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Epimeleiaheautou y educación:
El componente erótico en el vínculo pedagógico desde una perspectiva
foucaultiana. Un recorrido histórico que proviene desde la antigüedad
Lic. Natalia Barraco1
El siguiente trabajo pretende aproximarse a la cuestión del amor en el vínculo
pedagógico de la epimeleiaheutou a través del recorrido que realiza Michel Foucault
en su obra “La hermenéutica del Sujeto” (2000). Precisamente, se intenta esbozar
una reflexión en cuanto a la dimensión amorosa o erótica como componente
fundamental en todo proceso educativo. Dicho proceso, pretendía constituirse en la
antigüedad con un sentido de transformación subjetiva radical en la vida de los
aspirantes de sabiduría implicados en dicho vínculo. Este modelo educativo
involucraba un “aprender a vivir2”, una “cultura de sí” la cual comprendía una
determinada inquietud por el “sí mismo3”.
La inquietud por el “sí mismo” o
epimeleiaheautou se practicaba mediante un dispositivo vincular peculiar: una
relación maestro discípulo mediatizada por el amor al saber. El amor al saber se
manifiesta en el cultivo del “sí mismo”, que es presentado como valor universal,
modo determinado de saber y objeto esencial de lafilosofía y la espiritualidad de
la antigüedad.
Cuando el sujeto emprende el discipulado espiritual en una suerte de progresivo
“despertar”, se vincula amorosamente en un vínculo con un maestro,una verdadera
escuela donde éste abandonará su antigua forma de vida, dejando de ser un hombre
ordinario para convertirse en filósofo, un buscador de verdad, sabiduría y felicidad.
1
Lic. en Ciencias de la Educación. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación –
UdelaR. Colaboradora Honoraria del Dpto. de Historia y Filosofía de la Educación. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación-UdelaR. Estudiante de Psicología. Facultad de
Psicología-UdelaR. Estudiante avanzada de Psicología Social- Escuela Pichón Rivere.
2
Este concepto lo revisa Foucault (1990, 2000), refiriendo al “arte, al procedimiento
meditado de existencia, la técnica de vida (…) “¿Cómo hacer para vivir como corresponde?”
era la cuestión de la tekhnetoubiou: ¿Cuál es el saber que va a permitirme vivir como debo
vivir (…)?¿cómo debo transformar mi propio yo para ser capaz de acceder a la verdad?
(FOUCAULT, 2000: 177-178).
3
A medida que el “sí mismo” se “afirma como lo que es y [debiendo] ser objeto de una
inquietud (…), -que debía atravesar toda la existencia y conducir al hombre hasta el punto de
realización de su vida- pues bien, verán que entre el arte de la existencia (la tekhnetoubiou)
y la inquietud de sí (…) hay una identificación cada vez más marcada”. (FOUCAULT, 2000:
177).
El vínculo de la epimeleiaheautou es un vínculo dirigido al Saber, un amor que
inaugura una “escuela” de Filosofía:
Sócrates aparece allí como el maestro que incentiva, insta, promueve,
“conquista” (como el enamorado al amado) para que el discípulo se preocupe
por sí mismo, para que tenga una inquietud de sí. (DÍAZ, 2009).
El maestro ocupa un lugar de amor en relación al saber4. El discípulo
reconoce un saber en el maestro que él desea tener, convirtiéndose en un
aspirante de la sabiduría.
En la mitología griega, Eros (
ρως) era el dios primordial de la atracción
sexual y el amor, también venerado como dios de la fertilidad. En el mito de Psique y
Eros, éste último simboliza, de alguna manera, el impulso epistemológico (del orden
del saber) y epistemofílico (del orden del deseo) de Psique, sintetizándose entonces
el deseo de saber, de develar el rostro del “Amor”. En “El Banquete” de PlatónEros
representa el hijo de Poros (la abundancia, la oportunidad) y Penia (la pobreza,
escasez). Esta última cuestión la plantea Hadot (2006), en relación directa al término
philo-sophia, “amor por la sabiduría”, para aproximarnos a una conceptualización de
filosofía que tenían los antiguos:
Platón en “El Banquete”, había demostrado que Sócrates, representación del
filo-sofo, podía ser identificado con Eros, hijo de Poros (oportunidad) y Penia
(pobreza). Estaba privado de sabiduría, pero sabía cómo procurársela. La
filosofía era considerada, de este modo, como un ejercicio del pensamiento,
de la voluntad, del ser entero, con el fin de alcanzar ese estado, la
sabiduría, por otra parte casi inaccesible para el hombre. (HADOT, 2006:
236).
Es decir, la sabiduría, fruto del vínculo erótico, era accesible en un tiempo, un
instante acaecido en y por el alma, gracias al trabajo espiritual del maestro con el
discípulo.Esta oportunidad, este instante kairológico y erótico a la vez,
representa una de las características del momento del despertar. Por ello, la
filosofía antigua consiste principalmente en un método de progresión espiritual, en
donde es imprescindible la completa conversión, una radical transformación de la
forma de ser. (HADOT, 2006:236).
4
“El maestro es quien se preocupa por la inquietud que el sujeto tiene con respecto a sí
mismo y quien encuentra, en el amor que siente por su discípulo, la posibilidad de
preocuparse por la preocupación de éste en relación consigo mismo. Al amar de manera
desinteresada al joven, se erige por lo tanto, en el principio y el modelo de la inquietud que
éste debe tener por sí mismo en cuanto sujeto”. (FOUCAULT, 2000:73)
Asimismo, el elemento erótico del vínculo educativo podría considerarse como parte
de la contradicciónDionisio- Apolo; Kairós-Cronos. Por un lado,Dionisiorepresenta
la embriaguez, la locura, lo irracional, la intuición y Apolo la racionalidad, el
orden, la claridad. Por otro lado, Cronos, o “tiempo devorador”, cronológico
responsable de las mudanzas y la muerte, y por otro lado, el Kairós, el tiempo
oportuno, el tiempo sagrado, liberador, sanador.
Dionisio, a su vez, se relaciona con el Kairós y Apolo con Cronos, el inexorable
destino, la profecía autocumplida del “deber ser”, la vida devorada, estrictamente
calculada, organizada, racionalmente planificada pero sin sentido. Kairós vehiculiza
lo erótico, lo oportuno del vínculo, la abundancia de la sabiduría en el deseo de
saber de los amantes. Cronossignifica el tiempo que pasa, el del reloj, el que se
"padece" en la vida humana. Kairós, “el momento justo”, no en el aspecto
cuantitativo sino el valor cualitativo de la ocasión, un "insight", la experiencia del
momento oportuno como aprendizaje erótico. Es decir, una dimensión temporal
relacionada a la muerte, -o a Cronos, pues se lo representa como el devorador-,
simboliza la destrucción, el tiempo ajeno, del durmiente-, y un tiempo del amor y
del despertar que pertenece al orden de la eternidad. En la filosofía griega, el
momento oportunoes el instante erótico del amor al saber, “el tábano” socrático
como fuerza epistémica que se relaciona con una dimensión espiritual, el tiempo
del “primer despertar”, la dimensión de la sabiduría, de la episteme, de los
principios, un tiempo eterno que libera al sujeto del mecanismo de la stultitia:
…la inquietud de sí mismo es una especie de aguijón que debe clavarse allí, en
la carne de los hombres, que debe hincarse en su existencia y es un principio
de agitación, un principio de movimiento (…) de desasosiego permanente a lo
largo de la vida (FOUCAULT, 2000:24).
Este dispositivo pedagógico que mencionamos en el análisis, empuja al sujeto
“deseoso de verdad” hacia la conversión de la mirada, a redireccionarla a cosas
esenciales, para concentrar el tiempo en la práctica amorosa de la filosofía, único
camino al encuentro de la sabiduría. Concentrar el tiempo, aprovecharlo, encontrar
el punto de goce en cada momento de la existencia, sacralizándola, encontrándole
un sentido.Cuestión que se plantea en la filosofía y pedagogía antiguas en relación a
una determinada actitud frente a la vida basada en vivir como si fuera el último día.
En este sentido, se instala en el vínculo un Carpe diem erótico y sagrado,
convirtiendo el tiempo profano en momento oportuno para la filosofía, momentos
trascendentes para reivindicar la existencia.
Estas contradicciones que hemos mencionado, atraviesan el modelo educativo de la
epimeleiaheautou. El aspecto erótico que puja desde el impulso vitalkairológico y
dionisíaco, (y en otras ocasiones desde lo apolíneo), representaba para los griegos
una vida “a contrapelo”, contra lo establecido, contra el mandato cronológico.
Implicaba asumir una actitud de ruptura, de entrega y renuncia. Entregarse al amor
por el saber “de la mano” del maestro y renunciar a creencias, estilos de vida,
mandatos sociales impuestos (como sugiere Sócrates a Alcibíades al decirle que deje
de escuchar a las masas para dedicarse a la educación de la epimeleiaheautou).
El vínculo maestro-discípulo de la antigüedad potencia el aprendizaje de
ambos, y, de esta manera, éste se convierte en una “escuela” de vida, en un vínculo
de enseñanza-aprendizaje. El amor por la sabiduría se vuelve “contagioso”, aunque,
paradójicamente, este vínculo constituya un modo de vida terapéutico, de cura del
alma. La epimeleiaheautou no es entonces, para los “ruidos de las multitudes5”, ya
que es necesario una percepción y reconocimiento de la sabiduría. Para Séneca, el
propósito de la relación maestro-discípulo no implica lo masivo, ya que la
transformación es interna, vincular, y exige uncompromiso subjetivo con la verdad
que no todos están dispuestos a emprender6.Es decir, que el maestro ocupa un
lugar de amor en relación al saber7. Es quien representa la sabiduría, y por ello
puede ser un maestro, un espejo8 que le muestre al discípulo una “puerta hacia la
5
“…se ha de imponer a nuestra alma que se abstenga ella sola del placer, cuando la multitud
en él se revuelca; porque entonces consigue la prueba más cierta de su solidez [del alma] (…)
es ciertamente de más recio temple cuando todo el pueblo está beodo y vomitando,
manifestarse seco y sobrio; (…) hacer lo mismo que todos, pero de diferente manera, pues es
posible celebrar un día festivo sin disipación. (SÉNECA, CARTA XVII, 1944c:401)
6
“Pero por no haber aprendido hoy para mí solo, voy a participarte de los buenos dichos que
hallé, tres casi sobre el mismo tema (…) Demócrito dice: `un hombre solo es para mi el
pueblo, y todo el pueblo es un solo hombre´ (…) quien preguntando por qué ponía tal
diligencia en un arte que había de llegar a muy pocos, respondió: `Es que estos pocos ya me
bastan a mi, y aun uno solo, y aun ninguno´. Magnífico es este tercer dicho de Epicuro,
escribiendo a uno de sus compañeros de estudios: `Esto no es para muchos, sino para ti, pues
asaz gran espectáculo somos el uno para el otro´”. (SÉNECA, CARTA VII, 1944c:379).
7
“El maestro es quien se preocupa por la inquietud que el sujeto tiene con respecto a sí
mismo y quien encuentra, en el amor que siente por su discípulo, la posibilidad de
preocuparse por la preocupación de éste en relación consigo mismo. Al amar de manera
desinteresada al joven, se erige por lo tanto, en el principio y el modelo de la inquietud que
éste debe tener por sí mismo en cuanto sujeto”. (FOUCAULT, 2000:73).
8
“Mirando, pues, a la divinidad, nos servimos del mejor espejo de las cosas humanas con
respecto a la virtud del alma, y así, en él, nos vemos y conocemos mejor a nosotros mismos”
(PLATÓN, 1959, 133c: 132). Asimismo, Foucault (1990) destaca esta misma idea, exaltando
que el conocimiento del alma es logrado mediante la contemplación de la misma en un
elemento similar, un espejo: “Así, debe contemplar el elemento divino. En esta
divinidad”, que le provoque buscar el acceso a la verdad, el acceso a la dimensión
kairológica, (como se establece claramente en el texto “Alcibíades”): “ Si el alma
desea conocerse a sí misma, también debe mirar a un alma y, sobre todo, a la parte
de ella en la que se encuentra su facultad propia, la inteligencia, o bien algo que se
le
semeje”
(PLATÓN,
1959,
133b:130).
El
discípulo
ocupa
el
lugar
del
reconocimiento de la sabiduría que presenta su maestro, y por ese motivo es que
emprende el discipulado. El discípulo es quien comienza a diferenciarse del hombre
común y emprende una búsqueda, un modo de vida que inaugura con su maestro. El
vínculo maestro-discípulo es emprendido en el momento del reconocimiento mutuo,
en el momento que el maestro detenta la conciencia de necesidad que presenta el
discípulo, de un maestro de la inquietud de sí, y el discípulo reconoce un saber en el
maestro, que él desea tener, convirtiéndose en un aspirante de la sabiduría. Así, una
vez que se emprende el discipulado, teniéndose seria convicción y aspiración
ardiente de sabiduría, el sujeto entregado a la enseñanza ya no tiene opciones: su
vida es exclusivamente consagrada y concentrada al encuentro de la sabiduría. De
esta manera, el vínculo maestro-discípulo adquiere determinadas características
relacionadas al amor y confianza, pujando hacia la “luz” de la verdad, un vínculo
amoroso, un amor dirigido al Saber, un amor que inaugura una “escuela” de
Filosofía. En la obra “Alcibíades” o también conocida como “De la naturaleza del
hombre”, Platón, evidencia esta cuestión del Eros en relación a la epimeleiaheautou,
en donde Sócrates explicita a Alcibíades, su verdadera intención en relación al lugar
de maestro:
Quien ame tu alma no te abandonará mientras ésta trate de hacerse mejor (…)
¿Y no soy yo el que no se aleja de ti; antes bien permanezco a tu lado cuando
tu cuerpo pierde la juventud y los demás te abandonan? (…) Esfuérzate, pues,
en ser el más bello… (PLATÓN, 1959, 131d: 125).
Foucault (1990) destaca frente a esta cuestión erótica del saber, una especie de
“pacto” entre Sócrates y Alcibíades, en donde el segundo deberá someterse al
primero (su amante), no en un sentido físico sino espiritual: “en la intersección
entre la ambición política y el amor filosófico se encuentra “el cuidado de sí”
(FOUCAULT, 1990:57). Y agrega:
contemplación divina, el alma será capaz de descubrir las reglas que le sirvan de base
únicamente para la conducta y la acción política. El esfuerzo del alma por conocerse a sí
misma es el principio sobre el cual solamente puede fundarse la acción política, y Alcibíades
será un buen político en la medida en que contemple su alma en el elemento divino”
(FOUCAULT, 1990: 59).
Alcibíades intenta encontrar este “sí” en un movimiento dialéctico. Cuando uno
se preocupa del cuerpo, uno se preocupa de sí. El sí no es el vestir, ni los
instrumentos, ni las posesiones. Ha de encontrarse en el principio que usa esos
instrumentos, un principio que no es el del cuerpo sino del alma. Uno ha de
preocuparse por el alma: ésta es la principal actividad en el cuidado de sí. El
cuidado de sí es el cuidado de la actividad y no el cuidado del alma como
sustancia. (FOUCAULT, 1990: 59).
Es entonces, la educación, o el vínculo maestro-discípulo, el marco donde
se establece dicha búsqueda, que es al mismo tiempo, un encuentro amoroso
hacia el Saber. El maestro enseña provocando al discípulo,
despertando su
propia reflexión activa, obligándolo a buscar para descubrir; “o sea: es un
despertador de conciencias e inteligencias, no un proveedor de conocimientos”
(MONDOLFO, 1988: 45). El maestro incita al discípulo a aproximarse al “estado
ontológico trascendente de la sabiduría”, en donde se cultiva la búsqueda de
quienes tienen un alma fecunda, intentando la inmortalidad en una obra de
la inteligencia, en la práctica constante del dominio de sí mismo. (HADOT,
1998:67).
En síntesis: los filósofos antiguos, y precisamente en lo pertinente a la pederastia, se
plantean una tekhnetoubiou en relación a la oportunidad de vivir un tiempo y una
erótica espiritual, un tiempo propicio para la epimeleiaheautou. Esta enseñanza es
rescatada por Foucault (2000), quien rastrea en la propuesta de los antiguos, la
necesidad de experimentar durante el tiempo de vida, la oportunidad del momento
justo, la instancia del despertar, en el reconocimiento de un vínculo maestrodiscípulo que posibilite el acceso a la dimensión kairológica y dionisíaca de la
Verdad.
La doble dimensión Cronos-Kairós, Dionisio-Apolo nos invita reflexionar en torno a los
diferentes dispositivos educativos que se han configurado a lo largo de la historia de
las ideas y de la educación, cuestión que dejaremos como pregunta abierta para
próximas investigaciones.
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