Download El problema del método, la tragedia griega

Document related concepts

Proyecto de referéndum sobre la economía griega de 2011 wikipedia , lookup

Política de austeridad rumana de los años 1980 wikipedia , lookup

Austeridad económica wikipedia , lookup

Protestas en Grecia de 2010-2012 wikipedia , lookup

Carmen Reinhart wikipedia , lookup

Transcript
29 de junio de 2015 — buzos
www.buzos.com.mx
argos
COLUMNA
JASSÓN CELIS
39
[email protected]
> Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
El problema del método, la tragedia griega
Las ciencias exactas, sobre todo las formales o no experimentales, sólo admiten
principios, resultados y hechos demostrables a través de sistemas lógico-matemáticos aplicados en sistematización, cuantificación repetible o deducciones calculables. Su objeto de estudio inmediato no es
el mundo físico, la realidad concreta, sino
formas del pensamiento debidamente estructuradas y ligadas entre sí, de modo tal
que la sistematización del conocimiento
que resulta de su estudio puede ser aplicada a esta realidad concreta.
La validación de las teorías planteadas
por las ciencias formales se lleva a cabo
también a través de una serie de herramientas e instrumentos (proposiciones,
axiomas, definiciones, reglas de inferencia) que se entrelazan generalmente en
forma de silogismo, del que se podría decir que es el instrumento básico del pensamiento deductivo, con el que se llega a
conclusiones lógicamente incontrovertibles. Si todo B es A, y todo C es B, entonces todo C es A.
Este tipo de construcciones son características del pensamiento deductivo: va
de lo general a lo particular; se extraen
consecuencias a partir de una proposición
que se supone universalmente válida y
pretende inferir algo observado partiendo
de una ley general. Por ejemplo: Si todos
los alemanes son ordenados, y Hans es
alemán, entonces Hans es ordenado. De
algo observado (el hecho de que Hans sea
ordenado) se deduce que todos los alemanes son ordenados. Las conclusiones así
obtenidas se podrían llamar analíticas, y
encuentran solidez tanto en la construcción del silogismo como en la validez
de las premisas, no necesariamente en su
validez en la realidad; sólo por contrastar,
recordemos que las ciencias naturales (física, química, biología, etcétera) y las sociales (ciencia política, economía, historia, etcétera) demuestran sus conclusiones
de manera empírica, o sea, verificándolas
concretamente con lo que sucede en el
mundo material concreto.
Pues bien, a finales de siglo XIX, tres
economistas* pilares de distintas escuelas
de economía publicaron dos obras que
buscaban cambiar radicalmente la base
del estudio de esta ciencia e intentan darle el carácter de una ciencia formal, más
que social (no por nada eliminaron el incómodo apellido de “política” para dejar
su nombre en “economía”) atenida a principios universales y a agentes totalmente
racionales que se comportarán siempre da
la misma manera, buscando la maximización de su bienestar y que tiene información perfecta sobre todos los fenómenos
económicos.
La economía se transforma, pues, en
una ciencia que estudia a los individuos
aislados (tanto de su contexto histórico
como de sus condiciones sociales objetivas) como agentes optimizadores, todos
idénticos entre sí, pues sus actos estarán
siempre impulsados por la maximización
de su satisfacción, el homo economicus.
Esto tiene implicaciones gigantescas y tan
vastas que no sólo no pueden explicarse
aquí, sino que siguen dividiendo hoy en
día a dos posiciones teóricas radicalmente
opuestas sobre el método económico.
Ya hemos hablado en ocasiones anteriores de la aciaga fatalidad que vive hoy
el pueblo griego, y del infamante vía crucis que ha tenido que vivir de febrero a la
fecha para tener satisfechos a sus cancerberos (el Fondo Monetario Internacional
–FMI–, la Comisión Europea y el Banco
Central Europeo, y claro, ¡todos los intereses que estos organismos representan!).
Syriza ha aplicado al pie de la letra lo que
estos magos de la ciencia le han impuesto y, sin embargo, los problemas no sólo
no terminan, sino que se profundizan. En
resumidas cuentas, le han pedido a Grecia las mismas medidas de austeridad de
siempre: recorte del gasto público, recorte
del fondo de pensiones, aumento de im-
puestos, eliminación de las negociaciones
laborales colectivas, ‘reestructuraciones’
salariales (por no llamarle recortes), superávit fiscal; además, tan sólo para el FMI,
un pago de mil 600 millones de euros del
cinco al 19 de junio (que al momento de
escribir estas líneas era casi seguro que no
se pagaría).
Esas medidas de austeridad están dictadas por recetas teóricas que vienen desde
la más pulida ortodoxia económica. Las
crisis económicas se resuelven con medidas de austeridad. Grecia es un país en
crisis; por tanto, Grecia debe someterse
a las medidas de austeridad. Nada más.
No importa que Grecia sea hoy un país
que tiene dos suicidios diarios a causa
de la crisis; que el fondo de pensiones se
haya reducido ya 45 por ciento, que los
salarios hayan descendido ya 60 por ciento, que tenga a más del 60 por ciento de
los jóvenes desempleados.
Por si fuera poco, Europa dice haber
invertido 240 mil millones de euros a la
economía griega; pero de acuerdo con el
FMI ¡sólo el 11 por ciento se ha inyectado a la economía real! ¡Por que el 89 por
ciento ha ido directamente a los bancos y
al pago de la deuda! ¿Cómo pueden funcionar las ya de por sí endebles recetas
teóricas?
¡A este paso Europa va a matar de
hambre a los griegos, a 11 millones de
seres humanos con sentimientos, preocupaciones, necesidades, esperanzas que no
son sólo agentes económicos racionales!
Pero eso no le importa a los grandes tiburones económicos, porque no someterse a
la austeridad es ir en contra de las universalísimas leyes económicas. La infamia
de la ciencia económica actual y la estricta “cientificidad” de sus aplicadores es la
verdadera tragedia de Grecia.
*William Stanley Jevons en Inglaterra (Theory of
political Economy, 1871), Carl Menger en Austria
(Principios de Economía, 1871) y León Walras en
Lausna, Suiza (Elementos de Economía Política
Pura, o teoría de la riqueza social, 1874).