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Transcript
Cerebro / Un mecanismo neuroprotector
Hallan qué revitaliza las neuronas
En su tesis doctoral, un argentino explicó por qué la actividad mental ayuda a mantener
capacidades cognitivas
Miércoles 29 de setiembre de 2010
Los médicos suelen repetirlo hasta el cansancio: si quiere mantener su mente en
forma, ejercítela, haga crucigramas, lea, mantenga una activa vida social.
Desde el punto de vista clínico, innumerables trabajos de investigación indican no
sólo que la actividad cerebral ayuda a conservar las capacidades cognitivas e
intelectuales, sino también lo contrario: que su falta empuja al cerebro hacia un
abismo de brumas. La pregunta obvia era ¿por qué?
Ahora, un joven investigador argentino que hizo su tesis doctoral bajo la dirección
del doctor Ignacio Torres-Alemán en el Instituto Cajal, de Madrid, acaba de
encontrar la respuesta: cuando un área del cerebro ve, controla un movimiento, oye
o piensa, entre otras múltiples actividades, absorbe de la sangre una proteína
protectora de las neuronas que estimula su crecimiento, su supervivencia y su
excitabilidad.
"Esta proteína, llamada IGF-1 (sigla que corresponde a insulin-like growth factor-1
), es una hormona muy similar a la insulina y producida principalmente por el
hígado -explica el biólogo Joaquín Piriz, uno de los autores del trabajo que acaba
de publicarse en la revista Neuron -. Curiosamente, igual que la insulina, también
cae en los pacientes diabéticos, por lo que podría tener algún papel en la mayor
prevalencia que asocia a esta enfermedad con trastornos neurodegenerativos."
El IGF-1 es un péptido con gran actividad neuroprotectora y uno de los factores de
crecimiento de los que se sabe que ingresan en el cerebro desde la circulación
sanguínea. Actúa en el crecimiento del organismo y la remodelación de los tejidos,
modula el crecimiento de los vasos sanguíneos cerebrales, la neurogénesis adulta,
la excitabilidad neuronal y hasta las funciones cognitivas.
Según explica Piriz, el IGF-1 es una molécula muy antigua, que se encuentra
presente a lo largo de toda la cadena evolutiva, de los gusanos en adelante, y en
todas las especies controla procesos involucrados en la duración de la vida y el
proceso de envejecimiento. "En los seres humanos, responde a la hormona de
crecimiento e induce el crecimiento corporal -subraya-. También es un potente
factor trófico para el músculo y a veces se utiliza de manera ilegal como anabólico."
Para demostrar su ingreso en el cerebro a través de la barrera hematoencefálica,
los investigadores tuvieron que desarrollar técnicas muy precisas que permitieron
inyectar la hormona en sangre y después medir su presencia en el cerebro de
animales de laboratorio.
"Una manera fue utilizar IGF-1 humana e inyectarla en los animales", cuenta Piriz.
Después, se dispusieron a medir la actividad de las neuronas de los animales en un
área que registra la sensibilidad de los bigotes. "Al estimularlos -explica-, veíamos
la absorción de la proteína. Y si bloqueábamos la actividad neuronal, la proteína no
ingresaba. El IGF-1 nunca está libre, siempre circula pegado a una de seis
proteínas que impiden que se una a su receptor. Cuando se rompe, se libera
localmente y ahí actúa. Nosotros pudimos demostrar que cuando hay actividad
cerebral, la proteína se «cliva» (se quiebra) e ingresa en el cerebro."
Para los científicos, estos resultados explican por qué la actividad mental es algo
así como un recurso antienvejecimiento. También se vinculan con otra observación
de los médicos: que la actividad física tiene efectos benéficos sobre el cerebro.
"Hallazgos previos del mismo centro de investigación mostraron que, aunque los
niveles de IGF-1 en sangre son muy constantes, aumentan cuando se hace
ejercicio -cuenta Piriz, ya de regreso en Buenos Aires después de haber trabajado
ocho años en España y en la Universidad de California en San Diego-. Y que
también crece el ingreso de la hormona en el cerebro y aumenta la generación de
nuevas neuronas. Pensamos que además podrían atribuirse los efectos positivos
de la estimulación transcraneal en lesiones cerebrales a que aumenta el ingreso de
IGF-1 en el cerebro."
Incorporado actualmente al Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de la
UBA y el Conicet, dirigido por el doctor Osvaldo Uchitel, el científico afirma que está
muy contento de haber vuelto.
"Cuando me fui parecía que en la Argentina era imposible investigar -concluye-, y
ahora estamos con un montón de proyectos."