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Todo es una ilusión
¿Existen los colores? ¿Y los sabores? ¿Los sonidos? Existen, desde luego, pero como una construcción de tu
encéfalo. Ahí afuera lo que hay es radiación electromagnética, moléculas, ondas de aire, etcétera. Como
acabamos de ver, tu mundo es una recreación virtual que se hace en parte tomando esa información, y digo
"en parte" porque lo que tú percibes se genera a partir de los datos frescos que entran por los sentidos, junto
con información que está almacenada en la memoria y —ahora viene lo interesante— una buena dosis de
imaginación por parte del encéfalo. La percepción no es el reflejo pasivo de lo que entra por los sentidos,
como la impresión que hace la luz en una placa fotográfica o en un sensor digital. No. Es una construcción
activa en la que también son importantes las "pinceladas" que tus neuronas se sacan de la manga (eso sí, con
buena intención). Veamos algunas de ellas.
Un agujero en la retina
Comencemos con un ejemplo del sistema visual, el sistema más estudiado y mejor conocido. Mira a tu
alrededor, Julia, gira la cabeza y observa el mundo que te rodea. Si no tienes ningún problema visual, la
imagen que se forma es nítida y continua, los bordes de los objetos son precisos y también sus colores. No
hay espacios sin rellenar, como si faltaran piezas en un puzzle. No, tu puzzle mental está siempre bien
terminado y ajustado. Sin embargo, la imagen que recibes por tus retinas es imposible que sea así de completa
ya que la retina tiene una zona sin receptores sensoriales. Es como tener una cámara de fotos digital con un
sensor al que le falta un trozo. A esa zona de la retina se le llama punto ciego, un nombre bastante adecuado. La
región del punto ciego carece de receptores sensoriales porque está ocupada por una gran cantidad de axones
que forman en ese punto un manojo llamado nervio óptico. Son axones que parten de neuronas de la retina en
camino hacia el encéfalo.
¿Por qué no ves el punto ciego? En principio, en tu campo visual deberían aparecer dos manchones, uno
por cada ojo, pero eso no ocurre. ¿De dónde saca tu encéfalo la información de esa parte de tu mundo visual?
Bueno, digamos que... ¡se la inventa! Eso sí, no se inventa cualquier cosa sino que tiene en cuenta las
imágenes próximas: algo así como rellenar una parte de un folio sin pintar difuminando los colores de
alrededor. Puedes comprobar que tienes realmente un punto ciego mediante esta sencilla experiencia: pinta a
ambos lados de un folio un punto y una cruz respectivamente, por ejemplo el punto a la izquierda y la cruz a
la derecha. Coloca el folio delante de la cara, un poco separado de ella. Cierra el ojo derecho y mira con el
izquierdo la cruz. Puedes ver también el punto pero, si varías la distancia a la que colocas el papel, en algún
momento el punto desaparece (mientras sigues mirando a la cruz). Esto se debe a que coincide con la zona
del punto ciego de tu retina, que es rellenada de blanco a falta de más información.
Esta creatividad del sistema visual no se limita al punto ciego sino que ocurre en todo momento en muchos
otros aspectos de la formación de imágenes, creando figuras completas donde sólo hay trozos (figura 10), o
modificando los colores que percibes según los tonos que tengan a su alrededor (de forma independiente de
la longitud de onda). Si volvemos al ejemplo de arriba, en el que te pedía que miraras a tu alrededor, además
de formar una imagen que es continua en el espacio, tu sistema también crea la ilusión de que la imagen que
percibes es continua en el tiempo, cuando en realidad no es así, ya que hay
Figura 10. El sistema visual está especializado en inventar lo que no ve.
momentos en que la llegada de información se interrumpe, por ejemplo al parpadear, o durante el tiempo en
que tus ojos realizan unos movimientos rápidos para adaptarse al giro de la cabeza: se trata de unos saltos
bruscos llamados sacadas que no percibes de manera consciente, a pesar de que durante esos breves instantes
el mundo pasa a toda velocidad delante de tus ojos. Tu encéfalo elimina esa información para que el resultado
sea una imagen estable y continua.
Buscando sentido al mundo, aunque no lo tenga
En la percepción de los demás sentidos se produce el mismo fenómeno de reconstrucción. En el sistema
auditivo los sonidos que percibes no se corresponden siempre de manera fiel con la frecuencia que ha sido
captada por el oído, gracias a la mano maestra de tus neuronas, que le dan su toque personal. Una manera de
comprobar esto es el ya citado efecto McGurk. Los sabores de los alimentos están también en parte
determinados por tus expectativas y prejuicios, además de por los átomos o moléculas captadas: un vaso de
agua teñida de amarillo es probable que origine un sabor distinto que sin teñir (¿quizá con un toque a limón?).
Incluso la percepción táctil más común es una construcción que puede cambiar gracias a la inventiva cerebral,
algo que puedes comprobar con el experimento de la canica que comento más adelante.
¿Cuál es la razón de esta afición del SNC por rellenar huecos, inventar contornos de objetos o modificar
sonidos? El sistema ha evolucionado, Julia, para mostrarte un mundo que tenga sentido, que sea coherente y,
además, lo hace de manera activa y con una fuerte tendencia a la predicción. En el mundo de ahí afuera no
hay borrones negros volando ni objetos sin sentido formados por piezas rotas. Si ves una parte de una silla
puedes imaginar con facilidad el resto. Si a través de una ventana ves el tronco de un árbol, lo normal es que
en la parte de arriba haya un montón de ramas. No es normal que existan medias sillas ni trozos de troncos
suspendidos del aire. El sistema nervioso ha alcanzado una eficiencia impresionante, de manera que construye
un universo sensorial coherente aunque la información sensorial de entrada sea parcial. Esta es una
característica muy útil, una capacidad extraordinaria de tu máquina mental, pero al mismo tiempo indica el
alto grado de invención y creación que hay en todo lo que percibes.
En el día a día no somos conscientes de todo esto (¡de eso se trata!), pero hay veces en que tu encéfalo se
pasa de listo con la predicción y su búsqueda de coherencia y el resultado es una percepción poco fiel a la
realidad externa. Eso se llama ilusión sensorial, y las más conocidas son las ilusiones ópticas.
Ilusiones ópticas
Si observas la figura 11 puedes ver dos típicas ilusiones ópticas. ¿Son del mismo tamaño los círculos
centrales? Aunque no lo parezca, sí. ¿Son paralelas las líneas? Aunque no lo parezca, sí. Es evidente que tu
sistema nervioso está haciendo una reconstrucción que se aparta de la realidad: es el precio que hay que pagar
por disponer de una máquina con una imaginación desbordante.
Las ilusiones ópticas suelen presentarse como ejemplos de funcionamiento erróneo del encéfalo. Esto no es
exactamente así. El sistema está funcionando de manera normal, haciendo su reconstrucción particular de lo
que detecta la retina y aportando su granito de predicción e imaginación. Lo que ocurre es
Figura 11. ¿Qué círculo central es más grande? ¿Son paralelas las líneas?
que las ilusiones ópticas surgen a partir de estímulos específicos que fuerzan la faceta inventiva del sistema y
que, de hecho, la ponen de manifiesto. Se trata de situaciones límite o ambiguas en donde tu encéfalo, al tratar
como siempre de dar sentido y coherencia a lo que capta, se pasa de listo. Por ello son ejemplos excelentes
para comprender cómo es el funcionamiento normal del encéfalo: estímulos que sacan a relucir las tripas del
sistema visual.
Canicas que se multiplican y otras ilusiones
¿Tienes una canica a mano? (También puede valer otro objeto similar, pequeño y esférico). Cruza los dedos
Índice y medio y apoya las dos yemas sobre la canica, haciendo una ligera presión. Ahora juega con la canica,
muévela hacia los lados, en círculo, etc., manteniéndola siempre entre las yemas de los dos dedos cruzados.
¿Cuántas canicas percibes? Si tu sistema nervioso funciona bien (es decir, mal; bueno, tampoco; en fin, ya
sabes a qué me refiero), dos.
Se trata de una ilusión táctil que se forma debido a una pequeña jugarreta que le hacemos a tu corteza
somatosensorial, la que recibe datos sobre la sensación de tacto en todo tu cuerpo. Como veremos en el
capítulo siguiente, en algunas regiones las neuronas están organizadas en mapas. En tu corteza
somatosensorial las neuronas que reciben información del dedo índice se encuentran al lado de las del dedo
medio, y estas últimas al lado de las del dedo anular, y así con toda la mano. Si te fijas con detalle, en esta
ilusión la canica está estimulando dos regiones de los dedos índice y medio que no están
Figura 12. Cómo hacer que una canica se convierta en dos.
contiguas, ni en los dedos ni en el mapa de la corteza, por lo que tu encéfalo asume que hay dos canicas, ya
que en principio es imposible tener una única canica estimulando ambas regiones al mismo tiempo... ¡a no ser
que se crucen los dedos! Algo que, según puede verse, no está previsto en el funcionamiento del sistema, ya
que no es normal que los animales toquen las cosas con los dedos cruzados. Al igual que ocurre con las
ilusiones visuales, tu encéfalo busca una explicación coherente para lo que está sucediendo y la solución es
inventarse una canica de más. Debe quedarte claro, Julia, que esto no es un mal funcionamiento del sistema,
sino un ejemplo de su dinámica habitual, donde se han forzado un poco las cosas para llevar a tu encéfalo a
generar algo que no existe en la realidad. La invención del mundo es la estrategia cotidiana de tu mente.
En este capítulo y en el anterior has comprobado cómo tu percepción sensorial es una creación del
encéfalo. La mayor parte del tiempo la relación entre el exterior y tu mente es fluida y los trucos que utiliza
para generar la imagen virtual del mundo pasan desapercibidos, pero en algunos casos, como acabas de ver, tu
sistema nervioso se encuentra en un compromiso, y el resultado deja al descubierto su capacidad de inventiva,
mostrándote que, en definitiva, todo es una ilusión.
La información que maneja tu sistema nervioso está constituida por grupos de potenciales de acción que
viajan de unas neuronas a otras, junto con los cambios químicos que originan en las neuronas que los reciben.
Las neuronas que captan los estímulos sensoriales generan potenciales de acción que viajan en dirección a la
corteza cerebral, pero éstos no llegan de forma directa pues por el camino hay más neuronas interpuestas para
formar de esa manera una especie de cadena que alcanza la corteza. La señal de potenciales de acción que
alcanza la corteza -si es que lo hace- no suele ser la misma que la de partida, ya que por medio hay sinapsis
donde se puede producir una transformación del mensaje. Estas autopistas que comunican el mundo exterior
con tu mente tienen una organización anatómica muy refinada, lo cual resulta muy útil, como verás a
continuación.