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15 BORRELL_25 BORRELL.qxd 14/07/11 12:37 Página 15
CARTA DESDE FLORENCIA
Por José Borrell*
D
e repente los mercados
se han fijado en un país que reúne tres patologías que juntas diseñan un caso grave: un alto endeudamiento, un crecimiento débil y
una creciente inestabilidad política.
Este país es Italia, que desde hace
una semana está bajo el fuego de los
ataques especulativos mientras Berlusconi llama a la “unidad nacional”.
El tan temido contagio a países
grandes como España e Italia son palabras mayores. Italia pesa el doble
que Grecia, Irlanda y Portugal juntos. Parece un país “too big to fail”,
pero su endeudamiento publico, 120
por ciento del PIB, es uno de los mayores de la UE aunque su déficit, 4,6
por ciento del PIB, sea uno de los
más pequeños.
La inestabilidad política se ha agravado con las peleas a voz en grito
entre Berlusconi y su ministro de
Economía, Tremonti. Y los escándalos de corrupción que han estallado
en el entorno de éste han debilitado
su posición justo cuando el Parlamento se disponía a votar el recorte
presupuestario que el ministro proponía. El caso Tremonti no parece
banal ni siquiera para lo que se acostumbra en Italia. Uno de sus colaboradores más próximos, Marco Milanese, excapitán de la Guardia de
Finanzas, ha sido encausado por corrupción después de descubrirse que
seis millones de euros habían transitado por sus cuentas bancarias en
cuatro años y que gastaba cuatro veces mas que sus rentas declaradas.
Éste podría ser un problema del Sr.
Milanese, pero resulta que éste tenía la amabilidad de pagar el alquiler del apartamento en el que el Sr.
ministro vivía en Roma, a razón de
8.500 euros al mes. Milanese ha dimitido y Tremonti ha devuelto las llaves del apartamento, pero se queda
en el Ministerio aunque ese comportamiento sea inaceptable para
quien predica el rigor y recorta sueldos y ayudas sociales.
Se puede decir que estas trifulcas
no son nada nuevo en la política italiana y hasta ahora no habían preocupado a los mercados financieros.
Pero todo tiene un límite y en este
momento Italia está muy penalizada por el crepúsculo político de Berlusconi. La moral de la historia es
que no conviene dejar que los crepúsculos duren demasiado.
La economía italiana tiene muchas
cosas a su favor. Su sistema financiero es uno de los mas saneados de
Europa, sus bancos no se lanzaron
a aventuras especulativas ni alimentaron burbujas inmobiliarias. Tiene
un tejido de pequeñas y mediadas
empresas que han capeado bien la
crisis y, aunque es uno de los mayores emisores de Bonos de Deuda
Pública, los compran casi toda los
propios italianos, que son muy ahorradores y estabilizan así el fuerte endeudamiento de su país.
Pero a medida que suben los tipos
de interés y el crecimiento se reduce, se hace más difícil asumir los costes de una Deuda Pública que es la
segunda de Europa en términos relativos, después de Grecia. Y ha bastado la conjunción de la subida de
los tipos de interés decidida por Trichet, con previsiones de crecimiento a la baja y con la débil posición
del ministro que personifica el rigor
presupuestario dentro del Gobierno
Berlusconi para que los mercados
lancen una andanada especulativa
contra Italia que ha hecho temblar
EFE
Y ahora Italia
La
inestabilidad
política en
Italia se ha
agravado con
las peleas
entre
Berlusconi y
su ministro de
Economía,
Tremonti, y
con los
escándalos de
corrupción
que han
salpicado a
este último
a su Bolsa y de rebote a la nuestra y
a las de toda Europa. Y todo ello en
el contexto de la cacofonía europea
sobre la forma de hacer participar al
sector privado en los costes de rescate de las economías en dificultades y especialmente en las consecuencias de la incapacidad de Grecia de pagar su deuda, algo que se
admite ya más o menos abiertamente
aunque el BCE siga, como buen banquero, negándose a aceptarlo.
La tregua alcanzada después de
que Grecia aprobase su último plan
de austeridad quinquenal a pesar de
la fuerte oposición popular se ha
acabado. Las caóticas discusiones
sobre los planes franceses o alemanes para que los bancos participaran “voluntariamente” en los costes
de una segunda ayuda a Grecia han
dinamitado la credibilidad sobre la
capacidad política de Europa de encontrar una solución rápida y creíble al problema.
Frente a esta Europa-Sísifo, que no
acaba nunca de subir la roca de la
crisis, en la reunión del Círculo de
los Economistas Aix en Provence hemos pedido a los gobiernos europeos y a las instituciones comunitarias
más reactividad frente a los acontecimientos, menos lamentos y más
acción. Por ejemplo, hace más de
un año que las agencias de notación
son objeto de todas las críticas pero
nada se ha hecho para crear un sistema alternativo. La reacción europea sigue siendo lenta, contradictoria e ineficaz. Parece que sólo se toman decisiones cuando se está realmente al borde del abismo. Y el
abismo se hace cada vez más profundo y cercano. ●
*Presidente del Instituto Universitario Europeo de
Florencia
nº 935. 18–24 de julio de 2011
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