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Transcript
DESDE LA CUNA
¿Cómo es? ¿Qué cuidados necesita?
¿Qué ocurre por fuera y por dentro de ella?
POR LIDIA GARCÍA-FRESNEDA FOTOS ISTOCK DISEÑO SAÚL VILCHIS
E
l recién nacido no tiene fuerza suficiente para sostener
ni manejar su cabeza. Será tarea nuestra mantenerla
correctamente y favorecer su buena postura, así como
cuidar su cerebro, en rápido crecimiento. Para cumplir
con esta labor, debemos tener presente que las experiencias
que viven los bebés favorecen las conexiones neuronales, para
establecer procesos tanto físicos como psicológicos; también,
necesitamos conocer el funcionamiento de su cabecita: cómo
funciona, cómo es, cómo manipularla y qué necesita.
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El cerebro es la cuna de los sentidos de
nuestro pequeño; su principal recurso
para conocer el mundo y adaptarse a él.
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La aparente fragilidad de su cabeza puede impresionarnos.
Sin embargo, no hay nada que temer: es fuerte y flexible, ya
que los huesos del cráneo no son tales, sino estructuras primitivas de tejido membranoso sin soldar que más tarde se
solidifican. Esta especial composición permite dos cosas:
que el bebé pueda atravesar un canal de parto más estrecho que su cabeza, gracias a que sus placas de hueso sin
soldar pueden solaparse entre sí, y que el cerebro pueda
crecer en paralelo al cráneo.
La cabeza del recién nacido es grande, desproporcionada y pesada. Ha crecido a gran velocidad en el
vientre materno y seguirá creciendo mucho en los primeros
años. Sus 35 centímetros de perímetro aumentarán unos 12
centímetros durante el primer año. Con dos años, medirá
aproximadamente 49 centímetros y la bóveda del cráneo
habrá alcanzado prácticamente el tamaño adulto (entre 51
y 54 cm). La cara, sin embargo, será algo que crecerá más
tarde, entre los cinco y los siete años.
En las zonas donde se juntan dos huesos encontramos las
suturas craneales y en las zonas en las que se unen tres o
más, las fontanelas. Estas zonas blandas que a veces nos da
miedo tocar, en forma de rombo o triángulo, hacen posible
que el cráneo y el cerebro crezcan.
Hay seis fontanelas, aunque cuando hablamos de ellas normalmente nos referimos a las dos más grandes, en forma
de rombo: la que está en el punto más alto de la cabeza y la
que se encuentra un poco más atrás, en lo que llamamos la
coronilla. Hay otras dos, también importantes, en las sienes.
Existen unos amplios márgenes de tiempo dentro de la
normalidad para que cierren adecuadamente. Las de la
sien suelen cerrarse primero, entre los seis y los nueve
meses, siempre antes del primer año. La de la coronilla,
en torno al primer año, y la situada en la parte más alta
de la cabeza, hacia los dos años. Aunque cabe destacar
que cada niño tiene un ritmo propio.
Curiosidad
Las fontanelas son indicadores de la salud de
nuestro bebé: si están muy hundidas, se encuentra
probablemente deshidratado; si están muy abombadas,
hay presión dentro del cráneo y debemos llevarlo
rápidamente al pediatra para que lo evalúe.
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• El cerebro del recién nacido pesa
unos 350 o 400 gramos; durante el primer
año triplicará su peso.
• Las áreas del cerebro
maduran cada una en
su momento, no todas
a la vez. Por ejemplo,
una de las primeras es la
de la visión. Al nacer, el
bebé ve unas cuarenta
veces más borroso que
los adultos y apenas distingue los colores, algo
que hará perfectamente
tres meses después.
• El desarrollo neuronal que tiene lugar
durante el primer año hará posible que
en solo doce meses, ese bebé incapaz
de sostener su cabeza, se ponga de pie
y camine, diga sus primeras palabras y
pueda comer con relativa autonomía.
• El bebé nace con casi todas las neuronas que
necesita a lo largo de la vida, pero en esta etapa
es cuando se crean millones de conexiones entre
ellas; después de establecidas, se recubrirán de
mielina (mielinización), una capa de grasa que
hace más eficaz y rápida la conexión.
• Existen etapas críticas, en las que
existe predisposición
para el desarrollo de
cada área concreta del cerebro, como
ocurre con los tres
primeros meses para
la vista, o entre los
ocho y los doce meses para el lenguaje.
Durante el primer año,
el pediatra debe medir el
perímetro craneal para comprobar
que el crecimiento de la cabecita
y el cerebro es armónico.
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1. Golpes: en general, la cabeza está bastante protegida. Su cráneo
membranoso los absorbe sin efectos secundarios trascendentes. Aguantó una
presión de entre 20 y 25 kilos al nacer,
en el canal de parto, y la superó. De
hecho, el parto es el momento en el que
su cráneo podría sufrir más lesiones,
porque luego es difícil que vuelva a soportar una presión semejante.
Acude al médico cuando:
• Presente vómitos.
• Se muestra somnoliento tras el golpe.
• Pierda el conocimiento, aunque lo recupere rápidamente.
¿Sabías que?
Su cabecita equivale a una cuarta parte
del volumen de su cuerpo, mientras que la
de un adulto ocupa solo una octava parte.
2. Deformaciones: la flexibilidad de su cráneo puede
convertirse en un arma de doble filo: por un lado,
es una característica positiva ante los golpes porque confiere amortiguamiento a la cabeza, pero al
mismo tiempo posibilita que el cráneo se deforme
con facilidad ante una presión excesiva o continuada; basta, por ejemplo, con que coloquemos
al bebé repetidamente en una misma postura para que esta condición ocurra. La deformación de la
cabeza tras el nacimiento se llama plagiocefalia y
su tratamiento puede ser desde una terapia de reposicionamiento hasta una terapia ortopédica en
la que se utiliza un casco o banda para moldear
la cabeza. Una estrategia fundamental de prevención es vigilar las posturas de nuestro bebé.
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Cuida las posturas de tu guagua:
• Que unas veces duerma de un lado, otras de otro…
• Cuando descanse boca arriba, procura que su cabeza no se encuentre siempre en la misma posición.
• Despierto, colócalo boca abajo para que su cuello tome fuerza.
• Cámbialo de postura cada vez que lo acuestes y colócale una toalla enrollada en la espalda para que no vuelva a una misma posición.
• Al cargarlo, hazlo unas veces con un brazo y otras veces con otro.
• Al darle la mamadera, no lo hagas siempre del mismo lado.
• No siempre lo acuestes sobre la cama o en su cuna; puedes ponerlo sobre una colchoneta en el piso también.
• Acuéstalo sobre tu cuerpo; acomódalo en tu tronco boca abajo.
por fuera...
• ¿Cómo sostener su cabecita? Con delicada firmeza. Hasta que sea capaz de controlar su cuello, debes tomarla siempre con una de las dos manos
por la base del cuello, o apoyarla en alguna parte de nuestro cuerpo, como
el pecho o el antebrazo. Debes mantenerla lo más alineada posible con su
columna, ya que el bebé construye su esquema corporal, por lo que si lo dejamos desalineado, entenderá que esa es la forma en la que debe estar.
•¿Lo peino? Las fontanelas nos impresionan, nos da miedo hacerles daño al peinarlo. Sin embargo, no hay peligro alguno. Puedes peinar a tu bebé
con un cepillo de cerdas suaves.
•¿Le pongo un gorro para que no pierda calor? Sí, es muy importante
durante los primeros días, incluso semanas, ya que los bebés pierden mucho
calor corporal por la cabeza. Al nacer no regulan bien su temperatura (sí lo hacen en contacto con la madre, como si fueran el mismo cuerpo). Frente al frío,
su metabolismo empieza a consumir azúcar y pueden entrar fácilmente en hipoglucemia, así que durante el primer mes es importante ponerle el gorrito, al
principio todo el día y luego al salir de casa, a menos que haga mucho calor.
•¿Le lavo el pelo? Puedes lavárselo desde el primer día, con suavidad y sin
miedo a tocar las fontanelas. No es necesario hacerlo a diario. Evita el champú hasta el cuarto mes; a partir de entonces, elige uno muy suave y úsalo
solo una o dos veces por semana.
•¿Le echo colonia? No es recomendable en los bebés muy pequeños por
tres razones. En primer lugar, tienen una piel muy delicada y se les puede
descamar. En segundo, contiene alcohol y les puede dar frío. En tercero, puede interferir sutilmente en la relación madre-hijo, tan instintiva al comienzo.
Igual que el bebé reconoce a su madre por el olor (y no conviene que ella
se eche perfume), el olor del bebé estimula en la madre mecanismos de
protección instintivos. Para ella es importante oler a su bebé, impregnarse
continuamente de su particular aroma. Cuando su piel sea más gruesa y la
relación madre-hijo esté perfectamente establecida, se le puede echar colonia, aunque es muy posible que ya no queramos, porque el olor de nuestra
guagua nos parecerá el más maravilloso del mundo.
•¿Qué hago con la costra láctea? Estas pequeñas escamas de grasa amarillenta que le salen al bebé en el cuero cabelludo no tienen nada que ver con
la leche, sino con la regulación de la grasa. Normalmente desaparecen poco a poco y basta con lavar su cabecita sin rascar las costras. Si las escamas
están muy resecas o pegadas al cuero cabelludo y no desaparecen, antes de
lavarle la cabeza puedes ponerle un poco de aceite de almendras o hipérico,
para ablandar las costras, lavarle después la cabeza con normalidad y enseguida peinarlo con un cepillo suave.
Para desarrollarse adecuadamente, el cerebro necesita alimento físico, pero también experiencias. ¿Cómo podemos dárselas?
• Con la lactancia materna, ya que favorece la mielinización de las neuronas. El contacto corporal del bebé y su madre durante la lactancia es para
el cerebro tan importante como el alimento físico. Si no le damos pecho, sea
por la razón que sea, sí podemos favorecer el contacto corporal durante la alimentación, que tanto beneficia a su desarrollo.
• Un ambiente rico en estímulos, lo que no quiere decir hiperestimulación. Sus neuronas están predispuestas a establecer conexiones, pero si el
bebé no las utiliza, hacia los dos años tiene lugar una poda en la que pierde
las neuronas que no ha usado. En los seis primeros meses de vida la estimulación más eficaz será, sobre todo, a través de los sentidos y la piel. Después,
cobra más importancia el movimiento: permitir que se desplace con libertad y
dejarlo mucho tiempo en el suelo, son fuentes de estímulo de un enorme valor.
• Seguridad y amor. Su cerebro empieza a establecer desde los primeros
días circuitos de seguridad y calma, o de ansiedad y estrés. Si le damos en cada
momento lo que precisa, le dedicamos tiempo y le proporcionamos presencia,
estaremos fomentando unos saludables hábitos emocionales, capacidad de
afrontar el estrés con éxito, confianza en la vida y en las personas que lo rodean.
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