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Bush no ha leído a Tucídides Bush no ha leído a Tucídides La legalidad internacional no existe. Si existiese, se habría obligado a Israel a detener la ofensiva mucho antes, se le exigiría ahora asumir los costes de la reconstrucción del Líbano e incluso se juzgaría por genocidas a sus dirigentes. Juan Francisco Martín Seco Se ha considerado la guerra del Peloponeso como la primera guerra europea u occidental, y a su historiador, Tucídides, como un profeta de acontecimientos futuros. Lo cierto es que al escritor griego le cabe el calificativo de historiador político en el sentido de que no pretende tan sólo describir los hechos sino inquirir y explicar sus causas, y de que elabora su historia en la creencia de validez universal: ?Mi obra ha sido compuesta como una adquisición para siempre más que una pieza de concurso para escuchar en un momento?. Según él, las causas de la guerra siempre son las mismas, porque parten de las leyes inmutables de la naturaleza humana. Por ello una infinidad de escritores y políticos se han embriagado con la lectura de Tucídides, encontrando en sus páginas análisis perfectamente aplicables a los problemas de sus respectivos tiempos. No comparto la idea de repetición ni la del eterno retorno. No profeso al cien por cien la concepción cíclica de la Historia. Si hubiera que escoger alguna figura geométrica, pienso que deberíamos pronunciarnos por la espiral. Lo mismo, pero distinto. La historia nunca se repite ni vuelve al punto de partida, pero a menudo presenta grandes paralelismos y podemos sacar de ella importantes enseñanzas. Tucídides quiere ver la causa de la guerra del Peloponeso en la dinámica imperial de Atenas y en el miedo y el odio que sus acciones infunden a sus vecinos, a los que denomina aliados pero a los que, en realidad, reserva el papel de súbditos. Se da la paradoja de que la Ciudad-Estado configurada más democráticamente se comporta en su política exterior de la manera más despótica y tiránica. La situación sería transferible a los momentos presentes. Aun cuando habría mucho que hablar sobre la bondad de su sistema político, lo cierto es que EEUU pasa por ser la primera democracia del mundo y, sin embargo, frente al resto de los países actúa dictatorial y tiránicamente. Actuaciones genocidas de Atenas, como las de Melos, que Tucídides relata con todo detalle, podrían ponerse en paralelo con las intervenciones últimas de EEUU o de su apéndice, Israel. Afganistán, Iraq y ahora Líbano servirían seguro de ejemplo y les sería de aplicación gran parte de lo que el escritor griego describió y analizó hace veinticinco siglos. Se ha llegado a tal situación que escuchamos sin inmutarnos que el mandatario de la primera potencia del mundo y que pretende dar lecciones de democracia reconozca con toda tranquilidad que posee cárceles secretas en otros países. Atenas no admitía la neutralidad y castigaba duramente a aquellos de sus aliados que pretendían abandonarla. EEUU rechaza también la neutralidad y valiéndose de su poder presiona a todos los países para que secunden sus actuaciones; de hecho, a través de la OTAN, y también aunque en menor medida de la ONU, está consiguiendo que los otros Estados tengan que terminar limpiando la suciedad que con anterioridad él ha generado. Ha conseguido implicarlos plenamente en Afganistán, le ha costado bastante más trabajo en Iraq, y lleva camino de lograrlo en el Líbano. El caso del Líbano presenta desde luego muchas diferencias con los de Afganistán e Iraq, por eso ha resultado tan patética la postura del PP en un ?no, pero sí?, y por eso también es tan escandaloso escuchar al talibán de los obispos que al tiempo que defiende la guerra de Iraq lanza una reprimenda al líder de la oposición por no haberse opuesto radicalmente al envío de tropas al Líbano. Pero dicho esto, quizás haya que preguntarse por qué tienen nuestros soldados que ir a solucionar los entuertos y desaguisados organizados por Israel con la aquiescencia del Imperio; y cuando se convoca una conferencia de donantes surge también la pregunta de por qué las otras naciones tienen que sufragar lo que ha destruido el Estado judío. Desde el Gobierno se afirma que esta misión se encuadra en la más estricta legalidad internacional. La legalidad 1/2 Bush no ha leído a Tucídides internacional no existe. Si existiese, se habría obligado a Israel a detener la ofensiva mucho antes, se le exigiría ahora asumir los costes de la reconstrucción del Líbano e incluso se juzgaría por genocidas a sus dirigentes. Hoy, lo único cierto es la voluntad del Imperio. De hecho, la ofensiva de Israel terminó cuando EEUU así lo quiso. Por eso cabe siempre la duda de hasta qué punto en todas estas mal llamadas misiones de paz ?incluso en las que como ésta pueden parecer más justificables? no se está haciendo el juego al imperio americano. Todo hacía predecir que la guerra la ganaría Atenas. Tenía todas las bazas a su favor. Léase en Tucídides el discurso de Pericles al comienzo de la contienda. Y, sin embargo, la perdió. El miedo y la inquina que su poder y sus acciones infundían en las otras ciudades terminaron siendo sus peores enemigos. Hoy, el poderío militar de EEUU no tiene rival, pero al mismo tiempo crece de un extremo al otro del planeta la animadversión, el odio y el resentimiento en su contra. Bush, según dice, ha leído este verano El extranjero de Albert Camus, pedirle que lea a Tucídides sería demasiado. 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