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BUENAS NOTICIAS
#02. Una ciudad echada al mar
UNA CIUDAD ECHADA AL MAR
(LA PROFECÍA)
Bienvenidos a nuestro programa lleno de buenas noticias. Y hoy arrancamos con
esta: un conductor italiano se hizo pasar por ciego durante 40 años. ¿Pueden creerlo? 40
años haciendo creer a los demás que era ciego. El caso es que los carabinieri, la policía
italiana, detuvo a este hombre de 72 años por una infracción de circulación. Estaba
conduciendo un motocarro. Y cuando metieron la multa en el ordenador y procesaron los
datos, vieron que esto era imposible, él no tenía carnet de conducir porque era invidente.
Llevaba 40 años cobrando una pensión del gobierno por ello; por lo tanto también ha sido
procesado por estafa al gobierno.
¿En quién podemos creer? Cuánto engaño hay en este mundo, ¿verdad? Para creer
en una persona necesitamos sentir que es creíble, necesitamos tener confianza en ella,
necesitamos ver lealtad, verdad, credibilidad. ¿Podemos ver esto en la Biblia? Podemos
confiar en esta persona o en otra, pero la pregunta más importante es ¿puedo confiar en
Dios? Tiene Dios esas características. En el siglo XIX hubo muchos ataques contra la Biblia.
Decían que era un libro que no merecía crédito, lleno de personajes ficticios y mitológicos,
historias que no eran verdad. Pero con el desarrollo de la arqueología moderna, muchas de
estas cosas salieron a la luz y se pudo comprobar que efectivamente esos personajes
existieron y que esos relatos eran dignos de confianza.
Uno de los ejemplos que traemos hoy es José. Tal como dice el libro de Génesis 41:43
”¡Doblad la rodilla! Y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.” ¿Quién dijo esto? Fue el faraón,
el rey de Egipto. Quizás usted ya conoce la historia. José fue llevado como esclavo porque
había sido vendido por sus hermanos y acabó en una cárcel en la tierra de Egipto. En esa
cárcel estuvo durante varios años pero interpretó los sueños del faraón. Por eso fue
nombrado directamente, de la noche a la mañana, primer ministro, gobernador de toda la
tierra de Egipto.
Ahora bien, los críticos dijeron: eso es imposible, con toda seguridad esta historia es falsa.
¿Por qué? Ellos decían que un faraón nunca podría nombrar como primer ministro a un
semita, alguien que pertenecía a la raza enemiga. Una raza que era para ellos maldita,
desechable, porque eran enemigos. Los semitas atacaban, hostigaban las fronteras, a veces
conseguían entrar. Eran auténticos enemigos, una amenaza para el país. ¿Cómo podría un
faraón poner alguien de la raza enemiga como primer ministro del país? Al argumento no le
falta peso ¿no les parece?
¿Saben lo que eran los vasos de execración? Eran copas, vasos o tazas de cerámica que
tenían los egipcios. Se han encontrado cientos y cientos de vasos de execración. Escribían
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en esos vasos una maldición a sus enemigos. Por ejemplo, “malditos sean los semitas” o
“malditos sean los hebreos”. Y después de beber en ella la tiraban al suelo y la hacían
pedazos. Ellos creían que de esta manera los dioses iban a maldecir a sus enemigos. Se
pasaban el tiempo maldiciendo a los semitas, a la raza de José. Cientos de vasos de
execración han sido encontrados y si el faraón se pasaba todo el tiempo maldiciendo a esa
raza extranjera ¿podemos creer que en un solo día pondría a gobernar a José sobre toda la
tierra de Egipto? Con el paso del tiempo y con el desarrollo de la arqueología moderna se ha
encontrado una respuesta suficientemente satisfactoria a esta gran pregunta.
Aquí tenemos una de las cabezas de estos faraones. Esos hallazgos arqueológicos
han hecho que se puedan organizar estos nombres en dinastías y saber a qué época
pertenecen cada uno. Estas piedras literalmente hablan, y nos cuentan historias que ahora
nos ayudan a comprender mucho mejor aquel pasado en las tierras de Egipto. ¿Y qué nos
cuentan? Algo muy interesante. La dinastía XIV es una dinastía de conmoción y confusión.
Luego de la XV a la XVII los reyes hicsos.
¿Qué significa hicsos? Hicsos significa “extranjeros”. Es decir, aquellos semitas que estaban
hostigando en las fronteras, consiguieron invadir y tomar el control del país. Por tanto, de la
dinastía XV a la XVII, en esa época en los años de José en Egipto, el que se sienta en el trono
de Egipto no es un egipcio, es un semita. Podríamos decir, primo hermano de José, de su
misma raza, de sus mismos rasgos y de su misma cultura. Por eso, fácilmente pudo
nombrarle primer ministro y gobernador de todo Egipto. Podía confiar en él, era alguien de
su raza, de su cultura, con sus sentimientos, porque el que estaba en el trono de Egipto no
era un egipcio, sino era un semita, es el tiempo de los hicsos.
Gracias a los conocimientos actuales, podemos tener la certeza; no necesitamos desconfiar
de los relatos bíblicos, porque un descubrimiento tras otro da credibilidad al texto bíblico
más y más.
Ya tenemos a José sentado en el trono de gobernador de todo Egipto, puesto que el faraón
es un semita como él. Esto además explica la historia posterior. Hay más: ¿qué vino
después? Dice el relato bíblico que, con el tiempo, se levantó un faraón que no conocía a
José y ahora este, con una actitud totalmente opuesta, esclavizó a los israelitas que estaban
en Egipto. Y esto cuadra con la historia, porque después de la dinastía XVII, los reyes de
Tebas expulsaron a los hicsos de Egipto. Nuevamente estaba gobernado por egipcios y por
los sacerdotes. Ahora los israelitas que estaban en Egipto, los descendientes de José, eran
tratados como enemigos, tratados como esclavos, y temidos. Por eso, el relato bíblico cobra
nueva vida cuanto más conocemos la verdad de lo que sucedió en aquellas tierras, en aquel
pasado.
El conocimiento de la historia y los hallazgos de la arqueología son verdaderas razones para creer. Usted
puede confiar en la Biblia. Ella está llena de BUENAS NOTICIAS para usted.
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¿Saben ustedes quienes eran los masoretas? ¿Han oído hablar de ellos? Los masoretas fueron
un grupo de judíos que durante la Edad Media estuvieron copiando los manuscritos antiguos
de la Biblia, haciendo una copia tras otra. Gracias a ellos tenemos hoy esta versión
masorética, que es la más utilizada para traducir. Pero, por reverencia al texto, ellos temían
cometer un error que cambiase el sentido de la frase, que cambiase el mensaje, porque
creían que era la Palabra de Dios y no podría ser cambiada. Para ello, para realizar copias sin
error, desarrollaron una técnica muy elaborada.
Primeramente ellos habían contado en los originales, en cada página, el número de
palabras, también el número de letras que tenían y una serie de palabras clave, palabras
central y otras. De manera que, al hacer una copia, comparaban la página copiada y la página
original. Y debían de coincidir exactamente el cómputo de número de palabras, de número
de letras, de palabras claves, etc. Si alguna página no coincidía exactamente en estos
números con la original, la copia era destruida y se volvía a empezar. A esta técnica los
masoretas la llamaban masora magna, masora parva, masora finalis. Gracias a este trabajo
minucioso y concienzudo, ellos consiguieron unas copias sin cambios.
Gracias a los conocimientos actuales, usted puede tener la certeza, usted puede
confiar en la Biblia. A pesar de los siglos de controversia, de debates y de persecuciones, a
pesar de ser un libro prohibido, no ha sido adulterado. Como si una mano sobrenatural la
protegiera, para que sus mensajes no puedan ser cambiados por nadie. Usted puede ir a su
casa, abrir su propia Biblia, y encontrar allí un mensaje inalterado, un mensaje de Dios.
Tenemos ahora para compartir una historia impresionante. La historia de una ciudad
arrojada al mar. Pero, ¿acaso se puede lanzar una ciudad al mar? ¿Arrojar una ciudad entera al
fondo del mar? Es una historia impresionante sobre la ciudad de Tiro, que con ello cumplió
una profecía bíblica.
Tiro estaba situada precisamente aquí, en el extremo este del Mar Mediterráneo. Y
desde aquí sus barcos hacían comercio por toda la costa del Mediterráneo. Todos estos
puntos de color naranja son colonias que tenían los fenicios, algunas de ellas están en España,
como Ibiza, Cartagena, la actual Málaga, Cádiz, Adra, etc. Hoy sabemos que pasaron por el
Estrecho de Gibraltar, e iban al Norte de Europa a comerciar con los vikingos. Les comparaban
estaño. Y cuando estos bancos volvían cargados con los tesoros de su comercio, llegaban a la
ciudad de Tiro. Por eso Tiro era una ciudad rica, poderosa, una de las grandes ciudades,
podríamos decir la auténtica Nueva York de aquella época.
A 600 metros de su costa, Tiro tenía una isla que ellos habían fortificado como una
gigante ciudadela. Habían amurallado esa isla como un gigante castillo que salía del mar. Eso
hacía que la ciudad fuera todavía más fuerte. Y en el siglo VI, Nabucodonosor de Babilonia
consiguió sitiar la ciudad de Tiro que estaba en la costa, pero no consiguió conquistar la isla, la
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ciudad fortificada en la isla. Por lo tanto, los habitantes de Tiro que se habían cobijado en la
isla, volvieron a la ciudad y la reconstruyeron. Nadie podía con esa fortaleza en medio del mar.
Y en aquel tiempo, cuando Tiro era una ciudad tan poderosa y tan rica, sus
gobernantes fueron crueles con otros pueblos. Llegaron también a Israel y se llevaron las
cosechas. Les dejaban un poco de grano. ¿Para qué? Para que pudieran sembrar, y al año
siguiente volvían y se llevaban la cosecha, y les dejaban un poco de nuevo. Y así, en aquel
tiempo, los israelitas sufrían hambre por el abuso de los habitantes de Tiro. En aquel tiempo,
ellos clamaban a su Dios que les librase. Y el profeta Ezequiel recibió una revelación, una
profecía: la ciudad de Tiro sería castigada por estas acciones y sería arrojada al fondo del
mar. Tiro, que era la reina de los mares iba a acabar en el fondo del mar. Y aquí tenemos la
profecía de Ezequiel 26:1-4, que dice que Tiro:
- sería destruida
- sería arrojada al mar
- que se barrería de ella hasta su polvo
- que sería dejada como una piedra lisa
- se convertiría en un tendedero de redes y
- nunca más sería reconstruida
Caramba, la verdad es que ningún conquistador ha tomado tanta saña a la hora de
conquistar una ciudad, para barrer de ella su polvo y para dejarla como una peña lisa. Al
contrario, después de una guerra, una ciudad destruida deja metros y metros de escombros
por todas partes. Y sin embargo la profecía es clara: será arrojada al mar, su lugar barrido
hasta su polvo y dejado hasta como una piedra lisa, convertido en un tendedero de redes.
¿Por qué un tendedero de redes?
Un tendedero de redes era un lugar despejado, desolado, que no tiene árboles, ni
edificios, donde los pescadores extienden sus redes, para secarlas al sol y luego remendarlas.
La gran ciudad, la poderosa ciudad de Tiro ¿iba a convertirse en eso? ¿Un lugar desolado y
un tendedero de redes?
Y la última predicción: que nunca más sería reedificada. Eso era muy difícil de
predecir, porque la ciudad de Tiro tenía seis fuentes de agua potable, un lugar ideal para
que, aunque fuese destruida, fuese reconstruida con mucho interés.
Llegamos al año 332 antes de Cristo y encontramos a Alejandro Magno a quien ya
conocemos por la historia. Este conquistador tenía la fama de no perder ni una sola batalla.
ÉL llegó a los muros de la ciudad de Tiro y le puso asedio por seis meses y a los seis meses
consiguió conquistar la ciudad. Sin embargo le quedaba la fortaleza de la isla. ¿Cómo iba a
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conseguir la isla? Esto nos lleva a una historia muy interesante. ¿Cómo Alejandro Magno
conseguía conquistar una ciudad tras otra? ¿Cómo Alejandro Magno conseguía conquistar
todas las ciudades que atacó? Su gran secreto era una gigante torre de asalto, que él
desmontaba y llevaba en sus campañas, por todas las ciudades. ¿Qué es una torre de asalto?
Aquí tenemos un dibujo de una de ellas. Esta es una sencilla torre de asalto. Se trata
de elevar a los atacantes al nivel del muro para que puedan saltar sobre él y atacar a los
defensores con flechas. La torre de asalto de Alejandro medía 50 m de altura y se montaba
completa. Esto es como un edificio de 17 pisos. Tremendo, ningún muro podía estar por
encima de esto. Así es que ellos montaban esta torre y asaltaban cualquier muralla,
cualquier ciudad. Eso le hizo invencible.
Pero el problema era la isla, Alejandro no podía llevar su torre de asalto por en medio
del mar. Se reunió con sus generales y con sus ingenieros y estos le dijeron: “Mira Alejandro,
si quieres conseguir esta isla solamente hay un camino; hay que poner la torre de asalto, hay
que hacer un camino de tierra hasta llegar a la ciudad.” Un camino de tierra, un terraplén,
como un rompeolas que llegase a 600 m hasta la isla. Alejandro Magno no quería hacer esto
porque calcularon que tardarían seis meses y el tenía prisa por invadir Egipto. Sin embargo,
para no perder ni una sola batalla, decidió hacerlo.
Todo su ejército dejó las armas y se puso a echar tierra al mar. Iban ganando espacio,
iban ganando terreno al mar, acercándose a la isla. Y así fueron arrojados al mar todos los
escombros de la ciudad; allí fueron los templos, las murallas, los palacios, los empedrados de
las calles, la ciudad entera fue arrojada al mar. Y así se cumplió la profecía, que decía que la
ciudad de Tiro sería arrojada al mar, porque la palabra de Dios lo había dicho, porque hay un
Dios en los cielos, capaz de ver el futuro. Alguien que sabe y puede profetizar lo que va a
suceder en la historia. Alguien que puede verlo. Y estos son fenómenos sobrenaturales que
nos enseñan que la Biblia nos da razones para creer en ella.
Aquí vemos en la imagen, dónde estaba la ciudad en la costa y todo ese terraplén que
hicieron los soldados de Alejandro. No tuvieron bastante con echar los escombros de la
ciudad, llegó un momento en el que toda la ciudad había sido arrojada al mar y todavía no
habían llegado a la isla. Así es que empezaron a echar también la tierra, el polvo. Y así se
cumplió la profecía: “Barreré de ella hasta el polvo, la dejaré como una peña lisa.”
Acercándose ya a la isla, los defensores con catapultas, atacaban a los que estaban
trabajando. Alejandro tuvo que parar esa obra y construir un escudo gigante chapado de
metal, para defender a los trabajadores que iban adelantando el escudo e iban adelantando
el camino. Al final estuvo terminando.
Cuando aquella enorme torre de asalto comenzó a rodar por el camino de 60 metros
de ancho, y comenzó a avanzar pesadamente hacia la isla, el destino de aquella fortaleza ya
estaba decidido. Y así cayó la isla y Alejandro Magno ganó esa batalla. Fue él el encargado de
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cumplir, sin saberlo, esta impresionante profecía. La ciudad de Tiro estaba ya en el fondo del
mar.
Este es el aspecto que tiene ahora este lugar. Aquí, en la costa, estaba la poderosa
ciudad. Este es el emplazamiento de la isla, y el camino que hicieron los griegos hasta llegar a
ella. El mar ha hecho una ensenada de arena y la isla ha quedado unida al continente para
siempre, hasta al día de hoy. Si sobrevolamos esta zona, veremos que la isla ya no es una isla
desde aquel día, sino que está unida al continente. Hay una pequeña población de árabes,
algunos de ellos se dedican a la pesca. Y cuando recogen sus redes ellos van precisamente a
esta zona despoblada y extienden sus redes al sol para secarlas. Con lo cual se cumple otra
vez la profecía de Ezequiel 26 que decía: “tendedero de redes serás, un lugar desolado”.
Y a pesar de ser un lugar costero y de la orografía del terreno que es favorable, nunca
ha sido reconstruida. Tal como decía la profecía: “nunca más serás reconstruida, sino que
serás un tendedero de redes”. Es impresionante, porque hoy, si nos vamos allá, vamos a
encontrar que en el lugar donde estaba la poderosa ciudad van los pescadores a extender las
redes al sol, luego las remiendan y las llevan a sus barcos. Es un lugar desolado, de peña lisa,
donde se extienden las redes al sol.
Y cuando van los arqueólogos a hacer excavaciones, no van donde estuvo la antigua
ciudad, sino que van aquí en este tramo entre la tierra y la isla. Porque es aquí, debajo del
agua, de donde extraen las piedras, las herramientas, las estatuas. La ciudad de Tiro está allí
como la profecía había dicho. Por eso los estudios de la arqueología nos dan razones para
creer. Los estudios de la historia son evidencias para confiar en este Libro. Un libro especial
que nos da muestras de sobrenatural por todas partes donde lo miremos.
Tú puedes confiar en la Biblia. Ella está llena de BUENAS NOTICIAS. Se profetizan una
serie de cosas, y la historia se encarga de cumplirlas al cien por cien.
Y ahora voy a presentarles a la gran familia de los dioses. Tenemos aquí en pantalla el
árbol genealógico de los dioses griegos. La conclusión mayor que podemos sacar es que son
dioses a imagen de los hombres, es decir, hechos a imagen del hombre. Hemos leído en la
Biblia muchas veces que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Sin embargo al
observar las otras religiones nos damos cuenta de que son al revés. Dioses hechos por el
hombre a su imagen y semejanza. Así encontramos en ellos todas esas malas pasiones de los
hombres.
Tenemos aquí, por ejemplo, a Minerva, la diosa de la guerra. Siempre peleada con su
hermana Venus y siempre cruel en el campo de batalla, celosa, con envidias, engaños. Y no
es una excepción así son todos los dioses. Bueno, podríamos hablar de Saturno devorando a
sus hijos. Impresionante cuadro de Goya, bastante cruel. Eso sucedió porque había una
profecía que le predecía a Saturno que uno de sus hijos iba a destronarle. Entonces el dijo:
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“pues nada, si alguno de mis hijos me va a destronar, no voy a permitir que ninguno viva”; y
cada hijo que nacía se lo comía.
La verdad es que hay religiones que dejan mucho que desear. Sin embargo eran las
religiones mayoritarias. Al final, uno de sus hijos fue escondido por su madre y llegó a
destronarle. Ese es Zeus, padre de los dioses. Pero ¿por qué era el padre de los dioses? Pues
porque consiguió matar a su padre; son dioses que nada tienen que ver con el Dios de la
Biblia, un Dios noble, bueno, que ama a sus criaturas y que se preocupa por ellas.
Es por esto que las diferencias entre religiones son también razones para creer. No
dejes que nadie te diga “¿la Biblia? bueno, una religión como otras tantas, cada uno tiene la
suya”. ¡No, no, no, eso no es así! Es una religión radicalmente diferente, en la cual hay un
libro sobrenatural, un libro milagro, lleno de BUENAS NOTICIAS que va a ayudarte a ser una
mejor persona. Es un Dios noble que no miente, ni puede fallar, digno de confianza, que
espera que tú crezcas como persona y puedas llegar a ser feliz por toda la eternidad.
Nos vemos en el próximo programa lleno de BUENAS NOTICIAS.
¡Hasta pronto!
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