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Departamento de Geografía e Historia. Clase de “Seconde” El ciudadano en la democracia ateniense Ficha nº 3 Comentario de textos históricos Texto nº 1 Elogio de Atenas y de sus caídos por Pericles (431) Tenemos una constitución política que no sigue las leyes de las otras ciudades vecinas y comarcanas, sino que da leyes y ejemplo, a los otros, y nuestro gobierno se llama Democracia, porque la administración del Estado no pertenece ni está en pocos sino en muchos. Por lo cual cada uno de nosotros, de cualquier estado o condición que sea si tiene algún conocimiento de virtud , tan obligado está a procurar el bien y la honra de la ciudad como los otros, y no será nombrado para ningún cargo , ni honrado ni acatado por su linaje o solar, sino por su virtud o bondad. Que por pobre y de bajo suelo que sea, con tal que pueda hacer bien y provecho a la ciudad, no será excluido de los cargos y dignidades públicas. Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso (final del s.V a.C.) Texto nº 2 Teseo : Atenas es libre : el pueblo reina ; por turnos, los ciudadanos, magistrados anuales, administran el Estado. La fortuna no tiene privilegios ; el pobre y el rico tienen iguales derechos en este país. Heraldo : La ciudad de la que vengo (Tebas), obedece a una sola persona, no a una multitud ; no hay oradores que la exalten y la lleven en cualquier dirección, en su propio provecho. Estos hacen hoy las delicias del pueblo y su desgracia mañana. Más tarde para disimular su falta calumnian de la mejor manera y escapan al castigo. Además ¿Cómo la masa incapaz por sí misma de un razonamiento recto, podrá conducir la ciudad por un camino recto ?(...) Teseo : Para un pueblo no hay nada peor que un tirano. Bajo este régimen nada de leyes para todos. Un solo hombre gobierna y hace la ley a su manera. Pues, nada de igualdad, mientras que bajo el imperio de las leyes escritas, pobres y ricos tienen los mismos derechos. El débil puede contestar al insulto del fuerte y el pequeño, si tiene la razón vencerá al grande. La libertad está en estas palabras: “¿Quién quiere dar a la asamblea una sagaz opinión para el bien de la ciudad?. Quien quiere hablar pasa delante. Quien no tiene nada que decir se calla, . ¿Se puede imaginar más bella igualdad entre los ciudadanos? Eurípides. Las suplicantes (422 a.C) Texto nº 3 Yo no me separaré del pueblo ateniense por ningún medio ni maniobra, ni de palabra ni por hecho. Yo no obedeceré a cualquiera que quisiera separarse y si alguien lo hiciera lo denunciaría a los atenienses. Yo pagaré el tributo a los atenienses, tras acuerdo con ellos. Yo seré un aliado tan celoso y fiel como me sea posible. Yo iré en auxilio y defensa del pueblo ateniense si alguien le perjudica, y yo obedeceré al pueblo ateniense. Decreto de los atenienses relativo a la ciudad de Calcis (Eubea) Texto nº 4 Praxágora.- ¿Quién pide la palabra? La segunda mujer.- Yo. Praxágora.- Ponte la corona, y buena suerte. La segunda mujer.- Ya está. Praxágora.- Entonces, habla. La segunda mujer.- Cómo que... ¿Qué hable antes de beber? Praxágora.- ¿Cómo beber?[...]¡Anda, vete de aquí...! La segunda mujer.- Pero, ¿Es que en la Ecclesia no se bebe? Praxágora.- Con que es eso ¿Tú crees que beben? La segunda mujer.- ¡Y cómo por Artemisa! En cualquier caso, si se reflexiona un poco todos los decretos parecen haber sido tomados por personas ebrias: divagan. ¡Por Zeus! ¿Por qué harían tantas libaciones y oraciones si no fuera a acusa del vino!. Después se insultan como borrachos [...] Praxágora.- Anda ve a sentarte porque no vales para nada. Con vuestro permiso he decidido que es mi turno de palabra. Primero me dirijo a los dioses para que favorezcan nuestros proyectos. Yo, como vosotras, pertenezco a la comunidad de este país, y me aflijo de ver lo mal que se llevan los asuntos de la ciudad. ¡está gangrenada! Porque la veo siempre elegir a sus dirigentes entre los peores y si lo hace bien durante un día, lo hace mal durante los diez siguientes. Si se da la responsabilidad a otro tanto peor. [...] Y de todo eso tú pueblo de Atenas, eres el responsable. Puesto que recibiendo el salario del Estado, cada uno de vosotros sólo piensa en su provecho y en lo que puede ganar. [...] Pero si me escucháis todavía os podéis recuperar. Debéis confiar el poder de la ciudad a las mujeres. Todas las mujeres.- Bravo, bravo, por Zeus, bravo... Aristófanes, La asamblea de las mujeres. (393 a.C.)