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Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe www.virgendeguadalupe.org.mx Versión estenográfica de la Homilía pronunciada por S. E. Mons. José Luis Chávez Botello, Arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera-Oaxaca, en la peregrinación de dicha arquidiócesis a la Basílica de Guadalupe. 12 de mayo de 2015 ¡Dichosa tú que has creído! Hermanos, siempre la fe nos pone en movimiento, la fe moviliza. La vida cristiana cuando hay ese esfuerzo sincero de abrirse a Dios nunca nos deja instalados, es el sentido de nuestra peregrinación. Peregrinar porque es la respuesta a un llamado en el corazón. Es el llamado de Dios no es simplemente que nosotros hemos decidido peregrinar, es Dios que nos va poniendo en el corazón no solamente disponibilidad, sino más bien es salud porque el peregrino “el que camina avanza” y el peregrino tiene la creencia firme de que su vida puede mejorar, que después de ese peregrinar algo va a mejorar en la vida, por eso estamos aquí. Y cuando peregrinamos siempre nos ponemos un lugar de llegada, una meta y que mejor encontrarnos con María, con la Madre de Dios. Es Ella la que nos enseña, es Ella la que nos puede llevar de la mano en este camino de la fe. Puede haber momento difíciles en el camino de la fe, puede haber momento de dudas ¿A dónde vamos a llegar? ¿A dónde nos lleva el Señor? Y es María la que nos invita a confiar en Dios. Estamos aquí con María para reafirmar nuestro sí y todo encuentro sincero con Dios, con María nos abre perspectivas y nos ayuda a ver que todavía podemos avanzar, que necesitamos avanzar, que no podemos estancarnos. La peregrinación del creyente no es tampoco la meta final, es una etapa en el camino de la fe, eso le pasó a Juan Diego. Juan Diego se preocupaba de ser cumplidor y de ser asiduo a conocer bien al verdadero Dios, acercarse a los ministros a participar en el culto, pero María se lo encuentra caminando y más que el camino físico, era el caminar de Juan Diego que quería fortalecer su fe, iba a Tlatelolco precisamente al culto y a conocer mejor las enseñanzas. Y ese encuentro con María no solamente le abre que hay un camino todavía que recorrer, sino que lo hace consiente de una misión, lo hace mensajero, su mensajero, quiere un templo, pero quiere que se relacione con el obispo. Qué importante que María en este peregrinar, en este detenernos, en esta estación de nuestra vida de fe, este año en el Tepeyac. Como en otra de las apariciones, sabemos que Juan Diego paso por aquí preocupado por la enfermedad de su tío, no quería que lo entretuvieran. También nosotros a veces no tenemos tiempo para Dios, no tenemos tiempo para formarnos, parecería que Dios también nos entretiene y andamos como Juan Diego dándole vuelta. Qué importante que María nos salga al encuentro y nos salga al encuentro de esta situación que estamos viviendo, situación de preocupación en todo el país, en todo nuestro país, hay preocupación por esta realidad violenta de grave desintegración social del deterioro de los valores fundamentales: el debilitamiento, en no pocos en la vida cristiana. Que en este peregrinar también María como a Juan Diego con voz delicada, con cariño sintamos esa voz en el corazón y que nos muestre cual es nuestra misión concreta ¿Qué quiere Dios de nosotros en este momento histórico en Oaxaca? Y sin duda quiere que nos reconciliemos desde el corazón. Y reconciliarnos con Dios es dejar todo lo que daña la vida, es dejar todo lo que desvía de la verdad, todo lo que nos divide, todo lo que nos aleja de la justicia, todo lo que envenena a la familia. Reconciliarnos con la vida, reconciliarnos con Dios y como a Juan Diego María nos envía y nos invita a volver a nuestros hogares con una misión: reconstruir ese templo vivo que somos nosotros, limpiarnos, que a nadie se dañe sea quien sea nunca hagamos algo que dañe, pero también caminemos, María no nos deja solos. Yo entendería, hermanos, que este año algo fuerte nos pida el Señor a todos, que revisemos la manera de vivir la fe, que no tomemos como punto final o como meta final algún servicio bueno que hacemos, pero que no es el punto de llagada de la fe. Que María nos ayude como ayudó a Isabel. Isabel con la presencia de María se abre al Espíritu Santo y reconoce también su misión, alaba a María, la felicita: ¡Dichosa tú que has creído! Pero es un llamado a nosotros si deberás creemos avancemos. Quisiera que desde este lugar le pidiéramos mucho a la Santísima Virgen para que estos esfuerzos sinceros de piedad popular y de buenas costumbres no nos encadenen, sino nos estimulen a avanzar. Será bueno que María nos conceda ver y palpar que las buenas costumbres, que son muchas sean vistas desde hoy como un paso, como un apoyo para avanzar. Una buena costumbre, pero que no nos abre perspectivas, que no nos impulsa a caminar, la estamos desperdiciando. Es como un tesoro que está guardado y no utilizamos para nada. Será bueno revisar porque si no nos ayuda a avanzar se desvía, se deteriora, se ensucia. No es difícil ver y sufrir en algunas comunidades en donde se lleva estrictamente usos y costumbres sin cambiar nada se va perjudicando la fe, se va debilitando. Es que las buenas costumbres y es que también las devociones no son punto de llegada, son pasos intermedios o apoyos para avanzar, revisemos así nuestros hogar. A Juan Diego María le ayuda a descubrir que aun lo que va a hacer a Tlatelolco en el Plan de Dios es solamente un medio, para que cumpla su misión, para que realice su misión ¿Cuál es mi misión en este momento en la familia? Padres y madres de familia ¿Cuál es su misión? El trabajo no es un fin en sí mismo, el trabajo es para algo más, para ayudar a la vida de los que Dios les ha confiado, para sostener y levantar, pero sobretodo, para impulsar una vida más humana. El trabajo humano, sea cualquier profesión, sino aporta nada bueno a la vida, no va de acuerdo con Dios, no va de acuerdo con su destino, finalidad y su sentido grandioso. Aún las mismas fiestas no falta que en algunas comunidades estás no llevan casi a ningún lado ahí acaban, se a cabo la fiesta pensar en otra, no, las fiestas son un paso para ir creciendo en la unidad, en el compartir en la alegría del trabajo honesto, pero es para avanzar más en esa unidad, en ese mutuo apoyo. Que María nos ayude a creer. Que María nos ayude a abrirnos, Ella no sabía todo lo que le esperaba, pero confió en Dios y ahí iba y lo que no comprendía lo guardaba en el corazón, es decir: lo rumiaban buscando la voluntad de Dios. Hermanos, la peregrinación nos lleva a tocar algunos puntos muy dinámicos de la vida cristiana, que en el peregrinar juntos, que en el avanzar juntos, que en el llegar y celebrar la llegada juntos nos devuelva a nuestros hogares y a nuestro Estado con más esperanza. Decididos a cumplir la misión y sin duda lo que Dios quiere hoy para todo nosotros es que nos reconciliemos y que estemos en paz. Que María nuestra Madre nos reúna y nos ayude a comprender que tenemos que vivir como hermanos. Que Ella nos ponga en paz como Madre de todos, que nos hermane. Y por eso el sacrificio y esfuerzo de muchos en este peregrinar sea el ingrediente que nos ayude a todos. Pienso en todos los que venían con los estandartes, el sacrificio físico, pero sin duda sea sobre todo ese sentido y esa intención desde el corazón de fe. Pienso en los enfermos en algunos discapacitados que venían en varios ancianitos. ¡Qué importante! Pienso en todos los que hubieran querido venir y que nos están siguiendo y que están al tanto. Llevemos buenas noticias, seamos tesoneros, como Juan Diego, seamos constantes como María y llevemos el mensaje de María, sigamos caminando atentos a la cercanía y presencia de María en las variadas advocaciones muy queridas en nuestro Estado en distintas regiones. Y por eso que los encuentros con María siempre nos ayuden a fortalecer nuestra alabanza a Dios, como en esta Eucaristía, pero luego nos devuelvan más abiertos entre nosotros, para compartir lo bueno que tenemos. Por eso la Guelaguetza enseguida, que disfrutemos y sobre todo que volvamos llenos de esperanza. ¡Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá todo lo que el Señor te ha dicho! Que María nos ayude también a ser dichosos, porque creemos.