Download Retrospectiva histórica de un relacionamiento

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Historia
Alemania y el Paraguay:
Retrospectiva histórica de un relacionamiento
Heinz Schneppen
Realizó sus estudios universitarios y de posgrado en Historia y Filosofía en las
Universidades de Munster, Friburgo y Munich, en Holanda y EEUU. Doctor en Historia
Moderna en 1958 y desde 1960 en el Servicio Diplomático Alemán
En los orígenes de las relaciones entre Alemania y el Paraguay nos encontramos con
Alexander von Humboldt, aunque él no haya estado nunca en Paraguay. Su amigo y
compañero Aimé Bonpland, en cambio, tuvo que quedarse en Paraguay más tiempo de lo que
a él le hubiese agradado. Hecho prisionero por el Dr. Francia en 1821, en el Alto Paraná,
como extranjero sospechoso, sólo pudo abandonar Santa María, su lugar de confinamiento, en
el año 1831. Durante todos esos años Humboldt no olvidó a su amigo. Suplicó a Simón
Bolívar que intercediera ante el Supremo para conseguir la liberación de Bonpland de su
cautiverio en el "misterioso reino de Francia". El Libertador apeló en octubre de 1825 a la
generosidad del dictador, recordándole los méritos científicos "del señor Bonpland y del
barón de Humboldt, cuyo saber ha hecho más bien a la América que todos los
conquistadores".
Pero Humboldt también recurrió directamente al dictador, a quien envió algunas obras que
había escrito conjuntamente con Bonpland. No sabemos el peso que pudo haber tenido la
intervención del sabio cosmopolita, a quien no respaldaba la autoridad de ningún Estado, pero
que sin duda encarnaba más que ningún otro las ciencias naturales ,de su época.
El mérito duradero del Dr. Francia es haber creado una conciencia nacional paraguaya, para lo
cual recurrió a aislar el Paraguay de su entorno. Del mismo modo, el mérito de su sucesor,
Carlos Antonio López, es haber abierto el Paraguay al mundo y establecido relaciones
diplomáticas con los países que parecían relevantes para el desarrollo político y económico
del país. El Congreso Nacional reunido en Asunción el 12 de marzo de 1841 autorizó al
gobierno a celebrar tratados con los gobiernos de otros países, sin ningún perjuicio para la
independencia y la seguridad de la república
Si los países europeos habían venido obrando con mucha cautela en la cuestión del
reconocimiento por consideración con la Argentina, tal motivo desapareció con el
reconocimiento de la República del Paraguay por la propia Confederación Argentina, el 17 de
julio de 1852. Mientras que las potencias marítimas Gran Bretaña, Francia y EE.UU.
reconocieron formalmente al Paraguay en enero de 1853, la potencia continental Prusia no
tuvo ninguna prisa en hacer lo propio. El ascenso de Prusia aún no había comenzado cuando
Francisco Solano López inició, en mayo de ese mismo año, su viaje a Europa que lo llevaría a
París, Londres, Roma y Madrid, pero no a Berlín ni a Hamburgo. Sin embargo, tres años más
tarde, en setiembre de 1856, llegaba a Asunción el primer diplomático prusiano, Hermann von
Gülich, encargado de negocios del rey de Prusia en Chile, quien recorría los Estados de la
cuenca del Plata en misión especial. Sus informes sobre este país, que eran casi desconocidos
en Alemania, motivaron que el rey Federico Guillermo IV lo nombrara, el 3 de febrero de
1858, encargado de negocios en la República del Paraguay. Aunque estaba acreditado sobre
todo como representante de Prusia en Montevideo y Buenos Aires, von Gülich tuvo repetidas
estancias en Paraguay en el transcurso de los diez años siguientes, desarrollando una estrecha
relación con este país. Para el diplomático prusiano, Paraguay era uno de los países más
interesantes de Sudamérica, y el pueblo paraguayo el más hospitalario de toda la familia
latina. Afirmaba que si bien el Dr. Francia no le iba en zaga a los peores emperadores
romanos en cuanto a crueldad, no podía negarse que con su despotismo había preservado a su
país de los ríos de sangre que las guerras civiles y la revoluciones habían hecho correr en
otros países de Sudamérica. De Carlos Antonio López, su sucesor y monarca de facto, decía
que por su capacidad y su carácter hubiese sido considerado también en otros países como un
excelente hombre de Estado".
Con la presentación de sus cartas credenciales a Carlos Antonio López, el 16 de julio de 1860,
se iniciaban las relaciones oficiales entre ambos países. Aunque representaba en primer lugar
a su propio país, von Gülich suscribió el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación el 1 de
agosto de 1860, no sólo en nombre de Prusia, sino en el de todos los estados de la Unión
Aduanera Alemana (Zollverein), a la que pertenecían tanto la mayoría de los pequeños
estados alemanes como también los reinos de Baviera, Würtemberg, Sajonia y Hannover. El
tratado era similar a los convenios que Paraguay había suscrito con otros países europeos, y se
proponía profundizar las relaciones entre ambos países para el mutuo provecho. Este era
también el motivo que perseguá el nombramiento del barón Alfred du Graty, en junio de
1864, como encargado de negocios de Paraguay en Berlín. De origen belga, du Graty se había
identificado rápidamente con su nueva patria. Su misión principal consistía en establecer
relaciones comerciales con Prusia. Ahora bien, el principal producto de exportación del
Paraguay era la yerba mate, de la que el barón entregó 36 fardos por un total de 6.000 libras
de peso al rey Guillermo I de Prusia como obsequio de Francisco Solano López.
La Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay tuvo amplia resonancia en la opinión pública
alemana, que tendió a simpatizar con el lado paraguayo. Lo mismo puede decirse de los
informes del representante alemán, que comentaron las acciones bélicas desde Montevideo, y
luego desde Buenos Aires. Su inclinación por la causa paraguaya venía tanto del afecto que
guardaba al país y su gente como de su talante ultraconservador. En su informe a Bismarck
del 28/4/1886 criticaba acerbamente la arrogancia de los aliados, que "pretenden librar al
pueblo paraguayo de su opresor y agraciarlo con todas aquellas libertades democráticas que
cual cáncer incurable tienen postrada a casi toda Hispanoamérica". Ponderaba el valor del
pueblo y la disciplina del Ejército, cuya derrota le parecía, sin embargo, inevitable. Agegaba
que “para Europa, el fin del Estado paraguayo, que tal como están las cosas parece probable,
constituirá una pérdida innegable”. Y es que desde el inicio mismo de la guerra, la causa del
Paraguay se identificaba para el diplomático prusiano con la del continente europeo
conservador. Pero entretanto, von Gülich había abandonado la esperanza de mover al
gobierno prusiano a intervenir, junto con las monarquías de Francia e Italia, en contra de la
Triple Alianza y a favor de Paraguay.
El 8/3/1870, el gobierno argentino anunciaba al encargado de negocios prusiano, De Maistre,
la muerte del "tirano". Con la frialdad profesional del diplomático, De Maistre evaluó el
desenlace de la guerra informando a su gobierno que ella había terminado de la mejor manera
posible en las circunstancias dadas. Afirmaba que solo la muerte del dictador podía poner fin
a la guerra, y que a los aliados esa muerte les venía tan a propósito que no faltaban los
comentaristas que afirmaban que no se había hecho ningún intento de prender a López con
vida. Pero acto seguido pinta un retrato lleno de comprensión del dictador y del pueblo
paraguayo. Asi como acabó, dice Solano López, es, a pesar de todo lo que se le pueda y se le
quiera reprochar, una figura histórica y a la vez trágica. Asegura que fue el representante del
pueblo paraguayo,y que sólo una raza como la paraguaya podía dar de sí todo lo que dio.
Surgida del cruzamiento de los conquistadores españoles con los mansos y dóciles indios
guaraníes, en ella coinciden la bravura de aquellosy la frugalidad y la tenacidad de éstos.
Desde que Paraguay es un Estado independiente, fue gobernado por tres hombres distintos y
un solo sistema... Este sistema, según formula De Maistre en su informe a Bismarck, consistió
en la más completa centralización de la soberanía gubernamental en la persona del
gobernante, en la exigencia de una completa entrega del individuo a la totalidad. Las
consecuencias de esto en la población fueron su sometimiento incondicional a la voluntad
estatal representada por el dictador, la exaltación hasta el exceso de la idea nacional, y una
defensa enfervorizada de la independencia del país que contrastaba con la falta de libertad
individual. Paraguay, dice, ya sólo puede compararse con Esparta. Y de repente, las palabras
del diplomático adquieren connotaciones hegelianas: Lo cierto es que tal sistema era a la
postre el que correspondía al carácter de este pueblo. El Estado paraguayo con todas sus
peculiaridades no era sino la manifestación orgánica necesaria del pueblo paraguayo tal como
éste se dio en la historia.
Ocho años pasaron para que -en 1878- un diplomático alemán volviera a presentar sus cartas
credenciales al gobierno paraguayo. Mientras el Paraguay no se recuperaba sino lentamente
de las secuelas de la guerra, Alemania, ahora unificada, iniciaba su ascenso a la categoría de
primera potencia de la Europa continental. Ella tenía los hombres que Paraguay necesitaba:
"Podéis estar persuadido de que los alemanes laboriosos que lleguen al país merecerán toda la
protección del Gobierno", así se expresaba el presidente en ejercicio Uriarte en su respuesta al
saludo del enviado imperial von Holleben. Tres años más tarde, en 1881, los alemanes
fundaban su primera colonia, San Bernardino. Comenzaba así la inmigración organizada de
los alemanes, que hasta la Guerra de la Triple Alianza solo habían participado con un escaso
número de individualistas en la colonización del Paraguay. Esta inmigración vino a
convertirse en un elemento importante de las relaciones bilaterales.
Entre las colonias alemanas en Paraguay, Nueva Germania es económicamente vista, de poca
significación. Peroninguna colonia ha llegado a ser tan conocida como esta. Fundada en 1886
por el cuñado de Nietzsche Förster y la hermana de Nietzsche Elisabeth, parecía llegar a su fin
pocos años después. Förster comete suicidio en San Bernardino, Elisabeth retorna a Alemania
para atender la herencia intelectual de su hermano, quien a finales de 1888 cayó en demencia.
El intercambio epistolar entre el filósofo y su única hermana en el lejano Paraguay es un
documento humano conmovedor. Es al mismo tiempo un aporte a la filosofía de Nietzsche
como a la historia del Paraguay.
Continuamente Elisabeth ha intentado convencer a su hermano para venir al Paraguay, un país
que describió en las formas más positivas. Ella quería hacer de él un terrateniente en
Paraguay, pero él lo rechazaba, ya que allí no había ni tan siquiera una buena biblioteca.
Cuando él no estaba dispuesto a invertir una suma superior a 300 marcos en el Paraguay, su
hermana agregó una suma de dinero. De manera que Nitzsche finalmente se convirtió en
propietario de tierras en el Paraguay: el filósofo como campesino.
Nietzsche nunca viajó a Paraguay ni conoció su propiedad. El primero de febrero de 1890 la
madre, en su calidad de tutora, le dio a Elisabeth la autorización de arrendar y vender las
propiedades paraguayas de su hijo, ya en ese entonces enfermo mental. Para Natalicio
González, historiador y presidente del país, Paraguay hubiese cambiado quizás la vida y la
obra de Nietzsche. “¿Qué hubiera sido del destino de Nietzsche de no haberle cerrado el
camino al Paraguay la invencible antipatía que le inspiraba el cuñado antisemita, en su
contacto con aquella tierra melodiosa, cuya escencia con el equilibrio y la mesura? ¿Qué
rumbo hubieran tomado sus meditaciones de filósofo? He aquí algunos enigmas con los que
puede jugar libremente la fértil fantasía”.
Cuando el representante alemán vuelve a visitar Asunción en 1885, la esperada recuperación
económica aún no se había poducido. En su opinión, no podía decirse que Caballero y sus
amigos hubieran manejado mal la administración del país, pero sí que se habían dejado guiar
más por los propios intereses que por el interés público. Las finanzas se encaminaban a la
ruina total, no porque las recaudaciones hubiesen disminuido, sino porque buena parte de los
ingresos iban por caminos equivocados. Cuáles eran estos caminos, se desprende claramente
de un informe del año 1889: “Ahora el país está dividido – no a causa de la divergencia de las
opiniones políticas, sino como consecuencia de la ambición y del afán de lucro de algunos
caudillos – en dos partidos: los colorados y los azules. El dinero que ambos bandos esparcen
entre los electores corrompe al pueblo”.
Si bien el representante alemán en Buenos Aires, responsable para Paraguay, visitaba el
Paraguay solo ocasionalmente, podía confiar en su “hombre en Asunción”. Desde 1873 había
un Vicecónsul honorario, desde 1892 un Cónsul decarrera, que desde 1906 a la vez fungía de
Encargado de Negocios. Con eso el Imperio alemán estaba representado a nivel diplomático
en Asunción. Uno de los temas, que ocupó al representante alemán, se dió de la situación del
ejército paraguayo, que necesitaba una urgente reforma.
Si muchos oficiales ya se habían familiarizado con el sistema militar alemán durante su
adiestramiento en Chile,esta influencia se vio reforzada aun para satisfacción del
representante alemán, con el regreso de Alemania de los tenientes coroneles Chirife y
Schenoni. En 1909. el Vicepresidente en ejercicio de poder, González Navero, expidió una
resolución referente a la contratación de militares alemanes, encomen dando al Ministro de
Hacienda que proveyera los recursos necesarios.
Mientras los instructores alemanes comenzaban su trabajo, el encargado de negocios alemán
procuraba interesar a la firma Krupp en la venta de cañones para la artillería praguaya. Pero la
Primera Guerra Mundial vino a poner fin tanto a la exportación de armamentos como al
trabajo de la Misión Militar. Paraguay se mantuvo neutral incluso cuando los EE.UU., al
entrar en la guerra en 1917, aumentaron la presión sobre el Paraguay para que apoyara la
causa de los aliados. No obstante, el Paraguay trataba de conciliar su neutralidad de fondo con
el repeto de los EE.UU., cuyo apoyo necesitaba en el conflicto del Chaco. Pero mientras el
Gobierno procuraba evitar cualquier toma de postura, había sectores de la población que no
ocultaban sus simpatías por uno u otro bando. Así en el verano de 1917 se reunieron en una
quinta cerca de Asunción en torno a un asado con cuero, los alemanes y sus amigos. En esa
ocasión, el director del Archivo Nacional, Dr. Viriato Díaz Pérez, pronunció un elocuente
discurso en homenaje al genio alemán.
En 1920, cuando el representante alemán transmitió al Presidente Manuel Gondra los saludos
de su Gobierno con motivo de su incorporación al cargo, el nuevo Gobierno republicano
representaba a un país arruinado y humillado. Con gratitud anotó las palabras amistosas del
Presidente, quien hizo hincapié en sus conocidos sentimientos hacía Alemania. Mi primera
impresión, escribe el diplomático a Berlín, es que aquí la mayoría sigue estimando al Imperio
Alemán tanto como antes de la guerra; que no se lo considera como un país vencido o, por lo
menos, no se le quiere hacer sentir su derrota; que aquí se confía en la reconstrucción de
Alemania, o en todo caso se espera que ella tenga lugar, también para el interés del Paraguay.
Pero la reconstrucción estaba muy lejos; mientras que la anarquía, la inflación y el tratado de
Versailles empujaban a muchos alemanes a buscar nuevos horizontes fuera de su país. En las
estadísticas de inmigración paraguayas de los años 20, los alemanes figuran en primer lugar.
Muchos deseaban unirse a los alemanes brasileños que se habían establecidos en Alto Paraná
en la época de entre siglos; otros encontraron una nueva patria en Colonia Independencia.
Muchas sociedades de colonización alemanas veían al Paraguay como la tierra prometida,
muchas veces sin que sus miembros parecieran tener vocación para enfrentar la dura vida del
colono.
Tierras para una colonización en gran estilo había más que nada en el Chaco, en cuya región
central se asentaron, a partir de 1927, menonitas de habla alemana que, por motivos
religiosos, habían abandonado el Canadá. A ellos se unieron, en 1930, correligionarios de la
Unión Soviética quienes, en una dramática acción y con el apoyo del Gobierno alemán,
habían forzado su salida del paraíso de los obreros y campesinos. Alojados en Alemania en
campamientos precarios, el Gobierno alemán, pese a los graves problemas propios, les presto
ayuda material, pero se vio imposibilitado de poner tierras a su disposición. Así, tanto el
Gobierno alemán como los menonitas recibieron con alivio la noticia de que el Gobierno
paraguayo se declaraba dispusto a acoger también a este grupo de menonitas y asignarle
tierras en el Chaco. Por decreto del 4/5/1932 que hacía referencia a una nota de la Legación
alemana, el Gobierno extendió a la colonia Fernheim los privilegios de la ley 514 de 1921,
que constituye el fundamento de la comunidad menonita en el Paraguay.
Sin duda alguna el Chaco en esos años era un territorio muy discutido. Y la colonización en el
Chaco tampoco sirvió solo a fines humanitarios, sino también a motivos políticos. El
28/10/1932 la misión alemana en Asunción telegrafiaba consternada a Berlín que el regreso
previsto del General Kundt de La Paz ponía en apuros a la legación ante el Gobierno, la
colonia alemana y los menonitas. Dos días más tarde, el Ministro de Relaciones Exteriores
paraguayo requería al Gobierno alemán, de manera amistosa, que impidiera el regreso del
General Kundt, fundando su petición en la posibilidad de que la colonia alemana se viera
amenazada por la excitación popular. Tal era también la estimación del diplomático alemán,
que se solidarizó con las asociaciones alemanas que se habían dirigido por telegrama
directamente al Gobierno del Reich.
Y es que Kundt, según informaba a Berlín era el „Hannibal ad portas“, el cuco con que se
asusta a los niños. En medio del temor generalizado a los espías, se produjo el arresto de
algunos alemanes. El 8/1/1933 los colones de Independencia se dirigieron al presidente
Eusebio Ayala mediante un escrito en el que protestaban por las actividades del General
Kundt, „mercenario al servicio de Bolivia, en injusta causa contra este país hospitalario,
abrigo de todos los extranjeros y particularmente de la colonía alemana.“ En su respuesta el
presidente aclaraba que la conducta de Kundt no puede alterar en forma alguna la cordial
simpatía con que cuenta en nuestro país la laboriosa colonia alemana. En febrero de 1933, el
representante alemán consignaba, alividado que el General Kundt había perdido mucho de su
aureola.
Cuando el victorioso ejército del Chaco desfiló en Asunción, los diplomáticos alemanes se
quedaron encantados con el uniforme de gala, que según desían se asemejaba hasta en los
detalles al antiguo uniforme prusiano. El informe lamentaba que el General Estigarribia se
hubiese entregado en cuerpo y alma a los franceses, aunque destacaba también que el Coronel
Rafael Franco, que gozaba de gran popularidad en el ejército, parecía abrigar una simpatía
especial hacía la nueva Germania. Pronto se vería que es simpatía era mutua.
Cuando el Coronel Franco derribó el Gobierno, el 17 de febrero de 1936, el representante
diplomático alemán instó a reconocer prontamente al nuevo régimen, que según él perseguía,
al igual que los alemanes en 1933, sanos objetivos de renovación estatal y se volvía contra el
parlamentarismo corrupto del partido liberal. Al demorarse el reconocimiento, el diplomático
alemán volvió a destacar la analogía con el sistema nacionalsocialista: la exaltación de lo
nacional y lo castrense, reconciliación del capital y del trabajo, la importancia de los
estamentos obreros y campesions, la prohibición de los partidos y la noción del pueblo.
Sugería que aunque Paraguay no tuviera mucho peso en la balanza mundial, era bueno saber
que los alemanes podían contar en el corazón de América con un país que incluso en caso de
complicaciones internacionales nunca se pondría de parte de nuestros enemigos.
Tales complicaciones internacionales se produjeron en el 1/9/1939 a raíz de la agresión
alemana a Polonia. El 15/9/1939 el Gobierno paraguayo decidía observar la más estricta
neutralidad, remitiéndose al ejemplo de la Primera Guerra Mundial. No obstante, el Ministro
alemán hacía notar que desde la toma de posesión del Presidente Estigarribia, la política
exterior local dependíaen mayor medida de la política de Roosevelt y de sus ideólogos.
Mientras que la legación continuaba su trabajo sin ningún estorbo, el partido nazi decidía, el
30/6/1940, su autodisolución para escapar a una probable prohibición. Poco antes de la
desaparición de Estigarribia, las relaciones paraguayo- alemanas habían llegado a uno de sus
puntos de mayor enfriamiento, pero volvieron a mejorar con el nombramiento para el cargo de
presidente de Higinio Moríngio, quien más tarde resumiría con estas palabras la actitud de su
Gobierno: „sin ser nazis, simpatizábamos con el ejército germano, pero en lo político estaba
de por medio nuestra patria.“ Pero la presión política del Gobierno estadounidense se hacía
cada vez más perceptible. Mientras los ministros de Relaciones Exteriores armonizaban su
política en Río de Janeiro, en enero de 1942, el Ministro de Relaciones Exteriores del Reich,
von Ribbentrop, instruía al Encargado de Negocios en Asunción, que se negara a recibir un
nota sobre la ruptura de las relaciones y abandonara el Ministerio sin más explicaciones. Un
día más tarde, el 26/1/1942, llegaba la hora de la verdad. Tras la sesión ministerial, el
Viciministro de Relaciones Exteriores, comunicó al Encargado de Negocios alemán, que el
Gobierno del Paraguay se veía forzado, en contra de su voluntad, a romper las relaciones.
Paraguay era un país pobre y bastante indefenso, con vecions temibles en su frontera norte, y
se encontraba, pues, en una situación de apremio. La decisión adoptada era ineludible por
razones de mucho peso y de vital significado para el Paraguay, y a la vez desagradable, dados
los sentimientos pro alemanes del Gobierno del pueblo paraguayo. El 8/2/1945, tres meses
antes del fin de la contienda en Europa, Paraguay declaró la guerra a Alemania. Nof fue un
acto dirigido contra Alemania, que ya estaba vencida, sino la condición para la adhesión a las
Naciones Unidas.
Pasarían diez años antes de que ambos países reestablecieran sus relaciones. Hubo que
esperar, pues, hasta el 01/10/1952 para que el primer diplomático alemán de la postguerra
presentara sus cartas credenciales al Presidente Federico Chaves. El Dr. Borgs-Maciejewski
representaba a la República Federal de Alemania, fundada en 1949. Pero representaba
también un pueblo dividido, en cuya otra mitad ejercían el poder los comunistas.
El 25/03/1954 al fin había llegado el momento. En esa época había todavía 28 legaciones.
Hoy ya no las hay más. La Embajada, que antes de la Primera Guerra Mundial er la
excepción, es hoy la regla.
Con la toma de posesión del General Stroessner empieza un nuevo capítulo de las relaciones
paraguayo-alemanas. Cuande éste, una vez consumado el golpe, asumía la presidencia en
agosto de 1954 – era para la Embajada alemana desde el punto de vista puramente político,
una persona sin antecedentes. Pero la Embajada también se mostraba insegura en cuanto a la
valorización que merecía el origen alemán del nuevo Presidente, aunque esperaba de él una
actitud positiva hacía el país de sus antepasados. Pero cuando el Embajador en Bonn y ExMinistro de Defensa, Herminio Morínigo, propuso, en 1957, invitar al General Stroessner a
realizar una visita de Estado a la República Federal de Alemania, la idea chocó con reparos.
La opinión general era que no existía un interés prioritario en tal visita por mucho que
Paraguay fuera un país abierto a la influencia alemana. Según los archivos: „Stroessner dirige
un régimen dictatorial y su situación política no está libre de riesgos. Incluso parece dudoso
que pueda abandonar el país para realizar un viaje de cierta duración.“ Así, el proyecto, por
esa vez, no prosperó, pero el asunto no cayó de ningún modo en el olvido. Cuando el
Embajador Morínigo, en noviembre de 1958, en ocasión de su visita de fin de misión, vuelve
a aludir al viaje del Presidente, los funcionarios llegaron internamente a la conclusión de que
no concordaba con los intereses de la República Federal que el Presidente de Paraguay – a
quien debía tenerse por dictador – visitará el país como primer Jefe de Estado sudamericano.
La actitud alemana hacía Stroessner estuvo marcada durante estos años por la ambivalencia.
Por un lado se trataba al dictador con cierta reserva, pero por otro, se apreciaba su apoyo
incondicional en todas las cuestiones que afectaban a los intereses esenciales de Alemania, a
saber: la reunificación y la libertad de Berlín. Asimísmo, se los consideraba como la única
alternativa al caos y la anarquía. Así, el 23/02/1960, el Embajador alemán escribía a Bonn las
siguientes consideraciones: A mi juicio, la desaparición del Gobierno de Stroessner podría
provocar un terremoto de consecuencias difícilmente calculables. Según buenos conocedores
del país, sería muy probable, en tal caso, una repetición de la sangrienta revolución de 1947,
que esta vez podría acabar desviándose hacía posturas comunistas. Añadía que esto
significaría una pérdida para la política alemana, ya que la actual actitud resuelta en todas las
cuestiones relacionadas con el bloque oriental se vería sustituida seguramente por una política
más blanda frente al comunismo. Esta era el punto de vista decisivo para el Embajador Briest,
quien criticaba al mismo tiempo la actitud del Gobierno estado-unidense por su clara y firme
decisión de forzar – según él – la caída de la dictadura denegándole ayuda financiera.
Consequentemente, Briest urge al Gobierno alemán a decidirse por fin a otorgar al Paraguay
una enérgica ayuda para el desarrollo a fin de evitar la penetración del comunismo al corazón
de Sudamérica. A su juicio, despúes de que los comunistas hubiesen logrado sus metas en
Cuba, Paraguay, situado en el centro de Sudamérica, sería la próxima etapa de la estrategia de
subversión comunista en el continente.
En otoño de 1962 parecía darse por fin la posibilidad de que el Presidente Stroessner visitara
no-oficialmente Bonn en el transcurso de un viaje por Europa. A pedido de su Gobierno, el
Embajador alemán telegrafió a Bonn la siguiente, breve y rápida semblanza de Stroessner:
Presidente católico, militar profesional, padre bávaro, madre española, piloto entusiasta,
coleccionista de monedas, amor a Alemania, anticomunista, carácter combina flema bávara
con dinamismo prusiano, predominio de rasgos de carácter alemanes. La similitud con el
carácter alemán, tomado en forma positivia entonces, hoy probablemente es evaluada de una
forma más crítica.
En Bonn ya se habían hecho todos los preparativos, cuando Stroessner canceló el viaje por
motivos de política interna. En los archivos duerme el borrador del discurso que el Presidente
alemán iba a pronunciar durante el banquete en honor de Stroessner, en el que se encomian
sus incesantes esfuerzos por mejorar el nivel de vida de su pueblo. Este era sin duda, no solo
la apreciación del Gobierno alemán, sino también la del norteamericano, que ya ahora
conceptuaba al régimen de Stroessner, según se lo había hecho saber a la Embajada alemana,
como, tal vez, la mejor de todas las malas soluciones. En la primavera de 1964 comenzaron
nuevamente los preparativos para una visita oficial del Presidente paraguayo a la República
Federal, que al Gobierno de Bonn le parecía ahora inevitable. Pero el caso Mengele vino a
crear una nueva situación. El 30 de octubre un tal José Mengele, ciudadano alemán, médico
en el campo de concentración de Auschwitz, obtenía un documento de identidad paraguayo.
Un mes más tarde, una resolución otorgaba a Mengele la ciudadanía paraguaya. Este quedaba
así a salvo de una posible extradición.
El caso Mengele puso en marcha una serie de acontecimientos que enturbiaron las relaciones
entre ambos países. Para el Gobierno alemán el caso Mengele se convirtió en un caso
Paraguay, considerando que el Gobierno alemán partia de la suposición que el Gobierno de
Paraguay protegía a Mengele, que se mantuvo oculto primero en Hohenau y luego en el
Chaco. No se trata aquí ni del lugar ni del motivo para entra en detalles de esta historia, que
en otra parte investigué detalladamente. Pero recopilemos el resultado:
Al cabo de décadas de investigaciones, la fiscalía de Frankfurt estableció lapidarmente que no
se comprobó la existencia de contactos de Mengele con el Presidente Stroessner. No existen
pruebas de que el Gobierno paraguayo haya naturalizado o protegido a sabiendas o
intencionalmente al médico y asesino de campos de concentración Josef Mengele.
Tal acción hubiese ido en contra de sus propios genuinos intereses. Pero también es cierto que
hubo personalidades paraguayas que posibilitaron y facilitaron la nacionalización irregular de
Mengele. Su nombre no figura en los registros de inmigraciones. Pero el carácter poco
burocrático de la nacionalización de Mengele también puede explicarse sin necesidad de
convertir a sus ayudantes y a las cmplacientes autoridades en cómplices de un asesino. La
genuina servicialidad de la gente, el dinero y la corrupción, son motivos más plausibles. Y
con la alta y generalizada estima de que gozaba todo lo que fuera alemán, a muchos
paraguayos les resultaba difícil creer en los criminales alemanes. Esto no disculpa de ningún
modo al Gobierno paraguayo. Su desinterés en llegar a un esclarecimiento del caso en los
años 1962-1964 merece una viva crítica. Pero fue sobre todo la poca voluntad del Gobierno
paraguayo para deposeer a Mengele a su nacionalidad lo que motivo que se identificará al país
con Mengele. Sin embargo, Mengele solo vivió un año en Paraguay, pero 19 años en Brasil y
10 en Argentina.
Aún menos se puede cargar al Paraguay con el caso Roschmann, el carnicero de Riga.
Roschmann, quien fue conocido mundialmente por el Bestseller „El Acta de Odesa“, en 1977
durante su huída tuvo una estadía de seis semanas en Paraguay, que por otra parte fueron sus
últimas seis semanas de vida, de forma que su fallecimiento publicamente se relaciona con
Paraguay y Asunción. Al igual que Mengele, Roschmann solo pensó en refugiarse en el
Parguay cuando tuvo que huir de Argentina antes de que fuera demasiado tarde. Ambos
escogieron el Paraguay por necesidad, y no por preferencia. Aparte de estos dos casos, no se
sabe de otros criminales contra la Humanidad que hayan buscado refugio en el Paraguay. Es
un acto de justicia histórica librar a Paraguay y a los paraguayos de una reputación que no
merecen. El que acusa a Paraguay de haber sido refugio preferido de criminales nazis se deja
guiar menos por la realidad que por una leyenda. Para nosotros los alemanes tiene aplicación,
que quien tiene un techo de vidrio no debe arrojar piedras.
A medida que el caso Mengele desaparecía de los titulares de la prensa y las relaciones
parecían normalizarse, el gobierno alemán se mostraba mejor dispuesto a realizar el proyecto
de una visita de estado para cumplir con la invitación de los años 60 que el presidente alemán
Lübke había formulado al presidente paraguayo. Pero cuando la visita se realizó, el Presidente
Federal y el gobierno habían cambiado. La fecha de la visita, que se realizó en el mes de julio
de 1973, dio al presidente socialdemócrata Gustav Heinemann el pretexto de eludir un
encuentro con Stroessner. Rigorista como era en cuestiones éticas, Heinmann aborrecía a los
dictadores. Además, en los nuevos tiempos de la política de distención, las posturas
anticomunistas de Stroessner habían perdido buena parte de su antiguo valor. Para el
presidente federal, que se hallaba de vacaciones, el representante indicado era, según la
constitución el presidente de la Cámara alte y el jefe de del gobierno regional de Baviera.
Desde el punto de vista político, esta visita de estado, que se limito a Baviera, y no
transcendió a Bonn, fue una farsa. En el discurso que pronunciara el presidente Stroessner
durante el banquete ofrecido en su honor, resaltó las analogías en la historia de ambos
pueblos, las virtudes comunes de valentía y de patriotismo. No se refirió a las idiosincrasias
comunes que por largo tiempo han marcado la vida nacional de ambos países: la tendencia al
autoritarismo y el papel preponderante de lo militar con respecto a la sociedad civil. Cuando
Stroessner visitó la República Federal de Alemania estas tendencias ya habían sido superadas
en mi país. En aquel entonces, Paraguay se encontraba aún en el otoño del dictador. Pero con
el golpe de 1989, en la historia de Paraguay, en la historia de las relaciones entre ambos países
se ha dado inicio a un nuevo capítulo. Alemania y el Paraguay se hallan hoy en el mismo
camino. A ambos países les une hoy no solo una multitud de intereses, sino también un gran
dosis de valores comunes. Ambos países pueden remontarse a una larga historia de relaciones
cambiantes, en las que las luces superan por lejos a las sombras.