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La Teoría Peirciana de la Experiencia en la
Semiótica Trascendental de Apel.
Revista
Por Lic. Héctor R. Bentolila
Córdoba/ Nº2
Héctor Bentolila. Verdad y Lenguaje. El
problema de la evidencia como criterio de verdad
en la "pragmática trascendental" de Karl OttoApel, en Nordeste, segunda época, serie:
Tesis, Filosofía, 2, Universidad Nacional del
Nordeste, Resistencia, Chaco, 1999
1
la prioridad del lenguaje va unido el
reconocimiento del carácter social e
histórico
de
toda
relación
intersubjetiva mediada por símbolos.
En ese contexto la semiótica de
Peirce ocupa un lugar importante
(aunque aun no suficientemente
destacado) dentro de la filosofía del
lenguaje y la teoría del significado.
Su concepción general del signo o
semiosis,
desarrollada
como
mediación infinita del pensamiento
por los signos y por el lenguaje,
involucra además de una teoría
pragmática del significado como
acuerdo intersubjetivo o consenso,
una concepción cuasi-trascendental
del conocimiento como realismo
crítico del sentido.
En este trabajo tratamos pues
de presentar algunos elementos
básicos de dicho realismo crítico,
eligiendo como punto de partida la
pragmática
trascendental
desarrollada por Karl Otto-Apel. Para
éste, la semiótica de Peirce resulta
relevante para la filosofía del
lenguaje en un doble sentido.
Primero, porque el reconocimiento
de la función mediadora del signo en
el proceso cognitivo rompe con el
esquema diádico de la relación básica
del conocimiento, conceptualizada
en la oposición entre sujeto y
o b j e t o . E n s e g u n d o l u g a r, e l
concepto peirciano de interpretante
permite superar las limitaciones
semánticas de la teoría del
significado al introducir la noción
cuasi-trascendental de la unidad de
consistencia como unidad de
interpretación intersubjetivamente
consensuada. Lo que nos interesa de
la lectura de Peirce que nos ofrece
Apel es que ella hace posible
reconstruir su semiótica como una
TOPOS & SOPORT
El "giro lingüístico" constituye
sin duda uno de los hechos más
sobresalientes de la filosofía de
último siglo. Su influencia se extiende
a t o d a s l a s r a m a s d e l s a b e r,
principalmente a aquellas ligadas al
análisis del significado y la verdad
como la lógica de la ciencia, o
vinculados
al
estudio
del
comportamiento de los signos en la
vida social, como la lingüística y la
semiótica. En la filosofía, el giro
lingüístico es el título que recibe la
transformación producida en el
interior de ella misma como
consecuencia del agotamiento del
modelo psicológico basado en el
estudio de la conciencia y de sus
modos de representación. A partir de
dicho giro, el medio de expresión del
filosofar se convierte en objeto de
estudio de la filosofía, generando un
auténtico cambio de perspectiva
cuyo resultado final es la sustitución
de la filosofía de la conciencia por
una filosofía del lenguaje.
Frente al primado del sujeto
autoconciente, la filosofía que
emerge del giro afirma el carácter
irrebasable del lenguaje y, en este
sentido, su status de a priori del
pensamiento. En cuanto tal, la
imposibilidad de pensar más allá de
los límites del lenguaje, es decir, sin
"la mediación del pensamiento
intersubjetivamente válido por los
signos", es vista y asumida de
manera radical como el nuevo
principio de la filosofía 1 . Al mismo
tiempo, junto al descubrimiento de
1
teoría de la experiencia y de su
estructura semiótica tridimensional.
Ejes
de
una
tridimensional.
semiótica
Revista
TOPOS & SOPORT
Córdoba/ Nº2
Charles Peirce tiene el mérito de
haber formulado una ciencia general
del signo o semiótica que integra por
primera vez, bajo el concepto de
signo, tres dimensiones distintas de
la experiencia: la dimensión del
objeto de la experiencia, la del sujeto
o intérprete -para quien algo vale o
se presenta como objeto en la
experiencia- y, finalmente, la del
signo que efectúa la mediación entre
los dos primeros. Desde un principio,
Peirce se muestra como un profundo
conocedor de la tradición filosófica,
especialmente de la escolástica
medieval (Ockham, Duns Escoto) y
de la filosofía moderna (Bacon,
Hobbes, Berkeley y Kant). Esto le
permite
enfrentar
los
reduccionismos que de ambos lados
terminan asimilando la experiencia a
la observación empírica de hechos o
a la evidencia intuitiva de la realidad
para una conciencia.
El punto de partida de la
semiótica peirciana está marcado
por la utilización negativa del término
nominalismo. Con éste concepto el
filósofo norteamericano quiere
expresar su crítica a todos los
pensadores de la tradición a partir
de Ockham, a los cuales no obstante
se siente vinculado intelectualmente.
Peirce comparte con el nominalismo
su rechazo a aceptar la existencia
de universales ante rei. Sin embargo,
considera que si bien la existencia
actual es propia de las cosas
individuales identificables hic et nunc,
reconoce también cierta realidad
virtual de los universales en las
cosas. Esta realidad está vinculada
a su validez objetiva en tanto hacen
posible la representación de la
realidad por medio de signos para
todo pensamiento en general. Lo que
Peirce le critica al nominalismo es
más bien su "incapacidad de
conjugar/armonizar la dependencia
fundamental de los universales
respecto de la representación del
mundo a través de signos, con la
validez objetiva de los universales",
esto es, con su "realidad virtual en
las cosas individuales", más allá de
lo que un individuo o una comunidad
limitada puedan pensar sobre las
cosas aquí y ahora. 2
La crítica al nominalismo va
acompañada también de una crítica
al
concepto
moderno
de
conocimiento en tanto medium
quod. De acuerdo con este, el
conocimiento es el medio por el cual
experimentamos las cosas, no como
son en sí mismas, como existen en
el mundo exterior, sino solamente
sus efectos en nuestras conciencias.
En tal sentido, la dimensión del
objeto de la experiencia queda
siempre reducida a la dimensión del
sujeto de conocimiento, según el
esquema binario de la relación
sujeto-objeto. Peirce reprocha en
este concepto, como antes al
nominalismo, el practicar una "mala
metafísica, una metafísica que se
apoya en la absurda presuposición
de que pueden –o incluso debenexistir cosas en sí que, por principio,
no son representables por medio de
signos", que no son cognoscibles. 3
El supuesto de la cosa-en-sí
tiene su fundamento en la
concepción de la "conciencia como
receptáculo, cuyos contenidos serían
los signos naturales de las cosas".
Ta l e s s i g n o s , e n t a n t o q u e
representaciones formales de las
cosas elaboradas por la conciencia
o impresa en ella, nos ofrecerían un
conocimiento parcial y mediado de
las mismas, mientras que su
existencia exterior se revelaría en
todo momento como problemática.
Peirce, por el contrario, "acepta el
modelo de la afección causal de los
sentidos a partir de las cosas del
mundo exterior", pero no identifica
Karl Otto- Apel. El camino del pensamiento
de Charles Peirce, trad. Ignacio Olmos y
Gonzalo del Puerto y Gil, Visor, La balsa de la
medusa 86, Madrid, 1997, p. 43
3
Ibid.
2
2
Revista
puede afirmarse que no hay
conocimiento de las cosas sino por
referencia al conocimiento posible,
esto es, primeramente, "por
referencia a la posibilidad de construir
una opinión sobre ellas que a la vez
tenga sentido" 6. La construcción de
esa opinión tiene lugar por medio de
inferencias en las que interviene
siempre un signo, su objeto y su
interpretante.
Las categorías semióticas de la
experiencia mediada por los
signos y el lenguaje.
La transformación de la
reflexión
filosófica
por
la
investigación semiótica supone pasar
de la concepción del conocimiento
como medio por el cual (medium
quod) se tiene experiencia de las
cosas, a la concepción del
conocimiento en tanto que medio en
el (medium quo) que se lleva a cabo
la experiencia en cuanto síntesis de
los datos sensoriales en la unidad de
opinión consistente.
Para Peirce "una experiencia es
un efecto consciente producido
brutalmente que contribuye a
formular un habito autocontrolado y,
sin embargo, tan satisfactorio
cuando se piensa en él, que ningún
e s f u e r z o p u e d e d e s t r u i r l o " 7. L a
palabra autocontrol alude para él al
yo o mente para la cual el choque
del hecho impone una restricción a
su voluntad.
Los tres niveles o dimensiones de la
experiencia se relacionan dentro de
la semiótica de Peirce con las tres
categorías faeneroscópicas que él
deduce
de
la
función
del
conocimiento
como
proceso
inferencial
–constantemente
mediado en sí mismo- de la
construcción de hipótesis. Estas tres
categoría configuran todo el ser
posible de la realidad que puede ser
experimentada y se vinculan con los
TOPOS & SOPORT
Córdoba/ Nº2
esta afección en las impresiones con
el conocimiento. Para él, como dice
Apel en su exposición sobre El
camino del pensamiento en Charles
Peirce, el conocimiento "no consiste
en ser afectado por las cosas-en-sí,
ni en la intuición de ciertos datos,
sino en la mediación de una opinión
consistente sobre lo real; es decir,
en la representación de los hechos
exteriores. En el encuentro del
sujeto con el objeto (...) esos
hechos nos dan indicios de su propia
existencia y dejan tras de sí, (...)
ciertos signos expresivos cualitativos
o semejanzas (icons) de su ser así." 4
Al colocar la esencia del
conocimiento en la formación de una
opinión consistente sobre los signos
de la realidad exterior, más que en
la representación subjetiva de un yo
conciencia, Peirce puede ser visto
también como un pionero en la
filosofía del lenguaje. Su semiótica
anticipa así la dirección del giro
pragmático de la filosofía y de la
teoría del conocimiento mediado
simbólicamente.
El alcance de esta semiótica
pragmática en relación con el
conocimiento y la experiencia se
comprende mejor si se la analiza,
como hace Apel, a partir de la
transformación que realiza Peirce del
concepto de conocimiento sobre la
base de la idea de inferencia
hipotética. Esta efectúa en los juicios
perceptivos
la
síntesis
del
conocimiento (la concepción de algo
como algo) reduciendo los signos de
las cosas a "la unidad de una
proposición consistente sobre el
hecho exterior a través del
descubrimiento de un predicado" o
símbolo interpretante. 5
El núcleo de la transformación
peirciana
del
conocimiento
finalmente está dado, como se verá
más adelante, por la reconstrucción
semiótica de la crítica kantiana en
términos de una crítica del sentido.
A partir de este punto de vista,
Ibid., p. 48 y ss.
Charles Peirce. "Un argumento olvidado a
favor de la realidad de Dios", taller, Hibbert
Journal, 1908, p. 190
6
7
4
5
Ibid.
Ibid.
3
Revista
9
La articulación simbólica de la
experiencia en tanto semiosis
mediadora.
Córdoba/ Nº2
Ibid.
Charles Peirce.
La ciencia de la semiótica, Nueva Visión, Bs.
As., pp. 22 y ss.
10
Cfr. Peirce, ibid., p.110, 111 y ss.
11
Ch. Peirce,Lecciones sobre el pragmatismo,
trad. Dalmacio Negro Pavon, Buenos Aires,
Aguilar, 1978, p. 90 ss.
8
a ella le corresponde el tipo de signo
icono, en "virtud del cual algo se
expresa como algo en su ser-así por
medio de un signo". El icono está
presente en el juicio de experiencia
o de percepción e "integra en la
síntesis de la representación
(Repräsentation) el contenido de la
imagen de una cualidad del mundo
experimentada". 2. La Segundidad
representa la "reacción" producida
por el "choque" del yo con un "noyo"; el signo que la representa es el
índice que tiene como función
garantizar en el juicio de experiencia
"la identificación espacio-temporal de
los objetos" que son determinados
mediante
predicados.
3.
La
Terceridad representa finalmente la
"ley " o "h á b i t o" q u e t i e n e l u g a r
como resultado de la mediación de
La Primera con La Segunda. El signo
que la representa es el símbolo
"convencional" que tiene como
función principal "sintetizar –qua
representación- algo como algo
mediante concepto". 12
La categoría, así como los
signos, su clasificación y las
relaciones
triádicas
que
se
establecen entre ellos forma la parte
lógico formal más divulgada de la
semiología de Peirce. Aquí la
enunciamos de manera esquemática
sólo para mostrar cómo el pensador
articula los niveles de la experiencia
según la función mediadora del signo
y como aproximación al punto de
vista que queremos presentar. Esto
es, la idea peirciana de la experiencia
como semiosis mediadora; como
síntesis de las influencias o
encuentros
simbólicamente
mediados entre el intérprete del
signo y las cualidades sensibles de
las cosas experimentadas.
TOPOS & SOPORT
tres universos de la experiencia que
son familiares para todos según
Peirce. El universo primero de las
"ideas puras" o "nadas etéreas, a las
cuales el espíritu del poeta, del
matemático o de cualquiera podría
dar un lugar y un nombre en esa
mente"; el universo de a "actualidad
en bruto de las cosas y de los
hechos" y el tercer universo de los
signos que hacen posible "las
conexiones entre objeto diferentes
y en particular entre objetos que
pertenecen a universos diferentes". 8
Las categorías que le corresponden
a estos universos desde el punto de
vista semiótico se corresponden en
Peirce con las tres dimensiones del
signo o semiosis según la definición
del signo o representamen como
"algo que, para alguien, representa
o se refiere a algo en algún aspecto
o carácter (228)." 9
Los tres tipos de signos se
fundan en las tres categorías
semióticas que expresan, a su vez,
todas las ideas en tres clases
universales: la Primeridad o "el modo
de ser de aquello que es tal como
es, positivamente y sin referencia";
la Segundidad o "el modo de ser de
aquello que es tal como es, con
respecto a una segunda cosa"; la
Terceridad o "el modo de ser de
aquello que es tal como es, al
relacionar una segunda cosa con una
tercera entre sí". 10
Las categorías constituyen para
Peirce "un elemento de los
fenómenos, del primer rango de
generalidad" 11 y su virtual aplicación
tiene que ser ilustrada por una
fenomenología o faeneroscopía. Esa
aplicación se lleva a cabo a través
de los signos de la siguiente manera:
La Primeridad representa una
simple "cualidad de sensibilidad" y
Apel, Transformación de la filosofía, op. cit.,
p. 162; Cfr. también Ch. Peirce, Lecciones
sobre el pragmatismo,op. cit. pp. 89 ss.; 93
ss.; 117 ss.
12
4
Revista
imposibilidad de discernir las
condiciones de posibilidad y validez
del
conocimiento
científico
recurriendo únicamente a la
formalización sintáctica de las teorías
o al análisis semántico de la relación
diádica entre teorías y hechos" 14 .
Más bien tales condiciones coinciden
con las condiciones del conocimiento
en general. Estas son las mismas que
la de la experiencia posible y
presuponen ya siempre, mediante la
triple dimensión de los signos en los
juicios de experiencia o inferencias
hipotéticas,
un
elemento
intersubjetivo, análogo a la "unidad
trascendental de la conciencia"
kantiana.
Si bien es cierto, como aclara Apel,
que Peirce rechaza el modelo
psicológico
y
circular
de
argumentación de Kant, en su
concepción del conocimiento como
"mediación
de
una
opinión
consistente sobre lo real" se
aproxima a la idea del "punto
supremo"
kantiano
de
la
"apercepción trascendental". A pesar
de todo, la expresión "unidad de
consistencia" (unity of consistency),
que Peirce utiliza para explicar la
reducción de los datos sensoriales a
una proposición con sentido, no tiene
nada que ver con una "unidad
objetiva de las representaciones
(Vorstellungen)
en
un
yoconciencia". De lo que se trata es de
"la consistencia semántica de una
"representación" (Repräsentation) de
los objetos intersubjetivamente
válida, conseguida mediante signos
y que, (...), sólo podemos
determinar en la dimensión de la
interpretación de los signos". 15
De este modo, Peirce hace
depender la objetividad (validez) de
los juicios de experiencia de la unidad
del acuerdo intersubjetivo sobre el
sentido; unidad que se coloca como
telos del proceso de conocimiento
llevado adelante por la comunidad de
TOPOS & SOPORT
Córdoba/ Nº2
Para desarrollar esta idea
tomamos como hilo conductor de
nuestra exposición sobre Peirce la
interpretación que hace Apel en su
obra Transformación de la Filosofía.
Allí, Apel considera que la
transformación semiótica que hace
Peirce del concepto de conocimiento
puede ser asumida como una
"reconstrucción crítica de la Crítica
de la razón pura" en tanto crítica del
sentido. De esta manera, transforma
la lógica trascendental de Kant,
orientada al análisis de la conciencia,
en una "lógica semiótica-normativa
de la investigación" orientada al
análisis de los signos, desde el punto
de vista pragmático. El núcleo de
dicha transformación consiste en
este caso en la introducción de la
perspectiva "cuasi-trascendental" del
sujeto a través de la función
cognoscitiva del signo. A partir de
esta función se encuentra ya en
Peirce una clara "diferenciación del
problema de la validez o de la
justificación en la pregunta por los
criterios de sentido y la pregunta por
los criterios de confirmación de los
enunciados científicos". Por otro
lado, su semiótica ofrece, además,
una comprensión de los límites del
conocimiento, cuyo efecto en el
plano de la reflexión filosófica
consiste en "una renovación de la
pregunta
kantiana
por
las
condiciones de posibilidad y validez
del conocimiento científico como
pregunta por la posibilidad de un
acuerdo intersubjetivo sobre el
sentido y verdad de los enunciados
o de los sistemas de enunciados". 13
El programa de Peirce presupone
según Apel una pragmática cuasitrascendental del significado que es
capaz de hacer frente a la lógica de
la ciencia, dominada por la
perspectiva objetivista de la
semántica formal. Ello se demuestra
en el hecho de que, a partir de su
semiótica tridimensional puede
ponerse
de
manifiesto
"la
K. Otto- Apel, Transformación de la filosofía
, op. cit. p.-156.
15
Otto- Apel, ibid., p.160.
14
K. Otto- Apel, Transformación de la filosofía
, Tomo II, op. cit., p.155.
13
5
Revista
17
Córdoba/ Nº2
Apel, ibid., p 182.
Apel,
16
La máxima pragmática y la
interpretación de la experiencia.
Otro de los puntos capitales que
se desprenden de la transformación
semiótica del conocimiento realizada
por Peirce es la ampliación del
esquema
semántico
de
correspondencia entre signo y
objeto. Esta consiste en la
introducción de la triple dimensión
pragmática de la interpretación a
través de las tres funciones
semióticas del signo.
En este nivel, Peirce adopta como
punto de partida de su investigación
la función semiótica o semiosis. Por
semiosis entiende "una acción, una
influencia que sea, o suponga una
cooperación de tres sujetos, como,
por ejemplo, un signo, su objeto y
su interpretante, influencia tri-relativa
que en ningún caso puede acabar en
una acción entre parejas (5.484)".
A su vez estructura esta influencia
como una relación entre un signo
lingüístico-conceptual o símbolo
(interpretante del signo), y dos signos
extralingüísticos -índice e ícono-,
cuyas funciones posibilitan, junto con
el primero, el paso de los estímulos
sensoriales y de las cualidades de
intuición a los conceptos o juicios.
El proceso por el cual se lleva
adelante esta integración en el juicio
de percepción es para Peirce la
abducción o hipótesis. Esta nos
permite, según Apel unir en el
concepto de signo la identificación de
"algo –denotatum-, en tanto que
algo
–designatumpara
un
intérprete", mediante la síntesis
interpretativa del lenguaje como
condición de posibilidad del
conocimiento intersubjetivamente
válido. "La abducción o hipótesis
explica la posibilidad de la
experiencia, porque realiza la
auténtica síntesis en el juicio de
experiencia, reduciendo lo múltiple de
los estímulos sensoriales y de las
cualidades de sentimiento a la unidad
de la consistencia". 18
TOPOS & SOPORT
investigadores científico en tanto que
interpretación consistente de los
signos.
La garantía de objetividad de los
acuerdos o consensos fácticos que
se logran en la vida real se subordina
ahora en un consenso ideal,
postulado desde la crítica del sentido
como consenso último de la
comunidad
ilimitada
de
investigadores. A éste tienden
nuestras interpretaciones del mundo
y así se entiende por qué para Peirce
tiene que sustituirse el último
presupuesto y el "punto supremo" de
Kant -la síntesis trascendental de la
apercepción- por la síntesis de todas
las inferencias científicas in the long
run; síntesis que es representada por
el postulado cuasi-trascendental de
una "convicción última". 16
Esta convicción última tiene para
Peirce el sentido de un ideal
regulativo del pensamiento y del
entendimiento intersubjetivo. En
cuanto tal, la convicción consiste en
la creencia de que en un proceso real
e histórico de interpretación
("proceso
de
investigación
suficientemente amplio") es dable
esperar que todas nuestras opiniones
consensuales
fácticamente
concuerden in the long run en un
consenso general y último sobre el
sentido de la realidad y de la verdad.
Por
tanto,
como
dice
Apel
refiriéndose a este punto, "ni la
definición crítica del sentido de la
realidad y de la verdad, ni la
fundamentación de la validez
necesaria en los procesos sintéticos
de inferencia" se pueden llevar a cabo
recurriendo a la fundamentación del
conocimiento en una comunidad
fáctica, función que es fáctica y
empíricamente descriptible. Esto sólo
puede efectuarse "a la luz de la
convergencia de los procesos de
inferencia y de interpretación en una
comunidad ilimitada, convergencia
que
debe
ser
postulada
normativamente". 17
Otto- Apel, Transformación de la filosofía
, op. cit., p. 163.
18
6
Revista
Córdoba/ Nº2
Charles Peirce,
Lecciones sobre el pragmatismo
, op. cit., p. 47.
19
una parte, hay que tener a la vista
las propias acciones u operaciones
con relación a la cosa denominada
"dura" o "pesada"; y, por otra parte,
hay que tener en cuenta las
experiencias esperables en el caso
de tales operaciones". 20
Ahora bien, es necesario precisar
que la aclaración del sentido no
puede ser asimilada en Peirce con un
caso de definición operativa del
significado, cuya validez quedaría
subordinada a su simple utilidad
práctica. Por el contrario, la
explicación del significado mediante
la máxima pragmática va más allá de
la aclaración del uso lingüísticamente
establecido. Como dice Apel, ella
eleva, además, tendencialmente a la
conciencia el "trasfondo" de nuestra
precomprensión
del
mundo,
presupuesta en el uso y la
comprensión lingüísticos normales.
"Con la pregunta por el sentido de
"verdad" no pretendemos, al fin y al
cabo, aclarar el uso fáctico de esta
palabra en español, sino el uso
adecuado (...) que se debería hacer
en español de la palabra existente
para (el concepto) verdad, como en
cualquier otro idioma que disponga
de la palabra correspondiente". 21
Aquí hay que mencionar también,
que la comprobabilidad práctica de la
verdad implica para Peirce un
"quehacer público", pero a diferencia
de otros pragmatistas, como James
y D e w e y, e l c o n t e x t o d e d i c h a
comprobación no se refiere al éxito
de las acciones en la vida individual
o
social,
sino
"al
de
una
comprobación en el marco de la
comunidad de interpretación y
experimentación de los científicos, en
principio ilimitada". 22 Esta comunidad
tiene un carácter normativo. En
cuanto tal, sus miembros son
capaces de subordinar sus intereses
individuales y sociales al interés de
TOPOS & SOPORT
La importancia de este tipo de
inferencia radica en que, mediante
ella, Peirce puede unir el postulado
semiótico de la unidad de la
interpretación, con el postulado
lógico de la investigación de una
confirmación por la experiencia. A
través de la abducción se conectan
la fase sintética y analítica de la
investigación. El procedimiento que
hace posible esta síntesis es el de la
"máxima pragmática"; procedimiento que consiste en considerar,
lisa y llanamente, "qué efectos, que
pudieran concebiblemente tener
alcance práctico, concebimos que
tiene el objeto de nuestra percepción.
Entonces nuestra concepción de esos
efectos es la totalidad de nuestra
concepción del objeto". 19
A dicha máxima va unida la
definición de la verdad como
consenso relevante criteriológicamente, puesto que ella permite,
como cree Apel, una superación
post-lingüística de la teoría
semántica de la verdad como
correspondencia. La máxima,
concebida
"como
explicación
semántica y pragmática (...) del
sentido de la verdad", contiene
virtualmente la explicación del
sentido de la verdad. En tanto que
condición abstracta mínima de toda
teoría de la verdad, ella toma
presupone las teorías de la verdad
que
proceden
tanto
de
la
fenomenología (evidencias), como
más actualmente de la filosofía del
lenguaje
(correspondencia
y
coherencia).
El funcionamiento de la máxima
pragmática para la comprensión de
la verdad puede verse en los
siguientes ejemplos de aclaración de
los predicados "duro" y "pesado" que
menciona Apel: "Si se quiere saber
qué es lo que se dice cuando se
afirma de una cosa que es "dura" o
"pesada" hay que poner en marcha...
un experimento mental en el que, por
K. Otto- Apel, Teoría de la verdad y ética del
discurso
, trad. N. Smilg, Barcelona, Paidós, 1991, p.
65.
21
Ibid.
22
Ibid.
20
7
Revista
Córdoba/ Nº2
Cfr. Ibid.
Otto- Apel, ibid., p. 69.
25
Cfr. Otto- Apel, Semiótica filosófica
, Edición y estudios introductorios de: Julio
De Zan, Ricardo Maliandi y Dorando Michelini,
trad. Julio De Zan, Almagesto, Bs. As., 1994,
p. 97.
23
ciertamente con independencia del
presupuesto de la resolución fáctica
de las pretensiones de verdad a
través del conocimiento, pero no con
independencia de la resolución
posible de dichas pretensiones de
verdad por el conocimiento". 26
Con este principio pierde vigencia
aquella absurda definición de la
realidad como la cosa en sí
incognoscible que Peirce reprocha
como dijimos tanto al nominalismo
como a la filosofía moderna,
especialmente a Kant. En lugar de
suponer tal cosa-en-sí, lo real se
piensa como aquello infinitamente
cognoscible que nunca puede ser
conocido definitivamente. En este
punto, la semiótica peirciana señala
el camino de superación del realismo
del sentido común en tanto realismo
crítico del sentido. En ella, el punto
de vista del realismo -lo real es
independiente del pensamiento de
alguien sobre ello- es compatible con
el punto de vista semiótico según el
cual "lo real como lo identificable y
lo aprehensible debe ser objeto de
la interpretación de los signos". 27
Sobre la base de este realismo
crítico,
la
aproximación
al
conocimiento verdadero no expresa
más que la tarea de interpretación
lingüística del mundo y, al mismo
tiempo, una labor de síntesis cuyo
sujeto no puede ser sino una
comunidad ideal e ilimitada de
interpretación. Por un lado, dicha
comunidad supone como idea
reguladora un consenso último o, lo
que es igual, una opinión en verdad
intersubjetivamente válida que
debiera alcanzarse in the long run y
hacia la cual apuntan los consensos
f á c t i c o s d e l o s i n v e s t i g a d o r e s . 28
Pero, por otro lado, en cuanto la
comprobabilidad práctica de la verdad
apunta a un consenso fundado, tiene
que tener en cuenta también tanto
la evidencia fenoménica del darse del
TOPOS & SOPORT
buscar la verdad ("Selfsurrender"
moral). En este contexto, la
comprobación de creencias o de
hipótesis se piensa como "prueba de
la capacidad de consenso mediante
argumentos". 23
Ahora bien, Apel considera que la
comunidad de interpretación o de
investigación forma en el esquema
de pensamiento de Peirce una "cuasiinstitución" a la manera de la "idea
regulativa" de Kant. En tal sentido,
dicha comunidad "no representa a
ningún
sistema
social
o
individualmente
limitado
(de
autoafirmación), sino que está
constituido a priori sólo por la idea
reguladora de la formación ilimitada
e intersubjetiva de consenso sobre
criterios de verdad disponibles". 24
Desde esta perspectiva, ella
anticipa
-contrafáctica
y
normativamenteel
sentido
intersubjetivamente válido de la
verdad como consenso, a partir del
cual, la comprobabilidad práctica
puede ser interpretada, como piensa
Apel, de una manera mucho más
amplia que el de la simple verificación
por medio de la experiencia. En
efecto, para Peirce, el concepto de
verificación de extiende hasta la
comprobación por medio del
conocimiento, la cual permite pensar
no sólo en la comprobación de
enunciados matemáticos, sino sobre
todo en la de enunciados filosóficos
con pretensiones de validez universal
a priori, por ejemplo, los enunciados
autorreflexivos que expresan los
presupuestos
(condiciones)
indiscutibles de la argumentación. 25
Esta idea de verificación se funda por
otra parte en el principio crítico de
cognoscibilidad de Peirce, según el
cual "los conceptos de realidad y de
verdad (en el sentido más amplio
posible) pueden ser pensados
24
Ibid.
Ibid., p. 236.
28
Cfr. Otto- Apel,
Teoría de la verdad
..., op. cit., pp. 70 y 73.
26
27
8
Revista
fundarse en una teoría del signo o
semiosis. Toda experiencia humana
en general es una experiencia que
parte
del
signo
o
símbolo
(terceridad) y se dirige hacia otro
signo en la mente del interprete (el
interpretante), para quien está en
lugar del objeto en algún aspecto o
carácter (su fundamento).
En cuanto semiosis, la experiencia
reclama para ser expresada la unidad
del signo símbolo en la forma de una
unidad de consistencia semántica
sobre el hecho exterior al que se
refiere o significa. Esta unidad es la
inferencia hipotética o abducción que
une en el juicio de experiencia, las
cualidades o semejanzas de las
sensaciones expresadas por el icono,
con los símbolos o representaciones,
a través de la indicación de existencia
que posibilitan las expresiones
indexicales o, simplemente índices.
Finalmente, siguiendo a Apel
podemos decir que la hipótesis o
inferencia abductivas, así como la
máxima pragmática de aclaración
intersubjetiva del significado de
Peirce, son a la experiencia y el
conocimiento lo que en la teoría del
conocimiento y en la lógica de la
investigación trascendental, son la
apercepción trascendental y la
deducción trascendental de las
categorías de Kant. Ellas explican la
estructura universal de la experiencia
posible mediante la explicitación de
las condiciones que actúan en
nuestra relación con las cosas o el
mundo exterior, sólo que en este
caso, la relación es descripta por la
mediación intersubjetiva de los
signos y del lenguaje. Esto permite
a Peirce salvar las contradicciones y
paradojas
de
la
metafísica
subjetivista y adelantarse en la
superación de la falacia semántica del
giro lingüístico. En uno y otro sentido,
la semiótica peirciana constituye hoy
uno de los últimos sistemas del siglo
XIX, cuya riqueza y originalidad
quedan resaltadas en las soluciones
que ofrece a los problemas que
inaugura el siglo XX y que
TOPOS & SOPORT
Córdoba/ Nº2
fenómeno a un sujeto (primeridadsegundidad) como la introducción de
dicha evidencia en la discusión sobre
el sentido intersubjetivamente válido.
El puente entre la evidencia empíricafenoménica y la búsqueda de la
verdad sobre las opiniones que
sustentamos frente a las cosas está
dado por la descripción de las
cualidades
estructurales
del
fenómeno y por la subsunción de la
materia dada en tal descripción a
través de procesos de inferencia
abductiva o sintéticas.
El tema de la experiencia en la
semiótica tridimensional de Peirce
aparece, como se desprende de lo
dicho, vinculado a varios temas de
importancia.
La
experiencia
considerada como el momento de
confirmación de los juicios o leyes
científica en los juicios de percepción,
forma parte de la lógica de la
investigación científica. Allí se
encuentra asociada con el análisis de
la verdad como consenso y con la
inferencia
abductiva
como
procedimiento sintético mediador del
conocimiento en general. Por otro
lado, la definición de la experiencia y
los universos que componen su
esencia fue aclarada mediante la
exposición de la estructura semiótica
de la realidad según el esquema
tridimensional del signo. Por último,
la experiencia también se mostró
subordinada al problema de las
condiciones de posibilidad del
conocimiento y del realismo crítico
del sentido. Para Peirce la pregunta
kantiana por las condiciones del
conocimiento posible tiene un sentido
mucho más amplio que el del
conocimiento sintético a priori, como
los enunciados de las ciencias.
La pregunta de Peirce apunta a
describir cómo es posible el
conocimiento
en
tanto
que
experiencia en general. Por tanto, su
campo excede el de los enunciados
de la ciencia e incluye todo tipo de
enunciados o informaciones. Es por
eso que su teoría del conocimiento
como mediación de la opinión
consistente sobre lo real tiene que
seprolongan hasta el nuestro. !
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