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EDITORIAL
¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Qué?, ¿Cómo?,
¿Porqué?, ¿Para qué?
El Hospital Interzonal General de Agudos
(H.I.G.A.) Eva Perón, fue concebido a principios de la década del ´50 con la denominación de “Hospital Coronel Perón”. Respondía
al requerimiento de mayor capacidad hospitalaria e integración del paciente, el profesional
y la comunidad en las acciones asistenciales,
sanitarias y sociales programadas por el Ministro de Salud de la Nación (1947 – 1954),
el Dr. Ramón Carrillo. El 22 de abril de 1954
abrió sus puertas con el nombre de Hospital
Eva Perón.
Su dependencia administrativa y su denominación variaron al compás de cuestiones
políticas y sanitarias. Integró la Fundación
Eva Perón hasta 1956. Dependió del Ministerio de Salud Pública de la Nación entre
1956 y 1979 con la denominación de “Policlínico de San Martín”. A raíz del movimiento de
descentralización sanitaria fue transferido al
Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, categorizado como “Hospital Interzonal” y rebautizado como ”Profesor Dr. Mariano R. Castex”. El 17 de octubre de 1989
recuperó el nombre con el cual naciera y
desde entonces se lo conoce con su nombre
actual. La polinomia no afectó ni su identidad
ni su salud. Cumplidos cincuenta y siete años
se mantiene pujante y hace gala de su calificación de hospital.
El término hospital proviene del latín hospes,
"huésped" o "visita". Entre las acepciones
derivadas se hallan expresiones que significan "casa para visitas foráneas" y afable o
caritativo con los huéspedes.
Asirios, egipcios, caldeos y griegos carecieron de hospitales. Los enfermos se asistían
en santuarios donde se ofrecía medicina
empírica y se proveían curaciones por la fe.
Así fueron los templos helenos dedicados al
culto de Asklepios. Los romanos contaron
con valetudinarias o repositorios donde alojaban y atendían esclavos enfermos y gladiadores heridos y con hospitales de campaña
para sus tropas.
La caridad, oficializada como virtud cristiana,
dio lugar a la creación de hospicios (paupere
gimnasia) destinados a atender menesterosos. Para la civilización occidental, el hospital
siempre fue el lugar público y gratuito que
brindó auxilio a enfermos, ancianos y necesitados en general. La primera institución con
esta designación se registra en el año 302. El
Imperio Bizantino (395-1453) creó nosocomios (lugar de cuidado de enfermos). Allí,
grupos estables de médicos asistían a los
humildes; los pudientes recibían atención
domiciliaria. Los persas establecieron la primera institución hospitalaria con declarado
carácter docente en el año 706. Galenos
persas, hindúes, griegos, nestorianos, zoroastrianos, judíos y cristianos, buscaban
respuestas terapéuticas traduciendo e interpretando obras atesoradas en su amplia biblioteca. Los interrogantes, surgían de la
“experiencia repetida”, de la práctica misma.
A partir del siglo XII, se fundaron hospitales
en Siria, Egipto, Constantinopla y Damasco.
Eran instituciones seculares que atendían a
creyentes o incrédulos de cualquier condición
INMANENCIA. 2011; 1: 4-9
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social. Se sostenían merced a donaciones
efectuadas por los más ricos.
Los Cruzados aprendieron en Oriente el valor
de los hospitales. La Orden de los Caballeros
del Hospital de San Juan, luego conocida
como Orden de Malta, lideró la instalación de
hospitales en Europa occidental. En el siglo
XV surgieron el Hospital del Hôtel-Dieu de
París y el Espíritu Santo de Roma que reemplazaron los escasos hospicios existentes y
preludiaron la instalación de centenares similares.
Durante siglos y en diversas culturas, pobres,
enfermos, huérfanos, desamparados, ancianos y peregrinos recibieron cobijo y cuidado
médico de la mano de religiosos en santuarios, hospicios, nosocomios y finalmente en
hospitales. Los médicos ganaron su identidad
y se integraron al organismo al cual se incorporaron a posteriori otros profesionales.
El HIGA Eva Perón honró su calificación
hospitalaria y su destino histórico, desempeñando acciones asistenciales, docentes y de
investigación.
El eje primario fue la labor asistencial brindada de manera humanitaria, piadosa y oportuna a decenas de miles de pacientes, registrados en las memorias administrativas y
prendidos en el recuerdo de los terapeutas.
Los avatares de todo signo que sacudieron al
país en casi seis décadas no afectaron el
prestigio ni la confianza otorgadas por el
público a “sus” médicos y a “su” hospital.
El quehacer docente atendió desde el pregrado hasta el posgrado de todo el personal
de salud. Proveyó reemplazo para las vacantes producidas y mantuvo entrenado y actualizados a todos los agentes, cumpliendo digna labor como semillero institucional.
El Hospital fue testigo y escenario y sus
agentes protagonizaron novedades educativas trascendentes. En 1961, se ensayó un
Plan Piloto destinado a lograr el contacto del
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alumno de medicina con la realidad humana
y asistencial, en sede única y a la vera del
paciente. Así, nacieron las Unidades Hospitalarias (UDH) que la Universidad de Buenos
Aires replicó hasta cubrir hoy cincuenta y
cuatro centros. Aquí, surgieron ocho Profesores Titulares y seis Adjuntos de la UBA y
varios Profesores de otras universidades
(Salvador, Abierta Interamericana, Maimónides, Adventista del Plata, Barceló, Austral y
Favaloro). Simultáneamente y también en el
año ´61 se efectuó el ensayo del plan de
Residencias. Reconocidas sus bondades se
lo aplica a odontología, bioquímica, farmacia, psicología, enfermería y servicio social.
El concepto filosófico – pedagógico demostró
ser el de mayor trascendencia para la formación de especialistas de salud los últimos 100
años, y es hoy paradigma de la educación de
posgrado. Cerca de 900 profesionales de la
salud, han completado así su formación en
esta casa. Hubo espacio, también, para posgrados, Cursos de Especialistas Universitarios, actividades prácticas de diversas Sociedades Científicas y la enseñanza en escuelas
de enfermería, de instrumentación, bachillerato en Salud (CEBAS) y múltiples tecnicaturas. El CRAI NORTE (Centro de Ablación e
Implantes), se edificó en el predio del hospital, recibió aporte significativo de personal
formado en el Hospital,… y construyó una
rica historia.
Tampoco se menospreció el interpretar el
hacer y el quehacer cotidiano a través de
labores de investigación. Estas tareas permiten mejorar el conocimiento, entender procesos y develar inquietudes, explorar nuevas
sendas de pensamiento. Metodología, esfuerzo, registro, análisis y originalidad en las
interpretaciones generaron publicaciones en
medios nacionales e internacionales. Algunas
merecieron premios destacados.
Las instituciones respiran, laten, producen,
“son” y “viven” la vida que sus miembros le
trasmiten con su labor. Así como germinaron
y prosperaron los árboles plantados en los
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jardines, crecieron y se desarrollaron los
discípulos, que produjeron libros y publicaciones y otorgaron a esta casa prestigio profesional. Éste abonó el reconocimiento concedido por la comunidad a los médicos que la
asisten. Muchos anhelos comunitarios se
plasmaron: árboles, libros e hijos, podrían
haber sido suficientes, pero entre los proyectos “por venir” y aún incumplidos quedaban
contar con una publicación propia.
A fines de 2010 el Comité de Enlace planteó
a la Dirección el deseo. Se creó un comité
editorial y se le encargó estudiar el proyecto.
Consensuados fines, formas y términos, se
decidió lanzar una publicación de aparición
semestral, cuyo contenido se ciñera a las
normas exigidas para las publicaciones indizables. Se estableció un convenio con el
Programa de Publicaciones Científicas y
Técnicas (PPCT) de CONAICYT – CONICET
que permitirá efectuar una tirada en papel,
simultánea con otra “en línea”.
Se decidió que la revista aceptara en sus
contenidos cuestiones de interés científico,
profesional, cultural y humanístico y se eligió
denominarla “INMANENCIA”.
El vocablo inmanente deriva de la expresión
latina «immanens» que significa inherente o
propio. La filosofía estima como inmanente
toda acción vital, fisiológica, intelectual o
moral que comienza y termina dentro del
mismo agente, del mismo ser vivo. Los griegos concebían al universo como un ser vivo y
con actividad propia que desplegaba para
llegar a ser y que por tanto, gozaba de inmanencia. En ese contexto, Sócrates declamó
su individualidad independiente del cosmos y
profesó su inmanencia como sujeto.
La especulación filosófica condujo a planteos
doctrinales, persistentes hasta hoy en relación con el concepto de inmanencia. La filosofía escolástica acuñó términos referidos a
causas inmanentes y a causas transitivas.
Baruch Spinoza (1632-1677), creador del
“inmanentismo racionalista” estimó que Dios,
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entidad metafísica y 'sustancia' incausada de
todas las cosas es idéntico al universo. Todo
es Dios y éste es causa inmanente y no transitiva de seres, hechos y cosas, de todo lo
existente. Muchos de sus contemporáneos
recibieron con hostilidad el concepto de un
dios impersonal. De acuerdo con la extensión
y significado concedidos al término inmanencia se agruparon los pensadores en distintos
grupos. Positivistas y subjetivistas sostuvieron el concepto de inmanencia absoluta para
la vida racional y moral. Otros sólo buscaron
el mundo real en la conciencia.
Algunas escuelas radicalizaron las posturas y
sostuvieron la exclusividad de la experiencia
interna como criterio de verdad en general y
en especial respecto de la verdad religiosa,
contrapusieron la inmanencia de la conciencia humana con la trascendencia divina o
religiosa en general. La trascendencia es un
término que deriva de trans, (más allá) y
scando, (escalar). Es en sí una expresión
metafórica que describe el traspaso de alguna frontera del espacio – tiempo, de un ir
«más allá» del punto de referencia, de superar un límite o clausura del mundo o universo físico.
La problemática de la existencia del hombre
está inevitablemente abierta a la dimensión
misteriosa de lo trascendente, sea en el plano gnoseológico, metafísico o histórico.
Cuando la trascendencia comprende "lo más
importante" o "lo esencial", adquiere carácter
de finalidad y se convierte en fundamento de
la acción y sentido de todo lo que se hace. La
definición de “lo esencial” depende de cada
quien y deviene en objeto fundamental de la
dimensión de lo trascendente.
La evolución del concepto de acciones inmanentes planteó la vida del cognoscente como
un todo que integra volición y conocimiento.
Como agente de “sí”, decide con intención la
acción por desempeñar sobre el mundo que
lo rodea o que, íntimamente lo constituye, al
igual que ocurre con el conocimiento religioso
que presupone los presupuestos de la fe. La
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verdad sobrenatural se ofrece a la inteligencia con plena capacidad de fuentes y el asentimiento otorgado a los dogmas revelados no
limita el derecho a pensar, asegura el Conci1
lio Vaticano .
Ambos son posibles en virtud de la inmanencia en sentido metafísico y supone uno de los
momentos de la trascendencia y ésta, su
superación. Lejos de todo dogmatismo, el
concepto de inmanencia, humilde e íntimamente relacionado con la admisión de la perfectibilidad de lo humano no niega trascendencia a divinidades o ideas y este es el que
se asume para titular la revista.
Se considera científico todo saber fundado,
comprobable o verificable, crítico, conjetural,
sistematizado y metódico referido a aspectos
del universo. El saber o conocimiento es
sinónimo de entendimiento o comprensión y
desde una concepción general resulta antónimo de la ignorancia.
Mario Bunge asevera que la ciencia es “tanto
un sistema social cuanto una actividad y los
resultados conceptuales de ésta”. Dice “…la
palabra "ciencia" es ambigua: en un contexto
denota un conjunto de conocimientos expresables en proposiciones y normas; en otro,…
un tipo de actividad cognoscitiva; en un tercero, el sistema social compuesto por los investigadores científicos. Los positivistas se han
atenido solamente al primer significado, los
pragmáticos al segundo, y los sociólogos al
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tercero” .
Las ciencias se dividen en formales y factuales de acuerdo con sus objetos de observación, métodos de aproximación o estudio y
nivel de matematización. Las ciencias formales incumben a conceptos y combinaciones
de los mismos. No apoyan en procedimientos
empíricos ni en datos, excepto como fuentes
de problemas o ejemplos de razonamiento.
Incluyen a la lógica y las matemáticas (aritmética, conjuntos, geometría o álgebra).
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Las ciencias factuales tratan de cosas concretas. Emplean procedimientos empíricos
tales como la medición y conceptuales como
la observación y pueden ser naturales o sociales. Las ciencias factuales "naturales"
comprenden disciplinas físicas (física, química, geología, astronomía) y biológicas (biología, fisiología, anatomía, botánica, genética,
zoología). Las ciencias factuales "sociales"
incluyen dominios tales como economía,
sociología, antropología, psicología y politología, geografía humana e historia.
La correspondencia de la realidad con lo que
se considera cierto o verdadero desde el
punto de vista científico ha merecido debates
encendidos. Lo veritativo en sí, acepta categorías.
La verdad percibida es lo que creemos verdadero de acuerdo con la razón. La verdad
absoluta es lo cognoscible pero no reconocible como tal; puede desdecir lo percibido al
cambiar con el tiempo y los datos, al no modificar el sistema con el cual acordamos para
afirmarlo.
La verdad universal es la que consideramos
correspondiente con la verdad absoluta y
resulta innegable desde cualquier sistema de
conocimiento imaginable. Karl Popper concibe la verdad científica como relativa y provisional y estima que la única manera de acercarse a la realidad es descubrir el error de las
conjeturas. No responde al modelo tradicional de conocimiento verdadero: no se le exige inerrancia sino justificación en relación
con paradigmas comunitarios.
Hoy, se acepta que la ciencia no produce
“verdades” sino “conocimientos, que se consideran los más ciertos por ahora”, válidos
hasta tanto sean contrastados y refutados
por nuevas posturas.
Desde los helenos se calificó como profesional a quien, etimológicamente, diera fe de
algo. Concedieron esta categoría a quien
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desempeñara funciones pontificales entre la
divinidad y la humanidad.
En ella incluyeron a los sacerdotes, representantes del poder divino, a los soberanos,
gobernantes o jurisconsultos, responsables
de interpretar las leyes dictadas por autoridades celestes y a los médicos, encargados de
cuidar la vida y la muerte decretadas por
poderes superiores.
A mediados del siglo XVIII el uso extendió su
aplicación a expertos en labores aprendidas,
así como a aquellos cuya función sustantiva
es servir a otros mediante acciones que se
convierten en medio de vida. Hoy, las profesiones se caracterizan por el monopolio de
conocimientos y habilidades en alguna rama
de la ciencia o la práctica de un arte basado
en ellas.
La sociedad les otorga el privilegio de uso de
los conocimientos, el derecho a practicar en
forma autónoma, la prerrogativa de la autorregulación y la facultad de proponer códigos
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de ética propios .
La misma sociedad reclama a cambio cuidar
los intereses de los destinatarios a quienes
se dedica la labor cuya fe y respeto se ha de
conservar o ganar4. Exige a la corporación
profesional ofrecer posibilidades de aprender
y de enseñar, calificar las habilidades y reforzar las motivaciones para lograr competencia
respecto de su dominio. Reclama un marco
de integridad, moralidad y altruismo relacionados con la promoción del bien común. La
atención de la salud planteó conflictos políticos, legales y económicos que exceden el
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control de la comunidad médica .
En 2002, las más trascendentes sociedades
médicas del hemisferio norte se reunieron
para discutir las condiciones de profesionalidad. Observaron que “…el sistema de atención de la salud en los países industrializados
amenaza la naturaleza y los valores de los
médicos y dificulta asumir las responsabilidades con los pacientes y con la sociedad”.
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Reconocieron al paciente como sujeto sustantivo de la cuestión y postularon un rol médico más adecuado a normas clásicas. Propusieron tres principios cardinales:
1El bienestar del paciente no debe supeditarse a presiones administrativas, sociales
o económicas
2- La autonomía del paciente convierte al
galeno en consejero respecto de las decisiones que pueden afectar la salud de las personas y el Consentimiento Informado es su
expresión más elemental.
3- La justicia social exige al médico promover
la distribución de recursos adecuada para
atender la salud de todos y suprimir toda
discriminación respecto de la atención. Establecieron compromisos consagrados a crista6
lizar la propuesta .
La cultura es un término que comprende
todas las formas, modelos o patrones, explícitos o implícitos a través de los cuales se
manifiesta una sociedad. Resume la información y habilidades que posee el ser humano.
Incluye lenguaje, costumbres, prácticas, códigos, normas, conocimientos, religiones,
rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. En 1982, Unesco reconoció “...que la cultura hace de nosotros seres
específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de
ella los hombres disciernen los valores y
efectúan opciones, … se expresan, toman
conciencia de sí mismos, se reconocen como
un proyectos inacabados, ponen en cuestión
sus realizaciones, buscan incansablemente
nuevas significaciones y crean obras que los
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trascienden” .
El humanismo secular es una cosmovisión
integral interesada en la totalidad de los seres humanos y que apoya en cuestiones
cosmológicas, antropológicas, axiológicas,
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gnoseológicas, morales, sociales y políticas .
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Los aspectos comunes entre los hombres
son mayores que sus diferencias y deben
buscar la verdad basados en experiencia,
razón e imaginación crítica. Lo que existe en
el mundo real es natural o hecho por el hombre. Corresponde respetar y valorar cuestiones como libertad, igualdad, solidaridad, justicia y democracia. Se deben incorporar
cuestiones ontológicas, lógicas, semánticas,
metodológicas, filosóficas y éticas, con conceptos teóricos y empíricos y aplicarlos con
criterios holístico en busca de comprender al
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ser humano como un todo .
El Comité Editorial invita a todos los interesados en INMANENCIA a participar en los
campos científico, profesional, cultural y humanístico, para construir el futuro, que vendrá a partir de ahora. Lo que ocurra dependerá de nuestras acciones. Con este espíritu,
nos despedimos,…
¡¡¡¡Hasta el próximo encuentro!!!!
Dra. Marcela Benhaim
Dra. Mirta Camean
Dr. Jorge Luis Manrique
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