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PARTIDO COMUNISTA CHINO
Embrión de una conquista
P
Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA
ARA sobrevivir tuvo que refugiarse en el sistema
cavernario de Yenan (en la provincia de Shaanxi).
Fue uno de los períodos más difíciles del Partido
Comunista Chino (PCCh). En condiciones muy duras
sesionó allí por espacio de 12 años el Comité Central
liderado por Mao Tse-tung, quien en 1945 trazó desde
ese espacio las pautas del Séptimo Congreso, el cual
impulsó la Gran Marcha del Ejército Rojo por la liberación nacional.
No por gusto todavía hoy se reverencia con solemnidad inquebrantable el espíritu de Yenan, que en todo
momento conminaba a no rendirse en medio de una
vida estoica. El sacrificio fue coronado el 1º de octubre
de 1949 con la proclamación del Socialismo, ese que
hasta hoy vela por la igualdad y la equidad de todos sus
hijos e hijas. En primer lugar, la revolución resolvió en
China de forma colectiva la alimentación y el acceso a
la salud y la educación de centenares de millones de
personas. Al aplicar una inédita práctica, Mao Tse-tung
va del campo a la ciudad; donde el campesinado fue la
fuerza motriz y el proletariado la clase dirigente. Juntos,
campesinos pobres y obreros, consumaron la liberación
nacional y social.
La lucha armada revolucionaria se enfrentó desde el
inicio a la reacción armada del imperialismo y los terratenientes, a lo cual hay que sumarle una Segunda Guerra Mundial que entronizó en tierras chinas al fascismo
japonés. De todo se nutrió la experiencia del PCCh que
acaba de celebrar el aniversario 95 de su creación, en
julio de 1921.
En la actualidad, el PCCh tiene aproximadamente 70
millones de miembros y tres millones 400 mil organizaciones de base. El actual secretario general del Partido,
Xi Jinping, también es presidente de la nación. El marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Tse-tung y la
teoría de Deng Xiaoping son sus pilares que, combinados armónicamente, han propiciado que China sea un
país en ascenso, convertido en segunda economía del
mundo y que sigue creciendo con tasas en torno al seis
por ciento.
Ha tenido no pocos detractores. Estos, desde hace
décadas, insisten en vaticinarle una Apocalipsis. Pero la
vida, rica en matices, se ha encargado de demostrar
que aún con errores y retrocesos en ciertas etapas, el
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Partido ha sido capaz no solo de sobrevivir a la Guerra
Fría y al supuesto fin del comunismo, sino también de
escapar a crisis tan importantes como la asiática de
1997, y a la estructural del capitalismo de 2008-2009,
cuyas consecuencias se extienden hasta estos tiempos,
y por encima de esas condiciones el pueblo de esa nación alcanza cada día mayores logros.
En el plano de lo simbólico cabe destacar aquí los
Juegos Deportivos Olímpicos de 2008, celebrados en
Beijing, la capital. Con un despliegue de imaginación,
recursos y tecnología, la RPCH y sus dirigentes evidenciaron hasta donde han llegado, de lo que son capaces
luego de un trabajo sistemático por el bienestar. Todos
estos logros se deben en mucho a la claridad con que se
desenvuelve el PCCh.
En los Estatutos del Partido Comunista de China se
estipula que los obreros, campesinos, militares, intelectuales y elementos avanzados de otros sectores sociales de la nación, que cumplan 18 años de edad,
pueden solicitar el ingreso al PCCh, reconociendo el
programa y los estatutos y teniendo la voluntad de participar en una organización del mismo en la que trabajen activamente, cumplan las resoluciones y abonen la
cuota a tiempo.
El conjunto de militantes discutió el XIII Plan Quinquenal, documento que traza las líneas maestras de la
política económica y social del país de los próximos cinco años, hasta 2020. Este plan deberá aprobarse formalmente en la sesión anual de la Asamblea Nacional
Popular, el legislativo chino. “El nuevo Plan Quinquenal
supondrá un nuevo comienzo por completo para China”, aseguraba un editorial del Diario del Pueblo, el periódico del Partido Comunista. La RPCH lleva a cabo una
reestructuración económica, que contempla el crecimiento, el medioambiente, la lucha contra la pobreza. Sin
embargo, estas victorias no brillarían con luz limpia si
les faltara la ética comunista, la cual se patentiza en la
política exterior del gigante asiático que defiende la paz
y la autodeterminación de los pueblos. Siendo además
impulsor de una lucha sin cuartel contra la corrupción y
el acomodamiento.
Desde “el espíritu de Yenan”, embrión del actual PCCh,
este se comprometió a estar siempre en la misma trinchera que el pueblo.
22 de julio de 2016