Download Los métodos anticonceptivos

Document related concepts

Humanae vitae wikipedia , lookup

Moral sexual católica wikipedia , lookup

Teología moral católica wikipedia , lookup

John Rock (científico) wikipedia , lookup

Teología del Cuerpo wikipedia , lookup

Transcript
Los métodos anticonceptivos
¿Qué enseña la Iglesia?
Jesús vino a redimirnos y a enseñarnos la verdad sobre el amor, tanto el amor de Dios
hacia nosotros como el amor entre nosotros. Todo amor viene de Dios.
Jesús nos demostró cuan plenamente el amor compromete permanentemente al mismo
Dios con cada uno de nosotros, cómo Dios ama y aún sigue las huellas al pecador para
abrazarle de nuevo en la vida de gracia. "Porque Dios tanto amó al mundo que entregó a
su único Hijo para que todo el que crea en Él no se pierda sino tenga vida eterna" (Jn
3,16).
Jesús nos enseña que amar no siempre es fácil. El sacrificó su vida para que pudiéramos
compartir con Él la vida eterna. Jesús nos enseña que en el amor matrimonial, el hombre
y la mujer están llamados a amarse mutuamente hasta la muerte. Jesús asombró a la
gente al declarar que divorciarse y volverse a casar constituye adulterio (Mc. 10, 1-12), y
en la Ultima Cena nos dio el nuevo mandamiento, el mas difícil: "Amaos los unos a los
otros, como yo os he amado" (Jn 13, 15).
Por otro lado, Jesús prometió no solamente felicidad eterna a aquellos que lo sigan por el
camino estrecho (Mt. 7, 14). También prometió una paz y alegría muy especiales a
aquellos que lo acepten y lo sigan: "Aquél que quiera salvar su vida, la perderá; aquél que
pierda su vida por mí, la encontrará" (Lc. 9, 24).
Es en este contexto de la enseñanza de Jesús sobre el discipulado del amor que los
cristianos pueden comprender su enseñanza sobre el amor conyugal. Su enseñanza es
la que la Iglesia ha comunicado a lo largo de la historia. En este espíritu de fidelidad, por
lo tanto, los cristianos auténticos se deben plantear las preguntas sobre el control de la
natalidad y otros problemas pertinentes.
I. La Iglesia sobre el Matrimonio y la sexualidad
La relación matrimonial
El matrimonio es una relación permanente creada por Dios, la cual inician el hombre y la
mujer en plena libertad. Es una relación de amor y servicio, y es también un sacramento
cristiano.
La sociedad íntima de la vida y el amor conyugal ha sido establecida por el Creador y
matizada por sus leyes. Esta relación está enraizada en la alianza conyugal establecida
por el consentimiento mutuo e irrevocable.
En ese acto humano, por el cual los esposos se otorgan y se aceptan mutuamente, surge
una relación que, por voluntad divina, y en los ojos de la sociedad, tiene carácter
permanente ... Un hombre y una mujer, en la alianza matrimonial de amor conyugal, ya
"no son dos, sino una sola carne" (Mt., 19, 6) y se prestan ayuda y servicios mutuos, a
través de la unión intima de sus personas y acciones ... Los esposos cristianos tienen un
sacramento especial por el cual se fortalecen y reciben una especie de consagración en
los deberes y la dignidad de su estado". (Gaudium et Spes, 48).
La paternidad según el Concilio Vat. II (Gaudium et Spes, 50)
«El matrimonio y el amor conyugal están ordenados, por su propia naturaleza, hacia la
procreación y educación de los hijos. Los hijos son en realidad el don supremo del
matrimonio y contribuyen substancialmente al bienestar de los padres. El mismo Dios que
dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gen. 2, 18) y «que hizo al ser humano desde
el principio varón y hembra» (Mt. 19. 4), quiso compartir con el hombre una cierta y
especial participación en su propia obra de Creación. Por eso Dios bendijo al varón y a la
hembra, y les dijo: "Creced y multiplicaos" (Gen. 1. 28).
Por lo tanto, aunque no disminuye los otros propósitos del matrimonio, la verdadera
realización del amor conyugal y el sentido pleno de la familia que de él se deriva, tienen
esta dirección: Que la pareja esté dispuesta con corazones firmes a cooperar con el amor
del Creador y Salvador, quien, a través de ellos aumentará y enriquecerá su propia
familia, día tras día.
Los padres deben considerar como su misión apropiada la tarea de transmitir la vida
humana y de educar a aquellos a quienes se les ha transmitido. Deben estar conscientes
que son por esto cooperadores con el amor de Dios el Creador y son, propiamente
hablando, los intérpretes de ese amor.
Tamaño de la familia
La Iglesia no tiene ninguna enseñanza específica acerca del tamaño óptimo de la familia.
Tampoco enseña, como dicen algunos, que el matrimonio esté obligado a tener todos los
hijos que le sea posible. En las decisiones respecto al tamaño de la familia, la pareja
"tomará en cuenta cuidadosamente tanto su propio bien como el de sus hijos, los ya
nacidos, y aquellos que se prevean en el futuro. Los padres considerarán estos elementos
a la luz de las condiciones materiales y espirituales de los tiempos, y de su propio estado
de vida. Por último, llevarán a consulta los intereses del grupo familiar, de la sociedad
temporal, y de la misma Iglesia" (Gaudium et Spes, 50).
Las parejas deben tomar muchos factores en consideración. Por otro lado, la perspectiva
cristiana nos advierte que no se deben tomar decisiones basadas en factores puramente
materialistas. La vida es un don para ser compartido y la pareja cristiana debe ser
generosa en "servir a la vida" según las circunstancias.
El Papa Juan Pablo II ha dicho que las decisiones acerca del número de niños y de los
sacrificios que ellos requieren no se deben tomar con miras solamente a un mayor confort
o mantener una existencia tranquila. En reflexión profunda sobre esta materia, ante Dios,
con las gracias del Sacramento y guiados por la enseñanza de la Iglesia, los padres se
dirán mutuamente que ciertamente es menos grave el negar a sus hijos ciertas
comodidades o ventajas materiales que privarlos de la presencia de hermanos o
hermanas que puedan ayudarlos a crecer humanamente y a culminar la belleza de la vida
en todas las edades y en toda su variedad.
II. La Iglesia sobre los métodos del control de la natalidad
La Iglesia se opone al control artificial de la natalidad (anticoncepción)
La razón básica de la oposición de la Iglesia a cualquier acción pecaminosa es que tal
acción es contraria a la naturaleza que Dios nos ha dado. El control artificial de la
natalidad contradice el VI Mandamiento.
En el acto natural de la relación marital los esposos ocurren dos cosas que no se deben
separar: Los esposos se expresan amor mutuo y se abren a que ese amor sea fecundo.
Los métodos artificiales de anticoncepción pretenden separar estos dos aspectos al
extinguir la posibilidad creadora.
Jesús dijo, hablando acerca del matrimonio: «Lo que Dios ha unido, que nadie lo separe»
(Mc. 10. 9). Esto también se puede decir del acto sexual, que durante muchos siglos de la
historia cristiana ha sido llamado el acto matrimonial.
Dicho de otro modo, Dios ha querido que el acto sexual sirva para que la pareja casada
renueve su alianza matrimonial. En esta unión corporal, los esposos reafirman las
promesas originales de su amor matrimonial, la decisión de aceptarse mutuamente en lo
bueno y en lo malo, y de permanecer unidos hasta la muerte. El control artificial de la
natalidad contradice la renovación simbólica de la alianza matrimonial. Es una forma de
decir: 'Te acepto en lo que me gusta (placer, comodidad), pero no en lo que me exige
sacrificio (paternidad responsable, educar a los hijos, etc.)’.
Métodos ilícitos
En la Encíclica Humanae Vitae, el Papa comienza señalando la primera forma ilícita de
regular la natalidad: El aborto. (n. l4). Luego añade: «Igualmente inaceptable, como ha
declarado la autoridad magisterial de la Iglesia frecuentemente, es la esterilización
directa, bien sea perpetua o temporal, bien sea del hombre o de la mujer" (HV, 14). .
Esta frase condena en conjunto la ligazón de tubos, vasectomías y la pastilla
anticonceptiva.
El texto del documento añade: "Igualmente excluida está toda acción que, bien en
anticipación del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus
consecuencias naturales, intenta, bien como fin o como medio, hacer imposible la
procreación" (HV n. 14). Estas formas antinaturales incluyen la pastilla, los IUD (intrauterine-devices-dispositivos intrauterinos), espumas, diafragmas, condones, retracción
preorgásmica, masturbación mutua o solitaria y prácticas sodomitas.
Métodos de control artificial de la natalidad que son abortifacientes
Hay métodos anticonceptivos que hacen efecto después que la concepción ha ocurrido
causando la muerte del bebé ya concebido. Eso es un aborto. El aborto quirúrgico es el
más obvio, pero no el único. Los dispositivos intrauterinos actúan primariamente como un
abortifacientes al prevenir la implantación en el útero del embrión, ya de una semana de
concebido.
La pastilla anticonceptiva efectúa cambios en la superficie protectora interna del útero;
estos cambios hacen muy difícil la implantación. No se sabe cuán frecuentemente
ocasiona la pastilla estos cambios, pero es innegable que la pastilla actúa como un
abortifaciente prematuro, en diversos ciclos, en diferentes mujeres .4
"Desde el momento de la concepción, la vida humana debe protegerse con el mayor
cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes inmencionables" (Gaudium et
Spes, 51).
Métodos moralmente aceptables
La Humanae Vitae nos dice: «Si hay razones serias para espaciar los hijos, razones
derivadas de las condiciones físicas o sicológicas de los esposos, o de, condiciones
externas, la Iglesia enseña que es moralmente permitido tomar en cuenta los ritmos
naturales de la fertilidad humana, y practicar el acto conyugal solamente durante los
períodos infértiles, para así regular la concepción, sin infringir los principios morales
mencionados antes» (HV n. 16).
Vemos así que la misma enseñanza de la Iglesia que condena explícitamente el uso de
los métodos artificiales de regulación de la natalidad, aprueba explícitamente el uso de la
Planificación Natural de la Familia, cuando hay razón suficiente para evitar o posponer el
embarazo. Con su énfasis en la necesidad de razones serias para usar aún el método
natural, la Iglesia rechaza el egoísmo como factor en la planificación de la familia.
Diferencia moral entre los métodos naturales y artificiales
Ya que tanto los métodos naturales como los artificiales tienen el propósito de limitar el
tamaño de la familia, algunos se preguntan cual es la diferencia moral.
Un propósito común no hace moralmente iguales a todos los medios que se usen para
lograrlo porque el fin no justifica los medios. La Humanae Vitae dice: «No es lícito, aún por
la más grave de las razones, hacer el mal para procurar un bien: (HV, 14). Los Diez
Mandamientos enseñan que no podemos actuar contra nuestra naturaleza para conseguir
un propósito o un placer. La Iglesia afirma que los esfuerzos para controlar la natalidad
"deben ser realizados con pleno respeto al orden establecido por Dios”» (HV n.16).
Los medios naturales de planificación familiar no separan artificialmente el amor unitivo y
la procreación. Los esposos respetan la fecundidad y se abstienen en esos días. Ese
respeto fomenta el respeto y amor mutuo entre los esposos. La esposa respeta su
fecundidad y el esposo crece en virtud y apreciación hacia su esposa como compañera.
"Al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el
anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no
darse al otro totalmente: se produce no solo el rechazo positivo de la apertura a la vida,
sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a
entregarse en plenitud personal". Esta diferencia antropológica y moral entre la
anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos "implica...dos concepciones de la
persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre si" CIC 2370, citando Familiaris
Consorcio 32.
El Papa Juan Pablo II reafirmó la doctrina de Humanae vitae insistiendo en la diferencia
esencial que existe entre seguir ese camino o el acudir a los medios anticonceptivos
(catequesis del 8-VIII-1984): «1. Hemos dicho anteriormente que el principio de la moral
conyugal que la Iglesia enseña (Concilio Vaticano II, Pablo VI) es el criterio de la fidelidad
al plan divino» (Insegnamenti 7/2, 169-171).
Fundamentos bíblicos para la enseñanza de la Iglesia sobre la regulación de la
natalidad
Sobre la sexualidad humana
El concepto bíblico del amor humano afirma que el hombre debe subordinar el "eros" o
amor erótico, al «ágape», o amor de entrega. El famoso "himno a la caridad" de San
Pablo (1 Cor. 13,4ss), aunque no menciona explícitamente el problema del control de la
natalidad, establece los fundamentos. Es importante señalar que San Pablo empieza y
termina su discurso con los dos aspectos del amor que son indispensables para la
realización feliz de la planificación natural de la familia. El texto dice: "El amor es siempre
paciente y bondadoso ... espera siempre ... todo lo aguanta". San Pablo también le
advierte a los esposos cristianos que tienen que amar a sus esposas como Cristo amó a
su Iglesia y se entregó por Ella (Ef 5, 25). Jesús conminó a todos los cristianos, la noche
antes de su muerte, a amarse los unos a los otros, como Él los había amado, afirmación
que tiene matices obvios acerca del amor manifestado en la entrega propia (Jn 15:12).
San Pablo también enseña que los frutos del Espíritu son "amor, alegría, paz, paciencia,
bondad, tolerancia, confianza, mansedumbre y control propio". San Pablo advierte a sus
lectores que no pueden pertenecer a Cristo hasta que crucifiquen sus pasiones y deseos
(Gal 5, 22, 24).
La posición de la doctrina católica contraria a la anticoncepción tiene sus raíces en las
Sagradas Escrituras mientras que la planificación natural de la familia, con su auto-control
sexual concominante, es coherente con la tradición bíblica.
El Onanismo
Onán, uno de los hijos de Judá, cometió el pecado de anticoncepción ilícita por medio de
la retracción prematura. Dios le castigó porque "había cometido una acción abominable"
(Gen. 38, 10). (Ver Onanismo).
Algunos eruditos bíblicos afirman que Judá, Onán y otro hermano, fueron culpables de
violar una antigua "ley de hermandad", llamada la ley del Levirato. Sin embargo, el código
Deuteronómico (Deut. 25, 5-10) estipula un castigo leve por infringir dicha ley. El castigo
especial dispensado a Onán, no fue causado por la violación del Levirato, sino por la
forma especial en que había pecado es decir, la unión sexual deliberadamente frustrada,
en la cual Onán había «derramado su semilla» (Gen. 38, 9) indebidamente, después de
aparentar la realización del acto de alianza conyugal.
En el Nuevo Testamento, Ananías y Safira mueren súbitamente, castigados porque
aparentaron contribuir a la colecta que hacían los Apóstoles cuando en realidad negaron
dicha contribución en su sentido pleno. Igual que Onán, aparentaron consumar un acto en
sí mismo bueno, pero lo vaciaron de contenido y significado (Hechos, 5, 1 - 1 l).
"Pharmakeia" y el control de la natalidad
Palabra griega, raíz de la palabra "farmacia", aparece en el Nuevo Testamento y
posiblemente se refiere al problema del control de la natalidad. Pharmakeia se refiere a la
mezcla de diferentes pociones con propósitos secretos o rituales. Los historiadores
especializados en el Antiguo Oriente concurren que, en tiempos de Cristo, en el mundo
mediterráneo, se mezclaban pociones y brebajes para impedir embarazos o inducir
abortos. La traducción más frecuente (en el Nuevo Testamento) de "pharmakeia" es
"hechicería o brujería", la cual no revela plenamente todas las prácticas ilícitas a que se
refiere. Los tres textos en los cuales aparece citada, están situados en un contexto de
condena contra la inmoralidad sexual; dos de estos textos también condenan el asesinato.
(Gálatas 5, 19-26, Apocalipsis 9. 2 1; Apocalipsis 21, 8). Por lo tanto es muy probable que
estas tres perícopas del Nuevo Testamento condenen específicamente el uso de
productos de “pharmakeia" para el control de la natalidad.
No debe inquietar la escasez de referencias bíblicas sobre la anticoncepción. La Biblia es
una base fundamental para conocer la verdad pero por si sola no es suficiente y puede
ser manipulada. La doctrina y la moral están contenidas en el Depósito de la Fe formado
por la Biblia y la Tradición (la enseñanza constante y perenne de la Iglesia en materias de
fe y moral que nos viene de Cristo por medio de los Apóstoles). Este Depósito es
interpretado y enseñado por el Magisterio de la Iglesia gracias a la guía del Espíritu Santo.
Jesús no nos dejó solamente con un libro, sujeto a interpretaciones personales y
contradictorias, sino que estableció su Iglesia y la constituyó como Maestra con autoridad
magisterial, guiada por el Espíritu Santo. Por eso debemos evitar el "reinterpretar" los
textos bíblicos, para hacer ver que estos pecados son compatibles con la doctrina bíblica.
La condena a la anticoncepción no es una nueva doctrina
El problema del control de la natalidad ha surgido muchas veces en la historia y la Iglesia
ha respondido siempre con una negativa firme y universal contra el aborto, la
esterilización y todas las formas de control antinatural de la natalidad. La Encíclica
Humanae Vitae de 1968 simplemente reafirmó esta Tradición Universal cuando muchos
pensaban que la Iglesia cambiaría. Desde entonces el magisterio pontificio no ha cesado
de reafirmar esta enseñanza. Ver: Encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II.
Acerca de sacerdotes y teólogos que aprueban la anticoncepción
Desde el principio ha habido miembros de la Iglesia que se han separado de la auténtica
enseñanza. La verdad no nace del consenso sino que es enseñada con toda certeza solo
por el Magisterio de la Iglesia Católica. Por eso el católico debe distinguir entre la
enseñanza del Magisterio y la opinión particular o privada de algunos sacerdotes o
teólogos.
La Iglesia no cambiará jamás en cuanto a su doctrina porque su origen es la revelación
divina. En la Ultima Cena, Jesús prometió a sus apóstoles que el Espíritu Santo guiará a
su Iglesia a la plenitud de la verdad (Jn 14-17). Cuando una doctrina se ha enseñado con
constancia y unanimidad a través de los siglos, los cristianos tienen fundamento para
creer que esta doctrina procede del Espíritu Santo y es, por lo tanto, verdadera.
En cuanto a los obispos del mundo, la inmensa mayoría son fieles a la enseñanza y
aceptan al Magisterio. Siempre habrá excepciones, pero debemos saber que solo se
puede considerar como Magisterio de la Iglesia las enseñanzas de los obispos que están
en comunión con el Papa.
El Papa Juan Pablo II ha reafirmado repetidamente la enseñanza contra los
anticonceptivos, contra el aborto y la esterilización. En el Sínodo Mundial de Obispos en
1980 reafirmó esta Tradición, y tanto el Papa como el Sínodo han afirmado que esta
doctrina es de precepto divino.
III. Solución: La Planificación Natural de la Familia
Planificación Natural de la Familia es la regulación de la concepción humana a base de
limitar el acto conyugal al período infértil del ciclo femenino. Esta práctica se fundamenta
en el hecho de que el período de la ovulación femenina se puede determinar con gran
precisión. La Planificación Natural de la Familia es moralmente permisible cuando hay
motivos válidos. Ver: Regulación de la natalidad en el Catecismo (VI Mandamiento).
El Papa Juan Pablo II reafirma de nuevo la doctrina de Humanae vitae insistiendo en la
diferencia esencial que existe entre seguir ese camino o el acudir a los medios
anticonceptivos (catequesis del 8-VIII-1984): «Hemos dicho anteriormente que el principio
de la moral conyugal, que la Iglesia enseña (Concilio Vaticano II, Pablo VI) es el criterio de
la fidelidad al plan divino» (Insegnamenti 7/2, 169-171).
El Método de Planificación Natural se utiliza para determinar los días fértiles de la mujer
con el fin de planificar la familia. Los métodos modernos de planificación familiar son muy
eficaces aun cuando la mujer sea irregular.
Razón para utilizar el PNF. La fidelidad al plan de Dios sobre la transmisión de la vida
pide, en ocasiones, la no procreación de nuevas vidas. Entonces la responsabilidad en la
paternidad se pone en práctica con la continencia absoluta o periódica, según los casos.
En la práctica de la continencia periódica -el uso del matrimonio exclusivamente en los
días infecundos de la mujer- exige la existencia de razones que lo justifiquen. Esas
causas pueden ser diversas (médicas, eugenésicas, económicas y sociales), según se
deduce de la enseñanza del Magisterio. En cualquier caso, los «motivos justos» de que se
habla han de ser «serios» y graves, es decir, proporcionados a la decisión de privar
voluntariamente de la prole a la vida conyugal. Es suficiente recordar los adjetivos que el
mismo Pío XII utilizó al referirse a estos motivos: «casos de fuerza mayor» (AAS 43 [1951]
846)- «motivos morales suficientes y seguros» (ibid., 845); «motivo grave, motivos serios,
razones graves personales o derivadas de las circunstancias externas» (Ibíd., 867);
«graves motivos» (Ibíd. 846); «motivos serios y proporcionados (y las indicaciones de la
eugenesia pueden tener carácter grave)» (AAS 50 [1958] 736)... (Fernando Guerrero, El
Magisterio Pontificio Contemporáneo, T.II, BAC p. 299.)
Se requieren criterios objetivos y la virtud de la castidad conyugal
«Cuando se trata de armonizar el amor conyugal con la transmisión responsable de la
vida, el aspecto moral de cualquier método no depende solamente de intenciones
sinceras o de una evaluación de motivos. El aspecto moral debe ser determinado por
criterios objetivos. Estos criterios, fundamentados en la naturaleza de la persona humana
y sus actos, salvaguardan el sentido pleno de la entrega mutua y la procreación humana
en el contexto del amor verdadero. Esta meta no se puede lograr, si no se practica con
sinceridad la virtud de la castidad conyugal. A la luz de estas normas, los hijos fieles de la
Iglesia no pueden usar métodos de regulación de la natalidad que el Magisterio de la
Iglesia ha señalado como inmorales» (Gaudium et Spes, 5I).
Dios ha provisto a la pareja con métodos de regulación de la natalidad
Dios ha dispuesto, en el contexto integral de su Creación, métodos naturales para
controlar los nacimientos según los exijan las necesidades personales y sociales. Desde
los albores de la creación humana, la crianza natural de pecho ha sido un regulador y
"espaciador" natural de embarazos. En tiempos recientes, científicos y médicos han
desarrollado otros medios naturales.
Crianza de pecho para espaciar los nacimientos
La lactancia de pecho es el método natural de espaciamiento más universalmente
empleado que existe. Este método ha espaciado más embarazos que ningún método
adoptado conscientemente.
Sin embargo, debemos enfatizar que esta propiedad de la crianza de pecho es válida
solamente cuando se practica la crianza "ecológica", es decir, cuando la madre está
consistentemente con el niño, y cuando ésta amamanta frecuentemente durante el día.
Esta forma natural de espaciar los nacimientos es moralmente aceptable. (Para mayor
información, recomendamos la lectura del libro" Does Breastfeeding Really Space
Babies?"13).
El Intervalo normal entre embarazos, en una mujer que use el método de crianza natural,
varía entre 18 y 24 meses. Esto es un signo de la unidad orgánica del amor humano y la
procreación: la madre permanece con el niño, lo cría naturalmente, y puede espaciar el
próximo embarazo en un contexto moral legítimo.
Método del Ritmo (ya superado)
La primera forma de Planificación Natural de la Familia fundamentado en la abstinencia
periódica fue el Ritmo de Calendario. Este método se usó durante la década de 1930; el
método tenía un índice de efectividad parecido al de los métodos artificiales (o de
contención) disponibles entonces - condones y diafragmas. Esta efectividad presuponía,
sin embargo, que la madre tuviera ciclos regulares y aprendiera a conciencia el método.
Para algunas parejas resultaba poco confiable, bien por la irregularidad del período de la
esposa, o bien por ignorancia acerca del uso del método. Debe tenerse presente, sin
embargo, que los métodos de Planificación Natural de la Familia actuales son mucho mas
avanzados que el antiguo método del ritmo.
Métodos modernos de Planificación Natural
Los dos métodos más populares de Planificación Natural de la Familia son el Método
Sinto-Térmico y el Método de la Ovulación. Estos métodos de Planificación Natural
hacen posible que una pareja pueda identificar los periodos fértiles e infértiles de la
esposa. Las parejas que desean tener hijos tienen relaciones sexuales en los períodos
fértiles. Las parejas que quieren, por razones graves, evitar o espaciar los hijos, tienen
relaciones sexuales solamente durante los períodos infértiles y evitan el contacto genital
durante los períodos fértiles. Ambos métodos son muy superiores al antiguo método del
ritmo, que dependía solamente de la historia de ciclos pasados.
El Método Sinto-Térmico toma en cuenta los cambios en la mucosidad cervical de la
mujer, y los cambios en su temperatura base; algunas mujeres que usan este método
también incluyen la observación de cambios físicos en la cerviz (ensanchamiento,
estrechez, etc.). Estos signos se cotejan mutuamente para determinar los diferentes
períodos de fertilidad e infertilidad. Este método también es conocido como el método
Billings. El método de la Ovulación sólo toma en cuenta la variación de la mucosidad.
¿Exigen estos métodos naturales largos períodos de continencia sexual?
Normalmente no. Muchas parejas sólo tienen una semana de abstinencia, y la mayor
parte no tienen que guardar continencia más de 12 a 14 días. Con la gracia de Jesucristo
y la gracia del Espíritu Santo, muchas parejas han descubierto que la abstinencia, lejos de
ser una dificultad, es un factor positivo para su crecimiento como matrimonio cristiano.
¿Cuán eficaces son los Métodos modernos de PNF?
El método Sinto-Térmico (conocido como MST) es más fácil de enseñar y de aprender, y
es más eficaz, que el método de la Ovulación. El MST tiene un índice de efectividad igual
que la pastilla y los dispositivos intrauterinos (IUD), y es más eficaz que los métodos de
contención (condones y diafragmas). La efectividad de la PNF ha sido ampliamente
demostrada. Hasta el gobierno chino comunista ha reconocido su efectividad en extensas
pruebas.
IV. Efectos en el Matrimonio
¿Cómo afecta el matrimonio el uso de medios artificiales de anticoncepción?
El uso creciente de métodos artificiales desde 1913 ha sido acompañado de un aumento
de divorcios de casi un 500 %. Las parejas católicas antes tenían una tasa de divorcios
más baja que parejas de otras confesiones. Pero, lamentablemente, matrimonios
católicos se unieron al uso de anticonceptivos, sobre todo en la década de 1960, la tasa
de divorcio entre los católicos ha subido desde entonces hasta el mismo nivel. Vivimos en
una cultura que ha dejado de ser cristiana. Aún teniendo en cuenta el hecho que otros
factores han contribuido a la ruptura de la estabilidad familiar, hay evidencia abundante
que permite afirmar que la mentalidad anticonceptiva ha sido uno de los factores más
significativos.
La planificación natural (PNF) y la unidad matrimonial
Muchas parejas que han dejado de usar medios artificiales han reportado que la relación
marital ha mejorado substancialmente con el uso de la Planificación Natural. Este dato ha
sido confirmado por estudios sociológicos y por encuestas que arrojan una tasa de
divorcios asombrosamente baja en las parejas que practican PNF.
Entre los factores que contribuyen a profundizar la relación marital a través del uso del
PNF podemos mencionar: un diálogo más abierto y frecuente, la ausencia del sentimiento
de "sentirse usada" en la mujer; desarrollo de una intimidad no-genital; paz de espíritu y
de conciencia; ausencia de temor ante los efectos fisiológicos negativos causados por
métodos artificiales. Además, la práctica del PNF ayuda a desarrollar la firmeza de
carácter que es indispensable para la fidelidad matrimonial y la permanencia del
matrimonio.
EN RESUMEN: Dios es Amor (1 Jn., 4,7-9), es la fuente de vida y de la sexualidad
humana. La fe auténtica se preocupa por el sexo, porque el sexo tiene que ver con el
amor y con la vida. Dios es Verdad, y es parte de la fe católica el creer que el Espíritu
Santo guía a la Iglesia cuando ella enseña la verdad sobre el amor - incluyendo el amor
sexual.
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres.» (Jn. 8, 32).