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Universidad Surcolombiana
Programa de Comunicación Social y Periodismo
Seminario de Teoría de la Comunicación II
Prof.: Carlos Arturo Monje Álvarez
De MORAGAS Spà, Miguel. Teorías de la comunicación. Investigación sobre medios en América y
Europa. 4 Ed. España, Gustavo Gili, 1990, pp. 27-40.
1. Estudios sobre comunicación de masas en Estados
Unidos
El estudioso europeo de la comunicación de masas puede impresionarse, con razón, al entrar en
contacto con la voluminosa producción de la mass communication research norteamericana.
Para introducirnos en este universo teórico, impresionante por lo menos cuantitativamente, podemos
acudir a algunas fuentes precisas que nos permitirán una aproximación, si no exhaustiva, sí por lo
menos bastante completa a aquella investigación.
En la presente introducción utilizaré y daré información bibliográfica de tres fuentes: el estudio de las
revistas especializadas, los readers, especialmente importantes en nuestro campo, y el estudio de las
obras de algunos de los más importantes cabezas de fila de la investigación norteamericana.
1.1. Condicionantes políticos y económicos de la investigación.
Los años treinta: orígenes de la investigación
Los orígenes de la ciencia de la comunicación de masas en Estados Unidos presentan tres grandes
áreas de preocupación: el estudio, en general, de los efectos provocados por el crecimiento de los
medios de comunicación técnicos; el estudio de la propaganda política, y el estudio de la utilización
comercial-publicitaria de los medios de masas.
El libro de Lasswell (1927a), Propaganda Technique in the World War, inicia una preocupación por la
propaganda política que ya no abandonará a la investigación de la comunicación en toda su historia,
adaptándose, puntualmente, a las variantes exigencias políticas de cada momento histórico.
Junto a estas investigaciones, que persiguen una clara rentabilidad política, se desarrolla en esta
misma época un amplio campo de estudio que puede calificarse de «moralista». Se estudia la
influencia, a nivel de comportamiento, de los nuevos medios de comunicación iniciándose la
preocupación, que se irá haciendo obsesiva, por las referencias a la violencia y a sus posibles efectos
sociales.
En este contexto destaca la problemática de los efectos culturales de la radio. En esta primera época
es cuando la Fundación Rockefeller, preocupada por estas cuestiones «sociales», anima la creación,
entre otros, del Princeton Office of Radio Research. La investigación sobre la radio constituye un
objeto de estudio central en estos primeros años de investigación norteamericana.
Pero la razón de este interés por la radio no se encuentra sólo en la preocupación por sus efectos
culturales, sino, sobre todo, en relación con la utilización comercial que puede derivarse del
conocimiento de su audiencia.
En estos años, la radio se constituye en un medio de valor inestimable para la comunicación
publicitaria. Este es un dato fundamental para interpretar los orígenes de la ciencia de la comunicación
en Estados Unidos. La publicidad en prensa no exige el mismo nivel de investigación que exige la
publicidad radiofónica: El emisor radiofónico tiene un absoluto desconocimiento de su receptor; por no
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saber, ni siquiera sabe su número y mucho menos los gustos, la capacidad económica de sus
oyentes.
Según Lazarsfeld (1952), reconocido por todos como el «padre» de la investigación, estos tres objetos
de estudio, que responden a un triple interés social, condicionan aproximaciones teóricas
diferenciadas: en la esfera política, el interés por la propaganda es abordado por el análisis de
contenido en la esfera moral-cultural, los problemas se afrontan desde la perspectiva del análisis de
los efectos; en la esfera comercial, los problemas de la publicidad radiofónica se afrontan desde la
perspectiva del análisis de la audiencia.
El estudio de la evolución de la ciencia de la comunicación de masas desde estos primeros años nos
permite, más allá de primeras intuiciones, demostrar hasta qué punto se encuentra vinculada con las
exigencias políticas y económicas de su propio contexto histórico. La teoría de la comunicación
norteamericana, lejos de poder analizarse desde la utópica expectativa de la ciencia como actividad
políticamente aséptica, debe analizarse desde el mismo corazón de la historia política y económica de
Estados Unidos. Para introducirnos en este universo debemos recordar, pues, aunque sea breve y
esquemáticamente, los grandes hechos de la historia mundial y, en concreto, el papel desempeñado
por la gran potencia norteamericana en el último siglo.
El nacimiento de la mass communication research es una consecuencia de los complejos problemas
políticos y económicos que se suceden entre la Primera y la Segunda Guerra Mundiales.
Diez años después de terminada la Primera Guerra Mundial, en 1929, el capital norteamericano, y en
consecuencia todos los países capitalistas del mundo, entran en una gran crisis económica. El Partido
Republicano, que en aquellas fechas ocupaba la Administración, sigue una política no
intervencionista. Esta política experimenta un importante cambio cuando el partido demócrata, con la
elección de Roosevelt en 1933, accede al poder. Se inicia entonces una nueva política de
intervencionismo, New Deal, que exige un replanteamiento de la política de opinión. El New Deal es el
marco adecuado para el desarrollo de la moderna teoría de la comunicación y de la opinión pública.
Que las distintas etapas de la historia norteamericana vayan marcando el ritmo y la exigencia del
desarrollo teórico no significa, desde luego, que toda la teoría norteamericana sea una cuestión
homogénea, pero sí significa que sólo rompen con la homogeneidad unas pocas excepciones con
escasa influencia internacional.
Si el New Deal constituye el marco adecuado para el nacimiento de la mass communication research,
no debemos olvidar, y ya insistiremos en ello, que en esta misma época el mundo se encuentra en
puertas, y casi puede decirse en preparación, de la Segunda Guerra Mundial. La investigación de la
comunicación sigue, paso a paso, como toda la sociedad, el ritmo de la historia.
Influencias de la Segunda Guerra Mundial
Podemos iniciar la descripción de las primeras etapas de la ciencia de la comunicación en Estados
Unidos haciendo referencia a la aparición y desarrollo de la revista The Public Opinion Quarterly,
editada por la Universidad de Princeton y, concretamente, por su School of Public Afairs, y que se
convertirá en el portavoz y órgano de expresión de la American Association for Public Opinion
Research (AAPOR), entidad que, como veremos, guardará estrechas relaciones con la Administración
norteamericana.
Entre su consejo editor figuran, desde el primer número y entre otros, Cantril, de la Universidad de
Princeton, autor del famoso Invasion from Mars, Harold D. Lasswell, de la Universidad de Chicago, E.
Pendleton Herring, de la Universidad de Harvard, y O. W. Riegel, de la Universidad de Washington.
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Unos años más tarde, y progresivamente, se incorporarán a este consejo editor, y también entre otros,
figuras tan destacadas de la investigación de la comunicación norteamericana como Daniel Katz en
1938, Paul F. Lazarsfeld en 1945, Bernard B. Berelson en 1948 y Wilbur Schramm en 1953.
El nacimiento de la revista, en 1937, como puede comprobarse si se atiende al volumen de las
primeras listas bibliográficas que publica, no significa el punto de partida de los estudios sobre opinión
pública, bajo cuyo concepto se incluyen los estudios que hacen referencia al juego de las ideas en la
sociedad: los criterios, las actitudes, las influencias.
La revista nace como resultado de la necesidad política, en progresivo incremento desde la Primera
Guerra Mundial, de obtener y divulgar conocimientos sobre el control de la opinión y las actitudes
públicas.
En cualquier caso, y entre los diversos temas abordados por la revista, destaca poderosamente entre
todos los demás el de la propaganda política que, como hemos dicho, nunca abandonará a la teoría
de la comunicación, vinculándola históricamente a los intereses político-electorales de los grandes
partidos norteamericanos.
Debe advertirse que en 1937 los medios de propaganda política son todavía rudimentarios, si se
establece, como se debe, una comparación con las posibilidades de la propaganda electoral de los
últimos años debidas a la aparición de la televisión.
Como testimonio de la importancia que en estos años tienen los estudios sobre propaganda política
debemos hacer referencia a la bibliografía seleccionada por Lasswell, Casey y Smith (1935)
Propaganda and Promotional Activities: An Annotated Bibliography, y que se publicó- fragmentada en
Public Opinion Quarterly, entre 1937 y 1939.
El sistema de clasificación utilizado por Smith, que es quien hace la adaptación de la bibliografía a la
revista cuatrimestral, es un síntoma fiel del propio desarrollo teórico de la época (véase cuadro).
Ordenación de la bibliografía publicada en «Public Opinion Quarterly» de 1937 a 1939
Primera parte: Estrategia y técnicas de la propaganda
Segunda parte: Propaganda clasificada por el nombre de los grupos
• Gobiernos nacionales y agencias internacionales
• Partidos políticos
• Grupos funcionales (ocupaciones, religión, etc.)
Tercera parte: Clasificación de la propaganda por la respuesta obtenida
Cuarta parte: Símbolos y prácticas utilizados por la propaganda
Quinta parte: Canales de la propaganda
• Agentes especializados en propaganda
• Agencias utilizadas en la diseminación de la propaganda
Sexta parte: Medida de los efectos de la propaganda
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Séptima parte: Propaganda y censura en la sociedad moderna
Una de las características centrales de la investigación en estas primeras etapas es la de que estudia,
registra, los estados de opinión de facto. Es importante destacar esta circunstancia para señalar que,
en la medida en que avancen los estudios psicosociológicos, se irá ampliando la preocupación por los
modos de poner en práctica el ejercicio de la influencia. En estas primeras etapas la investigación
sobre comunicación de masas suministra al poder político la posibilidad de conocer los estados de
opinión y actuar en consecuencia. Unos años después se invertirá el proceso y se intentará «crear»
estados de opinión, persuadir, actuar sobre la opinión para conseguir los objetivos fijados desde el
poder: Esta primera época es la de la aplicación de los resultados de las encuestas de opinión a la
política gubernamental, es la época en que Gallup inicia su trabajo, con amplias y constantes
publicaciones en la revista. Todos los números de P.O.Q. tienen una sección dedicada a las
encuestas, al estudio y cuantificación de la opinión pública.
La práctica de las encuestas exige una discusión teórica que en estas primeras etapas se centra
especialmente en la naturaleza de los cuestionarios: ¿cómo confeccionar las preguntas, cómo y quién
debe formularlas, a través de qué medio?, etc. Ya en esta época (1938), podrían destacarse -a titulo
de ejemplos significativos- algunos objetos de interés:
- ¿Votaría a favor o en contra de Roosevelt?
- ¿Qué opina del control de nacimientos?
- ¿Prefiere el fascismo o el comunismo?
- ¿Le gusta el trabajo que hace?
- ¿Cuál cree que es el número ideal de hijos?
- ¿Debe trabajar la mujer casada?
- ¿Con qué lado simpatiza en la contienda civil Epañola?
(Por cierto que, en 1937, el resultado fue del 65% a favor de la República, mientras que en 1938 fue
del 75%.)
- ¿Votaría a una mujer como presidente de Estados Unidos?
Etcétera.
Los problemas relativos a la opinión pública y a la propaganda política se convierten en un arma de
interés para la planificación política. En este sentido, y de nuevo, la investigación sobre la radio
adquiere la máxima actualidad. En la etapa 1935-1938 los estudios sobre la radio, al margen de
algunos e importantes problemas de tipo técnico y de los primeros análisis de contenido, centran su
atención en los problemas de la audiencia. Ahí se entrecruzan los motivos políticos y económicos de
la investigación. Estamos en las primeras etapas que desembocarán en trabajos históricos de las
ciencias de la comunicación masiva, como los de Lazarsfeld (1940a, 1944a), Radio and the Printed
Page y Radio Research, y Chappell (1944), Radio Audience Measurement.
A principios de los años cuarenta la atención de los investigadores ya no se centra únicamente en los
problemas de la comunicación en el interior de Estados Unidos. Se empieza ya a comprender la
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importancia de la radio y de los medios de comunicación en general como medio de propaganda
política de alcance internacional.
La inestabilidad internacional, que desembocará en la ya inmediata guerra mundial, es el terreno
adecuado para la promoción y desarrollo de la «radio para el extranjero». Esta es una cuestión que ya
empezó a ensayarse en la misma Guerra Civil española (Riegel 1938) como antesala de la Segunda
Guerra Mundial.
A través del estudio de la revista P.O.Q., y en la medida que se acerca la Segunda Guerra Mundial, se
observa cómo problemas relativos a la opinión pública y la política internacional van centrando el
objeto de estudio. Destacan a partir de este momento el estudio sobre la imagen de Estados Unidos
en el extranjero, con algunos temas típicos tales como la imagen de Estados Unidos en Inglaterra
(Heidel 1939) o la imagen de Estados Unidos en la propaganda nazi (Padover 1939).
En 1940, año de la reelección de Roosevelt -por tercera vez consecutiva-, la revista dedica todo un
número a la conducta específica del votante. En este mismo año se publica ya regularmente la
sección «Gallup and Fortune Polls», que consiste en una descripción continua de los estados de
opinión de los norteamericanos (Gallup 1938b). Las elecciones de 1940, a un solo año de distancia de
la Segunda Guerra Mundial, marcan el punto de interés álgido en los estudios de la opinión pública en
Estados Unidos (D. Katz 1941).
Siguiendo la historia de la investigación, y según todos los manuales y comentaristas, éste es también
el momento en que se inicia, propiamente, la mass communication research norteamericana con la
plena aparición en su escena del sociólogo vienés, afincado en Estados Unidos, Paul F. Lazarsfeld,
director de la Princeton Office of Radio Research. Su aportación significa la aparición de la
sistematización científica de los estudios de la audiencia.
Siempre siguiendo la lógica impuesta por las exigencias políticas del Gobierno norteamericano, los
investigadores se dedican a preparar la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial
(diciembre de 1941). Dos objetivos se destacan en ese momento: el interés en preparar para ello a la
opinión pública internacional y norteamericana (Belden 1942, Larson 1941), y los primeros esfuerzos
por planificar la moral y el espíritu de combate de los soldados norteamericanos, cuestión -esta últimaque encontrará -como veremos- amplio desarrollo teórico hacia los años cincuenta en la Universidad
de Yale y en el trabajo de Carl I. Hovland. Se empieza a descubrir la importancia política de la opinión
pública a nivel internacional, y a referirla al conflicto guerra-paz. En 1943, la revista P.O.Q., en uno de
sus editoriales, escribe nada menos que lo siguiente: «Hay muchas maneras de ganar una guerra. El
enemigo puede ser masacrado literalmente, bombardeado y aniquilado. Puede hacérsele morir de
hambre o sumisión. O incluso se le puede persuadir a través de métodos atractivos para que cese en
la lucha. Ningún poder beligerante ignora, prudentemente, estos métodos: la fuerza militar, la
estrangulación económica o la persuasión psicológica.»
En este contexto es lógica la preocupación político-teórica por la propaganda nazi, ya iniciada en 1938
con un artículo de Sinclair (1938) sobre las primeras manifestaciones de la propaganda política nazi
durante la república de Weimar, con el artículo de Padover (1941) sobre la utilización por parte de los
nazis del cine como medio de propaganda política, o sobre la imagen que los nazis construyen de
Estados Unidos (Padover 1939).
Este interés seguirá presente hasta muchos años después de terminada la guerra, aun y a pesar de
que a partir de aquel momento la preocupación político-teórica empiece a centrarse en los sistemas
de comunicación de la Unión Soviética. Entonces la teoría de la comunicación norteamericana ya no
podrá disociarse de la propaganda anticomunista, con creación de los estereotipos en general, que se
desarrolla en el mundo capitalista.
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La propaganda nazi no dejará de estar presente en la mesa de los estudiosos de la comunicación de
masas, en justa respuesta al temor engendrado en toda la opinión pública mundial por la fuerza
propagandística de Hitler-Goebbels. Un trabajo clásico sobre estas cuestiones es el artículo de
Leonard W. Dood (1950) sobre los principios de la propaganda de Goebbels.
Por lo que hasta aquí hemos dicho se comprenderá que la propaganda política debe estudiarse desde
dos perspectivas distintas: por una parte la propaganda electoral, y más concretamente los estudios
sobre las campañas norteamericanas para la Presidencia y, por otra parte, los estudios sobre la
propaganda y opinión pública en general y que, especialmente en el caso de Estados Unidos,
presentan una importantísima dimensión internacional.
Deberemos, por tanto, hacer referencia específica a las relaciones entre investigación de la
comunicación e imperialismo y, sobre todo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, a las relaciones
que se establecieron entre política internacional y mass communication research.
La investigación de la comunicación en la posguerra
En la teoría de la comunicación política, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, se mezclan,
pues, cuatro grandes componentes o centros de interés: la función electoral de la comunicación de
masas, la necesidad de una política de opinión pública para la expansión imperialista, el recuerdo de
la propaganda nazi y la crítica, por autoritario, del sistema de comunicación soviético. De esta última
referencia nace, de hecho, el desarrollo de un concepto importante en la historia de la teoría
norteamericana, la noción de control «democrático» de la comunicación."
De la segunda nace lo que aquí llamaré componente imperialista de la teoría de la comunicación USA
(Carr 1944), que tan agudamente ha descrito Herbert I. Schiller (1974).
Los estudios sobre comunicación no sólo siguen vinculados, sino que multiplican sus servicios a las
expectativas imperialistas de Estados Unidos. Los años 1945-1950 son los años en que se hace
urgente la organización de los sistemas de comunicación internacionales, desde el punto de vista
económico, como consecuencia de la necesidad de penetración de mercados, desde el punto de vista
político por la exigencia de encontrar en los sistemas de comunicación y en la importante cultura de
los mass-media elementos que contribuyan a la estabilidad y al dominio internacionales.
Los servicios de inteligencia norteamericanos miden la influencia internacional de la Unión Soviética.
Esta circunstancia hace que Estados Unidos se plantee la necesidad de organizar la
contrapropaganda soviética a escala mundial. Se multiplican los estudios sobre la audiencia de «The
Voice of America», estudios de psicología y opinión pública de los distintos países, así como diversos
estudios sobre la propaganda y la comunicación en la Unión Soviética (Nemzer 1948; Inkeles 1950,
1952). Esta nueva política comunicativa repercute en la creación de diversos centros de estudio y en
la concesión de subvenciones para el desarrollo de la investigación. En 1947 se crea la World
Association for Public Opinion Research y, en el seno de la American Association for Public Opinion
Research, se crea la International Communication Research. Se desarrollan los centros de Stanford,
Columbia, M.I.T., Illinois. Es la época, por otra parte, y como veremos más adelante, en que ya existe
una clara idea de que los efectos de la comunicación dependen de un número amplio y estructurado
de factores diversos.
En estos años, por ejemplo, y concretamente en 1952, la revista Public Opinion Quarterly dedica la
mayor parte de su número de invierno (52-53) al tema de la «International Communication Research»,
en el que se incluyen artículos de Lazarsfeld y Lasswell, entre otros. La presentación de este número
y del problema que con este tema se suscita corre a cargo de Leo Lowenthal, que en aquel momento,
además de ser el director de la AAPOR (Asociación Americana para el Estudio de Opinión Pública),
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institución editora de la revista Public Opinion Quarterly, es al mismo tiempo director del Evaluating
Staff of the International Broadcasting Service, U.S., del Departamento de Estado.
La siguiente cita de Lazarsfeld puede servirnos de prueba de los puntos de vista hasta aquí puestos al
descubierto acerca de estas mutuas implicaciones entre política y teoría de la comunicación
norteamericana.
Nosotros, científicos sociales, a menudo nos consideramos (a nosotros mismos) como hijastros en el
panorama científico. Percibimos que tenemos más elementos con que contribuir de lo que se nos
permite en este mundo. Éste puede ser o no el caso; el futuro demostrará lo que somos capaces de
producir. Sin embargo, no debería olvidarse que la relación entre práctica política y ciencia social
debería ser una relación bilateral. No es que debiéramos sólo (los científicos sociales) colaborar en la
(práctica) política de Estados Unidos; (también) deberíamos esperar de los políticos una cooperación
con las ciencias sociales. Esto es imperativo no sólo por razones académicas, sino además, y en
considerable medida, porque el bienestar nacional e internacional del país, como Lasswell puntualiza,
está ligado a las técnicas de investigación social. Los políticos deberían aliarse con los científicos
sociales no sólo porque podemos ayudarles, sino también porque la exclusión de las ciencias sociales
de los hechos sociales empobrece a los correspondientes científicos que constituyen un recurso
importante en un país. Es de esperar que, en este sentido, la investigación internacional de la
comunicación, puesto que trabaja en un área comprometida, contribuya a mejorar las relaciones entre
cada una de las ciencias sociales y aquellos grupos e instituciones, actores de la escena social
(Lazarsfeld 1952: 490).
Como expresión fidedigna del nuevo ritmo de la producción teórica de posguerra, puede ser
interesante revisar ahora los criterios de selección y clasificación bibliográfica adoptados por Public
Opinion Quarterly y que se expresa en el siguiente cuadro:
Bibliografía publicada en «Public Opinion Quarterly» en 1945
Primera parte: Estudios de opinión
- Opinión pública contemporánea
- Técnicas para medir la opinión
- Implicaciones de la estimación del público
Segunda parte: Modelaciones de la opinión pública
- Teoría de la propaganda
- Propaganda alemana
- Propaganda del gobierno de la democracia
- Propaganda e información pública
- Presiones en la opinión
- Técnicas de las relaciones públicas
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Técnicas de la publicidad
Tercera parte: Bases psicológicas de la propaganda
- Psicología del enemigo
- Psicología de la paz
- Psiquiatría
Cuarta parte: La prensa
Quinta parte: Otros libros recibidos
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el campo de investigación de la comunicación de masas se
extiende a dos nuevos frentes relacionados directamente con las exigencias industriales del momento:
la publicidad y las relaciones públicas, actividades ambas que ya habían sido utilizadas en su
dimensión política y que ahora deben encontrar su aplicación en el campo de las exigencias
comerciales.
En esta misma época se inician los primeros estudios sobre la televisión y, a partir de este año,
iniciarán un lento incremento el desarrollo de los estudios de psicología de la comunicación de masas.
Estos estudios, como ya ha quedado dicho, permiten un importante cambio de actitud del poder
público ante la utilización de los medios de comunicación y los estudios de la opinión pública. Los
nuevos descubrimientos de la psicología social permiten pasar del estadio en que el conocimiento de
la opinión pública permitía adecuar la actitud a los estados de opinión, a un nuevo estadio en el que se
puede adecuar la opinión, por medio de la persuasión, a los intereses políticos y económicos.
1950: La aparición del «Journal of Communication»
Después de las últimas referencias a las grandes líneas de la investigación norteamericana en materia
de comunicación masiva, puede ser interesante proponer al lector una breve reflexión sobre el papel y
la razón de ser de la revista Journal of Communication, creada en 1950, bajo los auspicios de la
National Society for the Study of Communication y editada por la Universidad de Illinois.
Antes de entrar en consideraciones más estrictamente teóricas, será interesante destacar dos
circunstancias sociopolíticas que vienen a testificar, una vez más, acerca del carácter funcional
político-económico de la ciencia de la comunicación norteamericana. La revista Journal of
Communication, que en los círculos internacionales de expertos de las ciencias de la comunicación es
considerada como una revista «progresista», tiene en su consejo asesor a representantes de la
Chrysler, de la General Motors y de la General Electric Company, por una parte, y a representantes de
la Academia de las Fuerzas Aéreas Norteamericanas, por otra. Como testimonio de una y otra línea o
centros de interés, podemos citar la publicación de los artículos de Ray C. Maize (1952), «A Military
Programm in Communications», y de Robert L. Benjamin (1953), «Communications Barriers between
Employee and Employer».
La National Society of the Study of Communication (NSSC) se crea con la finalidad de trabajar para
mejorar los distintos sistemas y relaciones de comunicación que están en juego en la sociedad
contemporánea. Así, por ejemplo, y en su propia definición, Journal of Communication habla de su
dedicación al estudio de las siguientes relaciones comunicativas: el capataz con el obrero, el médico
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con el paciente, el tendero con el cliente, el profesor con el estudiante, el marido con la mujer y, más
ampliamente, de las relaciones comunicativas de los individuos con los grandes grupos: industrial,
profesional, administrativo, etc.
Los distintos temas que irán apareciendo en Journal of Communication, serán el reflejo teórico de esta
diversidad de preocupaciones, lo que desemboca necesariamente en la potenciación de un
planteamiento transdisciplinar de la ciencia de la comunicación.
La aportación científica de la revista en el campo de lo transdisciplinario es ciertamente importante. Su
objeto de estudio, las relaciones humanas, no puede, bajo ninguna justificación, estudiarse desde un
solo punto de vista. En la revista aparecen en consecuencia artículos diversos cuya base teórica es,
indistintamente, la antropología, la lingüística, la matemática, la lógica, la filosofía del lenguaje, la
ciencia política...
Es necesario atender de nuevo a las circunstancias históricas y sociales. En el año 1960 se había ya
demostrado que la comunicación y los sistemas de comunicación constituían fenómenos necesarios
para el normal desarrollo de la sociedad y, más específicamente, para el mantenimiento del statu quo.
En este sentido es muy importante atender a las particulares y nuevas circunstancias que se ponen de
manifiesto en la producción teórica publicada por el Journal of Communication en los años cincuenta.
La gestión de la cohesión social, la defensa del statu quo, no puede atribuirse exclusivamente a la
utilización de la comunicación masiva; por el contrario, y más ampliamente, es necesario ampliar el
campo de estudio a las distintas redes de comunicación «social» que mantienen y permiten la
cohesión. Los temas clásicos de la ciencia de la opinión pública norteamericana sólo son recogidos en
la revista como un objeto de estudio más de la compleja estructura comunicativa que cohesiona a la
sociedad contemporánea.
Siguiendo la historia de la revista, y hacia los años sesenta, se observa un progresivo abandono de la
preocupación por los problemas macrocomunicativos, para ir estableciendo experimentos y estados
de conocimiento sobre fenómenos comunicativos concretos, al mismo tiempo que se potencian las
aproximaciones a lo que debe llamarse ciencias de base de la orla de la Comunicación. Este proceso
se establece, sobre todo, a partir de lo que se ha llamado la influencia de la analogía en la ciencia de
la Comunicación. La analogía es la consecuencia de aplicar a los fenómenos comunicativos humanos,
en ausencia y en la duda de que deban existir métodos de interpretación científicos y experimentales
propios, los modelos formales de la interpretación de fenómenos comunicativos de naturaleza distinta.
Este es el caso de la aplicación analógica a la comunicación de masas y a la comunicación intergrupal
de los esquemas elaborados en el estudio de las máquinas automáticas y del sistema nervioso. La
lógica, la cibernética, la teoría del conocimiento, la psicología clínica se convierten en ciencias de
base, en modelos del desarrollo teórico de la ciencia de la Comunicación.
En los mismos años sesenta y junto a esta preocupación teórica de fondo, apareció el interés por un
objeto concreto de estudio: los problemas de la comunicación en la empresa, y en las relaciones
laborales en general, cuestión de importancia indiscutible para el desarrollo del capitalismo. Esta
corriente viene especialmente reforzada por la presencia e influencia en la revista de Lee Thayer,
conocido en nuestro país por la versión castellana de su libro Communications and Communication
Systems in Organization, Management and Interpersonal Relations (Thaver 1968).
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