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Solucionario: “Invitación a la filosofía” Solucionario “Invitación a la filosofía” Este título también dispone de guía de lectura y ficha técnica www.planetalector.com -1- Solucionario: “Invitación a la filosofía” Prólogo 1. El autor ha reunido aquí doce introducciones, revisadas y ampliadas, que escribió para prologar otros tantos volúmenes que reunían una selección de textos filosóficos (p. 11). El objetivo de André Comte-Sponville es ofrecer «una iniciación, una especie de puerta de acceso, entre otras muchas posibles, a la filosofía» (p. 12). El papel del lector no ha de ser pasivo, pues tras leer el volumen «debe descubrir por sí mismo las obras, algo que habrá de hacer tarde o temprano, y confeccionar, si así lo desea, su propia antología…» (p. 12). 2. «Filosofar es pensar por uno mismo; pero nadie puede lograrlo verdaderamente sin apoyarse en el pensamiento de otros, especialmente en el de los grandes filósofos del pasado. La filosofía no es solamente una aventura; es también un trabajo que no puede llevarse a cabo sin esfuerzo, sin lecturas, sin herramientas» (p. 11). Más adelante matiza Comte-Sponville que la filosofía no es un saber ni un conocimiento, sino «una reflexión sobre los saberes disponibles» que no se aprende: «sólo podemos aprender a filosofar», a preguntarnos sobre nuestro pensamiento y el de los demás (p. 13). Este acto es, asimismo, «una dimensión constitutiva de la existencia humana» (p. 13), no una especialidad, un oficio o una disciplina reservada a los especialistas. Por último, reproduce el autor una definición de la filosofía debida a Epicuro que le gusta especialmente: «La filosofía es una actividad que, mediante discursos y razonamiento, nos procura la vida feliz» (p. 17). 3. «La biología jamás enseñará a un biólogo como tiene que vivir, ni si hay que hacerlo, ni siquiera si hay que ser biólogo. Las ciencias humanas jamás nos enseñarán el valor de la humanidad, ni su propio valor» (pp. 13-14). La filosofía, por el contrario, sirve para pensar nuestra vida, para reflexionar sobre nuestro pensamiento: «La filosofía es un preguntar radical, la búsqueda de la verdad total o última (y no, como en las ciencias, de tal o cual verdad particular) […]» (p. 15). 4. La principal arma de la filosofía es la razón, mientras que sus enemigos son la ignorancia, el fanatismo, el oscurantismo (p. 15). www.planetalector.com -2- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 1. La moral 1. Es mejor filosofar y preguntarse por el mundo que nos rodea, pese a que sea arriesgado («ser Sócrates»), que no hacerlo (ser «un cerdo satisfecho»). Y ello aunque la reflexión y la búsqueda nos causen insatisfacción («es mejor ser Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho»). John Stuart Mill nos invita, además, a comparar todas las perspectivas, a conocer «ambos lados». 2. La historia del anillo de Giges la recoge Platón en La República: un pastor encuentra un anillo que tiene la propiedad de hacerle invisible. Giges, un hombre al parecer honesto, no es capaz, sin embargo, de resistirse a la tentación del anillo: aprovecha sus poderes para entrar en palacio, seducir a la reina, matar al rey, hacerse con el poder y emplearlo en su beneficio (p. 20). Esta suerte de apólogo le sirve a Comte-Sponville para interrogarnos sobre qué haríamos y qué no si estuviéramos en el lugar de Giges. La moral, plantea el autor, es independiente de circunstancias como las del pastor, de las amenazas exteriores o de la perspectiva ajena. La moral es lo que uno se exige a sí mismo «en nombre de determinada concepción del bien y del mal, del deber y de lo prohibido, de lo admisible y de lo inadmisible, de la humanidad y de ti mismo. Concretamente: el conjunto de reglas a las que tú te someterías, incluso si fueras invisible e invencible» (p. 21). 3. La moral consiste en preguntarnos qué debemos hacer nosotros, mientras que el moralismo implica preguntarse y juzgar qué deben hacer los demás (p. 23). Compte-Sponville recurre a una afirmación contundente de Alain para explicarlo: «La moral no es nunca para el vecino» (p. 23). 4. Debate. 2. La política 1. A causa de la siguiente contradicción: el hombre es un animal sociable que «sólo puede vivir y desarrollarse en medio de sus semejantes», pero también «un animal egoísta» que necesita satisfacer sus deseos. La política, por tanto, es necesaria para que «los conflictos de intereses se zanjen de otra forma que no sea la violencia. Para que nuestras fuerzas se sumen en vez de oponerse. Para librarnos de la guerra, del miedo, de la barbarie» (p. 31). www.planetalector.com -3- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 2. «Es la gestión pacífica de los conflictos, de las alianzas y de las relaciones de fuerza –no solamente entre individuos (como puede verse en la familia o en un grupo cualquiera) sino a escala de toda una sociedad–» (p. 32). Se trata, de hecho, de un modo de conciliar sociabilidad y egoísmo: «ser egoístas juntos, puesto que éste es nuestro destino, y lo más eficazmente posible» (p. 36). 3. La moral es desinteresada, la política no. La moral es universal, mientras que la política es particular (p. 39). La moral, asimismo, no nos dirá cómo solucionar los diversos problemas que nos preocupan, puesto que eso es competencia de la política (p. 40). Por ello, moral y política no son intercambiables ni sustituibles, sino que deben combinarse. 3. El amor 1. Porque, a su juicio, todo amor, aunque no sea de carácter sentimental o pasional, presupone un interés. De acuerdo con los ejemplos que utiliza, si a alguien le interesa sobre todo el deporte, el cine, el dinero o la política, es porque los ama (p. 43). «Tantos intereses diferentes, tantos amores diferentes» (p. 44). 2. Respuesta libre. 3. Los tres tipos de amor son éros («el amor que toma, que quiere poseer y conservar», el más violento y pasional, p. 47); philia («el secreto de la felicidad», el amor que se alegra y comparte, como la amistad, pp. 47-48); y agapè (el amor al prójimo, la caridad, la amistad universal, pp. 49-50). Según el autor, éros es el primero, agapè es el fin al que queremos encaminarnos y philia el camino (p. 51). 4. La muerte 1. La paradoja reside en que, para nuestro pensamiento, «la muerte es algo necesario e imposible». Es algo necesario porque a lo largo de nuestra vida nos sentimos acompañados por la muerte («lleva su marca, como la sombra proyectada por la nada»), pero imposible porque no sabemos qué es, pues «en la muerte no hay nada que pensar» (p. 53). www.planetalector.com -4- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 2. En un extremo se sitúan quienes, como Epicuro, creen que «la muerte no es nada (una nada, estrictamente)». En el otro, aquellos que, de acuerdo con Platón, «afirman que es otra vida, o la misma vida prolongada, purificada, liberada» (p. 54). Los primeros «toman la muerte en serio, viendo en ella una nada definitiva» y los segundos «no ven en ella más que un paso, una transición entre dos vidas, esto es, el principio de la verdadera vida» (pp. 54-55). 3. Seguimos reflexionando o filosofando sobre la muerte porque «toda nuestra vida depende de ella, como vio Pascal, y todo nuestro pensamiento: según creamos o no que hay “algo” después de la muerte, viviremos de un modo u otro, pensaremos de un modo u otro» (p. 55). Quien sólo quiera interesarse por temas que puedan ser resueltos, «debería renunciar a filosofar». 4. Montaigne es consciente de la inevitabilidad de la muerte y la acepta de manera serena. Así, desea entregarse a la vida y disfrutar de ella sin preocuparse por su acabamiento o conclusión. Como subraya unas páginas después ComteSponville, «Aceptar la muerte –la propia, la de los allegados– es la única forma de permanecer fiel a la vida hasta el final» (p. 60). 5. El conocimiento 1. El conocimiento es «cierta relación –de conformidad, de similitud, de adecuación– entre el espíritu y el mundo, entre sujeto y objeto». Por ejemplo, conocemos a nuestros amigos o nuestro barrio y «lo que hay en nuestro espíritu cuando pensamos en ellos, corresponde aproximadamente a lo que existe en la realidad» (p. 60). Ese aproximadamente, señala el filósofo, es lo que separa el conocimiento de la verdad: nos podemos equivocar sobre nuestros amigos o no saberlo todo acerca del barrio. «No hay conocimiento absoluto, conocimiento perfecto, conocimiento infinito» (p. 60). Así, para describir nuestro barrio a la perfección tendríamos que conocer cada calle, cada apartamento, cada mota de polvo… Y eso, acceder a la verdad completa, es imposible: «ningún conocimiento es la verdad: jamás conoceremos absolutamente lo que es, ni todo lo que es. Sólo podemos conocerlo por medio de nuestros sentidos, de nuestra razón, de nuestras teorías» (p. 62). www.planetalector.com -5- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 2. Ninguna teoría es absolutamente verdadera puesto que podría ser sustituida por otra: la historia de los avances científicos lo demuestra. No obstante, eso sí, las teorías científicas han de ser confrontables con otras teorías y con la experiencia: «Las teorías que pasan este tipo de pruebas sustituyen a las que no logran hacerlo, integrándolas en sí mismas o superándolas» (pp. 6465). 3. Debate. 6. La libertad 1. En primer lugar, la libertad de hacer, la libertad de acción, de tipo político o relativo, que está determinada por un Estado y unas leyes (pp. 73-74). En segundo lugar, se refiere el autor a la libertad de voluntad, a la libertad absoluta. Este segundo concepto de libertad surge de la siguiente pregunta: «¿somos libres de querer lo que queremos?» (p. 74). El ejemplo que utiliza Comte-Sponville es el de una democracia donde el individuo goza de libertad de acción para votar por quien quiera. Sin embargo, se pregunta el autor si ese individuo es libre también de querer votar a uno u otro candidato, así como por los factores que condicionan su decisión, por las causas sociales, psíquicas o ideológicas que le conducen a tomar un determinado camino (p. 75). Incluso cuestiona nuestro conocimiento del mecanismo neuronal que provoca las elecciones del individuo (p. 76). 2. Según Comte-Sponville, la libertad de la voluntad podría considerarse una redundancia («pleonasmo») porque es imposible no querer lo que se quiere o querer otra cosa. Por tanto, resuelve el autor, toda voluntad sería libre, de ahí la redundancia. El hecho de que el cerebro determine las decisiones que tomamos no anula la libertad de voluntad porque «si yo soy mi cerebro, entonces soy yo quien me determino a mí mismo» (p. 77). 3. Se trata de una libertad relacionada con el segundo tipo (libertad de voluntad), que Marcel Conche define como «la capacidad de determinarse a sí mismo sin estar determinado por nada» (p. 79). 4. Esta libertad la plasmó Platón en La República con el mito de Er (en el que las almas eligen su cuerpo y su vida), Kant la llamó «el carácter inteligible» y Sartre la denominó «libertad original» (p. 80). www.planetalector.com -6- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 7. Dios 1. Se trata de una prueba con la que, desde antiguo, se ha tratado de probar la existencia de Dios a través de varias premisas. Así, por ejemplo, san Anselmo alude a su grandeza suprema, Descartes a su perfección o Spinoza y Hegel a su infinitud (p. 87). La prueba ontológica dicta, asimismo, que el hecho de concebir o pensar en Dios es un argumento a favor de su existencia: «pensar a Dios (concebirlo como ser supremo, perfecto, infinito…)», escribe Comte-Sponville, «es pensarlo como existente» (p. 87). Para este filósofo, la prueba ontológica no demuestra nada: «¿cómo podría una definición demostrar algo? Sería como pretender enriquecerse definiendo la riqueza… […] No basta con definir una suma para tenerla. No basta con definir a Dios para demostrar su existencia», resuelve (p. 88). 2. Comte-Sponville se refiere ahora a la segunda prueba sobre la existencia de Dios, la prueba cosmológica. Según los razonamientos de Leibniz o, mucho antes, Aristóteles y santo Tomás, el mundo existe pero no puede dar cuenta de sí mismo, de modo que para explicar su existencia es necesario suponer que tiene una causa. Si esta causa fuera también contingente (esto es, que puede existir o no), debería ser explicada por otra, de modo que nos extenderíamos hasta el infinito sin dar con una respuesta. A Comte-Sponville este argumento es el que más inquietante le resulta: «La contingencia es un abismo en el que se pierde pie. ¿Cómo es posible que no haya fondo, causa, razón?» (p. 89). En otras palabras, nos resulta difícil asimilar que todo es producto del azar. 3. Una aporía es un enunciado que contiene una inviabilidad o imposibilidad de orden racional. Así, el hecho de que para garantizar la existencia de nuestros razonamientos haya que presuponer la existencia de ese mismo Dios cuya existencia a su vez hay que demostrar es una aporía. Otro caso de aporía es, por ejemplo, la formulación de los viajes en el tiempo o incluso la demostración de la existencia de una realidad objetiva: dado que todos tenemos una perspectiva del mundo condicionada por los sentidos, ¿cómo podemos afirmar que existe una verdad objetiva? www.planetalector.com -7- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 4. Se trata de la prueba físico-teológica que Comte-Sponville prefiere llamar físico-teleológica. Esta prueba se basa en el siguiente argumento: «El mundo respondería demasiado a un orden, a una armonía, a una evidente finalidad, como para poder explicarlo sin suponer como su origen una inteligencia benévola y organizadora» (p. 91). En otras palabras, la hermosura y complejidad del mundo no pueden ser fruto del azar. No obstante, nuestro autor cuestiona que el mundo sea realmente armónico (pone como ejemplo los desastres naturales) y que en él pueda verse la mano de un Dios bondadoso: «¿Qué Dios podría haber después de Darwin? ¿Qué Dios después de Auschwitz?» (p. 92). 5. Ambos hicieron de su creencia «una fe, no un saber; una gracia o una esperanza, no un teorema» (pp. 92-93). Cuanto más evidente se hizo la imposibilidad de demostrar en términos racionales la existencia de Dios, más viva se hizo esa fe como tal. 8. El ateísmo 1. La etimología de ateísmo es griega: la a, que expresa negación, sumada a théos (‘Dios’), significa ‘sin Dios’ (p. 99). Se trata de un tema filosófico singular porque es una creencia negativa, un pensamiento que se sustenta y alimenta no de un objeto, sino de su ausencia. 2. La no creencia en Dios (ateísmo negativo) y la creencia de que Dios no existe (ateísmo positivo o militante) (p. 99). Son dos corrientes que implican al fin y al cabo lo mismo, puesto que o se cree en Dios o no se cree en él (p. 100). 3. El agnóstico es «aquel que se niega a elegir, situándose así muy cerca de lo que he denominado ateísmo negativo, pero estando más abierto, y éste es su rasgo distintivo, a la posibilidad de Dios» (p. 100). En otras palabras, «El agnóstico no toma partido. No se pronuncia. No es creyente ni no creyente: deja abierto el problema». Agnôstos es, en griego, ‘lo desconocido o lo incognoscible’ (p. 100). www.planetalector.com -8- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 4. En primer lugar, acude el autor a la debilidad de las pruebas y de la experiencia que pretenden demostrar la existencia de Dios: «¡Si Dios existiera, debería dejarse ver o sentir más! ¿Por qué habría de ocultarse hasta este punto?» (p. 102). El segundo argumento es, a diferencia del primero, más teórico que empírico, menos basado, por tanto, en la experiencia: «Para el pensamiento, la verdadera fuerza del concepto de Dios es la posibilidad de explicar, a través de él, el mundo, la vida, el pensamiento mismo… Pero ¿de qué vale esta explicación, si Dios, en caso de que exista, es inexplicable por definición?» (p. 104). El autor cuestiona aquí el valor de una creencia que no puede inexplicarse ni racionalizarse. El tercer argumento es el del mal: «Hay demasiados horrores en el mundo, demasiados sufrimientos, demasiadas injusticias, para que se pueda creer fácilmente que este mundo ha sido creado por un Dios absolutamente bondadoso y omnipotente» (p. 107). El cuarto es de índole subjetiva: Comte-Sponville tiene una idea poco elevada o positiva de la humanidad en general y de sí mismo en particular, de ahí que le cueste imaginar que un Dios haya podido crear al ser humano: «¡Sería una causa demasiado grande para un efecto tan pequeño!» (pp. 108-109). El quinto y último argumento es el que sigue: «Si no creo en Dios, es también, y quizá sobre todo, porque preferiría que existiera […] Dios es tanto menos probable, así me lo parece, cuanto más deseable es: corresponde tan perfectamente a nuestros más fuertes deseos, que es pertinente preguntarse si no lo habremos inventado nosotros para tal fin» (p. 110). Al fin y acabo, los humanos deseamos no morir, reencontrarnos con nuestros seres queridos… Y muchas religiones prometen la vida más allá de la muerte, la reencarnación… 5. Redacción. 9. El arte 1. La belleza se encuentra en el mundo animal y en la naturaleza, no sólo en el arte (p. 115). Frente a la asociación de hermosura y arte, frente a quienes creen que el arte es la búsqueda de la belleza, Comte-Sponville lo vincula íntimamente con la interrogación sobre el mundo y la humanidad, con la búsqueda de una verdad y un sentido (p. 116), algo exclusivo del ser humano. www.planetalector.com -9- Solucionario: “Invitación a la filosofía” El hombre necesita el arte para “exteriorizar lo que es” y encontrar en lo que es “una especie de reflejo de sí mismo”» (p. 117). 2. El autor se inspira en Kant para definir el genio como aquel talento o don natural (Comte-Sponville matiza que también puede ser adquirido, es más, que probablemente sea ambas cosas) que «da al arte sus reglas». De acuerdo con Kant, el genio únicamente da reglas produciendo «aquello de lo que no puede darse ninguna regla concreta», aquello que aunque no es posible reducir a un puñado de reglas se las da al artista y a sus sucesores (p. 118). En otras palabras, el genio no imita a nada y a nadie pero posteriormente será imitado: es original y ejemplar a la vez (pp. 118-119). 3. Las artes eran tradicionalmente seis: la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza y la literatura. Luego se sumó a estas el cine y, propone el autor, lo mismo podría hacerse con el cómic (p. 121). Todas estas artes tienen en común la subjetividad del genio, mediante la cual puede alcanzarse lo universal, pero también «la agradable emoción que nos procuran» (p. 121). Matiza el filósofo que este placer es, asimismo, desinteresado, tal y como lo definió Kant (p. 122). 4. Respuesta libre. 10. El tiempo 1. «Si nadie me pregunta, lo sé; pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé» (p. 127). San Agustín quiere decir que aunque tiene una fuerte intuición sobre qué es el tiempo, le resulta imposible racionalizar esa intuición y transformar sus impresiones en una definición coherente. En palabras de ComteSponville: «El tiempo es una evidencia y un misterio: todos lo experimentamos nadie puede captarlo» (p. 127). 2. Como apunta el propio autor, «el pasado no es, pues ya no es. Ni el futuro, pues todavía no es. En cuanto al presente, sólo parece ser tiempo –y no eternidad– en tanto que, instante a instante, no deja de abolirse» (pp. 128-129). La paradoja reside en que el presente se alarga, continúa y persiste para nosotros, y que, como el futuro y el pasado no son, sólo pueden considerarse nadas o ausencias: «Una aniquilación (el presente) entre dos nadas (el futuro, el pasado). Una huida entre dos ausencias. Un relámpago entre dos coches. www.planetalector.com -10- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 3. 4. 5. 6. ¿Cómo podría algo así constituir un mundo? ¿Cómo podría constituir una duración?» (p. 129). Podemos darle a casos como este la categoría de verdad: «Pero esto, que sucedió, sigue siendo verdad, y seguirá siéndolo indefinidamente, aunque hoy, o mañana, ya nadie lo recuerde. Cada una de sus lágrimas [las de la citada niña] es una verdad eterna, como diría Spinoza; de lo contrario, no habría verdad» (p. 130). Tampoco quiere decir esto que el pasado exista: «esta verdad es presente, siempre presente […] No es el pasado que permanece; es la verdad que no pasa» (p. 130). El ejemplo que emplea es el de la misma lectura de este capítulo. Por eso se dirige a nosotros, lectores: «¿Leerás este capítulo hasta el final? No lo sabrás hasta que lo hayas terminado: esto ya no será futuro, sino pasado» (p. 131). En cuanto a la imaginación o la resolución, sólo existen en el presente, en el momento en que pensamos en estas facultades y las experimentamos (p. 131). Se trata de un concepto empleado por los filósofos del siglo XX para referirse al tiempo vivido, el tiempo subjetivo (pp. 135136). Es «una dimensión de la conciencia, antes que del mundo», una «distensión del alma» o una «forma a priori de la sensibilidad» y no una realidad objetiva. «Una cualidad del sujeto, antes que del objeto» (p. 136). No obstante, el hecho de que únicamente seamos capaces de experimentar el tiempo a través de la subjetividad no supone necesariamente que se reduzca a ella. Entre otras razones arguye: «Si el tiempo sólo existiera para nosotros, ¿cómo habría podido transcurrir desde el Big Bang hasta la aparición de la vida? Y si no transcurría, ¿cómo habría podido la naturaleza evolucionar, transformarse, crear?» (p. 1369. Respuesta libre. www.planetalector.com -11- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 11. El hombre 1. «Primero porque, en cuanto a su extensión, todas ellas son posiblemente demasiado amplias y, sin duda, demasiado estrechas. Una buena definición debe ser válida para todo elemento definido, y solamente para él» (p. 143). En segundo lugar, no sólo son estas definiciones demasiado amplias, sino también demasiado estrechas, «pues no son válidas para todo elemento definido» (p. 144). A la postre, en sus disquisiciones sobre el ser humano el autor está explicando cómo debe ser una definición. 2. Todos hemos sido engendrados (y no creados): todos hemos nacido de una mujer. La humanidad es, asimismo, una especie animal de la clase de los mamíferos, más concretamente de los primates (p. 146). 3. El autor intenta definir al ser humano no en términos morales, sino materiales, no en términos culturales, sino naturales. Por eso busca datos objetivos, positivos, y no se detiene en disquisiciones sobre comportamientos, actitudes, etc. Si la humanidad puede convertirse en virtud, afirma, «es solamente por fidelidad a este hecho y a esta especie» (p. 147). Y es que incluso los hombres más crueles son humanos: «Pero seríamos como ellos si les negásemos su pertenencia a la humanidad […] La humanidad es algo recibido, antes que algo creado. Algo natural antes que cultural» (p. 147). 4. Debate. 5. Hay un «humanismo práctico o moral», consistente en los derechos y deberes del hombre (p. 148). Se trata de una moral antes que de una política y repara sobre todo en nuestro prójimo. Así, la masturbación o la homosexualidad no son ya prácticas denunciables porque no hacen daño a nadie, mientras que la violación, el proxenetismo o la pederastia sí lo son porque implican violencia y explotación de seres humanos. «La moral no es ya la sumisión a una prohibición absoluta o trascendente, sino la consideración de los intereses de la humanidad, y sobre todo del otro, hombre o mujer» (p. 149). Hay un segundo humanismo, el «teórico o trascendental», que consiste en ciertas creencias o conocimientos sobre el hombre constitutivos, asimismo, del fundamento de nuestros deberes para con él (pp. 149-150). www.planetalector.com -12- Solucionario: “Invitación a la filosofía” 12. La sabiduría 1. La experiencia. La sabiduría no parte de una teoría ni de una ciencia, sino que se adquiere con la práctica, en el transcurso de la vida (pp. 155-156). 2. La sabiduría «se refiere menos a la verdad o a la eficacia que al bien, para sí mismo y para los demás. ¿Es un saber? Ciertamente. Pero un saber vivir». Por su parte, la filosofía «consistiría más bien en saber pensar». Comte-Sponville subraya que la filosofía únicamente tiene sentido en la medida en que nos acerca a la sabiduría: «se trata de pensar correctamente para vivir rectamente, y sólo esto es verdaderamente filosofar» (p. 156). En resumen, «La sabiduría es la meta; la filosofía, el camino». 3. En primer lugar, hay que filosofar porque existen diversos tipos de sabiduría, diversas formas de pensamiento, y para formarnos una idea de cada una de ellas y poder elegir debemos conocerlas y reflexionar al respecto. En segundo lugar, es necesario filosofar «Porque no sabemos vivir», porque la desdicha y la angustia nos acechan constantemente y debemos aprender a sobrellevarlas. En este sentido, la filosofía debería ayudarnos a adquirir la sabiduría y, con ella, cierta felicidad y cierta serenidad (p. 159). Como señala el autor más adelante, «No se filosofa para pasar el tiempo, ni para lucirse, ni para juguetear con conceptos: se filosofa para salvar la piel y el alma» (p. 163). Otras propuestas Se puede organizar la clase en doce grupos y asignar a cada uno de ellos un capítulo. Asimismo, la ordenación de las citas puede efectuarse de acuerdo con un criterio temático, cronológico o por autor. La bibliografía final resultará de ayuda para comprender la vastedad de autores y sentencias recogidas en Invitación a la filosofía. www.planetalector.com -13-