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Transcript
MARTES 18
JUEVES 20
I
Vals Op 64 – Do# menor
Vals póstumo La menor
Vals Op 18- Mi B mayor
Vals Op 70- Re b mayor
Vals Op 34 en Fa mayor
Vals Op 64 – Re b mayor
Vals póstumo –Mi menor
Interprete: ANA GLORIA PEÑATE
I
Ballada No 1
Interprete: VICTOR DÍAZ
Ballada No 2
Interprete: ULISES HERNÁNDEZ
Ballada No 3
Interprete: LEONARDO GELL
II
Barcarola Op. 60
Interprete: YISEL RUBIO
Ballada No 4
Interprete: FIDEL LEAL
8 Preludios Op. 28
Interprete: LIANA FERNANDEZ
II
Barcarola Op 60
Interprete: YISEL RUBIO
MIÉRCOLES 19
Nocturno Op 72 # 1
Nocturno Op 48 # 1
Interprete: OSCAR VERDEAL
I
Estudios Op 10, # 1, # 7, # 8
Estudios Op 25 # 1, # 4, # 9
Interprete: LEONARDO GELL
Estudios Op 10, # 2, # 9,
Estudios Op 25 # 2, # 8, # 11, # 12
Interprete: VICTOR DÍAZ
II
Estudios Op 10, # 6, # 11
Estudios Op 25 # 3, # 5, # 6, # 10
Interprete: FIDEL LEAL
ANIVERSARIO
200
DEL COMPOSITOR POLACO
FEDERICO CHOPIN
VIERNES 21
I
Scherzo # 1 Nocturno Op 72 # 1
Interprete: OSCAR VERDEAL
Scherzo # 4 Nocturno Op 55 # 1
Interprete: VICTOR DÍAZ
II
Scherzo # 3 Nocturno Op 27 # 2
Interprete: FIDEL LEAL
Estudios Op 25 #7
Interprete: LIANNE VEGA
Scherzo # 2 Nocturno Póstumo
Interprete: ULISES HERNÁNDEZ
Estudios Op 10, # 3, # 4, # 5, # 10, # 12
Interprete: ULISES HERNÁNDEZ
SÁBADO 22
I
Nocturno Op 9 # 1
24 Preludios Op 28
Interprete: LIANA FERNÁNDEZ
LYCEUM MOZARTIANO DE LA HABANA,
ORATORIO SAN FELIPE NERI
DEL 18 AL 22 DE MAYO DE 2010, 7:00 PM
FEDERICO CHOPIN 1810 - 1849
FEDERICO CHOPIN 1810 - 1849
Pocas veces recordamos el día del nacimiento y el día de la muerte de una persona; esto solo sucede cuando con su obra éste
alcanza la cumbre de la espiritualidad y esta obra produce un gran impacto en la sociedad y en la cultura. La música de F.
Chopin, marca una experiencia espiritual trascendente, su lenguaje es el de la poesía, el símbolo y el color. Federico Chopin
de descendencia Franco-Polaca, pasó la última parte de su vida en París, pero su niñez y adolescencia en Polonia donde se
puso en contacto con los diferentes estilos de música popular polaca por lo cual el mismo afirma con razón que era un
verdadero Mazoviano, allí está la raíz de su nacionalismo ese que le llevó a elevar lo autóctono de su tierra al arte más
sublime.
paralizado por sus miradas curiosas, mudo frente a rostros extraños, pero tú, estás destinado, pues cuando no ganas a tu
público, tienes con que fulminarlo”.Es una época fecunda para Chopin, composiciones: Mazurkas op 6 y 7, Trío para piano,
violín y cello op 8, Nocturnos op 9, Doce Grandes Estudios op 10, Concierto en mi menor, Variaciones Brillantes para
piano, Rondó op 16, Gran Fantasía sobre aires polacos op 13, Vals en Mi bemol Mayor op 18 y Bolero en Do Mayor.
El 18 de Agosto de 1829 en el Teatro Imperial de Viena; después de que días antes había tenido un avinagrado ensayo con la
orquesta, Chopin se sienta al piano y comienza el concierto con las variaciones sobre La ci darem la mano continuando con
la Kracoviak, al finalizar se produce en el público una tempestad de aplausos: “Estaba realmente desesperado, sin embargo,
tuve que salir varias veces al escenario por el llamado del público”. Este fue su primer encuentro con la capital musical
europea, que había visto antes triunfar a Haydn, Mozart y Beethoven, y era el comienzo de una gira de conciertos que le
valdrán de gran reconocimiento en el ambiente musical vienés.
Después de casi un año de ausencia regresa a Polonia. El 11 de octubre de 1830 sus amigos en un concierto de despedida le
entregan una copa de plata llena de la tierra polaca. “Lloré, porque presentí que nunca más volvería a ver Polonia”. Partiría el
primero de noviembre para nunca más volver. Comenzará con este viaje un nuevo período donde se afianzará como
destacado pianista y compositor, escribiendo Estudios, Mazurkas, Polonesas, Escocesas, y sus dos Conciertos para piano y
orquesta, entre otras obras.
El año 1830 fue realmente difícil para Chopin. Enterado de la invasión rusa a Polonia, cae en la desesperación: “Me
encontraba en Saint Etienne solo, a medianoche en la nochebuena, fui a Misa para contemplar la Iglesia y me quedé en el lado
más oscuro, habían unas enormes bóvedas de gran belleza y reinaba un gran silencio, interrumpido solo por las pisadas de
algún Sacristán que rompían mi letargo. Detrás de mí una tumba, frente a mí, otra tumba; sólo me faltaba una encima…me
envolvió la más lúgubre armonía y como nunca sentí mi soledad. ¿Qué hacer?, ¿Partir?, ¿Cómo?; era libre para elegir. ¿París?,
me aconsejaron que esperara. ¿Volver?, ¿Quedarme?, ¿Matarme?, ¡Oh Dios!, ¿Existes?....” Esta es la época en que escribe el
Scherzo en si menor y el Estudio en do menor op 10, donde transcribe la duda y la desesperación que roían su espíritu; al
final se decide por París: “El viento me ha lanzado hasta aquí, se respira dulzura y se suspira mucho más porque es más fácil.
París es todo cuanto uno quiere, puedes divertirte, aburrirte, reír, llorar, hacer lo que quieres y no le interesa a nadie, pues aquí
miles de personas hacen lo mismo, cada cual a su manera, en realidad no sé si existe otro lugar donde haya más pianistas que
aquí”.
Liszt a su llegada a París y después de haber participado con Chopin en diversos conciertos junto a Herz, Hiller, Berlioz y
Kalkbrenner en los salones de Pleyel y Erard lo describe: “Era un joven pálido, elegante y triste, con un leve acento extranjero,
ojos pardos, cabellos rubios y sedosos, casi tan largos como los de Berlioz y caían sobre su frente, su persona, su estilo y su obra,
eran armoniosos; su mirada era más espiritual que soñadora, en mutuo acuerdo con el sonido tan particular que obtenía del
piano; su delicadeza enfermiza se aliaba con la poética melancolía de sus obras, su sonrisa, dulce y fina, su tez de gran fineza y
transparencia, nariz ligeramente curva de aspecto distinguido, maneras llenas de aristocracia, de gestos graciosos y
multiplicados. El timbre de su voz siempre ensordecido y ahogado, estatura poco elevada y miembros delicados”. Chopin
representó mucho para Liszt y para el arte europeo. Liszt sentía una admiración excepcional por él, y a menudo
interpretaba sus obras, algo que los hermanó en la perspectiva de la música, contribuyendo a nuevos aportes en el terreno
musical y en el repertorio pianístico. A pesar del éxito de Chopin, su relación con el público era difícil y le confiesa a Liszt:
“No estoy capacitado para dar conciertos, la muchedumbre me intimida, me siento asfixiado por sus alientos precipitados,
Corría el año 1837 cuando Chopin conoce a través de Liszt a una célebre novelista parisiense (George Sand) por la cual al
principio siente antipatía, pero que más tarde se convertirá en su amiga, amante, esposa y protectora. El castillo de Nohant
fue durante aproximadamente diez años testigo de las manifestaciones de un arte sublime y laborioso en la composición,
lugar donde durante algunos años Chopin encontró un lugar estable y tranquilo, lleno de cuidados y mimos, que favoreció
la composición de obras trascendentales y la madurez y la consagración de éste como uno de los más grandes compositores
de la historia de la música. Algunas de ellas son: La Berceuse, las Baladas, Mazurkas, estudios op 25, varios opus de
Nocturnos, Polonesas, su Sonata 3, entre muchas otras. “Primero escribo mis ideas, luego las pruebo en el piano y luego las
corrijo hasta que como casi siempre no queda una nota del original”. De esta etapa quedan grandes obras y amargos
recuerdos como el viaje a Mallorca y la estancia en la Cartuja de Valldemosa, donde surgieron obras imperecederas como el
ciclo de los 24 Preludios op 28, nacidos de su gran admiración por Juan Sebastián Bach, que recorren toda la gama de
sentimientos de la que es posible un ser humano. En ese Monasterio de Valldemosa al vivir en un ambiente lúgubre,
húmedo y en las peores condiciones para su precario estado físico la salud de Chopin se deterioró en grado extremo. El viaje
a Mallorca sumado a las intrigas familiares, llevó al traste la relación con la escritora. Así diría George Sand a la señora
Marliani sobre la estancia en Mallorca: “Un mes más y hubiéramos muerto en España, Chopin y yo: él de melancolía y de asco,
yo de rabia y de indignación”. A pesar de las diferencias que surgieron entre ambos después de la ruptura, George Sand, no
dejaría de reconocer la gran genialidad del músico polaco y su gran espíritu de perfección: “Chopin, revolucionó el lenguaje
de la música con solo un instrumento. Su creación era espontánea y milagrosa, la encontraba sin buscarla, sin preverla, surgía
mientras estaba al piano súbitamente, completa y sublime, o cantaba en su cabeza durante un paseo y luego se impacientaba por
tocármela en el piano. Pero entonces comenzaba la labor más desgarradora que jamás he visto, era una serie de esfuerzos,
irresoluciones e irritaciones para captar de nuevo ciertos detalles del tema que había oído; lo que primeramente fuera concebido
como un todo era objeto de un análisis minucioso al escribirlo, y su pesar al no reencontrarlo claramente definido lo sumía en la
desesperación. Pasaba días enteros encerrado en su habitación, llorando, caminando, rompiendo sus plumas, repitiendo y
alterando un compás cientos de veces, escribiéndolo y borrándolo otras tantas y comenzando de nuevo al día siguiente con una
perseverancia desesperada y minuciosa. Pasaba hasta seis semanas sobre la misma página, para escribirla al final como la
primera vez” .
En los años posteriores aunque no dejaba de componer ni de tocar se agravó aún más su enfermedad. “No busqué en el piano,
más que el piano, ni en la música, más que la música misma”. Quizás por estas palabras podemos entender porqué nunca fue
realmente comprendido por sus contemporáneos, Schumann se encogió de hombros ante el final de la Sonata en si bemol
menor, Berlioz se desconcertó al descubrir que Chopin interpretaba las Mazurkas en cuatro tiempos; otros muchos lo
acusaban por los constantes cambios de matices que introducía a sus obras cada vez que las interpretaba. Su arte era muy
flexible para ponerle ataduras o límites a la inspiración, sus melodías imitaban el Bell Canto de Bellini y su música no tenía
tanta influencia literaria como la de sus contemporáneos.
No podría imaginar Mozart que su gran Requiem vibraría ante más de 4000 personas el 30 de Octubre de 1849 en las
cúpulas de la Iglesia de Magdalena para el funeral de Chopin. Conforme a su voluntad Chopin fue enterrado en el
cementerio de Pere Lachaise, cerca de Bellini. “Polvo al polvo”, pronunció el sacerdote al despedir el duelo y alzando la copa
de plata que con tanto celo Chopin guardó, vertió sobre el ataúd la tierra polaca. “Ya soy libre y nada más me impide volver a
mi tierra, a la cual debo mi más fecunda obra, porque la grandeza del hombre consiste en que es el único ser de toda la creación,
capaz de hacer eterno un instante fugitivo”.
Ernesto Maseda