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Nuevos Movimientos Religiosos en Latinoamérica de mediados del siglo XX al siglo XXI. El caso argentino del Pentecostalismo. Por: Bruno, Gustavo Fabian Nos proponemos el análisis de los Nuevos Movimientos Religiosos latinoamericanos desde un estudio social e histórico. Como Nuevo Movimiento Religioso tomaremos el caso del pentecostalismo en Argentina como fenómeno emergente en el país y referente de lo que ha ocurrido en muchos países de América Latina desde mediados del siglo XX y principios del XXI. Desde los umbrales de la historia el ser humano busca la protección de lo sobrenatural1 y adjudica un valor sagrado a lo existente o a lo que él mismo ha creado en un afán de seguridad a los tiempos que le tocan vivir. Inquietado por su época consolida diversos sistemas de creencias que cobran tal importancia para la vida en sociedad que en toda la historia podemos encontrar manifestaciones religiosas que movilizan al hombre a actuar, a pensar o a ser. Estos sistemas de creencias se entienden sólo comprendiendo el mundo socio-cultural que los rodea. Siguiendo a Max Weber podemos afirmar que la religión no es una función más de la estructura social sino una interpretación de la realidad socio-cultural y como tal se constituye en una estructura más dentro de la sociedad: Por decisivas que sean las influencias sociales, económicas y políticas sobre una ética religiosa, en un caso específico, ésta adquiere esencialmente su peculiaridad a partir de fuentes religiosas y, primordialmente, del sentido de su anunciación y de su promesa. A menudo estas anunciaciones y promesas son reinterpretadas básicamente por la generación siguiente. Estas interpretaciones adaptan la doctrina a las necesidades de la comunidad religiosa2. Entonces el sistema religioso adquiere en sociedad el pleno carácter de Fenómeno Religioso, independiente de otros fenómenos sociales. Este se presenta como una manifestación social y como tal se encuentra inserto dentro de un contexto social mayor al que llamaremos Contexto Macro compuesto de elementos sociales, políticos, económicos y culturales, pero principalmente, en las relaciones que se dan entre estos fenómenos. Desde un paradigma interpretativo simbólico analizaremos las 1 Entendiendo sobrenatural como lo ajeno a la naturaleza, lo que no tiene una explicación científica. Se explica sencillamente como una construcción abstracta. 2 WEBER, Max, Sociología de la Religión, Leviatán, Bs.As., 2008. p. 9 diversas relaciones del tejido social, para abordar el Pentecostalismo (estructura micro) inserto en un contexto superior (macro estructura). Los hombres y mujeres han afianzado diversos sistemas de creencias que se han configurado como verdaderos fenómenos religiosos. Ejemplos de este proceso son el Cristianismo, Judaísmo e Islamismo que como fenómenos monoteístas han logrado posicionarse como principales sistemas religiosos del mundo y perdurar a lo largo de los siglos y como tales han adquirido el nombre de “religiones tradicionales” o “madres” por su persistencia en el tiempo. Entrada la modernidad las sociedades comenzaron a vivir el proceso de laicización de los estados y la aparición de posturas críticas frente a lo que alguna vez habían sido palabras canónicas. Con el avance de la posmodernidad se da un nuevo proceso dicotómico que refleja la situación de los nuevos tiempos: por un lado la persistencia de la laicización o secularización de las sociedades, de los estados y el rechazo por los cultos oficiales y por otro la necesidad de la sociedad de buscar nuevas formas de creencia para sentir esa seguridad que los estados, la economía y la misma sociedad no les brinda. Entrado el siglo XX, comienzan a surgir nuevos sistemas de creencias religiosas que se han dado a conocer como Nuevos Movimientos Religiosos. El concepto de Nuevos Movimientos Religiosos se emplea para denominar estos nuevos fenómenos religiosos derivados de los credos “tradicionales” como heterodoxias (noción utilizada para no estigmatizarlos llamándolos sectas o “cultos”, connotación peyorativa). Estas nuevas tendencias heterodoxas se consolidan con elementos contraculturales propios de la década del ´60 donde se gestaron: la reaparición de los estilos humanísticos y sociales, la libertad de géneros y sexual y la plena libertad del hombre, etc. Estas mutuaciones religiosas3 se posicionaron como una nueva experiencia religiosa en sociedades secularizadas y por ello generaron una notable tensión en muchos países latinoamericanos entre la Iglesia Católica y los estados laicos. La modernidad había delegado la esfera religiosa al campo privado de los hombres. El posmodernismo traía una novedosa concepción de los credos, las religiones debían ser referentes de todas las acciones de los hombres en sus diversas formas, así los nuevos movimientos religiosos se establecieron como proyecciones totalizadoras. Consecuencia inmediata fue la tirantez entre estos y las estructuras ya establecidas: la familia, el Estado y sobre todo la Iglesia Católica Apostólica. Podemos numerar dos etapas en la 3 BIANCHI, Susana, Historia de las Religiones en Argentina. Las minorías religiosas, Sudamericana, Bs.As., 2009, p. 235 llegada de estos flujos religiosos a América Latina: una de un fuerte credo católico, consagrado por siglos de existencia en Latinoamérica, que buscó la ayuda de los estados para detener este avance acelerado y se valió de la demanda y la crítica desde los púlpitos para acentuar el rasgo oculto, “malo” o prohibido de los recién llegados, entendiéndolos como la conducta espiritual desviada y el alejamiento de los patrones socialmente establecidos de sus seguidores. La otra, la marca la tenacidad de los movimientos heterodoxos por perdurar y expandirse por todo el continente. Donde el principal método utilizado para salir al encuentro de nuevos devotos fueron los medios masivos de comunicación, herramienta de excelencia para la difusión de sus ideas y del llamado al seguimiento. Otro factor del que se valieron fue la puerta abierta que dejó la Iglesia Católica, desde hacía varios años: la de contemplar las necesidades, los interrogantes y las búsqueda de refugio que la sociedad posmoderna demandaba, contención y respuestas que comprendieron rápidamente estos nuevos grupos religiosos. Principalmente el catolicismo había dejado atrás la sorpresa por lo mágico y lo milagroso, aspecto que más llamó la atención de la sociedad de lo que traían consigo los nuevos movimientos: el asombro por el milagro inmediato y las prontas contestaciones a sus necesidades tanto espirituales como físicas. Al analizar los Nuevos Movimientos Religiosos debemos detallar la relación existente entre Estado, Sociedad e Iglesia Católica. El Catolicismo desde 1492 comenzó su proceso de expansión y de enraizamiento en Latinoamérica, el cual le permitió posicionarse como la voz de autoridad en muchos patrones sociales. La tradición lo consolidó como lo aceptable y respetable, todo lo que estuviese mal visto por la Iglesia Católica sería también reprochable o inaceptado por los recién conformados estados modernos de América Latina. En el caso argentino, el espíritu liberal de la generación del 80 llevó al país a un proceso de laicización del Estado Nacional pero no buscó en ningún momento la supresión de la voz eclesiástica en el país. En la relación social de la Iglesia Católica en América Latina marcaremos dos momentos: el primero la Iglesia preconciliar (de la llegada de los conquistadores hasta mediados del siglo XX): una Iglesia poderosa, con potestad en las más diversas esferas de la vida, capaz de tomar las riendas de la política y la economía, resistente y tenaz ante los procesos de secularización y laicización de los estados modernos y en la misma esfera la encontramos lejana a las realidades socio-culturales de las comunidades donde predicaba, su acción estaba mayormente orientada a las cuestiones políticas más que a las sociales. La segunda etapa la encabeza el II Concilio de Vaticano (1962), donde el catolicismo comienza su proceso de “aggiornamiento” y modernización ante un contexto general de posmodernismo, surgiendo así en el mismo seno del Catolicismo dos nuevas aristas en las que se apoyó la Iglesia, principalmente la latinoamericana, para resistir a los tiempos políticos, económicos, sociales y religiosos de la década del ´60: los Movimientos de Renovación Carismática y la Teología de la Liberación prontas respuestas que brindó la Iglesia a la agitada y convulsionada sociedad posmoderna. En la Argentina la llegada de los nuevos movimientos religiosos se da en un contexto de tensión política entre la Iglesia Católica y el gobierno peronista, lo que facilitó la entrada al país de numerosos grupos procedentes de América del Norte, de Oriente y hasta de países limítrofes como Brasil. De estos nuevos movimientos que se instalaron en el país entre ellos: el Pentecostalismo. El Pentecostalismo, dentro de los movimientos de reavivamiento surgidos en Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX, lo caracteriza Bianchi como: Oposición a las iglesias protestantes establecidas, como religión de sectores populares, de bajos ingresos y escolaridad, que se organizan en torno a lideres carismáticos- que priorizan a las estructuras institucionales- de la misma extracción social. Estos rasgos explican los constantes procesos de fisión y la profusa creación de nuevos grupos típicos del pentecostalismo. Su teología se caracteriza por varios elementos, dentro de los cuales se destacan dos: 1) el bautismo en el espíritu, que garantiza la santidad del creyente y lo asocia al Libro de Pentecostés (…), y 2) la santidad divina4. El pentecostalismo significó en Argentina una respuesta a las necesidades de las poblaciones más humildes, abrazados a las manifestaciones milagrosas que propicia el movimiento tuvo pronta aceptación y en corto tiempo llegó a otros sectores sociales de mayor poder adquisitivo y niveles de escolaridad. Según datos estadísticos5 la mayor porción de argentinos de la rama del evangelismo se ubica en el sur del país (región del estado donde los índices de pobreza son inferiores a los que se contabilizan en otras regiones de la Argentina). Las iglesias pentecostalistas aumentaron su número dispersándose por la totalidad del país. Característica propia de este tipo de movimientos es la de permitir a sus fieles, que luego de un período de formación y de preparación se posicionen como nuevos lideres carismáticos capaces de fundar nueva 4 BIANCHI, Susana, Historia de las Religiones en Argentina. Las minorías religiosas, Sudamericana, Bs.As., 2009, p. 317 5 Primer Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina 2008. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. Director: Millimaci, Fortunato. Bs.As. 2008 comunidades de fieles. Ante las nuevas demandas socio-económicas, cada vez mayores de la población, el pentecostalismo refleja esa alternativa de seguridad y de contención a las diferentes problemáticas que hoy en día viven numerosos argentinos. Palabras Claves: Sistema Religioso; Fenómeno Religioso; Nuevos Movimientos Religiosos; Pentecostalismo. Referencias Bibliográficas: Bianchi, Susana Historia de las Religiones en la Argentina. Las Minorias Religiosas. Sudamericana. Bs.As. 2009. Weber, Max. Sociología de la Religión. Leviatán. Bs. As..2008 Primer Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina 2008. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. Director: Millimaci, Fortunato. Bs.As. 2008 Bibliografía Consultada: Documentos Vaticano II. Lumen. Bs. As. 2000 Eliade, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. T. I: de la Prehistoria a los misterios de Eleusis. Cristiandad. Paris.1976 Houtart, François. Mercado y Religión. Ruth Casa Editorial. Cuba. 2007. Kepel, Gilles La revancha de Dios. Cristianos, judíos y musulmanes a la reconquista del mundo. (Traducido por Cohen, Marcelo). (Original publicado en 1995.) Grupo Anaya S.A. Madrid. 1995. Soneira, Abelardo, Ameigeiras, A., Auza, N., Carozzi, M., Frigerio, A., Mallimacci, F. Sociología de la Religión. Editorial Docencia. Bs. As. 1996. Verbitsky, Horacio Historia Política de la Iglesia Católica. La Violencia Evangélica. Tomo II: De Lonardi al Cordobazo (1955-1969). Sudamericana. Bs. As. 2008.