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I. REFLEJO EN LA ROMANIZACIÓN DE LA BÉTICA DE LA VIDA COTIDIANA DE LOS ROMANOS
I. REFLEJO EN LA ROMANIZACIÓN DE LA BÉTICA DE LA VIDA COTIDIANA DE
LOS ROMANOS
1.
INTRODUCCIÓN.
En el año 206 a.C. los cartagineses abandonan definitivamente la península ibérica y los romanos, al
menos en teoría, ocupan toda la Bética encauzando toda la romanización de la región en torno a la explotación de sus importantes riquezas.
Desde los primeros momentos de la entrada de los romanos en la Península Ibérica, la Bética destacó por ser la primera y la más romanizada. Según los testimonios de Plinio el Viejo ( S. I ) existe en la Bética
la mayor concentración de ciudades de toda la península con un nivel de urbanización excepcional1. La
mayoría de ellas eran ciudades de origen no romano, sometidas a la autoridad de Roma y al pago de impuestos2. También era importante el desarrollo de la red viaria de la provincia bética que comunicaba todas
las ciudades entre sí y con el resto de la península.
2.
LA JORNADA.
Los romanos eran muy madrugadores. Al amanecer3, la mansión de un rico patricio se llenaba de
una multitud de amigos y clientes, que acudían a saludar a su patronus. Éste los recibía sentado e invitaba
a algunos de ellos a cenar. Hacia la tertia hora ( las nueve de la mañana ) el pater salía de la casa para atender sus negocios y solía regresar al mediodía. Entretanto, los hijos en edad escolar estaban en la escuela y
los pequeños jugaban en el jardín de la casa. Cuando volvía el pater, hacia la hora sexta, se hacía la comida,
el prandium. A continuación solían dormir la siesta ( la sexta ). Por la tarde reposaban o hacía ejercicios
gimnásticos en las termas o en el Campo de Marte. A la hora duodecima, al anochecer, se cenaba. Por la noche, la ciudad quedaba sumida en la más absoluta oscuridad y los trasnochadores solían ir acompañados
por esclavos que portaban faroles.
3.
TERMAS.
Roma fue y sigue siendo la ciudad de las fuentes. Numerosos acueductos conducían ingentes cantidades de agua a la ciudad: aún pueden verse alrededor de Roma restos de catorce acueductos. Esta abundancia de agua permitía satisfacer la afición al baño caliente, tan generalizada entre los romanos, que no se
negaba ni a los esclavos. Los ricos disponían de instalaciones de baños en sus propias casas, y para los pobres existían baños públicos. las thermae, imitadas de Grecia, presentaban como innovación típicamente
romana un campo de deportes anejo, la palaestra. El baño, que en origen era una medida higiénica, acabó
convirtiéndose en una distracción. Las termas fueron lugar de pasatiempo y diversión.
Las tres partes esenciales de unas termas, además del vestuario ( el apodyterium ) y las salas de calefacción, eran el frigidarium, el tepidarium y el caldarium. El primero consistía en una o varias piscinas de
agua fría. El tepidarium suele ser una sala sin bañera en la que se mantenía un ambiente tibio y servía de
reposo. Por último, el caldarium era una sala caliente provista de una estufa y unos baños calientes. Era
normal, antes del baño, efectuar ejercicios gimnásticos. Acto seguido, tomaban baños de vapor y pasaban al
caldarium, para terminar zambulléndose en las piscinas de agua fría. Las más famosas termas en Roma fueron las de Nerón, Tito, Trajano, Caracalla y Constantino.
4.
VESTIDOS.
El vestido fue pasando de la sencillez al lujo, pero no sufrió cambios esenciales. Dentro y fuera de la
casa de Roma, el vestido habitual era la tunica, que llegaba hasta la rodilla: era de lana, sin mangas y se
1 La arqueología nos da abundantes muestras de la pronta incorporación al paisaje urbanístico de edificios romanos: foros, acueductos,
templos, casas de estructura típicamente romana, villas, etc, y de construcciones ornamentales, como estatuas conmemorativas, inscripciones, etc.
2 En otros puntos de la península todavía algunos núcleos se resistirían mucho tiempo más al sometimiento de Roma.
3 El día, desde que salía el sol hasta que se ponía por el horizonte, duraba siempre doce horas ( la noche, por tanto, otras doce. El mediodía coincidía con la mayor altura del sol. Así, pues, una hora de verano llegaba a durar hasta 75 minutos y en invierno desde 45
minutos. Lo propio, pero a la inversa, sucedía con las horas nocturnas.
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I. REFLEJO EN LA ROMANIZACIÓN DE LA BÉTICA DE LA VIDA COTIDIANA DE LOS ROMANOS
ceñía con un cinturón, aunque en época tardía fue de lino o de seda y llevó mangas. La túnica estaba adornada, a veces, con unas franjas color púrpura cuya anchura denotaba la clase social del portador. Las mujeres vestían una túnica más larga y holgada y sobre ella un manto. Sobre la túnica, los hombres llevaban en
público la toga, traje nacional de lana blanca.
Calceus
Romano con túnica
Romano con toga
Los niños, hasta los diecisiete años, vestían la toga praetexta, bordada por una franja púrpura. La
toga sordida, grisácea, era el traje de luto. La toga candida, totalmente blanca, era llevada por los “candidatos” a los cargos públicos. Los triunfadores vestían la toga purpurea o picta, que fue después símbolo del
poder imperial. La toga era sustituida fuera de la vida oficial por un manto que permitía mayor libertad de
movimientos, el pallium.
El calzado masculino e femenino era casi idéntico. En casa usaban sandalias sujetas por tiras de
cuero. Para la calle empleaban un zapato más fuerte, el calceus.
Los romanos iban generalmente con la cabeza descubierta. Un capuchón les protegía de la lluvia y
un sombrero, el petasus, portaban en los viajes para cubrirse del sol. Las señoras usaban abanico y sombrilla. El único adorno masculino era el anillo, que servía como sello. Las mujeres usaban sortija, hebillas, horquillas, diademas, pendientes, brazaletes y collares.
5.
VIAJES.
Los romanos viajaban mucho por razones militares, administrativas, comerciales, educativas e incluso turísticas. los vehículos usados eran de tamaño y forma variados. La litera, lectica, era una especie de
sillón dispuesto para ser llevado a hombros por medio de unos varales y los había de alquiler, como los
actuales taxis. El currus era un carro ligero, deportivo o militar, usado en los juegos del circo. El currus
triumphalis servía para que desfilaran los generales
en sus triunfos. Otros tipos de carros fueron el cisium, la tensa, etc., o el plaustrum, para el transporte
de mercancías. En los viajes se solía hacer alto o pernoctar en alguno de los mesones o ventas. Con un
buen vehículo o por calzadas en buen estado se pocurrus
día recorrer en una jornada unas cincuenta millas, es
decir, unos setenta y cinco kilómetros.
6.
INDUSTRIA, TRABAJO Y COMERCIO.
Durante la Monarquía y la República, Roma practicó la agricultura y el comercio más que la industria. Sin embargo, hubo alfareros, herreros, orfebres, plateros; durante el Imperio cobró importancia la industria del vidrio. También se realizaban trabajos en madera, cuero, peletería y tejidos, destacando el tinte
de púrpura. En las canteras trabajaban los condenados a trabajos forzados. La minería utilizaba procedimientos muy primitivos trabajando en condiciones infrahumanas gran cantidad de hombres.
En Roma, la venta de mercancías se hacía, en un principio, en las tiendas, las tabernae, instaladas
en el Foro. Al cobrar esta plaza pública una mayor importancia social y política, los mercados fueron desplazándose a otros foros, que llegaron hasta los diecisiete. Generalmente las tiendas y los talleres del mismo
gremio se agrupaban en determinadas calles, a las que daban nombre: calle de los curtidores, calle de los
zapateros, de los herreros, de los barberos ... Las tiendas tenían un mostrador en el que exponían las merpágina 2
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cancías. La aparición de la moneda trajo consigo el negocio de traficar también con ella. En Roma a los banqueros se les denominaba argentarii ( de argentum, “plata” ).
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