objeto crear conciencia entorno a unos principios y valores
que se estiman necesarios para ejercer una profesión. Algunos de estos principios son comunes
a todas las profesiones, mientras que otros son más específicamente de algunas profesiones
dado su peculiar actividad. Caben señalar entre los principios comunes, los siguientes:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
La integridad.
Objetividad.
Independencia.
Responsabilidad.
Confidencialidad.
Honradez.
Respeto a las personas, compañeros o no.
… (podemos señalar otros que nos parezcan importantes)
De todo ello, vamos a hablar en este curso.
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ANEXO 1º. Para profundizar
PROBLEMAS A LOS QUE LA ÉTICA SE TIENE QUE ENFRENTAR ACTUALMENTE.
1º.- LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS SOCIALES.
Desvalorización de la moral. Hoy, algunos autores señalan que es inútil hacer moral. Ya nadie hace
caso de ella y las circunstancias son tan variopintas que es inútil proponer teorías que solo valdrán en los
libros y no en la vida real. La moral no se lleva.
Globalización. Esta, tanto la económica (las transacciones económicas ya exceden, con mucho, a las
políticas internas de los países, las grandes agrupaciones –la Comunidad Europea, por ejemplo-, el
Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, las grandes multinacionales presentan nuevos retos a
la ética), como la “social” y política (las migraciones, el intercambio cultural, el mestizaje, los
nacionalismos…) hacen difícil una propuesta ética válida. ¿Qué norma moral admitirían un musulmán, un
judío, un cristiano y un budista?
Ecología. El cambio climático, la extinción de especies, la explotación de los recursos, la
contaminación… sin duda son problemas de los que habrás oído hablar muchas veces. La ética, que
antes no se había preocupado demasiado de esto, ahora debe lanzar una propuesta convincente.
Ciencia y tecnología. ¿Es lícito clonar a un ser humano? ¿Y si es para salvar otra vida? ¿Hasta qué
momento es moral el aborto? ¿En qué momento un embrión es considerado persona –y por tanto, con
derechos? ¿Qué ocurre con las células madres, con los embriones criogenizados..? La bioética, una
parte de la ética recientemente fundada, intenta dar respuesta a todo esto.
Lo nuevo siempre es mejor. Lo último siempre es lo más conveniente, lo que más nos suele gustar (la
última generación de móviles, el último Windows, la última actualización de tal o cual software…). Pero
ello lleva implícita algunas consecuencias. Lo tradicional ha caído en desgracia. Ya pocos hacen caso de
esto. Pero, lo más importante es la utilidad de las tradiciones: transmitían, de generación en generación,
sabiduría para la vida. Con ellas, han caído las grandes teorías éticas, se han perdido las referencias
que teníamos para vivir.
Devaluación de los viejos transmisores y autoridad moral de los nuevos agentes socializadores.
La moral se transmitía, sobre todo, de la familia, la escuela y diversas instituciones (sociales o religiosas,
como la Iglesia, por ejemplo). La familia sigue siendo el referente social más valorado por los jóvenes,
pero, sin lugar a dudas, ha perdido valor en su función como educadora moral. La falta de tiempo (los
dos padres trabajan), la desestructuración familiar (los divorcios, que suelen hacer de la familia un lugar
tumultuoso, a veces un campo de batalla poco moral), el ocio cada vez más individualizado (Internet,
videojuegos…), etc. hacen difícil y escasa la comunicación y, por tanto, la educación ética. La escuela,
por otra parte, se enfrenta a otros problemas más urgentes y acuciantes: la masificación, en algunos
casos, de las aulas, que impide un trato más individualizado; su globalización particular, que requiere
una adaptación a los nuevos idiomas, costumbres, culturas que entran en los centros; la desmotivación
que muchos jóvenes presentan ante el estudio y el consecuente fracaso escolar; sistemas educativos y
leyes que cambian continuamente… Y por último, instituciones que han dejado de ser la guía moral para
la mayoría. La Iglesia (por hablar del caso en España) servía de referente moral para la mayoría. Hoy, su
papel en este sentido se ha convertido en una función para minorías. Y, a pesar de que van surgiendo
nuevas alternativas, aún no están consolidadas. Por otra parte, los nuevos referentes sociales carecen,
para muchos, de valor moral. Los participantes en reality shows (Gran Hermano, O.T.), personajes del
mundo del corazón, se convierten en los modelos más vistos, en referencias morales.
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2º.- LOS PROBLEMAS QUE SE ENCUENTRAN EN EL SUJETO Y QUE AFECTAN A LA ÉTICA.
Toda esta nueva sociedad construye una nueva forma de ser persona, con sus luces y sus
sombras. En este apartado, solo veremos lo más negativo, a lo que la ética habrá de responder.
No somos nadie. Foucault lo llamaba la disolución del sujeto. Según algunos pensadores, nuestra
sociedad, la capitalista, se basa en el puro y duro mercado: sobre todo hay que vender. Para ello,
necesitamos consumidores, gente dispuesta a comprar lo que necesite y, ante todo, lo que no necesite.
¿Cuál es el mejor modo para ello? Masificarnos (convertirnos en parte del rebaño, de la masa), eliminar
nuestro sentido crítico, crearnos necesidades superfluas… Todo ello, nos acaba convirtiendo en seres
sin voluntad, sin libertad.
Gente sin carácter. Sennett observa un detalle en nuestra vida trepidante y en continuo cambio (de
pareja, de trabajo, de ciudad, de afición, de estudios…): no nos da tiempo a forjar un carácter, una
personalidad. El carácter (no el mal carácter, sino nuestro sello personal, el modo que tenemos de
relacionarnos con nosotros mismos, los demás y el mundo) es un valor a largo plazo, que requiere
tiempo. Y en esta estresante vida, no nos da tiempo a crearnos uno. Esto, entre otras consecuencias,
afecta a la fuerza con la que nos enfrentamos a nuestros retos.
Humor y vida light. Según Lipovetsky, vivimos una vida soft, suave, sencilla, sin sobresaltos
inesperados (los sustos que nos damos los elegimos nosotros: deportes de riesgo, carreras ilegales,
drogas…), como una canción de chill-out: sin cambios bruscos, tranquila. Al menos ese es nuestro
deseo. Lo único que cambian son las modas (vivimos en su Imperio). Esto genera una especie de vacío
en nosotros, una vida sin inquietudes. Además, el humor va tomando un papel cada vez mayor. Esto, en
principio una gran noticia, tiene una parte más oscura: estamos aprendiendo a quitarle importancia a los
problemas.
Una vida como el agua. Y no transparente y limpia, sino líquida. Bauman, insistiendo en la idea de
Sennett sobre los cambios vertiginosos, añade otro inconveniente. Ante los continuos cambios que
surgen en nuestras vidas, no hay posible adaptación. Son tan rápidos que, ante un problema, cuando ya
hemos reflexionado y pensado la solución, ésta ya no vale. Y, en caso de que valiera, sin lugar a dudas
ya no nos servirá para el próximo problema: aprender de los errores, de la solución de conflictos, de
superar circunstancias es complicado. No podemos construir una vida sólida, definitiva. Debe ser líquida,
pues los líquidos son los elementos que mejor se adaptan a sus nuevas circunstancias.
Mejor vivir en la inopia. O, como lo llama Bruckner, vivir tentados continuamente por la inocencia. Ante
todos los problemas, las responsabilidades que conllevan nuestra libertad, de ser adulto… preferimos
vivir como niños inocentes, mimados por la sociedad (de consumo), adultos sin responsabilidad. El
infantilismo, según Bruckner, es una auténtica epidemia entre los adultos en nuestra sociedad.
Actividad: Entre toda clase intentar poner un ejemplo de la vida cotidiana o
bien buscar un anuncio de publicidad que exprese cada uno de los problemas
antes expuestos. Te pueden ayudar las páginas de Internet; www.publitv.com
, www.tonteria.com , www.portalmix.com/videos/lista01_anuncios.shtml
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ANEXO 2º. Para profundizar
1º.- LOS ESTADIOS MORALES DE KOHLBERG.
El desarrollo moral paso a paso.
Lo normal es que, cuando somos pequeños, sigamos una moral heterónoma: son nuestros
padres y profesores los que nos dicen lo que tenemos que hacer. Aquí no cabe explicación ni reflexión
crítica. Cuando nos dicen “no le pegues a tu hermano”, no se suele añadir ninguna explicación de tipo
moral. Y cuando preguntamos “por qué”, la respuesta suele ser “porque no”. Poco a poco, conforme
vamos creciendo, nuestro uso de la razón nos va enseñando lo que es bueno hacer y lo que no. Y
además, los que están por encima de nosotros nos suelen dar más explicaciones. Todo esto es un
proceso que Kohlberg, psicólogo, determinó en seis etapas, dividas en tres niveles. ¿Dónde te sitúas tú?
Nivel 1. Preconvencional.
En este nivel somos heterónomos y egoístas, profundamente
individualistas. Los niños son los principales habitantes de este nivel. Pero no te equivoques: muchos
adultos, en algunos aspectos de su vida, actúan así.
Estadio 1. Desde fuera nos dicen lo que debemos o no hacer. Y nosotros lo hacemos,
pero no porque creamos que es lo mejor para nosotros, o que la convivencia así lo exige, sino porque
tenemos miedo al castigo. Los niños recogen los juguetes porque saben que si no se quedan sin ir al
parque, no porque crean que es lo correcto. Pero ojo, muchos adultos no roban no porque crean que la
propiedad privada sea un objeto a respetar, sino por miedo a que les “cojan”; o no corren con los coches
en exceso no porque sea inmoral poner en riesgo la vida propia y la de los demás, sino por miedo a la
multa.
Estadio 2. Las normas siguen viniendo de fuera (heteronomía), pero se siguen siempre y
cuando nos interesen: se cumplen por egoísmo. En los patios de los colegios podemos ver ejemplos de
personas dentro de este estadio: cuando jugamos, lo intentamos hacer bien, respetando las normas,
porque si no, no nos dejarán jugar, que es lo que me interesa (si, jugando al fútbol, tocas el balón
demasiado con las manos, tus compañeros se cansarán de ti y te echarán del equipo). Pero también hay
muchos adultos que están dentro de este estadio. Son los del ojo por ojo: si me roban, yo robo, sin
tener en cuenta que robar es un acto reprobable en sí mismo, aunque te lo hayan hecho a ti primero.
Nivel 2. Convencional. Poco a poco, los niños van creciendo y se van socializando. Así, el
grupo va tomando cada vez más importancia: los amigos, la clase, el equipo… Estos grupos influyen
mucho en nuestras decisiones.
Estadio 3. Todos queremos ser aceptados, que nos quieran. Y para ello, no tenemos
más remedio (o eso pensamos) que hacer lo que los otros esperan de nosotros. Los adolescentes,
aunque lo nieguen, son los que mayoritariamente se sitúan en este estadio. Las modas, las opiniones de
los demás, lo que dicen en la tele… Todo influye mucho en nosotros. Por supuesto, conoceréis muchos
adultos así: están dispuestos a cambiar sus ideas y sus costumbres por influencia de los demás. Son
camaleónicos: adaptan su forma de ser según el grupo en el que están.
Estadio 4. Y aquí, por fin, nos damos cuenta que aceptar las normas de la sociedad es
nuestra responsabilidad, pues satisfacen un bien común. El que se sitúa aquí (según Kohlberg, la
mayoría de la gente) ya no roba por miedo al castigo o por lo que los demás pensarán de nosotros, sino
porque cree que robar está mal: no sería bueno para la sociedad (no sería un bien común) si todos
robáramos. Comenzamos, aquí, nuestra autonomía moral. La mayoría de los adultos nos situamos aquí.
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Nivel 3. Postconvencional. Aquí comenzamos a dar más de lo que se espera de nosotros. Los
que se sitúan en este nivel suelen comprender los principios generales (¿por qué no es bueno robar?) y
logran una capacidad difícil de conseguir y esencial en la ética: ponerse en el lugar del otro.
Estadio 5. En este nivel comprendemos que todos somos iguales y superamos los
localismos propios (mi familia, mi país, mi grupo de amigos) para entender que todos (aunque no sean
de mi familia, país o grupo) tenemos los mismos derechos, especialmente los derechos a la vida y a la
libertad. Todo lo que vaya en contra de estos dos principios, aunque sean leyes establecidas por los
Estados (piensa en la pena de muerte), debe ser criticado y no aceptado. Nace la objeción de
conciencia: somos capaces de pensar por nosotros mismos y ser críticos con lo que nos parece injusto.
Estadio 6. Es el estadio supremo: hemos logrado aceptar, comprender y asumir los
principios éticos universales y la dignidad inherente a todo ser humano. Creemos que existen
normas universales propias para todo hombre y mujer, como la regla de oro: hacer al otro lo que quiero
para mí. Es un paso más (y último) en la moral: la solidaridad. No se trata solo de no hacer daño al
otro, que es el principio de no-maleficencia (que es lo mínimo que se espera de nosotros) sino de
hacer el bien (el principio de beneficencia), sin esperar a que se nos pida. Los grandes hombres y
mujeres de nuestro tiempo (Gandhi, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, …) se sitúan en este estadio. Y
también muchas buenas personas (¿conoces a algunas?) que, de manera cotidiana, viven volcadas por
y para los demás.
Para Kohlberg, este desarrollo es evolutivo: si logras pasar el primer estadio, ya no vuelves a él.
Hay gente que se queda en el segundo durante toda su vida, siendo su norma moral el si no me
molestan, yo no molestaré… Como verás, es de una pobreza ética absoluta. En cambio, las personas
más hechas, de mayor madurez ética, logran llegar al 5º ó 6º estadio. Y son más felices, pues no viven
en la preocupación de lo que hacen los demás, sino en hacer lo mejor posible lo que le ha tocado hacer.
Logran estar por encima de la opinión y los actos de los demás. Son, por tanto y además, más libres: son
los únicos que tienen por completo su vida en sus manos.
ACTIVIDAD 1: ¿A qué etapa del desarrollo moral según Kohlberg corresponden las siguientes
frases?: "Te doy para que me des", "no quiero que me castiguen", "tenemos que casarnos, todo el
mundo sabe que estamos juntos", "es necesario mantener el orden social", "no debes defraudar a tus
padres", "no me conviene hablar todavía", "hice lo que debía", "todos tenemos unos derechos". Justifica
tus respuestas.
ACTIVIDAD 2: En la red. Estadios de Kohlberg y el dilema de Heinz.
http://xtec.es/~lvallmaj/passeig/kohlber2.htm
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ACERCÁNDONOS
A LA ÉTICA
¿Por qué es importante la ética para nuestra vida?
Definición de persona
La persona centro
de la ética
Nuestro modelo de Persona
Estoicismo
Teorías éticas
Grandes
Modelos
Hedonismo
Utilitarismo
Deontologismo
Propuestas Actuales
Distinción ética -moral
Conceptos básicos
de ética
Valores
Ética Autónoma – Ética Heterónoma
Distinción Trabajo – Profesión
Ética Profesional
Ética Profesional
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PARA SABER MÁS DESDE EL CINE…
Princesas
Ficha técnica: Drama. España. Duración: 113 minutos
Año: 2005
Director: FERNANDO LEÓN DE ARANOA
Reparto
Candela Peña: Caye
Micaela Nevárez. Zulema
Llum Barrera: Gloria
Mariana Cordero: Pilar
Violeta Pérez: Caren
Flora Álvarez: Rosa
Con 'Princesas' Fernando León regresa a las calles, esta vez para analizar la prostitución desde
dos puntos de vista opuestos pero que, inevitablemente, se complementan.
Las princesas no pueden vivir sin un reino. Caye es una princesa, aunque también es puta. Su
reino es suyo, aunque no está delimitado. Se extiende más allá del cordón telefónico que le une a sus
clientes, está en su propia mente, en su realidad soñada. Caye vive sola y cuando va a comer a casa de
su madre no responde al teléfono móvil por temor a ser descubierta. Busca, como todas las princesas, a
un príncipe azul que vaya a buscarla después del trabajo pero ¿dónde la recogería?, se pregunta.
En su mismo edificio vive Zulema. Ella también se dedica a la prostitución. Además, es
dominicana, lo cual provoca la ira de Caye y sus compañeras que se reúnen a diario en la peluquería del
barrio mientras ven por la ventana como las inmigrantes, exóticas y más baratas, les dejan sin trabajo.
Pronto, pese a las diferencias, las dos se harán amigas porque ambas buscan lo mismo.
La situación de Zulema es diferente, ella tiene un hijo que le espera en República Dominicana.
Una foto en la cartera se lo recuerda cada momento y le hace aguantar el maltrato, la depravación y la
humillación a la que uno de sus clientes, un funcionario, la somete. Le ofrece los papeles,
imprescindibles para que Zulema pueda dejar la calle, pero la promesa se desvanece en cada cita.
Las prostitutas de Princesas, son pasivas: aunque, dentro de sus pocas oportunidades, podrían
mejorar su situación si lo intentaran, el consumismo los coloca en la indolencia y la ensoñación inútiles;
no quieren cambiar las cosas, sus únicos sueños son alcanzar los objetos de consumo impuestos por
nuestra sociedad. Y la narración tan subjetiva de F. León se identifica demasiado con los personajes y es
también demasiado complaciente con ellos, como si lo deseable fuera que la prostituta se operara el
pecho y encontrara un príncipe azul, en lugar de que despertara de su modorra y empezara a poner
orden en su vida; el film trata igual a la chica inmigrante, que no ha tenido oportunidad de hacer otra
cosa que prostituirse, y a la española, que sí la ha tenido. La posible crítica a una sociedad materialista y
vacía queda desdibujada al predominar el sentimentalismo y una camaradería hacia el marginal un poco
trasnochada y mal entendida.
ACTIVIDAD. Preguntas para el diálogo posterior:
-
¿Cómo se retrata el racismo y el tema de la inmigración? ¿Señala algunos prejuicios de la película?
¿Podrían haber elegido una vida diferente? ¿Cómo han llegado a la prostitución Caye y Zulema?
¿Qué juicio ético te merecen estos dos personajes?
¿Cuáles son sus sueños para una vida mejor? ¿No son demasiados pasivos los personajes?
¿A qué se debe el cambio Caye? ¿Por qué le regala el dinero?
¿Qué puede hacernos cambiar los “sueños” y elegir una vida más “humana”?
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