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El nacimiento interdependiente
por Bel Cesar - [email protected]
Traducido por Melissa Park - [email protected]
Como se da el proceso de la concepción según el budismo tibetano
En los próximos textos, reflexionaremos sobre los últimos dos Hilos de Interdependencia: el nacimiento y
la muerte. Ellos son el efecto de las causas que generamos a partir de los diez hilos anteriores: semillas
que ahora van a brotar, determinando el estilo de nuestro nacimiento, vejez y muerte.
Según el budismo tibetano, el proceso de la concepción es presidido por una reacción emocional:
después de vagar en el Bardo (el estado intermedio entre la muerte y el renacimiento) como máximo, 49
días, vemos a nuestros futuros padres en unión sexual.
Si el karma del futuro ser humano es renacer como hombre, él experimentará, entonces, atracción por su
madre y aversión por su padre. Al inverso, si él está destinado a encarnar como mujer, sentirá atracción
por su padre y aversión por su madre. Este doble sentimiento de atracción-aversión actúa como factor
que provoca la entrada en la matriz.
Sintiendo intenso apego por uno de nuestros padres, intentamos aproximarnos, pero como poseemos
una forma muy sutil, obviamente no lo conseguimos. Llenos de frustración, rabia y celos en relación a su
pareja, sufriremos una pequeña muerte. A pesar de esta conciencia en el bardo no tener un cuerpo
concreto, cuando ella deja el bardo en la percepción de su cuerpo, gira de espaldas para el padre y da el
frente para la madre.
Este proceso se invierte si el ser fuera una niña. Sentirá aversión por la madre y apego o atracción por el
padre, y en la percepción de su cuerpo ilusorio dará la espalda para la madre y quedará de frente para el
padre.
En ese momento, nuestra conciencia es tragada por nuestro padre y eyaculada dentro del útero de
nuestra madre, donde entonces, cabalgando sobre el esperma de nuestro padre, se une a óvulo.
Exactamente en ese instante dejamos la clara luz de la muerte.
Nuestra mente y energía comienzan a ser más materiales, la programación de la nueva vida es
accionada, nuestra mente proyecta otra realidad samsárica y la nueva vida de sufrimiento tiene inicio.
Hay una diferencia si aquel matrimonio está habituado a un relacionamiento sexual y la experiencia del
placer. Cuando sucede la verdadera concepción, la calidad de este placer es más elevada de aquella
que normalmente se experimenta.
En esa unión de la conciencia de aquel ser del bardo con el esperma del padre y el óvulo de la madre,
está presente la influencia de las energías sutiles de los cinco elementos.
En el cuerpo de la criatura, tres elementos o características derivan del padre: los huesos (la estructura
ósea), la espina dorsal y los vasos seminales. La carne, la sangre y la piel derivan de la madre.
La propia conciencia y los cinco órganos sensoriales - audición, visión, olfato, paladar y tacto - vienen del
continuo mental que pasó por el estado intermediario.
Todas estas contribuciones del padre, de la madre y de la conciencia se unen en el momento de la
concepción. Las energías sutiles de los cinco elementos del padre y de los cinco elementos de la madre
comienzan entonces a funcionar y a tener efecto en este proceso.
La influencia del efecto de la energía sutil del elemento tierra consiste en crear en el embrión el
fundamento de la dureza y de la firmeza.
La influencia del elemento agua es abastecer al embrión toda la parte líquida.
La influencia de la energía sutil del elemento fuego se manifiesta en el embrión como el calor que
favorece el crecimiento, la madurez.
La función de la energía sutil del elemento aire es el de favorecer a este cuerpo, que ahora está formado
de carne, sangre y todo lo demás, la circulación para tornarlo leve, y más que todo, permitir la respiración
del feto. Si el elemento aire no estuviese presente en el embrión, él moriría.
El último elemento es el espacio. El feto tiene necesidad de espacio para crecer. Si este espacio no está
presente (por ejemplo, el útero es muy pequeño para hospedar el crecimiento), el feto se sofoca. Por
eso, el elemento espacio debe estar presente para poder hospedar el crecimiento. Esto es visible en
úteros suficientemente grandes para que tal situación acontezca. El elemento espacio es también
necesario en el proceso de crecimiento y creación.
Para que un ser sea concebido en el vientre materno, deben existir tres condiciones; si faltasen estas
tres condiciones, la concepción no acontecerá.
Son dos las posibilidades que derivan del esperma del padre con el óvulo de la madre para que haya
fecundación. El esperma debe tener tres condiciones para ser considerado saludable: color blanco,
“peso” y cohesión suficiente para estirarse entre dos dedos. Cuando estas tres condiciones están
presentes, el poder de ese esperma es considerado bueno. El semen tiene la capacidad de procrear por
poseer como naturaleza la energía sutil de los cinco elementos.
Ahora, vamos a considerar el óvulo de la madre, que también debe ser libre de tres defectos. El óvulo sin
defecto está presente cuando la sangre menstrual no se agarra a los paños, o sea, puede ser lavado
fácilmente, lo que significa que es limpio. La segunda condición es tener color de sangre de conejo, rojo
vivo, un rojo intenso.
Cuando la sangre menstrual no es sana, tiene color amarilla o tendiendo para el marrón. La sangre
menstrual sana es completamente roja y uniforme en su color, no presenta áreas con colores diferentes.
Así, vimos dos condiciones para la concepción: esperma son y óvulo son. Aún, después que estos dos
se encuentran, si no existe una conciencia en el estado intermedio entre la muerte y el renacimiento
sucesivo, el bardo, la concepción no ocurre.
Estas son las tres condiciones para que la concepción suceda: la conciencia del individuo, el esperma y
el óvulo.
Si la energía kármica de esa conciencia en el bardo, o estado intermedio, está de acuerdo con el
esperma del padre y con el óvulo de la madre y si existe concomitancia entre el mérito de la conciencia y
las otras dos características, entonces acontece la concepción; de lo contrario, esta no acontece.
Explicaremos a lo que nos referimos cuando decimos que el "mérito" de la conciencia está de acuerdo
con las otras dos características o no: si, por ejemplo, la madre que está para concebir la criatura es de
buena familia y rica, entonces la conciencia que está en el bardo y que está para unirse con la madre,
debe tener también el "mérito" para obtener la posición de donde está para nacer.
Esto es lo que se entiende por "mérito" y la concomitancia de los factores necesarios: cuando aquella
conciencia en el bardo no tiene el "mérito" necesario para poder entrar en concepción con el padre y la
madre. Por ejemplo, en una vida precedente la persona no fue suficientemente generosa o no ganó
méritos de sus acciones y así por delante, entonces su mérito no está de acuerdo con la posición de
aquel hombre y de aquella mujer en unión.
También si la conciencia de ese ser dejase el estado intermedio para entrar en conjunción con el
esperma y el óvulo, no podría ligarse con estos y, por lo tanto, sería un aborto. Esto porque el mérito y la
circunstancia de los padres no están en conexión.
Cuando este ser no acumula buenos méritos y karma positivo con sus acciones de una vida precedente
y cuando también, los padres no están en una situación de mucha suerte, entonces los dos tipos de
méritos coinciden y la concepción puede acontecer sin problemas.
Cierta vez, escuché un médico tibetano dando el siguiente consejo para una pareja que no conseguía
tener hijos: “Hagan acciones positivas juntos, pues así van a acumular la energía necesaria para atraer
una nueva concepción”.